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Campaña de Milán

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Texto reemplazado: «Villaturriel» por «Villaturiel»
El campo imperial pone después sitio a Génova, defendida por Ottavio Fregoso. Francisco I levanta 14.000 hombres en Gascuña y Narbona, que pone al mando de Robert Scott, y envía por delante una flota al mando del traidor Pedro Navarro. El marqués de Pescara planta la batería y lanza a los españoles por la brecha. Navarro sería capturado por Juan de Urbina, quien había servido a sus órdenes como soldado durante las campañas del Gran Capitán. Una vez tomada y saqueada la plaza, el emperador ordenó restablecer su gobierno legítimo en manos de los Adorno y que el ejército partiera hacia Saluzzo y Asti, en el Piamonte, donde el ejército francés prefiere retirarse a combatir.
El día de Santiago, el capitán general Próspero Colonna pasa muestra al Ejército de Italia, entre cuyos capitanes se encuentra Francisco VillaturrielVillaturiel, uno de cuyos arcabuceros era el bisoño Martín García Cerezeda.<ref>Este joven cordobés alternará sus funciones de soldado con las de escritor, regalando a la posteridad el ''Tratado de las campañas de los ejércitos del emperador Carlos V en Italia, Francia, Austria, Berbería y Grecia, desde 1521 hasta 1545''. Una joya redescubierta por la Sociedad de Bibliófilos Españoles donde cuenta en primera persona las operaciones de los ejércitos españoles, la orgánica y plantilla de sus unidades, el personal que las integra desde general a soldado, las bajas que sufren en combate, los lugares por los que desfilan sus banderas y muchos otros datos de interés.</ref>.
Después parten a Lombardía, donde Próspero manda tres banderas a tomar el domo de Ossola, en la frontera suiza, otras seis van con Pescara a Iseo, frontera con los grisones. Tras rendir su castillo, Próspero licencia a los alemanes ante la imposibilidad de pagarles. Don Juan Manuel emprende una embajada para conseguir 140.000 ducados de Florencia, Milán, Luca, Siena y Génova, fin de mantener sobre las armas a los españoles. A Venecia envió a Adorno para asentar la paz, pero este murió por el camino y el trato no se cerró hasta nueve meses después gracias a Merino Caracciolo. Pescara viaja a España para ser recibido por el emperador.
A comienzos de septiembre el almirante de Francia entra en el Piamonte con 30.000 franceses, 1.000 lanzas, 2.000 jinetes y 2.000 ballesteros a caballo, reuniendo a todos los partidarios que tenía en esa región. Próspero ordena a Leiva que se repliegue de Asti a Alessandria, enviando a su guarnición de 2.000 italianos a Cremona, al mando de Francisco Salomón.
Antonio Leiva deja a la compañía de Francisco Villaturriel Villaturiel de guardia en un puente del Tesino entre Vigevano y Abbiategrasso, donde retienen durante un día y medio a todo el campo francés<ref>Bautismo de fuego de Cerezeda.</ref>. Llega en su defensa Giovanni de Médici (que había vuelto al bando imperial) con 100 jinetes y 100 arcabuceros. Próspero los refuerza con tres banderas italianas.
El 14 de septiembre envía Próspero a Antonio de Leiva a Pavía con 8 banderas de infantería, 3 estandartes de jinetes y 2 de lanzas españoles, más el conde Filippo Tornielli con una coronelía de infantería y dos compañías de jinetes italianos. Pero se enfrascan unos contra otros y, finalmente, los italianos abandonan Pavía.
El 16 de agosto alcanzan Marsella, que les recibe con mucha artillería tanto desde la fortaleza como desde la flota anclada en las islas Pomégues. Guarnecen la plaza Renzo da Ceri y Fadrico de Bozzoli con 9.000 italianos y gascones.
En una escaramuza hieren al alférez de Urbina, Rodrigo de Cuero, y a muchos soldados. Como Moncada no puede fondear en Marsella, lo hace en Tolón, adonde es enviado el capitán Biurre con sus caballos ligeros y 7 compañías de infantería a recoger la artillería. Allí queda de guardia la compañía de VillaturrielVillaturiel<ref>Cerezeda describe a la perfección la fortaleza ''porque la medí muchas veces haciendo guardia en lo más alto della''.</ref>.
Cuando llegan a Marsella, el capitán ingeniero Martinengo comienza a trazar una trinchera, periodo durante el cual se producen algunas escaramuzas. En una de ellas, un italiano reta a Pizaño a duelo de picas pero, al comprobar los defensores que este cobraba ventaja, le arrancaron media mandíbula de un arcabuzazo. Pescara y Vasto también participaron en sendas justas. En otras escaramuzas mueren los capitanes Guzmán y Cantelano.
Acabada la trinchera, se asentó la artillería de Moncada y la capturada en Tolón, derribándose un lienzo de la muralla. Borbón no se decide a dar batalla por considerar que le costaría muchas vidas. Además, los espías en la corte francesa<ref>Sandoval añade a un informante de la propia Marsella.</ref> le avisan de que Francisco I encabeza en persona una nueva invasión de Lombardía, al saberla desguarnecida. Se decide enterrar los cañones más gruesos para que no estorben el repliegue ni sean capturados por los franceses. Los capitanes Pedro y Juan de Mercado regresan a Tolón con el resto de la artillería para reembarcarla hacia Génova el 28 de septiembre.
El ejército comienza el repliegue, hostigado por Renzo da Ceri. Este consigue arrebatar una pieza a los alemanes, pero Pescara la recupera y desde entonces los españoles siempre forman a retaguardia. En Fréjus se les unen los Mercado y Villaturriel Villaturiel con sus compañías, que Pescara manda en vanguardia para que vayan haciendo acopio de vituallas.
Tras pasar por Mónaco, San Remo<ref>Donde Urbina embarca hacia Nápoles para resolver ''cosas que a su honra tocaban''.</ref> y Finale, se internan en Saboya y cruzan el Po por Stradella. El 21 de octubre se reúnen en Pavía la plana mayor del ejército expedicionario y la del lombardo. Se acuerda que Leiva siga guarneciendo Pavía con 4.000 alemanes (Festtefriz), 1.200 españoles (Aponte, Pedro de Bracamonte, García de Manrique), 200 lanzas y 200 jinetes (comendador Urrías). El virrey y el duque de Borbón se van a Lodi con la caballería pesada, los italianos a Cremona; Pescara, Vasto y Alarcón a Milán. El duque Sforza había desamparado la ciudad, muy debilitada por la peste, y había ordenado a sus habitantes que se dispersaran por la campiña. Pescara y Lannoy le escriben para que mantenga su fidelidad del emperador, pero el duque pondera los beneficios de aliarse con el rey de Francia para salvarse.
Villaturriel Villaturiel y los Mercado intentan destruir un puente de barcas en el Tesino para que no lo tomasen los franceses, pero su vanguardia se les adelanta. Alguna caballería milanesa toma partido por Francia y hostiga al ejército imperial. Sus capitanes son Jerónimo Tribulzi, que sería muerto en Monza, Beljoyoso, Somaria y Popol.
En Milán, Alarcón y Pescara intentan salir a capturar informantes, pero el capitán Rodrigo de Ripalda se lo impide por miedo a lo que pudiera acontecerles y envía a su sargento Cristóbal Arias con 30 arcabuceros. Capturan a dos franceses que les informan que el rey estaba a tres millas con 2.000 gendarmes, 2.000 archeros, 6.000 suizos, 6.000 alemanes, 5.000 gascones y 5.000 italianos. A la vista de su inferioridad numérica, Pescara decide abandonar Milán y marchar a Lodi.
Temeroso el papa de que el emperador quiera extender su dominio a toda Italia, convoca a los nobles de las principales señorías y crea una liga a la que invitan a unirse a Pescara, que informa al emperador, traslada el ejército a Saboya y envía al maestre de campo Francisco Guastaldo con 11 banderas españolas (incluidas las de Luis de Viacampo y Juan de Vargas) y algunos caballos ligeros tomen el Carpio, donde resiste una guarnición francesa. El conde de Carpio pacta su rendición pero luego trama una emboscada. Esta fue descubierta por una moza que tenía amores con Francisco de Prosley, teniente de Guastaldo.
Alertados por Jerónimo Morón de las intrigas de la Liga, Pescara y Leiva envían a la compañía de Villaturriel Villaturiel a Villana, un paso fronterizo entre Francia e Italia donde se hacían postas y allí capturan una estafeta. Por ella conocen un complot para degollar a todas las guarniciones españolas el día de Santiago. Para evitarlo, Pescara ordena reunir a todas las fuerzas en Pavía, Lodi y otras plazas fuertes.
A finales de septiembre regresan de Francia once capitanes italianos a los que Pescara conmina a atravesar las líneas españolas con las banderas plegadas y en grupos de a veinte. Los italianos se niegan y se hacen fuertes en el castillo de Rebel. Cuando intentan desalojarlos, el maestre Urbina, que había regresado al campo, es herido de un arcabuzazo. A medianoche los italianos intentan salir del castillo sin ser vistos, mas son detectados y masacrados por los españoles.

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