La guerra sin caballería

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Introducción

A lo largo de la historia, todos los ejércitos han sufrido numerosas transformaciones doctrinales, orgánicas y tecnológicas que, en ocasiones, trascienden la mera innovación y pueden considerarse auténticas revoluciones de los asuntos militares. Estas transformaciones obedecen, por lo general, a la siguiente triada de factores (Baqués 2013):

  • Responder a la aparición de nuevas amenazas externas.
  • Identificar déficits en la capacidad militar propia.
  • Explotar la superioridad tecnológica en el panorama internacional.

A nivel orgánico, esta transformación se ha visto impulsada por el debate permanente entre unidades especializadas y polivalentes. La Real Academia define especialización como "limitar algo a un uso o fin determinado". Según la Doctrina de empleo de las fuerzas terrestres (DO1-001) esa es precisamente la esencia de las armas tradicionales: "aportar una especialización tanto más importante y necesaria cuanto menor sea la entidad de la unidad". Las armas se diferencian entre sí por sus características particulares de actuación, especializándose cada una de ellas en las diferentes funciones de combate:

En cambio, algo polivalente "vale para muchas cosas", y esto se consigue mediante una acertada combinación de especialidades y/o de materiales. Así, por ejemplo, una brigada paracaidista integra batallones de todas las armas, pero está especializada en operaciones aerotransportadas y difícilmente podría actuar en otras de media o alta intensidad sin ser convenientemente reforzada. Por el contrario, un grupo de caballería, aun compuesto por escuadrones de una única arma, puede considerarse polivalente al combinar vehículos ligeros (motorizados), medios (mecanizados) y pesados (acorazados), consiguiendo un conjunto equilibrado de capacidades que le permiten desarrollar una amplia gama de misiones e intervenir, prácticamente, en todo el espectro del conflicto.

A lo largo de la historia, la especialización se impuso cuando alguna innovación tecnológica aseguró la supremacía de la caballería sobre la infantería (rueda, estribo), o viceversa (pólvora, ametralladora). Sin embargo, los estrategas más brillantes buscaron siempre la victoria gracias al empleo de grandes unidades interarmas, autónomas y polivalentes, bien disciplinadas y adiestradas, de entidad proporcional a la escala del conflicto: kisir sharruti asirio, legiones romanas, hordas otomanas, brigadas suecas, cuerpos napoleónicos, divisiones panzer. Por lo general, la polivalencia permitió responder de una forma flexible a los inciertos y complejos escenarios operativos, en permanente cambio. Una unidad polivalente podía actuar en todo el espectro del conflicto, moverse en cualquier tipo de terreno y conseguir la superioridad en el enfrentamiento frente a cualquier amenaza, al multiplicar las ventajas de sus unidades subordinadas y minimizar sus respectivos inconvenientes.

Innovaciones que desde la Edad Antigua a la Edad Moderna duraban varios siglos, apenas alcanzan en la Contemporánea algunos decenios, algo que también ocurre con otras de índole social, cultural, política o económica. Esta aceleración de los procesos de cambio, definida por Toffler como el "shock del futuro", explica por qué instituciones tan conservadoras como nuestras Fuerzas Armadas suelen mostrarse reacias a las novedades. No obstante, ha quedado sobradamente constatado que solo aquellos ejércitos que se preparan para las guerras del futuro y no para las del pasado pueden ganar las del presente.

El objetivo de todos los artículos contenidos en la categoría Historia será analizar el impacto que tuvo la caballería en las diversas transformaciones que del arte de la guerra desde la Prehistoria hasta la actualidad.

Prehistoria

Un aforismo, no por más extendido menos falaz, sostiene que la guerra es consustancial a la humanidad. En realidad, durante los dos millones de años transcurridos desde la aparición del género Homo hasta la Edad del Bronce, no está constatado ningún conflicto bélico. De entrada, recientes investigaciones desmienten la teoría clásica de que los primeros cromañones que llegaron a Europa procedentes de África se impusieran de forma violenta sobre los últimos neandertales autóctonos, y proponen una "coexistencia pacífica" sin llegar a la hibridación. La especie más antigua se habría extinguido debido a una peor adaptación a la lucha por los recursos.

Parece obvio que un hombre capaz de inmortalizar pictóricamente a las víctimas animales de sus cacerías habría hecho lo mismo con sus congéneres en aquellos hipotéticos enfrentamientos que hubiera sostenido durante la era glaciar. Sin embargo, la figura humana no aparece en el arte rupestre hasta el Neolítico tardío de la península Ibérica, y siempre asociada a escenas cinegéticas o folklóricas. Solo se ha encontrado un ejemplo que pudiera interpretarse como un enfrentamiento armado, el de los arqueros de Ares del Maestre (Castellón). No obstante, dada la ausencia de caídos en ese hipotético combate, bien podría representar un ritual para favorecer la caza, similar a las danzas tribales africanas o amerindias. En cualquier caso, la ausencia de otros vestigios bélicos durante toda la Prehistoria parece confirmar que la violencia no es innata del género humano, sino una adaptación desafortunada a unas circunstancias determinadas (Leakey y Lewin 1994).

Entre esas circunstancias destacan la búsqueda de sustento (común a otras especies animales) y la defensa de la patria, entendida esta como "tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos". Una tribu nómada no suele sentir apego alguno por su hábitat temporal, prefiriendo mutarlo antes que morir defendiéndolo. Todo lo contrario que una cultura sedentaria, debido a que las tierras cultivables no pueden transportarse junto a los enseres y, en caso de abandono, se pierde todo el trabajo invertido. Esto bastaría para explicar por qué el primer conflicto documentado históricamente no se dio entre las tribus de cazadores-recolectores anteriores al Neolítico sino entre las poblaciones sedentarias de la Edad del Bronce.

Arqueros de Ares del Maestre
Bosquimano

Calcolítico

Hacia 3150 AC el primer faraón de la primera dinastía, Narmer, emprendió la unificación del Alto y Bajo Egipto sometiendo o expulsando a las tribus libias que poblaban el delta del Nilo. Su ejército se reducía a un pequeño contingente de lo que hoy se denominaría infantería ligera (mesha), y se armaba con los mismos útiles que se empleaban para la caza (arco, jabalina, cuchillo). La única novedad estrictamente militar era el empleo de someros escudos de bambú recubiertos de piel, protección más que suficiente para detener las flechas enemigas o desviar el golpe de una maza de sílex. Como aún no se conocía la rueda, el transporte de las tropas se realizaba en falúas[1] por el Nilo.

Al estar Egipto rodeado por desiertos y mares aún no transitables, los faraones del reino antiguo no sintieron la necesidad de reclutar un ejército permanente, decretándose la movilización solo para hacer frente tanto a obras públicas de importancia[2], como a las ocasionales revueltas de los nomarcas provinciales. Una vez concluidas aquellas o sometidos estos, la mesha regresaba a sus faenas agrícolas, práctica común a la mayoría de pueblos de la Antigüedad pues a cualquier economía de subsistencia le resultaba muy oneroso mantener a personal no productivo.

Paleta de Narmer (dinastía I)
Archivo:Mesha de Mesehti.png
Mesha de Mesehti (dinastía XI)


Referencias

Notas

Bibliografía

  • Baqués Quesada, Josep. Revoluciones militares y revoluciones en los asuntos militares. Plaza y Valdés. 2013.
  • Bertorelle, Giorgio et al. Evidence for genetic discontinuity between Neandertals and 24.000 years-old anatomically modern Europeans. Universidad de Florencia. 2003.
  • Leakey, Richard y Roger Lewin. Los orígenes del hombre. Aguilar. 1980.
  • Toffler, Alvin. El shock del futuro. Plaza & Janés. 1970.
  • Embarcación a vela de pequeño calado, destinada al transporte fluvial.
  • Por ejemplo, las grandes pirámides de Gizeh, cuya construcción se atribuyó durante mucho tiempo a una masa de esclavos en un periodo en el que aún no está constatada la práctica de la esclavitud.
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