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Al igual que las [[carreta]]s sumerias, los [[carro de guerra|carros de guerra]] indoeuropeos transportaban dos [[tripulante]]s, pero ahora el [[guerrero]] (''savyastha'') lleva una panoplia más completa que incluía una [[lanza]] y un [[arco]] compuesto, además de los [[venablo]]s. Iba sentado a la izquierda del [[carro]], mientras que el [[auriga]] (''sthart'') iba de pie a su derecha.
 
Al igual que las [[carreta]]s sumerias, los [[carro de guerra|carros de guerra]] indoeuropeos transportaban dos [[tripulante]]s, pero ahora el [[guerrero]] (''savyastha'') lleva una panoplia más completa que incluía una [[lanza]] y un [[arco]] compuesto, además de los [[venablo]]s. Iba sentado a la izquierda del [[carro]], mientras que el [[auriga]] (''sthart'') iba de pie a su derecha.
  
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Los arios (cuyo nombre se haría extensible al resto) destruyeron la cultura del Indo y empujaron a los drávidas al sur de la India. En el subcontinente se empleaban ya [[carreta]]s tiradas por bueyes en esa época pero no como [[arma]]s de [[guerra]], por lo que su [[infantería]] fue barrida fácilmente. La importante transformación operada en aquel país culminó con el propio nombre de India, que proviene del dios Indra traído por los invasores. Las modernas excavaciones de Mohenjo Daro y Harappa muestran la estela de muerte y desolación que dejaron a su paso, recogida tanto en el ''Rigveda'' como en el ''Avesta''. En los tres tomos de este último que se conservan de los veintitrés originales, se describe como Yima, rey de los arios impulsó a los suyos para conquistar Irán, India, Anatolia y Europa, gracias al poder que les conferían sus [[caballo]]s domesticados frente a los pueblos que solo conocían el [[asno]]. Las descripciones de sus [[caballo]]s los muestran como típicamente [[mongol]]es, con capa de color [[bayo]] y el vientre más claro, algo lógico si tenemos en cuenta que los arios provenían del lago Baikal, donde esta especie se impuso sobre la [[tarpán]]ica. Preferían uncir [[yegua]]s a sus carros, por ser más dóciles que los [[semental]]es a los que no castraban.
 
Los arios (cuyo nombre se haría extensible al resto) destruyeron la cultura del Indo y empujaron a los drávidas al sur de la India. En el subcontinente se empleaban ya [[carreta]]s tiradas por bueyes en esa época pero no como [[arma]]s de [[guerra]], por lo que su [[infantería]] fue barrida fácilmente. La importante transformación operada en aquel país culminó con el propio nombre de India, que proviene del dios Indra traído por los invasores. Las modernas excavaciones de Mohenjo Daro y Harappa muestran la estela de muerte y desolación que dejaron a su paso, recogida tanto en el ''Rigveda'' como en el ''Avesta''. En los tres tomos de este último que se conservan de los veintitrés originales, se describe como Yima, rey de los arios impulsó a los suyos para conquistar Irán, India, Anatolia y Europa, gracias al poder que les conferían sus [[caballo]]s domesticados frente a los pueblos que solo conocían el [[asno]]. Las descripciones de sus [[caballo]]s los muestran como típicamente [[mongol]]es, con capa de color [[bayo]] y el vientre más claro, algo lógico si tenemos en cuenta que los arios provenían del lago Baikal, donde esta especie se impuso sobre la [[tarpán]]ica. Preferían uncir [[yegua]]s a sus carros, por ser más dóciles que los [[semental]]es a los que no castraban.
  
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En 1270 AC Mitanni fue conquistada por Salmanasar I, transformándose en la provincia asiria de Hanigalbat. El sector más occidental fue ocupado primero por los hititas y después por los frigios, antes de pasar definitivamente a manos arameas.
 
En 1270 AC Mitanni fue conquistada por Salmanasar I, transformándose en la provincia asiria de Hanigalbat. El sector más occidental fue ocupado primero por los hititas y después por los frigios, antes de pasar definitivamente a manos arameas.
  
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Parece actualmente probado que contingentes hititas tomaron parte activa en la defensa de Troya. Poco después, el Imperio sucubía ante la nueva oleada indoeuropea conocida como los pueblos del mar. Aunque Tudhaliya IV y Arnuanda II hicieron cuanto estuvo en su mano por contenerlos en la costa occidental de Asia Menor, el Imperio corrió finalmente la misma suerte que Troya, al ser derrotado su último soberano Arnaunta por los ''mushki'' (frigios), una tribu indoeuropea procedente del lago Van que conocía también el secreto de la metalurgia del hierro. En 1175 AC Hattusas era pasto de las llamas y el Imperio se fraccionaba en varios principados neohititas que sobrevivieron hasta la conquista asiria, mientras que la costa occidental era colonizada por los dorios, jonios y eolios. Las famosas yeguadas hititas fueron saqueadas por los filisteos, que se llevaron muchos ejemplares con ellos hasta Canaán, tal y como relata la Biblia.
 
Parece actualmente probado que contingentes hititas tomaron parte activa en la defensa de Troya. Poco después, el Imperio sucubía ante la nueva oleada indoeuropea conocida como los pueblos del mar. Aunque Tudhaliya IV y Arnuanda II hicieron cuanto estuvo en su mano por contenerlos en la costa occidental de Asia Menor, el Imperio corrió finalmente la misma suerte que Troya, al ser derrotado su último soberano Arnaunta por los ''mushki'' (frigios), una tribu indoeuropea procedente del lago Van que conocía también el secreto de la metalurgia del hierro. En 1175 AC Hattusas era pasto de las llamas y el Imperio se fraccionaba en varios principados neohititas que sobrevivieron hasta la conquista asiria, mientras que la costa occidental era colonizada por los dorios, jonios y eolios. Las famosas yeguadas hititas fueron saqueadas por los filisteos, que se llevaron muchos ejemplares con ellos hasta Canaán, tal y como relata la Biblia.
  
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File:Reconstrucción de Hattusas.jpg|Reconstrucción de Hattusas
 
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Revisión del 10:04 6 abr 2018

La expansión indoeuropea

El urheimat

El término urheimat (en alemán: patria primitiva) se aplica a la región de la estepa euroasiática en la que se originó la cultura protoindoeuropea. En los diversos estudios sobre la misma, la discusión sobre el caballo está muy presente. Para Piétrement, el caballo se había extendido por toda la superficie del globo y solo aquellos pueblos que marchaban a la cabeza de la civilización consiguieron domesticarlo. Este planteamiento decimonónico ha quedado totalmente desfasado, pues está comprobado que precisamente los pueblos que hacia el año 3000 AC habían entrado en su fase histórica, no habían visto jamás un caballo por haberse extinguido prácticamente durante la última glaciación. Por el contrario, serían los nómadas habitantes de las estepas euroasiáticas, con un nivel cultural mucho más bajo que el de sus coetáneos, quienes domesticaran a los escasos supervivientes. Hacia esa fecha abandonaron su hábitat natural y entraron en la historia de la única forma que estaba a su alcance, obligando a que las crónicas de los pueblos que conocían ya la escritura se ocupasen de ellos.

Estos pueblos poblaban una estepa que se extendía, sin solución de continuidad, desde los Cárpatos hasta Altai, limitada al norte por la taiga y al sur por el desierto. Las manadas de caballos salvajes se habían visto reducidas a este hábitat por imperativos climáticos. Hombres y caballos convivían en las proximidades de las aguadas y los primeros pronto se dieron cuenta de la conveniencia de ofrecer sus excedentes de grano a los segundos para atraerlos a sus cercados, donde podían explotar la producción láctea de las yeguas mientras las mantenían a salvo de las fieras. Posteriormente comenzaron a consumir la carne de los ejemplares menos dóciles e inútiles para la doma.

Los primeros vestigios de la cultura indoeuropea se descubrieron en Tripolje, cerca de Kiev, si bien se extendía desde el Danubio al Dniéper a través de los Cárpatos, Besarabia y Ucrania. Los niveles inferiores datan del año 3000 AC y, aunque en ellos ya figuran abundantes restos de caballos, solo hay vestigios de domesticación de vacas, ovejas y cerdos. De hecho, la representación de caballos que aparece en una escudilla de plata hallada en Maikop, al oeste del mar Caspio, y datada hacia el 2300 AC corresponde aún a ejemplares salvajes. Los primeros indicios de domesticación proceden del kurgán de Andrónovo (Yeniséi) hacia 2000 AC, donde se encontró la primera tumba tumular con un carro de guerra de dos ruedas y los cadáveres de dos caballos.

Un kurgán es un montículo de tierra y piedra levantado artificialmente sobre una tumba o tumbas. El término es de origen turco y significa "fortificación". Posteriormente pasó al idioma ruso como "túmulo". Los kurganes son típicos de la Edad del Bronce, principalmente en el área comprendida desde el macizo de Altái hasta el Cáucaso, Rumanía y Bulgaria. No obstante, se construyeron ya desde el Eneolítico y siguieron construyéndose después, en la Edad del Hierro. La cultura de los kurganes se divide, arqueológicamente, en varias subculturas como las de escitas, sármatas, hunos y kipchak.

La arqueóloga Marija Gimbutas propuso la hipótesis de que el primer pueblo en utilizar este tipo de tumba sería protoindoeuropeo y hablaría la lengua madre. Cuando empezaron a dispersarse, estas tribus ya conocían la metalurgia del cobre y la domesticación del caballo. Los túmulos, son de medidas variables, desde 7 a 8 metros de diámetro, por 2 metros de alto, hasta tamaños tan considerables como los 500 metros de diámetro de base para los kurganes de Siberia, por 20 metros de alto, y los 350 metros de base, por 76 metros de alto para el Mausoleo de Qin Shi Huang.

A veces son estructuras muy complejas, con divisiones del espacio y cámaras internas, que conforman una macro-tumba con diferentes salas. En la cámara mortuoria, en el centro de la estructura, se enterraban miembros de la élite dirigente con ajuares y ofrendas rituales, con frecuencia, caballos y carros, pero también vasijas, armas, etc.

Por esas mismas fechas, la rueda habría llegado a la estepa procedente de Mesopotamia[1], y pronto el caballo comenzó a sustituir al buey en las carretas de carga. La trascendencia de este cambio fue tal que en poco tiempo se había difundido a todos los pueblos que conocían el caballo. De ahí a emplearlo también en sus carros de guerra solo había un paso, que dieron en cuanto se percataron de la superioridad que ello les confería sobre sus pueblos vecinos. Restos de un carro de guerra aparecen ya en las culturas de Tepe Hissar (Turkestán) y en los kurganes del Volga.

Todos estos pueblos poseían una avanzada metalurgia que habían aplicado a su armamento. Sus carros, que llamaban ratha ("rueda") eran más ligeros que los mesopotámicos y de un solo eje, de aproximadamente 1,60 m de longitud y a solo medio metro del suelo. Dicho eje era solidario de la caja y no de las ruedas, que tampoco eran macizas como las sumerias, sino que solían tener cuatro radios y una pina maciza, sujeta al eje por un pasador. Más tarde el número de radios aumentaría a seis, ocho e, incluso, diez. Las llantas eran de bronce, lo que les confería una gran resistencia. El diámetro total oscilaba en torno a 0,75 cm. La caja (kosa), abierta por detrás, solía ser de mimbre (aqueos, celtas) o de madera y cuero (hititas, mitanios, hicsos). La tracción consistía en una larga vara de 2,40 m de longitud rematada con otra transversal a la que iban sujetos dos caballos mediante collares similares a los empleados anteriormente con los bueyes y que no resultaban apropiados debido a las diferencias anatómicas entre bovinos y équidos. Pese a ello, este atalaje perviviría hasta el Imperio romano. Incluso cuando adoptaron la triga y la cuadriga, nunca duplicaron las varas, por lo que el esfuerzo de tracción de los caballos laterales era muy escaso.

Respecto al freno de embocadura, es probable que al principio se adoptasen las mismas anillas en los ollares y/o labios que se empleaban en los onagros mesopotámicos. Sin embargo muy pronto debieron sustituirse por trozos de cuero o madera y, finalmente, por filetes rígidos de bronce. Hacia 1900 AC se empleaban ya bocados articulados que jugaban en camas de hueso labrado, con tres orificios para sujetar los frenos, los montantes y las riendas. Los restos más antiguos se encontraron en Stalingrado y pertenecen a la cultura de Timber Grave. Los caballos aún no se herraban, pero esto no presentaba ningún inconveniente, ya que las investigaciones genéticas sobre el tarpán han demostrado que fue precisamente la herradura la responsable de la pérdida de la dureza primitiva de los cascos.

Al igual que las carretas sumerias, los carros de guerra indoeuropeos transportaban dos tripulantes, pero ahora el guerrero (savyastha) lleva una panoplia más completa que incluía una lanza y un arco compuesto, además de los venablos. Iba sentado a la izquierda del carro, mientras que el auriga (sthart) iba de pie a su derecha.

En menos de doscientos años, todas las grandes civilizaciones existentes habían caído en poder de los pueblos de las estepas: Babilonia, Egipto, Creta y la India. Ningún ejército de entonces, ni siquiera el sumerio también armado con carros, pudo hacer frente a la velocidad y la potencia de las cargas de los caballos esteparios. Si en México los escasos ejemplares que llevaban los conquistadores causaron estragos entre las nutridas filas de aguerridos aztecas, podemos imaginar el efecto estremecedor que causaría una masa de carros lanzados al galope, mientras su tripulación lanzaba una lluvia de flechas y jabalinas sobre las exiguas formaciones de la Edad del Bronce, integradas por simples campesinos que no habrían visto un caballo en su vida. De hecho, la aparición del caballo tuvo también un impacto cultural, al sustituirse el culto ancestral a la diosa madre por una compleja cosmogonía protagonizada por los nuevos dioses guerreros.

El elevado coste de fabricación del carro de guerra y su armamento, así como la complejidad inherente al adiestramiento de las tripulaciones y al cuidado de las bestias contribuyó a acentuar las diferencias sociales en el seno de estas sociedades, anteriormente igualitarias. Como consecuencia, apareció una reducida casta aristocrática de soldados profesionales pagados con tierras conquistadas, acabando así con la igualdad social de las civilizaciones fluviales calcolíticas. Por tanto, puede afirmarse que, mientras que el nacimiento de la caballería sin caballos había sido determinante en la aparición del primer ejército permanente, la caballería a caballo lo fue de la profesionalización de este.

Al final de este periodo, el caballo se había extendido desde sus reductos siberianos hasta Europa meridional, Anatolia, Mesopotamia, Egipto, Irán, China y la India. Más al Este, el estrecho de Bering, deshelado desde milenios atrás, impidió el retorno del caballo al continente americano que le había visto nacer, hasta que lo llevaran los españoles en el siglo XV.

En la siguiente imagen puede verse la expansión actual de las lenguas indoeuropeas. A las nueve representadas habría que sumarles la tocaria de Sinkiang, la hurrita del Cáucaso y la hitita de Anatolia, hoy día extintas. El orden de la leyenda corresponde a la antigüedad del primer vestigio de escritura en cada una de ellas.

Mapa de la expansión de las lenguas indoeuropeas.png Griego
Indoiranio
Romance
Céltico
Germánico
Armenio
Báltico
Eslavo
Albanés
Extensión actual de las lenguas indoeuropeas

Mitanni

Los hurritas asentados al norte de Mesopotamia, en la región del lago Van (Nahanina), consiguieron una preponderancia sobre sus estados vecinos gracias a la superioridad de su técnica bélica. Íntimamente relacionados con los arios que invadieron la India, compartían con ellos no solo sus nombres y topónimos, sino también el nombre de sus dividinades: Mitrasil, Arunasil e Indar. Sus aristócratas se conocían como mariyannu y eran famosos por sus carreras de carros, idénticas a las descritas en el Rig Veda. También sus caballos eran del tipo ario eumétrico-rectilíneo. Se ha conservado un tratado sobre el entrenamiento de caballos para los carros de Kikkuli.

En el apogeo de su poder (siglo XV), Shaushtatar llegó a saquear Assur, llevándose las puertas doradas del palacio real a Washshukanni e imponiendo un severo tributo a los asirios.

Coincidiendo con el reinado de Akenatón en Egipto, Tushratta de Mitanni y Suppiluliuma de Hatti se enzarzaron en un conflicto que debilitó considerablemente al primero, lo que permitió a Asur-Uballit I restablecer la independencia de Asiria.

En 1270 AC Mitanni fue conquistada por Salmanasar I, transformándose en la provincia asiria de Hanigalbat. El sector más occidental fue ocupado primero por los hititas y después por los frigios, antes de pasar definitivamente a manos arameas.

El declive semita

Asiria

Ya se ha visto cómo Asiria recuperó su independencia hacia 1350 aprovechando el declive de Mitanni, y cómo Assur-Uballit I conquistó Hanigalbat. En 1333 AC derrocó también al monarca usurpador de Karduniash (la Babilonia casita) y entronizó a su nieto.

Adad Nirari I trasladó la capital a Kalhu (la bíblica Nimrud) y extendió el Imperio hacia Karkemish, a costa de territorios hititas y hurritas.

Salmanasar conquistó el reino hurrita de Urartu y la región occidental de Mitanni, que desapareció como Estado independiente.

Su sucesor Tikulti-Ninurta derrotó a los hititas en Nahariya y luego conquistó Babilonia en 1225 AC, antes de ser asesinado por sus propios hijos.

Tiglatpileser I consiguió repeler a los mushki (frigios) que habían destruido Hatti y expulsó a los babilonios de Nabucodonosor. Posteriormente acometió diversas campañas contra los principados neohititas y contra los fenicios. Sus sucesores hicieron frente a los arameos y conquistaron Babilonia. Posteriormente, Asiria se colapsó debido a una guerra civil, perdió todas sus conquistas y tuvo que replegarse para defenderse de frigios, urarteos, babilonios y arameos, lo que agravó su habitual resentimiento hacia los extranjeros.

Babilonia

Tras el saqueo de Babilonia llevado a cabo por los hititas en 1595 AC, el sur de Mesopotamia fue conquistado por los kasitas, un pueblo procedente del Luristán iraní y que, por tanto, podría ser indoeuropeo. Los kasitas constituían la elite social y el núcleo del ejército, cuyo grueso seguía compuesto por semitas. No se ha conservado ningún rasgo cultural de este pueblo, pues adoptó la lengua sumeria-acadia y, progresivamente, se fue diluyendo en el sustrato indígena.

A nivel interno, los kasitas impusieron la paz en el territorio, propiciando una gran prosperidad económica. Sin embargo, la rivalidad con Mitanni condicionó su política exterior y sus relaciones comerciales. Al ser asesinado Kara-Hardash, el reino fue invadido por Asuruballit I de Asiria, quien instauró al nieto de ambos, Kurigalzu II. Desde entonces, los asirios continuaron interviniendo en el reino hasta que la invasión de los pueblos del mar les obligó a replegarse a sus fronteras naturales. Casi simultáneamente, Babilonia fue invadida por Elam en 1155 AC.

Referencias

Notas

  1. Según Hancar esta fecha habría que adelantarla hasta 3000 AC con la cultura de Tripolje, pero este punto no ha sido aceptado por otros especialistas en la cultura danubiana.

Bibliografía

  • Bosch Gimpera, P. Les indo-europeens. Payot. 1961.
  • Cassin, Elena. "El fin del segundo milenio". Historia Universal, vol. 3. Siglo XXI. 1970.
  • Gimbutas, Marija. Bronze age cultures in central and Eastern Europe. Walter de Gruyter. 1965.
  • Gordon Childe, Vere. Los orígenes de la civilización. Fondo de Cultura Económica de España. 1996.
  • Hrozny, Bedrich. L’entrainement des chevaux chez les anciens indo-européens. Archiv Orientalni. 1931.
  • Jettmar, Karl. Estepas euroasiáticas. Seix Barral. 1965.
  • Keller, Werner. Y la Biblia tenía razón. Benei Noaj. 1959.
  • Lión Valderrábano, Raúl.
    • El caballo y su origen. Institución cultural de Cantabria. 1970.
    • La caballería en la historia militar. Academia de Caballería. 1979.
  • Mallory, James Patrick. "Andronovo Culture", Encyclopedia of Indo-European Culture. Fitzroy Dearborn. 1997.
  • Montenegro Duque, Ángel et al.
    • El Imperio hitita. Moretón. 1972.
    • "Antiguos imperios orientales". Historia Universal, vol. 2. Nájera. 1990.
  • Quesada Sanz, Fernando. "Carros en el antiguo Mediterráneo: de los orígenes a Roma". Historia del carruaje en España. Fomento de Construcciones y Contratas. 2005.
  • Scortecci, Giuseppe et al. Los animales. Vergara. 1965.

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