La caballería sin caballos

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Sumer

Hacia 3500 AC, un pueblo procedente de la India llegó por mar a Mesopotamia meridional y, tras conquistarla, constituyó una federación de ciudades-estado, de las que destacaban Kish, Ur, Uruk, Umma, Nippur, Isín, Larsa y Lagash. Los lugareños los conocieron como sumerios, que significa "cabezas negras" y, según sus propias listas que comienzan tras un diluvio universal, tuvieron 66 reyes de 10 dinastías diferentes. Aportaron al sustrato indígena una cultura muy compleja, su legislación y su escritura, que pronto pasó de pictográfica a cuneiforme. Aunque la tierra era extraordinariamente fértil gracias a los trabajos de irrigación, carecía de materias primas, lo que les impulsó a buscar el intercambio de sus excedentes agrícolas por metales y madera.

Al contrario que ocurría en Egipto, Mesopotamia carecía de fronteras naturales y se encontraba rodeada de pueblos nómadas del desierto y de salvajes tribus montañesas, por lo que sus ciudades-estado tuvieron que aprender pronto a defender sus cultivos y sus caravanas comerciales. Hacia 2600 AC varios gobernantes sumerios, como el semilegendario Gilgamesh de Uruk, decidieron amurallar sus ciudades y crear un reducido contingente militar permanente. Así nació el ejército más antiguo de la historia, el suku, con la que los reyes sumerios dominaron el sur de Mesopotamia durante setecientos años. Su base la constituía la infantería ligera, compuesta por 5.400 voluntarios bien entrenados, armados y uniformados. En caso de guerra se completaban con otros 20.000, cuyos equipos se guardaban en los templos en los periodos de paz junto a los excedentes de las cosechas que les servían de manutención. De esta forma, durante las campañas no necesitaban abastecerse a costa de las poblaciones que transitaban. Como armamento empleaban lanzas y venablos con punta de cobre o pedernal, hachas de uno y dos filos, harpés (especie de hoz grande con filo de sílex y luego de cobre), cascos de cobre almohadillados en su interior y grandes escudos rectangulares de madera y cuero que cubrían totalmente al infante. Según la estela de los buitres, que representa la victoria de Eannatum de Lagash sobre el rey de Umma, formaban ya en falanges similares a las que luego emplearían tebanos y macedónicos, esto es, enfrentando al enemigo con un muro infranqueable de escudos erizado de lanzas.

Aunque estas falanges eran adecuadas para el combate defensivo en torno a sus ciudades, no lo eran en absoluto para proteger a sus caravanas comerciales. Se precisaban otras unidades aptas para realizar desplazamientos a larga distancia y con mayor velocidad que las carretas tiradas por bueyes, para poder acudir al punto preciso en el menor tiempo posible. Como en Mesopotamia no existía ningún équido, recurrieron al onagro iraní o al hemión sirio que uncían a un carruaje de madera, pesado y algo tosco, con cuatro ruedas macizas y solidarias a sus ejes, compuestas por tres piezas de madera rodeadas por una llanta de cuero tachonada con clavos de cobre. Cada carro llevaba una única vara, a la que iban sujetos los yugos de dos (biga) o cuatro bestias (cuadriga). En estas últimas, el papel de los dos onagros exteriores no era el de tracción, sino el de asegurar un radio de giro suficiente hacia ese lado. Su tripulación consistía en un auriga y un guerrero armado con un hacha de mango largo. En la parte delantera se situaba un carcaj con varios venablos. El único tripulante de una biga era su auriga, que montaba a horcajadas sobre una piel de leopardo dispuesta sobre la prolongación del timón.

El primer arqueólogo que exhumó uno de estos carros fue sir Leonard Wooley, quien en 1927 halló un ejemplar completo en una tumba real de Ur. Los costados eran de madera, con cabezas de toro y leones y sus bordes decorados profusamente con mosaicos rojos, blancos y azules. En su frontal llevaba un refuerzo a modo de escudo e incrustaciones de oro, conchas y lapislázuli. Era especialmente vistoso el pasarriendas de plata, rematado por una figura de onagro en oro. Dos de estos ejemplares yacían enterrados junto a la cuadriga, así como varios hombres, posiblemente aurigas.

Posteriormente, el propio Wooley encontró el que sería conocido como estandarte de Ur, datado en 2500 AC: dos piezas de madera rectangulares de 67x27,5 cm y 2 triángulos que formaban los laterales, todo ello acoplado como un pendón en el extremo de una larga asta. Sus mosaicos de nácar representaban una escena de paz y otra de guerra. En esta última, dividida en tres partes, se veía en una fila superior al rey y a sus cortesanos revistando prisioneros; en el centro a una [falange] de infantería avanzando frente al enemigo que se retira derrotado abandonando sus cadáveres; y en la inferior una formación de carretas tiradas por cuatro onagros y tripuladas por un auriga y un guerrero armado con venablos. La composición artística confirma que el suku se articulaba ya en dos armas especializadas: infantería y caballería.

Los sumerios no pudieron domesticar el onagro en la India, pues las excavaciones efectuadas en Mohenjo Daro y Harappa no han revelado sus restos, por lo tanto, debieron conocerlos a su llegada a Mesopotamia. Pronto comprendieron el valor de las unidades de carros y el efecto que causaban lanzadas al galope contra las hordas enemigas, generalmente desorganizadas, y que preferían emprender la huida que enfrentarse a ellas. En tal caso cobraban un valor añadido, pues permitían perseguirlos y aniquilarlos rápidamente. Falta por descubrir de qué forma guiaba el auriga a sus onagros, pues no se han encontrado embocaduras, aunque en las representaciones artísticas antes mencionadas aparecen las riendas. Es de suponer que las sujetaran a los ollares de los onagros con piezas de cuero o materias vegetales que, al descomponerse, no pudieron ser halladas.

Hasta esa época, el manejo de las armas arrojadizas (venablo, honda, arco) se adquiría de forma elemental en la caza, pastoreo y demás quehaceres de la vida cotidiana. Como la conducción de la carreta y el combate a bordo exigían una adecuada instrucción, la aparición de esta caballería sin caballos supuso la transformación espontánea del campesino en soldado y el comienzo de la profesionalización de los ejércitos. Asimismo, supuso una mayor especialización laboral, pues requería armeros, domadores, guarnicioneros, carpinteros, curtidores y artesanos. Si a la invención de la caballería y la falange se une el de la profesionalización del ejército, su especialización técnica y la conducción de unidades con el mando al frente, se puede afirmar que los sumerios inventaron el arte militar.

Por otra parte, las obras de irrigación en las riberas del Tigris y el Éufrates producían excedentes suficientes para alimentar a los militares y a sus familias, pero la necesidad de llevar la contabilidad en los templos donde se almacenaban (zigurats) fue un factor determinante para la aparición del primer sistema de escritura cuneiforme.

De los numerosos hechos de armas de este pueblo, cabe destacar los siguientes:

  • Mebaragesi de Kish combatió hacia 2670 AC a la ciudad de Uruk y realizó varias expediciones al este del Tigris, que culminaron con una victoriosa campaña contra los elamitas.
  • Eannatum de Lagash conquistó Umma hacia 2450 AC. Su victoria quedó plasmada en la Estela de los buitres pero, lamentablemente, la escena inferior que representa al monarca a bordo de lo que parece un carro está deteriorada y no se aprecian sus detalles.
  • Lugalzagesi de Umma destruyó Lagash y conquistó Uruk, convirtiéndose en rey de Sumeria hacia 2350 AC.

Acad

Esta etapa sumeria llegó a su fin cuando fueron conquistados por los acadios, primero de los pueblos semitas que, procedentes de Arabia, invadirían Mesopotamia, estableciéndose en el curso medio de los ríos Tigris y Éufrates, es decir, entre Sumeria y Asiria. Su primer monarca, Sargón[1], hijo de un copero del rey de Kish a quien destronó, consiguió derrotar a Lugalzagesi hacia 2334 AC. Según las tablillas acadias, tras incrementar la plantilla del suku a 5.400 efectivos, emprendió hasta 34 nuevas campañas que le permitieron anexionarse Sumeria, Elam, Siria y Asiria, convirtiéndose así en el primer soberano de las "cuatro regiones del mundo": Sumer, Siria, Asiria y Elam. Sin embargo, Acad no mantuvo el control estricto sobre todas ellas, sino que se limitó a proteger sus intereses comerciales: oro de la India, plata de Anatolia, lapislázuli de Afganistán, cobre de Magán (posiblemente Omán), estaño del Cáucaso, madera del Líbano, etc.

El Imperio acadio apenas duró un siglo, pues en 2230 AC cayó víctima del empuje de los nómadas gúteos. Durante la siguiente centuria toda Mesopotamia vivió en el caos, las ciudades se amurallaron e independizaron. Hacia 2150 AC Gudea de Lagash consiguió derrotar a los invasores y restablecer la unidad, dando paso al periodo neosumerio. En 2006 AC concluye esta etapa de esplendor, esta vez frente a nuevas invasiones de amoritas y elamitas. Durante trescientos años volvió la inestabilidad a Mesopotamia, solo contenida durante los breves periodos hegemónicos de las ciudades-estado de Isín y Larsa. Poco a poco, nuevas oleadas semitas acabaron por suplantar a los sumerios incluso en sus tierras ancestrales, desapareciendo su idioma hacia 1900 AC.

Egipto

Tras la crisis que supuso el primer periodo intermedio, Egipto fue reunificado en 2000 AC por el primer faraón de la dinastía XI, Mentuhotep II. Aún no se conocía la rueda ni, por lo tanto, el carro, pero la mesha había adquirido un papel determinante a la hora de sofocar las rebeliones de los nomarcas provinciales, que gobernaban sus territorios con un poder casi feudal. Esto debilitaba la monarquía, que carecía ahora del poder absoluto del reino antiguo.

La dinastía XII continuó el proceso de recentralización, reorganizando los nomos y levantando una cadena de fortalezas fronterizas en Kush. Durante este periodo se produce un activo intercambio comercial con Creta, la gran potencia naval. Se tienen noticias de campañas militares contra Biblos, comenzando la expansión hacia Canaán.

De esta época data una curiosa reproducción en madera tallada que representa una formación militar (mesha). En ella se aprecian las diferencias entre lanceros egipcios y arqueros nubios, lo que indica una especialización de la infantería. La caballería, con o sin caballos, seguirá brillando por su ausencia hasta la invasión del país por los hicsos.

Asiria

A comienzos del segundo milenio, otra oleada semítica procedente de Arabia se instaló en el curso medio del Tigris. Como carecían de carros y caballos, no pudieron hacer frente a sus poderosos vecinos, por lo que hubieron de conformarse con un pequeño trozo de tierra arrinconado entre montañas y ríos (Tigris, Choser y Zab). Ese aislamiento y las invasiones que sufrieron por parte de otros pueblos, fue el germen de un ferviente nacionalismo que imprimiría al pueblo asirio su fiera intransigencia.

Los asirios tenían una sociedad nómada, siendo gobernados por líderes tribales. Durante el denominado Imperio antiguo, la capital permaneció en Asur, desde donde establecieron relaciones comerciales con Capadocia. Destaca la factoría (karum) de Kanesh, actual Kültepe.

Shamshi-Adad I (1812 AC) está considerado como el primer gran rey del país, ya que consiguió que Hammurabi reconociera sus fronteras. Sus sucesores no pudieron conservar la integridad del Estado, que cayó bajo el control de los hurritas de Mitanni en 1760.

De este periodo data una curiosa tablilla con un cuadrúpedo de escasa alzada que podría interpretarse como un asno.

Babilonia

Hacia 1800 AC los amoritas, que habían establecido su capital en Babilonia, consiguieron reunificar el Imperio acadio. El sexto monarca de la dinastía, Hammurabi, redactó un famoso código que ha proporcionado mucha información sobre esa época. Así, por ejemplo, menciona el ilkum, una especie de servicio militar obligatorio para los campesinos, por supuesto, en infantería. Respecto a su caballería, que seguía siendo profesional, aparecen descritos algunos cuidados veterinarios específicos para los onagros, así como detalles técnicos de la construcción de carretas y cabezadas. Al no mencionarse al caballo en este código que recoge todos los aspectos de la vida babilónica, queda demostrado que en esta época aún no se conocía a esta especie en Mesopotamia, al contrario que en las estepas euroasiáticas.

Gracias a sus escuadrones de caballería sobre onagros, los sumerios, acadios y babilonios consiguieron un notable poderío militar que les permitió ejercer una hegemonía indiscutible sobre todo Oriente Medio durante mil años. Pero cuando las caravanas mesopotámicas atravesaron el Cáucaso en busca de materias primas y trabaron contacto en las estepas con la cultura protoindoeuropea, sellaron su destino y el del resto del mundo conocido.

Referencias

Notas

  1. En acadio Sharrum-kin, rey verdadero.

Bibliografía

  • Lión Valderrábano, Raúl:
    • El caballo y su origen. Institución cultural de Cantabria. 1970.
    • La caballería en la historia militar. Academia de Caballería. 1979.
  • Cassin, Elena.
    • "Del Paleolítico a la mitad del segundo milenio". Historia Universal, vol. 2. Siglo XXI. 1971.
    • "El fin del segundo milenio". Historia Universal, vol. 3. Siglo XXI. 1970.
  • Quesada Sanz, Fernando. "Carros en el antiguo Mediterráneo: de los orígenes a Roma". Historia del carruaje en España. Fomento de Construcciones y Contratas. 2005.

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