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La caballería sin caballos

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Sumeria

La primera civilización de la que se tiene noticia nació en lo que se conoce como "Creciente Fértil", una región que se extiende en forma de media luna entre el delta del Nilo y la desembocadura del Tigris y el Éufrates, incluyendo Mesopotamia, Siria, Israel y el sur de Anatolia. Hacia 8000 AC sus habitantes comenzaron a agruparse en pequeñas aldeas y a combinar la caza con el cultivo de cereales, principalmente una variedad de trigo llamada escanda. En lugar de perseguir a las manadas de animales salvajes, aprendieron a domesticarlos, encerrándolos en cercados junto a sus viviendas, siendo los primeros el perro y la oveja, y posteriormente la cabra, la vaca, el cerdo, el asno y, probablemente, el camello. Progresivamente aparecieron los primeros arados, los botes a vela, la rueda y la cerámica, dando lugar a lo que se conoce como revolución Neolítica.

Hacia el año 3500 AC, un pueblo procedente de la India llegó por mar a Mesopotamia meridional y, tras conquistarla, constituyó una federación de ciudades-estado, de las que destacaban Kish, Ur, Uruk, Umma, Nippur, Isín, Larsa y Lagash. Los lugareños los conocieron como sumerios, que significa "cabezas negras" y, según sus propias listas que comienzan tras un diluvio universal, tuvieron 66 reyes de 10 dinastías diferentes. Aportaron al sustrato indígena una cultura muy compleja, su legislación y su escritura, que pronto pasó de pictográfica a cuneiforme. Aunque la tierra era extraordinariamente fértil gracias a los trabajos de irrigación, carecía de materias primas, lo que les impulsó a buscar el intercambio de sus excedentes agrícolas por metales y madera. Lamentablemente, se encontraban rodeados de pueblos nómadas del desierto y de salvajes tribus montañesas, por lo que tuvieron que aprender pronto a defender sus cultivos, sus ciudades y sus caravanas comerciales. Así nació hacia el 3000 AC el ejército más antiguo de la historia, cuya organización les permitió el dominio indiscutible de Oriente Medio durante setecientos años.

La base la constituía la infantería ligera, compuesta por 5.400 voluntarios bien entrenados, armados y uniformados. En caso de guerra se completaban con otros 20.000, cuyos equipos se guardaban en los templos en los periodos de paz junto a los excedentes de las cosechas que les servían de manutención. De esta forma, durante las campañas no necesitaban abastecerse a costa de las poblaciones que transitaban. Como armamento empleaban lanzas y venablos con punta de cobre o pedernal, hachas de uno y dos filos, harpés (especie de hoz grande con filo de sílex y luego de cobre), cascos de cobre almohadillados en su interior y grandes escudos rectangulares de madera y cuero que cubrían totalmente al infante. Según varios grabados conservados, formaban ya en falanges similares a las que luego emplearían tebanos y macedónicos, esto es, enfrentando al enemigo con un infranqueable muro de escudos erizado de lanzas.

Aunque estas falanges eran adecuadas para los combates defensivos en torno a sus ciudades, no lo eran en absoluto para proteger a sus caravanas comerciales. Se precisaban unidades aptas para realizar desplazamientos a larga distancia y con mayor velocidad que las carretas tiradas por bueyes, para poder acudir al punto preciso en el menor tiempo posible. Para ello, domesticaron al único equino existente en Mesopotamia, el onagro, y lo uncieron a un carro de madera, pesado y algo tosco, con cuatro ruedas macizas y solidarias a sus ejes, compuestas por tres piezas de madera rodeadas por una llanta de cuero tachonada con clavos de cobre. Cada carreta llevaba una única vara, a la que iban sujetos los yugos de dos (biga), tres (triga) o cuatro bestias (cuadriga). Una vasija decorada hallada en Hafadje muestra el primer ejemplo conocido de triga en la que, como será habitual, el papel del tercer onagro no era el de tracción, sino el de asegurar un radio de giro suficiente hacia ese lado. Esto parece indicar que se empleaban en las carreras, para evitar que la rueda interior chocase con la espina de la pista. Como tripulación, cada carreta llevaba un auriga y un guerrero armado con un hacha de mango largo. En la parte delantera se situaba un carcaj con varios venablos.

El primer arqueólogo que exhumó uno de estas carretas fue sir Leonard Wooley, quien en 1927 halló un ejemplar completo en una tumba real de Ur. Los costados eran de madera, con cabezas de toro y leones y sus bordes decorados profusamente con mosaicos rojos, blancos y azules. En su frontal llevaba un refuerzo a modo de escudo e incrustaciones de oro, conchas y lapislázuli. Era especialmente vistoso el pasarriendas de plata, rematado por una figura de onagro en oro. Dos de estos ejemplares yacían enterrados junto a la carreta, así como varios hombres, posiblemente aurigas. Posteriormente, el propio Wooley encontró el que sería conocido como "Estandarte Real de Ur", datado en 2500 AC: dos piezas de madera rectangulares de 67x27,5 cm y 2 triángulos que formaban los laterales, todo ello acoplado como un pendón en el extremo de una larga asta. Sus mosaicos de nácar representaban una escena de paz y otra de guerra. En esta última, dividida en tres partes, se veía en una filaa superior al rey y a sus cortesanos revistando prisioneros, en el centro a una falange de infantería avanzando frente al enemigo que se retira derrotado abandonando sus cadáveres y en la inferior una formación de carretas tiradas por cuatro onagros y tripuladas por un auriga y un guerrero armado con venablos.

Los sumerios no pudieron domesticar el onagro en la India, pues las excavaciones efectuadas en Mohenjo Daro y Harappa no han revelado sus restos, por lo tanto, debieron conocerlos a su llegada a Mesopotamia. Pronto comprendieron el valor de las unidades de carretas y el efecto que causaban lanzadas al galope contra las hordas enemigas, generalmente desorganizadas, y que preferían emprender la huida que enfrentarse a ellas. En tal caso cobraban un valor añadido, pues permitían perseguirlos y aniquilarlos rápidamente. Falta por descubrir de qué forma guiaba el auriga a sus onagros, pues no se han encontrado embocaduras, aunque en las representaciones artísticas antes mencionadas aparecen las riendas. Es de suponer que las sujetaran a los ollares de los onagros con piezas de cuero o materias vegetales que, al descomponerse, no pudieron ser halladas.

Hasta esa época, el manejo de las armas arrojadizas (venablo, honda, arco) se adquiría de forma elemental en la caza, pastoreo y demás quehaceres de la vida cotidiana. Como la conducción de la carreta y el combate a bordo exigían una adecuada instrucción, la aparición de esta caballería sin caballo supuso la transformación espontánea del campesino en soldado y el comienzo de la profesionalización de los ejércitos. Asimismo, supuso una mayor especialización laboral, pues requería armeros, domadores, guarnicioneros, carpinteros, curtidores y artesanos. Si a la invención de la caballería y la falange se une el de la profesionalización del ejército, su especialización técnica y la conducción de unidades con el mando al frente, podemos afirmar que los sumerios inventaron el arte militar. De los numerosos hechos de armas de este pueblo, cabe destacar los siguientes:

  • Mebaragesi de Kish combatió hacia 2670 AC a la ciudad de Uruk y realizó varias expediciones al este del Tigres, que culminaron con una victoriosa campaña contra los elamitas.
  • Eannatum de Lagash conquistó Umma hacia 2450 AC; su victoria quedó plasmada en la "Estela de los buitres"; lamentablemente, la escena inferior que representa al monarca a bordo de lo que parece una carreta está deteriorada y no se aprecian sus detalles.
  • Lugalzagesi de Umma destruyó Lagash y conquistó Uruk, convirtiéndose en rey de Sumeria hacia 2350 AC.

Acad

Esta etapa sumeria llegó a su fin cuando fueron conquistados por los acadios, primero de los pueblos semitas que, procedentes de Arabia, invadirían Mesopotamia, estableciéndose en el curso medio de los ríos Tigris y Éufrates, es decir, entre Sumeria y Asiria. Su primer monarca, Sargón[1], hijo de un copero del rey de Kish a quien destronó, consiguió derrotar a Lugalzagesi hacia el 2334 AC. Posteriores campañas[2] le permitieron anexionarse Sumeria, Elam, Siria y Asiria, convirtiéndose así en el primer emperador de los "cuatro lugares del mundo";. Sin embargo, Acad no mantuvo el control estricto sobre todas ellas, sino que se limitó a proteger sus intereses comerciales: oro de la India, plata de Anatolia, lapislázuli de Afganistán, cobre de Magán (posiblemente Omán), estaño del Cáucaso, madera del Líbano, etc.

El Imperio acadio apenas duró un siglo, pues en 2230 AC cayó víctima del empuje de los nómadas gúteos. Durante la siguiente centuria toda Mesopotamia vivió en el caos, las ciudades se amurallaron e independizaron. Hacia 2150 AC Gudea de Lagash consiguió derrotar a los invasores y restablecer la unidad, dando paso al periodo neosumerio. En el 2006 AC concluye esta etapa de esplendor, esta vez frente a nuevas invasiones de amoritas y elamitas. Durante trescientos años volvió la inestabilidad a Mesopotamia, solo contenida durante los breves periodos hegemónicos de las ciudades-estado de Isín y Larsa. Poco a poco, nuevas oleadas semitas acabaron por suplantar a los sumerios incluso en sus tierras ancestrales, desapareciendo su idioma hacia 1900 AC.

Babilonia

Hacia 1800 AC los amoritas, que habían establecido su capital en Babilonia, consiguieron reunificar el Imperio. El sexto monarca de la dinastía, Hammurabi, redactó un famoso código, que nos ha proporcionado mucha información sobre esa época. Así, por ejemplo, menciona el ilkum, una especie de servicio militar obligatorio para los campesinos, por supuesto, en infantería. Respecto a su caballería, que seguía siendo profesional, aparecen descritos algunos cuidados veterinarios específicos para los onagros, así como detalles técnicos de la construcción de carretas y cabezadas. Al no mencionarse al caballo en este código que recoge todos los aspectos de la vida babilónica, queda demostrado que en esta época aún no se conocía a esta especie en Mesopotamia, al contrario que en las estepas euroasiáticas.

Gracias a sus escuadrones de caballería sobre onagros, los sumerios, acadios y babilonios consiguieron un notable poderío militar que les permitió ejercer una hegemonía indiscutible sobre todo Oriente Medio durante dos mil años.

Referencias

Notas

  1. En acadio Sharrum-kin, rey verdadero.
  2. Según las tablillas acadias necesitó 34 batallas.

Bibliografía

  • Lión Valderrábano, Raúl. 1970. El caballo y su origen. Institución cultural de Cantabria.
  • Lión Valderrábano, Raúl. 1979. La caballería en la historia militar. Academia de Caballería.
  • Cassin, Elena. 1971. "Del Paleolítico a la mitad del segundo milenio". Historia Universal, vol. 2. Siglo XXI.
  • Cassin, Elena. 1970. "El fin del segundo milenio". Historia Universal, vol. 3. Siglo XXI.