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Felipe IV

El comienzo del reinado de Felipe IV de Habsburgo coincidió con el reinicio de las hostilidades en los Países Bajos, que culminarían con la toma de Breda por Ambrosio Spínola en 1625. En 1632 se promulgan unas ordenanzas que pretenden poner fin a la indisciplina generalizada de las tropas, debida a la falta de pagas y a la tolerancia de los mandos superiores.

La intervención en la guerra de los Treinta Años se saldó desfavorablemente para las armas españolas, que sufrieron la derrota de la Armada en la batalla de las Dunas (1639) cuando transportaba a 14.000 soldados de refuerzo. La sublevación de Cataluña y la guerra de Restauración Portuguesa obligaron a España a firmar el tratado de Munster (1648) y a abandonar definitivamente cualquier pretensión para volver a someter las provincias septentrionales.

Francia aprovechó la coyuntura para invadir Cataluña, cuya Generalidad se vio obligada a solicitar el regreso de los tercios en su ayuda. La derrota de estos en la batalla de Rocroi (1643), la primera en campo abierto, fue interesadamente magnificada por la propaganda francesa, si bien los supervivientes se cobraron su venganza en la batalla de Valenciennes (1656). A la postre, esta victoria arruinaría la posibilidad de una paz favorable con Francia, al hacer concebir falsas esperanzas a la diplomacia española sobre el verdadero estado de su ejército. Cuando se firmó finalmente el tratado de los Pirineos en 1659, los términos resultaron mucho menos ventajosos.

Carlos II

El comienzo del reinado de Carlos II de Habsburgo coincidió con la guerra de Devolución (1667-1668), que finalizó con el tratado de Aquisgrán por el que se reconocía de iure la independencia portuguesa, que había sido proclamada de facto en 1640. Casi sin solución de continuidad, el Imperio español se vio envuelto en la guerra Franco-Holandesa (1672-1678), paradójicamente, en defensa de sus antiguas provincias rebeldes frente a las aspiraciones de Luis XIV, quien consiguió apoderarse del Franco Condado y de otras plazas fuertes. Finalmente, la guerra de la Liga de Augsburgo (1688-1697) se extendió a las colonias americanas y finalizó con la paz de Rijswijk, que supuso nuevas pérdidas territoriales (Haití, Estrasburgo), si bien se recuperó Luxemburgo y la Cataluña ocupada por los franceses.

Los ejércitos del Imperio español se distribuyen de la siguiente forma:

Cada ejército mezcla unidades de distinta procedencia:

  • Súbditos de la monarquía:
    • Españoles;
    • Italianos;
    • Borgoñones.
  • Súbditos imperiales contratados mediante capitulaciones:
    • Alemanes altos (alsacianos, sajones; prusianos);
    • Alemanes bajos (suizos, bávaros, austriacos).
    • Croatas.
  • Mercenarios:
    • Ingleses;
    • Escoceses;
    • Irlandeses.

El mando de cada ejército lo ostentaba un capitán general, noble designado por el rey para la ocasión. Le auxiliaban un gobernador de las armas, un maestre de campo general para la infantería, un general para la artillería y otro para la caballería. Este último contaban con uno o varios tenientes generales, llamados así porque "tenían" el mando cuando faltaba el titular. No existía un estado mayor permanente a nivel nacional, pero cada gobernador o virrey contaba en su territorio con una réplica de ese estado mayor operacional. El maestre de campo general está auxiliado por un sargento general de batalla.

Los oficiales solo pueden servir en las unidades de su propia nacionalidad, salvo los españoles que pueden mandarlas todas. Los soldados suelen ser voluntarios y muchos, en realidad, oficiales reformados. Esto es, aquellos que habían cesado en el mando de su unidad y aceptaban servir por un sueldo inferior a la espera de recibir una nueva patente. De ellos, algunos son nobles que se equipan a sus propias expensas, tanto como símbolo de valentía y honor, como para presentar posteriormente su relación de servicios a la corona en busca de algún título o privilegio. Este detalle resulta crucial para comprender el elevado grado de preparación y disciplina de las tropas.

En caso de necesidad, la corona puede ordenar a los gobernadores respectivos que trasladen tropas de un territorio a otro, o bien que levanten unidades nuevas. Estas, generalmente, son reformadas al término de cada campaña de forma que las unidades más antiguas acaban siendo también las más longevas. Algunas retienen las denominaciones geográficas de procedencia o de guarnición, pero la mayoría se conoce por el nombre de su maestre de campo o coronel, mudándolo con cada relevo. Esto ha complicado tradicionalmente la labor de los historiadores debido a cuatro factores:

  • Un mismo oficial podía pasar de una unidad a otra de mayor preferencia: española sobre el resto; caballería sobre dragones y estos sobre infantería; coraceros sobre arcabuceros.
  • La particular grafía con la que cada escribano interpretaba los nombres extranjeros en los documentos oficiales.
  • La coincidencia en un mismo personaje de varios títulos nobiliarios, empleándose uno u otro de forma indistinta.
  • Los cometidos, voluntaria o involuntariamente por el cronista oficial de la época (conde de Clonard) y que serán repetidos impenitentemente por sus epígonos.

Referencias

Notas

Bibliografía

  • Albi de la Cuesta, Julio et al. La Guardia Real en su historia. Fundación Wellington. 2004.
  • Boeri, Gian Carlo, José Luis Mirecki y José Palau. The Spanish Armies in the War of the League of Augsburg. Boeri. 2002. Edición española limitada a los escenarios español y africano en Los tercios de Carlos II en la Guerra de los 9 Años. La Espada y la Pluma. 2005.
  • Clonard, Serafín María de Sotto Langton, conde de. Historia Orgánica de las armas de infantería y caballería españolas. D. B. González.
    • Tomo IV: Austrias Menores. 1853.
  • Giménez González, Manuel. El Ejército y la Armada. Almena, 1864 (reed.).
  • Martínez de Merlo, Jesús y Juan Álvarez Abeillhé. La heráldica y la orgánica de los reales ejércitos. Ministerio de Defensa. 2015.
  • Martínez Ruiz, Enrique: Los soldados del rey. Los ejércitos de la Monarquía Hispánica (1480-1700). Actas, 2008.
  • O'Donnell, Hugo (coord.). Historia Militar de España. Laberinto.
    • Tomo III: "Edad Moderna", V2: "El escenario europeo". 2013.
  • Silvela Miláns del Bosch, Juan et al.
    • La caballería en la historia militar. Academia de Caballería, 1979.
    • La caballería española: un eco de clarines. Tabapress, 1992.
  • Sotto Montes, Joaquín de. Síntesis histórica de la caballería Española. Escelier. 1969.

Webgrafía

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