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Campaña de Roma

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Texto reemplazado: «Agnani» por «Anagni»
A primeros de septiembre Alba parte hacia San Germán, donde reúne su ejército. En la muestra se hallan 4.000 veteranos españoles, 8.000 napolitanos, 6 estandartes de hombres de armas, 1.500 jinetes y 12 piezas de artillería. El duque envía a García de Toledo con la infantería española y los caballos ligeros sobre Frosolon, defendida por Julio Ursino y 4 compañías italianas del duque de Paliano, que huyen al verlos llegar.
El 15 pasa Alba a AgnaniAnagni, defendida por Torcuato Conte y 800 infantes italianos. Se planta la batería e intentan el asalto los italianos, que son rechazados. Temiendo un asalto general al día siguiente, la guarnición huye también durante la noche, aprovechando un intenso aguacero. Alba toma Tívoli y Frascati, Ascanio della Corgna hace lo propio con Porcillano y Ardea, y Vespasiano con Palombera. El duque de Soma, renegado napolitano, sale de Roma con peones y caballos a intentar recuperar estas plazas, pero es derrotado por los españoles.
Julio Ursino comienza a fortificar Roma, involucrando a sus habitantes, de los que se enrolan 7.000. Rodea el castillo de Sant Ángelo con un foso y cinco bastiones con capacidad de alojar 2.000 infantes. La guarnición francesa está dirigida por Monluc y Lansac. El papa tasa las posesiones de cada habitante para obligarle a pagar el 1%, a fin de contratar suizos. El cardenal Caraffa y Pedro Strozzi se embarcan en Marsella con 1.500 provenzales y algunos nobles.
Alba deja al capitán Diego Vélez fortificando Frosolon con el ingeniero Tribucio y en Agnani Anagni al conde de Sarno con 500 infantes, y se dirige a Ostia donde aún no han llegado los refuerzos prometidos. Ello se debe a que el cardenal de Trento y el marqués de Pescara han decidido retenerlos en Lombardía ante el peligro de invasión francesa. Por otra parte, Doria tampoco lleva la gente que embarca en la Spezia por haber recibido un aviso de la princesa Juana de que los otomanos están sitiando Orán. Este retraso impedirá a Alba tomar la ciudad santa.
12 galeras francesas desembarcan gente en Neptuno, pero el calabrés Moreto la rechaza hacia Civitavecchia. Alba envía en su ayuda a Colonna, Populi y della Corgna con toda la caballería y algunos arcabuceros españoles a caballo. Mientras tanto, Antonio Caraffa no consigue levar gente en Bolonia y llega a Ascoli, en la marca de Ancona, defendida por Ferrante de Lofredo, marqués de Treviso. Julio Ursino sale de Paliano con 5 banderas y 4 cañones y ataca Pilo, pero tras una escaramuza con Sarno, es repelido por los propios lugareños que le arrojan una lluvia de piedras por los derrumbaderos.
Alba ordena extender sobre el Tíber un puente de barcas construido por tramos en Nápoles para tomar Ostia, defendida por Pedro Strozzi con 3.000 infantes y 300 caballos. Gonzaga ordena batir las puertas de la plaza, obligando a sus defensores a replegarse al castillo. Mientras se baten las murallas durante siete días, la caballería de Colonna realiza frecuentes escaramuzas. El 12 de noviembre llegan noticias de que el ejército francés avanza desde el Piamonte. El 18 della Corgna ordena el asalto, que encabezan las compañías de Francisco de la Tolfa y Dominico de Máximo, siendo herido el primero. Son rechazados y Alba envía al capitán Álvaro de Acosta a reconocer la batería. Se produce un segundo asalto por parte de 300 españoles y algunos italianos voluntarios, resultando muerto Acosta, el alférez del maestre de campo Mardones y 98 soldados. De los italianos, caen heridos Gonzaga, 3 capitanes y 50 soldados. La plaza se entrega al saco tras 12 días de batería, y se deja en ella guarnición de 400 españoles al mando de Juan Vázquez de Avilés y Francisco Hurtado de Mendoza, con 8 piezas de artillería y bastimentos para 6 meses.
El 29 de noviembre los Caraffa solicitan una tregua de 40 días para esperar a los franceses, lo que aprovecha Alba para replegarse a Nápoles, conceder un descanso a su ejército y reponer víveres y municiones. Populi y sus jinetes permanecen en AgnaniAnagni, con orden de presidiar Neptuno, Tívoli y Frosolon.
==1557==
Alertado de la llegada de los franceses, el duque de Florencia moviliza su ejército y levanta 3.000 tudescos. En cambio, el duque de Ferrara aspira a engrandecer su estado a costa de los Farnesio de Parma con el apoyo francés. Las tropas españolas y alemanas están muy resentidas por la falta de pagas, por lo que Trento y Pescara levantan arman a los milaneses con 2.600 coseletes, 3.000 arcabuces y 10.500 picas. Aperciben también la infantería El tercio de Sancho de Mardones y la caballería españolas y alemanas, muy resentidas por la falta 1.500 de Lombardía son enviados pasan al ejército de pagasAlba. Guarnecen Con el resto se guarnece Milán, Pavía, Alessandria, Lodi, Cremona, Asti, Guastalla y Valenza, donde meten una compañía española, tres italianas y otras tantas de grisones al mando del conde Horacio Campegna y del capitán Spolberino. Gastaldo se opone, al considerar el sitio infortificable.
Los italianos ofrecen tres millones de escudos, pero Alba solo acepta uno y medio. Levanta 30.000 infantes, incluyendo 2.000 alemanes de Gaspar de Feltz, 4.000 de Lodron, 1.000 españoles de Sicilia, 3.000 bisoños de la coronelía de su hijo, Fernando de Toledo<ref>El maestre de campo es Sancho de Londoño</ref>, 1.500 jinetes, 9 estandartes de hombres de armas y muchas piezas de artillería. Nombra comisario general al maestre de campo Lope de Mardones<ref>Es probable que se refiera a Sancho de Mardones, maestre de Nápoles.</ref>. Escribe a Luis Barrientos para que encamine los 6.000 alemanes de la coronelía de Hans Walter a Fiume y Trieste, para conducirlos por el Adriático a Pescara, plaza litoral de los Abruzzos defendida por el marqués de Treviso. Simultáneamente, envía al conde de Santa Fiora a fortificar Capua, Gonzaga a Nola, a García de Toledo a Santa Ágata y a della Corgna visitarlas y enmendarlas.
El ejército francés cruzó los Alpes con gran trabajo, debido a las nieves invernales. El duque de Guisa llevaba por lugarteniente al duque de Aumâle, al conde de Brissac con 6.000 suizos y al duque de Nevers con 4.000 franceses, además de 3.000 caballos. Envía por delante mensajeros para los duque de Ferrara, Parma y Ubino, exigiéndole paso libre por sus tierras a cambio de no dañarlas.
Alba escribe a Felipe para narrarle lo sucedido en la guerra y al papa para ofrecerle la paz, pero este rechaza su embajada al considerar degradante tratar con un mero virrey y no con su monarca. El duque de Guisa recibe los 3.000 suizos de Wertz y le ofrece invadir el reino por segunda vez si los Caraffa cumplían de una vez su palabra de aportarle suficientes hombres y bastimentos. Enterado Marco Antonio Colonna de ese refuerzo, sale a su encuentro con los alemanes de Feltz y Walter, y los 1.600 españoles. Estos están a punto de ser arrollados por 3.000 italianos de Montebelo y Ursino, pero Colonna los socorre con caballería y aquellos, dirigidos por sus capitanes Salinas, Mosquera y Martín de Godoy, recuperan el territorio perdido. Walter pone en fuga al escuadrón italiano de Ursino, lo que provoca la retirada de Montebelo a Segna. En el ala izquierda, los suizos extienden demasiado sus líneas para ocupar todo el collado, dejando el centro del escuadrón con muy poco fondo, lo que facilita su derrota a manos de Feltz. Posteriormente, este rinde Segna con un ardid, simulando plantar una batería de gruesos cañones que eran, en realidad, vigas.
Guisa regresa a Roma, atemorizado por la derrota de Ursino y ordena reunir a su ejército, sacando a los gascones y suizos que había prestado al duque de Ferrara y a los 1.000 infantes que había dejado en los presidios de Toscana. Colonna sitia Segna, pero se queda sin pólvora y tiene que enviar por ella a AgnaniAnagni. Alba envía a Santa Fiora y a della Corgna como refuerzos, pero el asalto final lo dan los españoles, que saquean la plaza y cometen toda clase de tropelías.
Mediante el tratado de Florencia, firmado el 3 de julio de 1557, Felipe hace entrega oficial del feudo de Siena al duque de Cosme por medio de su embajador Juan de Figueroa. A cambio, aquel se compromete a aportar 4.000 infantes y 400 caballos siempre que sean necesario para la defensa de Milán o Nápoles, y a permitir el establecimiento de guarniciones españolas en diversos presidios toscanos: Orbetello, Porto Ercole, Piombino y la isla de Elba, entre otros. El maestre de campo Carlos de Eza sale de Siena con la infantería española y pasa a Piombino.
Cuando recibe las noticias de San Quintín, Alba intenta obligar al papa a firmar la paz sin tener que tomar Roma, para evitar un segundo saco que pondría a toda la cristiandad en contra de Felipe. El 28 de agosto envía a Ascanio della Corgna y a los capitanes Mosquera y Palacios con 300 españoles para que hagan un amago de asalto a un sector de la muralla. Guisa acude a socorrer al papa, pero no se atreve a plantar batalla. Finalmente, el 8 de septiembre el papa se aviene a firmar una paz muy ventajosa. Una vez en Roma, Alba libera a todos los embajadores presos. Tres días después regresa con su ejército a Nápoles.
Guisa embarca en Civitavecchia acompañado solo de 4 compañías de gascones, dada la urgencia de reunirse con su rey en Picardía. El resto de su ejército se retiró por tierra, desorganizado y medroso tras su infortunada campaña. Para no atravesar el Milanesado, algunos deciden pasar por el Véneto, donde son presa de los forajidos. Los que se atreven a cruzarlo tienen mejor suerte porque tanto los españoles como los alemanes están amotinados por falta de pagas. A su paso por el Piamonte, Termes recoge la mayor parte de las guarniciones, a sabiendas que en caso de contraataque, Alba las enviaría a galeras. Este envía al conde de Lodron a Córcega con 1.500 alemanes y 500 italianos.==Referencias==
Simultáneamente, el barón Nicolao de Poleville intenta recuperar la Saboya ocupada por los franceses con 6.000 infantes y 1.500 caballos alemanes. Temerosa la plaza de Ginebra de verse de nuevo sometida a su legítimo duque, decide ponerse bajo la protección del cantón de Berna. La campaña se prolonga más de lo deseado y, falto de dinero, Poleville decide retirarse al Franco Condado.
 
Cansados los milaneses de los desafueros del cardenal de Trento, escriben al rey y este lo releva de sus funciones financieras, nombrando en su lugar a Juan de Figueroa. Su puesto como castellano de Milán lo confiere a Alonso de Pimentel y la gobernación del ducado a Gonzalo Hernández de Córdoba, duque de Sessa y nieto del Gran Capitán. Alba se traslada desde Porto Ercole a Lombardía con su ejército para continuar la campaña, delegando el virreinato de Nápoles en Juan Manrique de Lara, general de la artillería, y la embajada en Roma en Luis de Zúñiga y Requeséns.
 
Figueroa se apresta para combatir al duque de Ferrara cuando Sande regresa de Picardía y le transmite la orden real de que despida a los alemanes y dé tres pagas a los españoles para que dejen el motín. A continuación, escribe al duque de Florencia conminándole a cumplir lo acordado de socorrer con tropas el Milanesado. Cansado de esperar estas tropas, el duque de Parma inicia la campaña por su cuenta, llevando 1.600 infantes y 600 caballos gobernados por Álvaro de Sande. En Canosa se reúne con Cesaro de Nápoles, que lleva 4 compañías de lanzas, 4 de jinetes y 2.000 infantes españoles y alemanes. Desde allí toman varias plazas, guarnecidas por tropas francesas que el de Ferrara había contratado durante su retirada. En Ribalta se traba una gran escaramuza, tras la cual Ottavio deja a Sande en Escandiano con 1.000 españoles y 400 alemanes. El resto del ejército lo envía a Lombardía a invernar.
 
Alba llega a Milán, donde reprende a sus gobernantes por el poco provecho que habían sacado de la retirada francesa debido al motín. Deja parte de las tropas españolas y alemanas que habían combatido en Roma y estudia la posibilidad de recuperar las plazas piamontesas, especialmente Valenza. Nombra gobernador de Pontestura a Lope de Acuña, quien se había destacado en todos sus años de servicio.
 
==1558==
El duque de Parma se queja al rey del escaso socorro que ha tenido para la campaña de Ferrara, por lo que propone al rey que se concierte la paz. Felipe acepta, e impone a Hércules la renuncia a su alianza con Francia y la restitución del feudo a Segismundo D'Este. A cambio, Ottavio Farnese se compromete a devolver los territorios apropiados durante la guerra en torno a Rezo. Para sellar la paz, queda Cosme de Médici como aval y se concierta la boda entre su hija Lucrecia y el príncipe de Ferrara, con 200.000 escudos de dote. De esta forma, el ducado de Milán se ve libre de amenazas por su flanco Sur.
 
Esto permite a Lope de Acuña y Juan de Guevara organizar una expedición de 4.000 infantes para recuperar algunas plazas que habían quedado en posesión de los franceses. Caen así Trebila y Ceret, cuyas murallas son desmanteladas. Acuña toma después Mocentin, donde capturan a Bogadavia. El milanés Birago, que servía como gobernador francés de Santian, organiza una encamisada para ocupar Sn Germán, defendida por Juan Andrea de Correzo con 4 compañías italianas destacadas de Vercelli. Su gobernador, el maestre San Miguel, avisa a Acuña, quien manda las compañías de Antonio Mercado y Gonzalo de Ayala, con algunas picas alemanas y una compañía de caballos. Cuando pasan por Trin, Francisco de Mendoza les proporciona otros 100 italianos. Acuña dispone también que su caballería patrulle la zona para evitar que le lleguen refuerzos a Birago. Se previene al maestre de campo Hernando de Silva para que, en caso de fracasar la empresa, socorra Pontestura desde Alessandria. Cuando llega a San Germán, San Miguel se encuentra con 250 lanzas y arcabuceros que Birago había sacado de la plaza, pero la arcabucería española los pone en fuga. La victoria no es completa debido a la indisciplina de la tropa.
 
El gobernador de Casal de Monferrato, Ms. de la Mota, realiza una salida y deja diversas guarniciones en torno a Pontestura con la intención de emboscar a Acuña en su siguiente salida. Como cebo, envía 10 caballos a la plaza española. Lope sale contra ellos con sus 60 jinetes, pero se hace acompañar del capitán español Palomino y del alemán Rafael Groto con 150 picas y otros tantos arcabuceros. Una espesa niebla impide a los franceses consumar la emboscada y acaban retirándose.
 
==Referencias==
===Notas===
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