Campaña de Roma

De Caballipedia
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1555

El papa Paulo IV, de la familia napolitana Caraffa, hereda el odio de sus ancestros a los españoles por considerarlos invasores.

En Civitavecchia, el prior de Lombardía, hermano del cardenal Santa Fiora, tiene dos galeras con las que ha servido al rey de Francia. El emperador le ordena, por medio de su embajador marqués de Sarria, que pasen al servicio imperial. El cardenal acata la orden temiendo por su vida, pero el papa, enfadado, lo envía a prisión.

El papa ordena que todos aquellos príncipes que tengan feudos eclesiásticos acudan a Roma para renovar su vasallaje. Marco Antonio Colonna sospecha una trampa y se refugia en Nápoles.

Los familiares de Colonna y Santa Fiora recurren al emperador quien, por medio del embajador Sarria, intenta hacerle entrar en razón, echándole en cara sus tratos con los franceses mediante una carta fechada en Bruselas a 4 de octubre de 1555.

En otra carta que el príncipe Felipe encomienda a Garcilaso de la Vega, recuerda que su flamante esposa María acaba de conseguir la reducción de Inglaterra a la obediencia papal. El pontífice responde encarcelando y torturando al mensajero durante quince meses en el castillo de Sant Angelo. Intenta también apresar a Ascanio de la Corgna, pero este consigue escapar a Nápoles.

El pontífice escribe a Felipe reclamándole la entrega del reino de Nápoles por no haber pagado el tributo anual que le correspondía como feudo de la Iglesia. Este rechaza su petición y se apresta para la guerra. Ordena al duque de Alba que ocupe Campania y ponga sitio a Roma, mientras que los alemanes del barón de Feltz y 1.500 españoles de Lombardía embarquen en la Spezia y tomen el puerto de Civitavecchia apoyados por 3.000 florentinos. Sande es enviado a Siena como superintendente general, con una guarnición de 600 españoles y 1.800 florentinos. Juan Manrique de Lara es enviado a Alemania para reclutar infantería y caballería.

El papa envía a París al cardenal Carafa, Alfonso D'Este, Pedro Strozzi, príncipe de Salerno y otros disidentes napolitanos, que se alían allí con el cardenal de Lorena. Montmoranci intenta convencer al rey de que respete la tregua, pero Guisa le convence de pactar las siguientes condiciones: Paulo reclutaría una guardia personal de 120 gentilhombres romanos y un campo de 10.000 italianos; Enrique, un ejército de 10.000 infantes, 400 lanzas y 1.200 jinetes. Antonio Caraffa es enviado a Ferrara y Venecia en busca de apoyo, pero el embajador español Francisco Vargas Mejía disuade al dux. Su objetivo común era expulsar de Italia a los españoles, entregando Milán al duque Luis de Orleáns y Nápoles a Antonio Caraffa. De paso, se arrebataría Florencia a su duque y se daría libertad a Siena.

1556

Alba envía embajadores al pontífice para reclamar la libertad de Garcilaso y resto de prisioneros españoles. Ante la negativa del papa, el 21 de agosto organiza un ejército contra Roma:

  • Maestre de campo general: Ascanio de la Corgna: ;
  • Proveedor general: Bernardino de Mendoza;
  • General de los italianos: Vespasiano Gonzaga;
  • General de la caballería pesada: Marco Antonio Colonna;
  • General de la caballería ligera: conde de Populi;
  • General de la artillería: Bernardo de Aldana;
  • Comisario general: Lope de Mardones.

A primeros de septiembre Alba parte hacia San Germán, donde reúne su ejército. En la muestra se hallan 4.000 veteranos españoles, 8.000 napolitanos, 6 estandartes de hombres de armas, 1.500 jinetes y 12 piezas de artillería. El duque envía a García de Toledo con la infantería española y los caballos ligeros sobre Frosolon, defendida por Julio Ursino y 4 compañías italianas del duque de Paliano, que huyen al verlos llegar.

El 15 pasa Alba a Anagni, defendida por Torcuato Conte y 800 infantes italianos. Se planta la batería e intentan el asalto los italianos, que son rechazados. Temiendo un asalto general al día siguiente, la guarnición huye también durante la noche, aprovechando un intenso aguacero. Alba toma Tívoli y Frascati, Ascanio della Corgna hace lo propio con Porcillano y Ardea, y Vespasiano con Palombera. El duque de Soma, renegado napolitano, sale de Roma con peones y caballos a intentar recuperar estas plazas, pero es derrotado por los españoles.

Julio Ursino comienza a fortificar Roma, involucrando a sus habitantes, de los que se enrolan 7.000. Rodea el castillo de Sant Ángelo con un foso y cinco bastiones con capacidad de alojar 2.000 infantes. La guarnición francesa está dirigida por Monluc y Lansac. El papa tasa las posesiones de cada habitante para obligarle a pagar el 1%, a fin de contratar suizos. El cardenal Caraffa y Pedro Strozzi se embarcan en Marsella con 1.500 provenzales y algunos nobles.

Alba deja al capitán Diego Vélez fortificando Frosolon con el ingeniero Tribucio y en Anagni al conde de Sarno con 500 infantes, y se dirige a Ostia donde aún no han llegado los refuerzos prometidos. Ello se debe a que el cardenal de Trento y el marqués de Pescara han decidido retenerlos en Lombardía ante el peligro de invasión francesa. Por otra parte, Doria tampoco lleva la gente que embarca en la Spezia por haber recibido un aviso de la princesa Juana de que los otomanos están sitiando Orán. Este retraso impedirá a Alba tomar la ciudad santa.

12 galeras francesas desembarcan gente en Neptuno, pero el calabrés Moreto la rechaza hacia Civitavecchia. Alba envía en su ayuda a Colonna, Populi y della Corgna con toda la caballería y algunos arcabuceros españoles a caballo. Mientras tanto, Antonio Caraffa no consigue levar gente en Bolonia y llega a Ascoli, en la marca de Ancona, defendida por Ferrante de Lofredo, marqués de Treviso. Julio Ursino sale de Paliano con 5 banderas y 4 cañones y ataca Pilo, pero tras una escaramuza con Sarno, es repelido por los propios lugareños que le arrojan una lluvia de piedras por los derrumbaderos.

Dado lo avanzado de la estación y el mal tiempo imperante, Alba reparte sus tropas entre varias poblaciones, desde las que siguen efectuando algunas escaramuzas. En una de ellas, Populi captura al conde Rangone. El cardenal Caraffa acude en su ayuda, pero es puesto en fuga. Todos los generales instan a Alba a atacar Roma antes de que lleguen los franceses, pero este lo rechaza ante el temor de que se le desmande la gente una vez conseguido el botín. Entretanto, el papa intenta atraerse a Cosme de Médici otorgándole el título de gran duque de Toscana. Este lo rechaza, pero las negociaciones retrasan la partida de su ejército.

Alba ordena extender sobre el Tíber un puente de barcas construido por tramos en Nápoles para tomar Ostia, defendida por Pedro Strozzi con 3.000 infantes y 300 caballos. Gonzaga ordena batir las puertas de la plaza, obligando a sus defensores a replegarse al castillo. Mientras se baten las murallas durante siete días, la caballería de Colonna realiza frecuentes escaramuzas. El 12 de noviembre llegan noticias de que el ejército francés avanza desde el Piamonte. El 18 della Corgna ordena el asalto, que encabezan las compañías de Francisco de la Tolfa y Dominico de Máximo, siendo herido el primero. Son rechazados y Alba envía al capitán Álvaro de Acosta a reconocer la batería. Se produce un segundo asalto por parte de 300 españoles y algunos italianos voluntarios, resultando muerto Acosta, el alférez del maestre de campo Mardones y 98 soldados. De los italianos, caen heridos Gonzaga, 3 capitanes y 50 soldados. La plaza se entrega al saco tras 12 días de batería, y se deja en ella guarnición de 400 españoles al mando de Juan Vázquez de Avilés y Francisco Hurtado de Mendoza, con 8 piezas de artillería y bastimentos para 6 meses.

El 29 de noviembre los Caraffa solicitan una tregua de 40 días para esperar a los franceses, lo que aprovecha Alba para replegarse a Nápoles, conceder un descanso a su ejército y reponer víveres y municiones. Populi y sus jinetes permanecen en Anagni, con orden de presidiar Neptuno, Tívoli y Frosolon.

1557

Alertado de la llegada de los franceses, el duque de Florencia moviliza su ejército y levanta 3.000 tudescos. En cambio, el duque de Ferrara aspira a engrandecer su estado a costa de los Farnesio de Parma con el apoyo francés. Las tropas españolas y alemanas están muy resentidas por la falta de pagas, por lo que Trento y Pescara arman a los milaneses con 2.600 coseletes, 3.000 arcabuces y 10.500 picas. El tercio de Sancho de Mardones y 1.500 de Lombardía son enviados pasan al ejército de Alba. Con el resto se guarnece Milán, Pavía, Alessandria, Lodi, Cremona, Asti, Guastalla y Valenza, donde meten una compañía española, tres italianas y otras tantas de grisones al mando del conde Horacio Campegna y del capitán Spolberino. Gastaldo se opone, al considerar el sitio infortificable.

Los italianos ofrecen tres millones de escudos, pero Alba solo acepta uno y medio. Levanta 30.000 infantes, incluyendo 2.000 alemanes de Gaspar de Feltz, 4.000 de Lodron, 1.000 españoles de Sicilia, 3.000 bisoños de la coronelía de su hijo, Fernando de Toledo[1], 1.500 jinetes, 9 estandartes de hombres de armas y muchas piezas de artillería. Nombra comisario general al maestre de campo Lope de Mardones[2]. Escribe a Luis Barrientos para que encamine los 6.000 alemanes de la coronelía de Hans Walter a Fiume y Trieste, para conducirlos por el Adriático a Pescara, plaza litoral de los Abruzzos defendida por el marqués de Treviso. Simultáneamente, envía al conde de Santa Fiora a fortificar Capua, Gonzaga a Nola, a García de Toledo a Santa Ágata y a della Corgna visitarlas y enmendarlas.

El ejército francés cruzó los Alpes con gran trabajo, debido a las nieves invernales. El duque de Guisa llevaba por lugarteniente al duque de Aumâle, al conde de Brissac con 6.000 suizos y al duque de Nevers con 4.000 franceses, además de 3.000 caballos. Envía por delante mensajeros para los duque de Ferrara, Parma y Ubino, exigiéndole paso libre por sus tierras a cambio de no dañarlas.

En Casal de Monferrato es hostigado por su gobernador, Manuel de Luna. Trento envía a Juan de Guevara, castellano de Piacenza, a guarnecer Vercelli con 400 infantes y 50 jinetes de Lope de Acuña. Los franceses sitian Valenza durante cinco días, hasta que Espolverino rinde el castillo. A pesar de contar con tantas tropas veteranas y con tantos maestres de campo guarneciendo plazas fuertes, Pescara no se decide a presentar batalla campal ni tan siquiera una línea coordinada de defensa. Guisa, en cambio, reparte sus guarniciones por todo el Piamonte, dejando allí a Brissac con 8.000 infantes y caballos, con órdenes de molestar a Milán, tras lo cual, marcha hacia Piacenza. César Dávalos, hermano de Pescara, le hostiga con su caballería italiana.

Expirada la tregua, Paulo IV envía a Gian Battista Tiraldo a levantar gente en la marca de Ancona para recuperar Ostia. Bonifacio Salmoneta cobra Piperno, Sezza y Rocaseca. Capezuqui embosca un convoy de municiones que se dirigía a Rocca di Papa al mando de Pompeyo Tutavila, capturando 200 españoles. Doria desembarca en Gaeta 7 compañías del barón de Feltz, muy exiguas y enfermas, que Alba envía a Fiorentino excepto una que queda en Neptuno. Populi marcha a visitar sus posesiones en los Abruzzo y deja en su lugar a Pompeo Colonna. Strozzi sitia Ostia con 800 caballos y 6.000 italianos y gascones, rindiéndose los españoles por no estar reparada la batería anterior.

En el fuerte de la isla resisten Juan Vázquez de Ávila y Francisco Hurtado de Mendoza, pero las abundantes lluvias habían provocado una crecida del Tíber, el empantanamiento del foso y el derrumbe de las murallas de arena y fajina. Strozzi consigue que se rindan a cambio de marchar libremente a Neptuno, pero Alba sospecha que lo hacen por dinero y escribe al rey en Flandes pidiéndole su decapitación. En Castel Gandolfo resiste Juan Tomás Epifanio del Nardo con 75 infantes y sin provisiones. Resiste una batería y un asalto, pero habiéndosele escapado un cabo con algunos hombres, decide rendirse para salvar al resto. Populi intenta prenderle y degollarle, pero consigue escapar a Venecia. En Sampolo los lugareños matan media compañía de españoles.

Populi vuelve de Abruzzo a Tívoli con dos compañías españolas y la caballería ligera. Al verse rodeado por Paliano y Estrozzi, cambia de opinión y se dirige a Vicobaro, donde el mismo día llega Feltz con sus alemanes. Allí deja las compañías de Pedro de Castilla y Gómez de la Torre, y pasa después a Arzoli y Auriola. Los romanos baten Vicobaro durante cinco días, donde la guarnición resiste el primer asalto pero es masacrada en el segundo.

Guisa atraviesa Parma y Piacenza sin contratiempos, siendo alojado por el propio duque Ottavio. El duque de Ferrara con 6.000 infantes y 800 jinetes desmantela San Martín, plaza fuerte de Segismundo D'Este. Desde allí pasa a Correzo, Novelara, Guastalla y Rezo, donde se reúne con Guisa, su yerno. Ferrara pretende atacar Milán en un ataque conjunto con Brissac desde Monferrat, pero Guisa decide marchar hacia Nápoles. El cardenal Carafa le propone atravesar la Campania, como había hecho Lautrec en 1528, pero Guisa se niega por no contar con plazas fuertes donde poder guarnecer al ejército en caso de ser repelidos por Alba. En su lugar, exige que se le entreguen Civitavecchia y Ancona, al lo que se niega el cardenal.

Como no llegan a un acuerdo, Guisa decide convocar a todos los generales en Roma, donde plantea al papa renunciar a la empresa napolitana porque su ejército está muy menguado, en cinco meses solo ha conseguido tomar una plaza importante (Valenza), tiene noticia de que los regimientos tudescos han cruzado los Alpes, y han perdido el factor sorpresa lo que ha permitido a Alba fortificar la frontera del reino. En su lugar, propone atacar la Toscana, donde saben que cuentan con el apoyo de los seneses. El papa se opone y le ordena atacar Nápoles, empresa harto difícil por ser marítimas la mayoría de sus plazas fuertes y estar el mar controlado por Doria. Enrique ha aprestado 32 galeras en Marsella y espera otras 100 prometidas por el turco, pero estas no salen de Constantinopla porque la arrogancia del nuevo embajador enfada a Solimán.

Guisa y Caraffa escriben al duque de Florencia, conminándole a pasarse a su bando. Este hace llegar la misiva a Alba, que le pide un mes antes de acudir en su defensa. Ferrara acude a Venecia en busca de apoyo, pero el dux se lo niega por haber entrado en liga contra el rey de España sin provocación y por haber permitido la entrada en Italia de tropas francesas.

Gian Andrea Doria embarca en la Spezia a la coronelía de Walter en 20 galeras, desoyendo las peticiones de Trento para que permanezcan en Milán. En Elba se cruza con la flota francesa, que rehúye el combate y permite que aquel aporte en Nápoles. Entretanto, Brissac aumenta su campo con 10.000 suizos y provenzales, así como nueva caballería. Con estas fuerzas, su lugarteniente Termes sitia Valfenera, plaza intermedia entre Turín y Asti defendida por 4 banderas españolas, 4 alemanas y 3 italianas. Como están amotinadas por la falta de paga y saben que no recibirán refuerzos del inane Pescara, deciden rendirse en cuanto los franceses comienzan a minar la muralla. Desde allí, Brissac rinde Cherasco, guarnecida por solo 100 infantes que resisten tres asaltos.

Doria aporta en la Spezia con 28 galeras y 3.000 españoles, coincidiendo con la llegada de 800 herreruelos alemanes. Advertido Alba del nefasto gobierno del triunvirato lombardo, envía al duque de Sessa para que tome el mando. El 11 de abril, Alba ordena al comisario general Sancho de Mardones que parta desde Nápoles hasta la Campania para visitar las plazas y pagar a la tropa, acompañado del conde de Santa Fiora y los capitanes Todaro (albanés), Francisco del Porto, Antonio de Guzmán, Francisco de Valencia, Montes de Oca y Orejón, con una compañía de caballos. El 18 llegan a Civitella, defendida por Carlos de Lofredo, un mozo de apenas 20 años hijo del marqués de Treviso al mando de 1.000 italianos. Atri, Cheti, y Pescara también están protegidas por la nobleza local.

El 15, Juan Antonio Tiraldo ataca Campoli con 1.500 italianos, 500 franceses y 50 jinetes. Como la guarnición se niega a rendirse, toman la plaza al asalto y la someten a un furioso saqueo en la que no respetan a las mujeres ni a los templos. Cansado de esperar inútilmente los refuerzos papales para poder entrar en el reino, Guisa entretenerse tomando Civitella. Los hombres de Santa Fiora y Lofredo resisten su acometida y les hacen 200 muertos. Guisa se retira furioso, descargando su culpa en Antonio Caraffa por no enviarle los refuerzos prometidos. Para colmo de males, pasa muestra a su campo y se percata de que los oficiales italianos falsificaban las muestras para quedarse con la paga de los caídos y desertores.

Alba parte a Chieti, donde pasa muestra al ejército, que dispone para el combate:

  • Vanguardia: García de Toledo
  • Sancho de Mardones: 3.000 españoles;
  • Barón de Feltz: 1.800 alemanes.
  • Batalla: Vespasiano Gonzaga
    • Conde de Nicontera: 8.000 napolitanos y sicilianos;
    • Salvatore Spinelli: 3.000 napolitanos de las centurias;
    • Carlo Spinelli, conde de Seminara: hombres de armas.
  • Retaguardia:
    • Conde de Lodron: 3.200 alemanes;
    • Juan Portocarrero: 700 hombres de armas.
    • Pedro Enríquez y Lope de Acuña: jinetes españoles.
  • Flancos:
    • Conde de Populi: 1.500 jinetes.

Salen de la plaza los coroneles Matalon y Buchianico, y deja de guarnición al capitán Gian Battista de la Tolfa. En Atri deja a Tiberio Brancaccio. El 10 de mayo llega a Pescara, donde se había reunido la artillería y municiones traídos de Apulia. Como sabe que se enfrenta con tropas experimentadas, Alba procede con cautela y envía por delante al cuartelmaestre o furriel[3], así como a los gastadores para ir construyendo campamentos al estilo romano y cavar trincheras.

El 1 de mayo Brissac sitia Cuneo, en el Piamonte, defendida por la compañía italiana del capitán Menicone y los vecinos. Este pide ayuda a Pescara, que está defendiendo Correzzo del duque de Ferrara. Acude con 500 caballos y 5.000 infantes españoles, italianos y alemanes, obligando a los franceses a retirarse. Algunos nobles y mercaderes son apresados por Brissac en Carmagnola, pudiendo escapar el conde de Novelara gracias al auxilio de Julián de Carvajal.

El príncipe de Ferrara y Cornelio Bentivoglio salen a campaña y obligan al conde Francisco Gonzaga a permitir presidio en Nogarola. A continuación, ponen sitio a Guastalla, defendida por Juan Francisco Sanseverino, conde de Colegno. Cuando abandona Cuneo, Pescara es emboscado por Brissac con 15.000 infantes y 1.500 caballos, pero consigue refugiarse en Asti. Allí se traba un duelo entre Pescara, Jorge Manrique y Cesare Milarot, por parte española; y el duque de Nemours, Vasseu y Anvila, por la francesa.

Entretanto, Guisa tiene noticia de la llegada de Alba y envía 300 jinetes y 100 lanzas a reconcer su campo. El duque envía delante a García de Toledo que es emboscado en la plaza costera de Giulianova pero salva la vida gracias a la oportuna llegada del conde de Populi. Allí desembarca Hans Walter con sus 6.000 alemanes, lo que obliga a Guisa a retirarse hacia la Toscana el 31 de mayo. Durante su retirada son hostigados por Santa Fiora, Lofredo, Monteseoca y Orejón, que salen de Civitella a vengar el duro asedio al que habían sido sometidos. Alba recompensa su sacrificio con grandes mercedes y luego envía 7 compañías de Walter a Marco Antonio Colonna, reteniendo otras 8. Poco después envía también a Fletz, al tener noticia de que el obispo de Tarracina se había hecho fuerte en Tarracina con 3.000 suizos a sueldo del pontífice. El romano Estendardo ataca Montefortino, llevando consigo 3.000 italianos, las 2 compañías alemanas de Toscana, alguna caballería y 7 cañones.

Populi hostiga a los franceses durante su retirada con 200 jinetes, si bien reforzados por Alba con 3.000 infantes de della Corgna. Cuando cruzan el Tronto, río que separa Nápoles de las tierras del papa, Alba reúne a su consejo para decidir qué hacer, pues la mitad de sus generales optan por tenderle puente de plata y replegarse al reino antes que arriesgar el ejército en una batalla incierta. Guisa había ordenado a su gente en dos escuadrones: 4.000 franceses a la diestra y 6.000 suizos a la siniestra, con 11 cañones entre ambos y la caballería a retaguardia para impedir reconocer su despliegue.

Alba licencia a las centurias de Nápoles, a los sicilianos y a los calabreses tras pagarles y agradecerles sus servicios, y atraviesa el Tranto con el tercio viejo de Nápoles y el nuevo que había traído de España su hijo Hernando. La primera plaza papal en ser sitiada es Ancarrano, que desoye la solicitud de rendición y es, por tanto, saqueada, ahorcándose a los 12 cabecillas y enviándose muchos a galeras. Desde allí se trasladan a Maligno, Felignano y Ascoli, donde se produce un choque entre la infantería francesa de Sipiers y la caballería de Populi, que pone en fuga a aquella. Los persigue Lope de Acuña con 200 caballos y el capitán Martín de Godoy con 500 arcabuceros.

Alba escribe a Felipe para narrarle lo sucedido en la guerra y al papa para ofrecerle la paz, pero este rechaza su embajada al considerar degradante tratar con un mero virrey y no con su monarca. El duque de Guisa recibe los 3.000 suizos de Wertz y le ofrece invadir el reino por segunda vez si los Caraffa cumplían de una vez su palabra de aportarle suficientes hombres y bastimentos. Enterado Marco Antonio Colonna de ese refuerzo, sale a su encuentro con los alemanes de Feltz y Walter, y los 1.600 españoles. Estos están a punto de ser arrollados por 3.000 italianos de Montebelo y Ursino, pero Colonna los socorre con caballería y aquellos, dirigidos por sus capitanes Salinas, Mosquera y Martín de Godoy, recuperan el territorio perdido. Walter pone en fuga al escuadrón italiano de Ursino, lo que provoca la retirada de Montebelo a Segna. En el ala izquierda, los suizos extienden demasiado sus líneas para ocupar todo el collado, dejando el centro del escuadrón con muy poco fondo, lo que facilita su derrota a manos de Feltz. Posteriormente, este rinde Segna con un ardid, simulando plantar una batería de gruesos cañones que eran, en realidad, vigas.

Guisa regresa a Roma, atemorizado por la derrota de Ursino y ordena reunir a su ejército, sacando a los gascones y suizos que había prestado al duque de Ferrara y a los 1.000 infantes que había dejado en los presidios de Toscana. Colonna sitia Segna, pero se queda sin pólvora y tiene que enviar por ella a Anagni. Alba envía a Santa Fiora y a della Corgna como refuerzos, pero el asalto final lo dan los españoles, que saquean la plaza y cometen toda clase de tropelías.

Mediante el tratado de Florencia, firmado el 3 de julio de 1557, Felipe hace entrega oficial del feudo de Siena al duque de Cosme por medio de su embajador Juan de Figueroa. A cambio, aquel se compromete a aportar 4.000 infantes y 400 caballos siempre que sean necesario para la defensa de Milán o Nápoles, y a permitir el establecimiento de guarniciones españolas en diversos presidios toscanos: Orbetello, Porto Ercole, Piombino y la isla de Elba, entre otros. El maestre de campo Carlos de Eza sale de Siena con la infantería española y pasa a Piombino.

Cuando recibe las noticias de San Quintín, Alba intenta obligar al papa a firmar la paz sin tener que tomar Roma, para evitar un segundo saco que pondría a toda la cristiandad en contra de Felipe. El 28 de agosto envía a Ascanio della Corgna y a los capitanes Mosquera y Palacios con 300 españoles para que hagan un amago de asalto a un sector de la muralla. Guisa acude a socorrer al papa, pero no se atreve a plantar batalla. Finalmente, el 8 de septiembre el papa se aviene a firmar una paz muy ventajosa. Una vez en Roma, Alba libera a todos los embajadores presos. Tres días después regresa con su ejército a Nápoles.

Referencias

Notas

  1. El maestre de campo es Sancho de Londoño
  2. Es probable que se refiera a Sancho de Mardones, maestre de Nápoles.
  3. Primera mención de este empleo.

Bibliografía

  • Cabrera, de Córdoba, Luis. Filipe Segundo, rey de España. Aribau. 1619/1876.
  • Sandoval, Prudencio. Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V. Geronymo Verdussen. 1614/1681.