GCEE-1943-001

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Antecedentes

Caballería feudal

Las huestes reales de Castilla, Aragón y Navarra estaban constituidas por la guardia personal de cada monarca, la caballería del acostamiento, sufragada por el monarca y reclutada entre sus propios vasallos, las mesnadas feudales portadas por los nobles y prelados cuando así se le requería y satisfacía a sus propios intereses, las órdenes militares y las milicias concejiles. Cada mesnada constaba de un número variable de banderas, y estas de un centenar de lanzas fornidas, unidad mínima de empleo compuesta por:

Todos ellos eran profesionales de la guerra (bellatores) y podían combatir tanto a pie como a caballo, en cuyo caso presentaban un frente compacto denominado batalla, de donde proviene el término batallón. Tras la desaparición de las legiones romanas no existía en toda Europa infantería digna de tal nombre, reclutándose en caso de necesidad a peones campesinos o villanos (laboratores), mal armados (partesana o arco y un cuchillo) y peor protegidos (capacete, pavés), pero este extremo se eludía al máximo porque a una agricultura de subsistencia le resultaba muy gravoso mantener a personal no productivo. Una vez concluida la campaña, volvían a sus actividades económicas al servicio de los eclesiásticos (oratores) y caballeros. Estos últimos no solo constituían el único núcleo profesional y permanente de los ejércitos, sino también la elite social, pues monopolizaban todos los señoríos (castellanía, baronía, condado, marquesado, ducado), relacionados entre sí por vínculos vasalláticos. En caso de conflicto, cada señor feudal llamaba a las armas a todos sus vasallos quienes, en caso de infidelidad, perdían sus predios.

A partir del siglo XIV, las guerras civiles y las epidemias diezmaron esta aristocracia guerrera y permitieron a los monarcas concentrar el poder y las tierras. En adelante, los títulos nobiliarios se concederían a una nueva elite cuyo poder no residía en la fuerza militar sino en la económica, y que abandonaría sus castillos para servir en la corte, dondequiera que esta se ubicase. El pueblo llano apenas advirtió este cambio, pues siguió sometido a servidumbre hasta la Revolución francesa.

Lanza fornida francesa del siglo XIV
Lanza fornida borgoñona del siglo XV

Guardia Real

Desde época inmemorial los reyes castellanos se habían hecho acompañar por una guardia de caballería compuesta por hijosdalgo, cuyos puestos solían ser hereditarios. En época de Sancho IV esta guardia estaba compuesta por 12 caballeros, cifra que se duplicó durante la minoría de Alfonso XI.

Cuando murió Enrique III, había en activo 3 compañías a 100 lanzas. Álvaro de Luna, valido de Juan II, elevó esta cifra a 1.000 durante el enfrentamiento con Fernando de Antequera y los infantes de Aragón. Ante las protestas de las Cortes por el desmesurado coste que suponían, los redujo a los 300 originales tras el tratado de Majano de 1430. Durante la guerra de Sucesión Castellana (1475-1479) volvió a incrementarse su número hasta los 3.600 jinetes.

Órdenes militares

En la reconquista hispana participaron activamente las órdenes militares creadas en Tierra Santa durante la primera cruzada (Malta, Sepulcro, Temple), con la excepción de la Teutónica que, tras la pérdida de Acre, colaboró con la Livonia en la expansión prusiana por el espacio eslavo. Estas órdenes sirvieron de ejemplo a otras creadas en León (Alcántara), Castilla (Calatrava, Santiago), Aragón (San Jorge) y Portugal (Avis). Estaban compuestas por monjes guerreros, aunando así el ideario caballeresco y las virtudes cristianas. Además de defender la frontera frente a los musulmanes, emprendieron numerosas razzias por propia iniciativa y colaboraron en todas las campañas emprendidas por la monarquía, destacando su participación en la batalla de las Navas de Tolosa. Algunas órdenes (Merced) combinaban sus actividades militares con otras caritativas, como el cuidado de pobres y enfermos o la redención de cautivos, mientras que otras (Trinitaria) solo se dedicaban a estas tareas y renunciaban a tomar las armas. En el primer caso, los monjes-guerreros podían ser auxiliados por monjas comendadoras adscritas a la orden.

Instigado por Felipe IV de Francia, el papa Clemente V decretó la excomunión de los templarios mediante la bula Vox clamantis del 22 de marzo de 1312. Sus miembros fueron condenados a muerte sin juicio previo, pero en los diversos reinos ibéricos fueron declarados inocentes. En Portugal el rey respetó sus bienes, y les permitió transformarse en la Orden de Cristo. En Aragón la orden fue disuelta, pero sus bienes pasaron a la nueva de Montesa, que más tarde absorbería a la de San Jorge. En Castilla sus encomiendas se repartieron entre las órdenes restantes, que vieron así incrementado notablemente su patrimonio.

Tras la pérdida de Tierra Santa en 1291, la orden de San Juan se trasladó primero a Chipre y luego a Rodas.

ORDEN ORIGEN INICIO FIN DESTINO
Orden del Santo Sepulcro Naciones 1098 >>
Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén 1113 >>
Orden del Temple 1118 1317 Disuelta
Orden de San Julián del Pereiro Leoneses 1156 1218 Orden de Alcántara
Orden de Calatrava Castellanos 1158 >>
Orden de Avis Portugueses 1166 1249 Desmilitarizada
Orden de Santiago Castellanos 1170 >>
Orden de San Jorge de Alfama Aragoneses 1201 1400 Orden de Montesa
Orden de Alcántara Leoneses 1218 >>
Orden de la Merced Aragoneses 1327 Desmilitarizada
Orden de Santa María de Montesa 1317 1400 Orden de Montesa
Orden de Montesa 1400 >>
Caballero de Malta
Caballero del Santo Sepulcro
Caballero Templario
center
Caballero de Avis
Caballero de Santiago (siglo XII
Caballero de Calatrava (siglo XIII)
Caballeros de Alcántara y la Merced (siglo XIV)
<center>Caballero de Montesa (siglo XV)</center>
Archivo:Reconquista ordenes militares.png
Territorios reconquistados por las órdenes militares

Castilla: Plantilla:Leyenda Plantilla:Leyenda Plantilla:Leyenda Plantilla:Leyenda Aragón: Plantilla:Leyenda Portugal: Plantilla:Leyenda Plantilla:Leyenda Plantilla:Leyenda Plantilla:Leyenda

10px Residencia del gran maestre

Archivo:Santa Hermandad.jpg
Jinete y peón de la Santa Hermandad

Fernando V

El Ejército español se organizó oficialmente tras la conquista de Granada, siendo la primera unidad en constituirse las Guardas de Castilla (1493), consistente en 25 compañías de caballería a 75 hombres de armas y 25 de lanzas jinetas, la mayoría veteranas de la campaña nazarí. De hecho, cuando estalló la primera guerra contra Francia en 1495, el éxito español se debió más a la combinación de la maniobra naval dirigida por Garcerán de Requesens y a la epidemia de peste que diezmó el ejército galo que a la actuación de los 2.000 peones españoles, que solo tuvieron un papel decisivo durante el asedio de Atella. Pese a ello, el ejército hispano-napolitano otorgó a Gonzalo Fernández de Córdoba el título de Gran Capitán y posteriormente el Papa Alejandro VI le concedería el título de duque de Santángelo por expulsar al corsario vizcaíno Menaldo Guerra de la fortaleza de Ostia.

La expansión española por el norte de África comenzó con la conquista de Melilla por Pedro de Estopiñán, capitán del ducado de Medina Sidonia. El cardenal Cisneros promovió la conquista de Orán (1509), Bugía y Trípoli (1510), dejando el mando militar a Pedro Navarro.

Durante las expediciones a Cefalonia (1500) y Nápoles (1504), el Gran Capitán transformó por primera vez los peones feudales en una infantería moderna, articulada en compañías especializadas de rodeleros, piqueros y escopeteros. Estos últimos eran la única aportación genuinamente española, gracias a la introducción en al Ándalus de la pólvora china, pues los restantes no fueron sino copias de sus equivalentes italianos y suizos, respectivamente.

El ataque otomano a la plaza veneciana de Modón impulsó al rey Fernando V a reclutar un nuevo contingente de 8.000 jinetes y peones que, al mando del Gran Capitán, fue enviado a Cefalonia. Rendida la isla, volvieron a Nápoles para defenderlo de un nuevo ataque francés. La novedosa combinación de la caballería pesada, los arcabuceros, la incipiente artillería y la armada permitiría al Gran Capitán derrotar a los franceses en Ceriñola y Garellano, asegurándole a España el control del sur de Italia durante doscientos años. Nuevamente, el ejército español regresó a España y se disolvió para economizar costes.

En 1512 Fernando V organizó un ejército para conquistar Navarra, bajo el mando del II duque de Alba. Estaba compuesto por las Guardas de Castilla (2.500 lanzas), 12.000 peones y 20 piezas de artillería. Una vez anexionado el reino a Castilla, el ejército se desmovilizó con la excepción de las guarniciones de determinadas plazas fuertes como Pamplona y Fuenterrabía. Cuando se produjo el contraataque navarro en 1516, el virrey Cristóbal de Villalba reclutó un nuevo contingente de 800 caballeros y 2.500 peones. En 1521 se produjo un tercer y último intento secesionista por parte de los navarros, que se saldó con la renuncia hispana a los territorios ultrapirenaicos, dada su difícil defensa.

En la siguiente tabla se resume la evolución de los ejércitos de la Monarquía Católica.

EJÉRCITO PRIMER JEFE INICIO FINAL DESTINO
Caribe Cristóbal Colón 1492 1898 Repatriado a España
Nápoles Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán 1495 1707 Capturado por Austria
África Pedro Estopiñán Virués 1497 Permanece activo
Navarra Fadrique Álvarez de Toledo, II duque de Alba 1512 1527 Desmovilizado

Carlos I

Para hacer frente a los franceses en la campaña de 1525, el flamante emperador Carlos levantó un formidable ejército de maniobra formado por 2.300 caballeros (Antonio de Leyva) y 6.000 arcabuceros españoles (Fernando de Ávalos), 3.000 rodeleros italianos (Próspero Colonna) y 13.000 lansquenetes alemanes (Jorge de Frundsberg). Al año siguiente derrotó con humillante facilidad a los franceses y venecianos en la Bicoca, y en 1525 llegó a capturar al propio Francisco I en Pavía.

En 1526 Francisco I fue puesto en libertad pero rompió su juramento y se alió con el Papa, Inglaterra, Milán y Venecia en la Liga de Cognac. Un nuevo ejército, al mando esta vez del condestable Carlos III de Borbón, les derrotó primero en Milán y luego puso sitio a Roma. Al año siguiente, las tropas imperiales se amotinaron ante la falta de pagas y saquearon la ciudad. El Papa fue humillado y, en adelante, renunciaría a interponerse en los intereses españoles.

En el invierno de 1528 partió de España un nuevo contingente de 2.000 infantes y caballeros al mando del maestre de campo Álvaro de Grado, con el objetivo de expulsar a los franceses de Calabria. Este ejército fue también desmovilizado tras la paz de Cambrai, pero la compañía de Grado quedó subsistente y se integró en un nuevo contingente que, al mando de Pedro Vélez de Guevara, se constituyó en agosto de 1530 para someter a la república de Florencia e instaurar al duque Alejandro Médici, hijo del Papa Clemente VII.

A raíz de la campaña de Hungría de 1531 contra el Imperio otomano, volvieron a reunirse las 24 compañías de Vélez de Guevara. Pasaron su primera muestra en Asís el 1 de mayo y, una vez concluida la campaña dos años después, regresaron a Italia, donde se dividieron en tres partes iguales que se estacionaron en Sicilia, Nápoles y Lombardía.

En 1534 Carlos I pasó revista en Cagliari al ejército expedicionario que iba a participar en la jornada de Túnez, y que ascendía a 25.000 infantes, 2.000 jinetes y 374 navíos. Fue donde los tres contingentes de infantería española recibieron por primera vez el nombre de tercio, que tuvo tal fortuna que se haría extensivo a las unidades creadas con posterioridad a las ordenanzas de Génova de 1536.

Cuando se produjo la sublevación de los Países Bajos en 1567, el III duque de Alba se trasladó desde Italia con los tres tercios primigenios y el de Cerdeña. Les acompañaban unos mil hombres de armas y 250 arcabuceros a caballo, a los que se unieron posteriormente 14 bandas de ordenanza valonas (3.000 caballos) y 1.500 herreruelos alemanes. Cuando acabó la guerra de los Ochenta Años solo sobrevivía uno de esos tercios, el de Sicilia, mientras que el resto había sido disuelto disciplinariamente tras haberse amotinado por la falta de pagas. En su lugar se levantaron otras muchas unidades, compuestas tanto por españoles como por súbditos de las naciones del Imperio (napolitanos, lombardos, borgoñones, valones, flamencos) y mercenarios (suizos, alemanes, croatas, escoceses, irlandeses).

Por su parte, la caballería peninsular siguió combatiendo en compañías sueltas hasta que en 1640 se agruparon también en trozos para hacer frente a la sublevación de Cataluña y Portugal. En cambio, las compañías desplegadas en los Países Bajos se agruparon en tercios debido a que, como las de infantería, no tenían la misión de defender sino la de ofender.

Carlos II

Durante el reinado de los Habsburgo menores existían únicamente tres ejércitos de maniobra: Cataluña, Milán y Flandes. La frontera portuguesa, el reino de Nápoles (incluyendo Sicilia y Cerdeña), los presidios africanos y los territorios de ultramar eran guarnecidos por tropas locales, mitad regulares y mitad milicianas. El mando de cada ejército lo ostentaba un capitán general, noble designado por el rey para la ocasión. Le auxiliaban un gobernador de las armas, un maestre de campo general para la infantería, un general para la caballería y otro para la artillería. Los tres últimos contaban con sendos tenientes generales, llamados así porque "tenían" el mando cuando faltaba el titular. No existía un estado mayor permanente a nivel nacional, pero cada gobernador o virrey contaba en su territorio con una réplica de ese estado mayor operacional. Las unidades supervivientes serían repatriadas a España tras la pérdida de Italia y los Países Bajos durante la guerra de Sucesión.

Los ejércitos del Imperio español en el viejo continente se distribuyen de la siguiente forma:

  • Ejércitos de maniobra:
    • Cataluña;
    • Milán;
    • Países Bajos:
  • Guarniciones, fortalezas y presidios;
    • España:
      • Castilla;
      • Navarra;
      • Galicia;
      • Extremadura;
      • Costa de Granada.
    • Italia:
      • Nápoles;
      • Sicilia;
      • Cerdeña;
      • Toscana.
    • África:
      • Melilla;
      • Ceuta;
      • Orán.

Cada ejército mezcla unidades de distinta procedencia:

  • Súbditos de la monarquía:
    • Españoles;
    • Italianos;
    • Borgoñones[1].
  • Súbditos imperiales contratados mediante capitulaciones:
    • Alemanes altos (alsacianos, sajones; prusianos);
    • Alemanes bajos (suizos, bávaros, austriacos).
    • Croatas.
  • Mercenarios:
    • Ingleses;
    • Escoceses;
    • Irlandeses.

La cadena de mando de cada ejército consiste en:

  • Capitán general, normalmente coincide con el gobernador del territorio.
  • Gobernador de las armas.
  • Maestre de campo general de la infantería.
  • General de la caballería.
  • General de la artillería.
  • Tenientes generales de la caballería (ligera, pesada, extranjera).
  • Sargentos generales de batalla de infantería.

Los oficiales solo pueden servir en las unidades de su propia nacionalidad, salvo los españoles que pueden mandarlas todas. Los soldados suelen ser voluntarios y muchos, en realidad, oficiales reformados. Esto es, aquellos que habían cesado en el mando de su unidad y aceptaban servir por un sueldo inferior a la espera de recibir una nueva patente. De ellos, algunos son nobles que se equipan a sus propias expensas, tanto como símbolo de valentía y honor, como para presentar posteriormente su relación de servicios a la corona en busca de algún título o privilegio. Este detalle resulta crucial para comprender el elevado grado de preparación y disciplina de las tropas.

En caso de necesidad, la corona puede ordenar a los gobernadores respectivos que trasladen tropas de un territorio a otro, o bien que levanten unidades nuevas. Estas, generalmente, son reformadas al término de cada campaña de forma que las unidades más antiguas acaban siendo las más longevas. Algunas retienen las denominaciones geográficas de procedencia o de guarnición, pero la mayoría se conoce por el nombre de su maestre de campo o coronel, por lo que mudan con cada relevo. Esto ha complicado tradicionalmente la labor de los historiadores debido a cuatro factores:

  • Un mismo oficial podía pasar del mando de una unidad a otra de mayor preferencia: española sobre el resto; caballería sobre dragones y estos sobre infantería; coraceros sobre arcabuceros.
  • La particular grafía con la que cada escribano interpretaba los nombres extranjeros en los documentos oficiales.
  • La coincidencia en un mismo personaje de varios títulos nobiliarios, empleándose uno u otro de forma indistinta.
  • Los cometidos, voluntaria o involuntariamente por el cronista oficial de la época (conde de Clonard) y que serán repetidos impenitentemente por sus epígonos.


En la siguiente tabla se resume la evolución de los diferentes ejércitos expedicionarios de los Habsburgo.

EJÉRCITO PRIMER JEFE INICIO FINAL DESTINO
Caribe Cristóbal Colón 1492 1898 Repatriado a España
Nápoles Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán 1495 1707 Capturado por Austria
África Pedro Estopiñán Virués 1497 Permanece activo
Navarra Fadrique Álvarez de Toledo, II duque de Alba 1512 1527 Desmovilizado
México Hernán Cortés 1521 1821 Repatriado a España
Lombardía Antonio de Leyva 1706
Cataluña Pedro Folc de Cardona 1716 Reorganizado por la Nueva Planta
Perú Francisco de Pizarro 1532 1826 Repatriado a España
Filipinas Miguel López de Legazpi 1565 1898
Países Bajos Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba 1567 1710
Portugal 1580 1668

Referencias

Notas

  1. En la nomenclatura de la época se las conocía como unidades del pays, pero se prefiere el primer término por aludir a su pasado común como parte del antiguo reino de Lotaringia, luego ducado de Borgoña.

Bibliografía

  • Albi de la Cuesta, Julio et al. La Guardia Real en su historia. Fundación Wellington. 2004.
  • Boeri, Gian Carlo, José Luis Mirecki y José Palau. The Spanish Armies in the War of the League of Augsburg. Boeri. 2002. Edición española limitada a los escenarios español y africano en Los tercios de Carlos II en la Guerra de los 9 Años. La Espada y la Pluma. 2005.
  • Clonard, Serafín María de Sotto Langton, conde de.
    • Historia Orgánica de las armas de infantería y caballería españolas. D. B. González.
      • Tomo II: Reyes Católicos. 1851.
      • Tomo III: Austrias Mayores. 1853.
      • Tomo IV: Austrias Menores. 1853.
  • Giménez González, Manuel. El Ejército y la Armada. Almena, 1864 (reed.).
  • Martínez de Merlo, Jesús y Juan Álvarez Abeillhé. La heráldica y la orgánica de los reales ejércitos. Ministerio de Defensa. 2015.
  • Martínez Ruiz, Enrique: Los soldados del rey. Los ejércitos de la Monarquía Hispánica (1480-1700). Actas, 2008.
  • O'Donnell, Hugo (coord.). Historia Militar de España. Laberinto.
    • Tomo III: "Edad Moderna", V2: "El escenario europeo". 2013.
  • Silvela Miláns del Bosch, Juan et al.
    • La caballería en la historia militar. Academia de Caballería, 1979.
    • La caballería española: un eco de clarines. Tabapress, 1992.
  • Sotto Montes, Joaquín de. Síntesis histórica de la caballería Española. Escelier. 1969.

Webgrafía

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