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Campaña de Alejandro Farnesio

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Inmediatamente, unos 6.000 soldados católicos desertaron del ejército de Orange y numerosas guarniciones como las de Bois-le-Duc, Malinas y Villebrock, se pasaron al bando real. Un ejército protestante de 5.000 hombres intentó recuperarlas, pero en esta última fueron detenidos y masacrados por varias compañías de caballería mandadas por el teniente García de Oliveira, a quien Farnesio ascendió a capitán en recompensa por su valor. Por su parte, en Frisia y Overijssel el conde de Renneberg conseguía apoderarse de algunas villas, que cuando más tarde cambió de bando, puso bajo la soberanía española.
En marzo, Felipe II ordena al maestre de campo Gabriel Niño que acompañe el cadáver de Juan de Austria hasta el Escorial, por haber sido su caballerízo mayor. Mientras tanto, Farnesio pone cerco a Maastricht, plaza estratégica en la ruta de Alemania a Flandes. Para ello, avanza con todo el ejército, llevando a Mondragón en vanguardia, salvo . Gonzaga con la caballería y el maestre Francisco Valdés que son enviados a Amberes, donde siembran el caos y masacran a 2.000 escoceses antes de regresar a Maastricht. Planta tres baterías simultáneas con 48 cañones, y despliega los tercios de Fernando de Toledo, Valdés y Figueroa. Le asisten Gonzaga, Pedro Toledo, Mansfeld como maestre de campo general y Olivera como comisario general de la caballería. Los primeros asaltos son infructuosos, perdiéndose muchos hombres. Orange intenta socorrerla, haciendo una talla en las provincias y pidiendo ayuda a Francia, Inglaterra y Alemania. Finalmente, el día de san Pedro los españoles se abren paso peleando, masacran a sus 6.000 defensores y saquean la plaza a conciencia. Mueren 1.000 asaltantes, incluidos 45 capitanes, incluido el marqués de Malaspina.  Acabada la empresa, despide los herreruelos alemanes para ahorrar gastos, quedándose con los jinetes españoles y una reserva compuesta por los 3.000 reiters que el duque de Brunswick retenía en Alemania.
Alejandro de Farnesio intentó en vano retirarse con sus tropas, pero Felipe II le obligó a permanecer en los Países Bajos como gobernador y capitán general del nuevo ejército. Sin embargo, el estallido de la guerra de Conquista de Portugal, le dejaba en una difícil situación por la falta de fondos no solo para levantar el ejército de naturales y emprender nuevas campañas, sino sobre todo para poder replegar a unas tropas faltas de paga desde hacía meses. Para conseguir esto último, tuvo que poner de su propio erario el dinero que faltaba.

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