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La caballería europea en la Baja Edad Media

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El feudalismo es el sistema político predominante en la Europa Occidental durante el [[Medievo]], extendiéndose en Europa Oriental y Extremo oriente hasta la Edad Moderna.
Se caracteriza por la descentralización del poder político desde la cúspide (donde se encontraba el emperador) hacia la base, donde el poder local se ejercía de forma efectiva con gran autonomía por una aristocracia, llamada después [[nobleza]].
Como formación socioeconómica, el feudalismo se inició en la Antigüedad tardía con la transición de un modo de producción basado en la esclavitud a otro basado en la servidumbre. Fundamentado tanto en el derecho romano como en el germánico, el feudalismo respondió a la inseguridad e inestabilidad propiciada por sucesivas invasiones (germanos, eslavos, magiares, musulmanes, vikingos). Ante la incapacidad de las instituciones estatales, muy lejanas, la única seguridad provenía de las autoridades locales, nobles laicos o eclesiásticos, que controlaban castillos o monasterios fortificados en entornos rurales, convertidos en los nuevos centros de poder ante la decadencia de las ciudades.
La [[táctica]] elemental de esta [[caballería pesada]] residía en presentar al [[enemigo]] un frente amplio y compacto llamado [[batalla]], para dar después una [[carga]] a la mayor velocidad posible, a poder ser desde los flancos. Al [[choque]] le seguía una desordenada pelea en la que el triunfo dependía del valor individual y de su destreza con las [[arma]]s, pero casi nunca de la acción conjunta. En el siglo XII la [[cota de malla]] se alargó hasta la rodilla, mientras que se adoptaba un pesado [[yelmo]] para proteger la cabeza. A la [[panoplia]] fueron añadiéndose los mitones, los guanteletes de malla, las casacas acolchadas para usar bajo la cota y las sobrevestes de lana o lino para cubrirla de las inclemencias del tiempo.
Cada [[caballero]] tenía a su servicio a un joven procedente de la baja [[nobleza ]] que le servía de [[escudero]] mientras iba aprendiendo el oficio, consiguiendo la destreza, experiencia y méritos suficientes para ascender a dicho rango mediante una ceremonia conocida como "investidura". Cada señor feudal se constituía así en escuela de [[caballería]] para los hijos de sus amigos y vasallos, que debían realizar un continuo entrenamiento para poder soportar el elevado peso de sus [[arma]]s y [[armadura]]s. En sus ratos de ocio, aprovechaban para cabalgar en los bosques, cazando venados o jabalíes o, en el caso de España, alanceando toros. Precisamente para favorecer este entrenamiento nacieron los torneos que, al principio, eran combates sangrientos y con el refinamiento de costumbres que sobrevino a las cruzadas, se convirtieron en espectáculos reglamentados.
Aunque la investidura era un rito probablemente germánico, fue la Iglesia quien lo sacralizó al consagrar al [[caballero]] e impregnar a la [[guerra]] de un carácter menos sangriento. Cristianizando al [[caballero]] se le empujaba a comportarse decente y dignamente y a no desenvainar su [[espada]] si no era para hacer el bien. Indirectamente se contribuía así a cristianizar a una sociedad rural y pagana de la que aquellos eran ejemplos. A partir del siglo XII, el [[caballero]] pasó de protector de desvalidos a [[soldado]] de la Iglesia (''miles Christi'') y acudió a Tierra Santa movido por el místico ideal de la cruzada y el afán de aventuras. La distancia y la separación provocaron la idealización del amor que había quedado atrás, lo que provocó el renacimiento de la poesía y la aparición del amor cortés.
Veinticuatro años después, los mismos alabarderos suizos formaron el erizo en Laupen frente a sus propios señores feudales, que se vieron imposibilitados para vencerlos. La llegada de refuerzos cogió a la [[caballería]] por el flanco y por retaguardia. La victoria fue tan clara que esta vez no pudo culparse a nadie.
Simultáneamente, en las islas Británicas se venían desarrollando las unidades de [[arquero]]s desde las guerras galesas. Con casi dos metros de altura, su [[arco]] requería un esfuerzo muscular de 50 kg para tensarlo, pero lanzaba una [[flecha]] de un metro con mucha precisión a 230 metros, con una cadencia de una docena por minuto. Comenzada en 1337 la Guerra de los Cien Años contra Francia, el primer gran encuentro tuvo lugar nueve años más tarde en las proximidades de Crêcy. Eduardo III de Inglaterra dividió a sus [[caballero]]s en tres fracciones y les hizo echar pie a tierra. Mantuvo una de ellas como [[reserva]] y alineó las otras dos con tres amplias cuñas de [[arquero]]s. En total 12.000 hombres. Frente a ellos, Felipe VI de Francia presentó 30.000 hombres, que incluían a toda la [[nobleza ]] francesa, a los reyes de Bohemia y Roma y a 6.000 [[ballestero]]s genoveses, que situó al frente de sus tres filas de [[caballero]]s. Cien metros antes de que pudieran emplear sus [[ballesta]]s, fueron diezmados por una granizada de [[flecha]]s que desconcertó sus filas. Cuando los ingleses hicieron tronar su único [[cañón]], no dudaron en darse a la fuga, pese a que no tuvo más efecto que el psicológico. La gendarmería francesa, que venía ya a la [[carga]], pasó por encima de sus [[mercenario]]s, para estrellarse infructuosamente hasta quince veces contra una lluvia de [[flecha]]s que la diezmó. Los que sobrevivían a la caída de su [[caballo]], eran rematados en tierra por los peones ingleses, mientras se debatían inútilmente para levantarse por el peso de sus [[armadura]]s.
Crêcy demostró que la [[caballería]] ya no era la reina de las batallas y que había perdido su hegemonía por apartarse de sus características esenciales en busca de una protección que ahora resultaba insuficiente, incluso antes de que la [[infantería]] se dotase con las nuevas [[arma]]s de fuego.

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