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La caballería europea en la Baja Edad Media

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Sus componentes eran [[caballero]]s mitad [[guerrero]]s y mitad monjes, que hacían votos de castidad, pobreza y obediencia. A los habituales deberes del [[caballero]], que eran los de fidelidad al señor y protección de la Iglesia y los desvalidos, se añadían ahora la asistencia a los peregrinos y la propagación de la fe.
Pese a sus innegables virtudes militares, los [[caballero]]s solían hacer tal gala de arrogancia y desprecio por los más elementales principio estratégicos y tácticos, que cinco grandes [[ejército]]s perecieron en las cruzadas hasta el último hombre. Durante la Primera Cruzada tuvo lugar la batalla de Dorilea (1097), en la actual Turquía.  Tras la toma de Nicea, los cruzados se habían adentrado en un terreno desértico, por lo que se articularon en dos columnas que seguían, de Norte a Sur el cauce del río Betis:* La occidental, al mando de Godofredo de Bouillón, Raimundo de Toulouse, Roberto de Flandes y el obispo de Ademar (representante papal). Llevaba 7.000 [[caballero|caballeros]], 1.000 [[peones]] y 2.000 peregrinos.* La oriental, mandada por Bohemundo, Roberto y Tancredo de Normandía. Contaba con 3.000 [[caballero|caballeros]], 5.000 peones y 12.000 peregrinos.<br /> El turco seljúcida Kilidje Arslán, al mando de 120.000 hombres, en su mayoría de [[caballería]] ligera, decidió atacarles cuando llegaron al valle de Dorilea. Bohemundo advirtió el inminente [[combate]] por el polvo que levantaban los [[caballo]]s y organizó una defensa circular con la [[infantería]] protegida tras los carros y los peregrinos en el centro. Dividió su [[caballería]] en tres destacamentos de 1.000 [[caballo]]s que dispuso en cuña inversa y atacó al [[enemigo]], mientras enviaba mensajeros a la otra columna. Aunque fracasó en su primera [[carga]], consiguió contraatacar y rechazar a los turcos al otro lado del vado. Llegado Godofredo, se hizo cargo del mando, dividió a toda la [[caballería]] en varias columnas y las lanzó simultáneamente contra el frente, los flancos y la retaguardia turca. Consiguieron no solo evitar su propio aniquilamiento frente a fuerzas muy superiores, sino que causaron al enemigo 25.000 bajas. El elevado número de voluntarios participantes en la campaña y la presencia de unos notables caudillos hicieron de esta batalla un modelo clásico con un ritmo impropio de la época en que se dio. Constituye por tanto una excepción en la historia bélica medieval donde se puso de manifiesto la limitada capacidad combativa de las mesnadas caballerescas.
Este éxito, que dejó expedito el camino de Siria, no se repitió en 1104, cuando el propio rey Balduino escapó por los pelos de una celada similar a la de Carrae, a la que le atrajeron los turcos junto al propio Bohemundo.

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