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La caballería europea en la Baja Edad Media

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La caballería feudal
La [[táctica]] elemental de esta [[caballería pesada]] residía en presentar al [[enemigo]] un frente amplio y compacto llamado [[batalla]], para dar después una [[carga]] a la mayor velocidad posible, a poder ser desde los flancos. Al [[choque]] le seguía una desordenada pelea en la que el triunfo dependía del valor individual y de su destreza con las [[arma]]s, pero casi nunca de la acción conjunta. En el siglo XII la [[cota de malla]] se alargó hasta la rodilla, mientras que se adoptaba un pesado [[yelmo]] para proteger la cabeza. A la [[panoplia]] fueron añadiéndose los mitones, los guanteletes de malla, las casacas acolchadas para usar bajo la cota y las sobrevestes de lana o lino para cubrirla de las inclemencias del tiempo.
Cada [[caballero]] tenía a su servicio a un joven procedente de la baja [[noblezanoble]] za que le servía de [[escudero]] mientras iba aprendiendo el oficio, consiguiendo la destreza, experiencia y méritos suficientes para ascender a dicho rango mediante una ceremonia conocida como "investidura". Cada señor feudal se constituía así en escuela de [[caballería]] para los hijos de sus amigos y vasallos, que debían realizar un continuo entrenamiento para poder soportar el elevado peso de sus [[arma]]s y [[armadura]]s. En sus ratos de ocio, aprovechaban para cabalgar en los bosques, cazando venados o jabalíes o, en el caso de España, alanceando toros. Precisamente para favorecer este entrenamiento nacieron los torneos que, al principio, eran combates sangrientos y con el refinamiento de costumbres que sobrevino a las cruzadas, se convirtieron en espectáculos reglamentados.
Aunque la investidura era un rito probablemente germánico, fue la Iglesia quien lo sacralizó al consagrar al [[caballero]] e impregnar a la [[guerra]] de un carácter menos sangriento. Cristianizando al [[caballero]] se le empujaba a comportarse decente y dignamente y a no desenvainar su [[espada]] si no era para hacer el bien. Indirectamente se contribuía así a cristianizar a una sociedad rural y pagana de la que aquellos eran ejemplos. A partir del siglo XII, el [[caballero]] pasó de protector de desvalidos a [[soldado]] de la Iglesia (''miles Christi'') y acudió a Tierra Santa movido por el místico ideal de la cruzada y el afán de aventuras. La distancia y la separación provocaron la idealización del amor que había quedado atrás, lo que provocó el renacimiento de la poesía y la aparición del amor cortés.

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