Adiestramiento del siglo XIX
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María Cristina
Según el Reglamento del servicio en campaña de 1882, los escuadrones de un regimiento formaban de derecha a izquierda en dos filas, separadas entre sí por 4 pies (1,25 m), con la siguiente disposición:
- Para la primera se escogían a los soldados más valerosos y de mayor estatura, procurando igualmente que estuviesen montados en los caballos más fuertes y de mayor alzada.
- En las subdivisiones se colocaba a los soldados más inteligentes y de mayor iniciativa, montando a los caballos más dóciles y ligeros.
- El coronel se colocaba al frente y al centro de su regimiento, a 6 metros de la primera fila.
- Alineados con él se situaban los dos jefes de escuadrón, y en los extremos de la primera fila los dos ayudantes.
- Los estandartes, en cabeza de la penúltima hilera de la izquierda de la segunda mitad de la primera sección.
- Los trompetas formaban a unos 14 m a retaguardia del centro del regimiento, y a su frente el cabo de batidores, detrás de los trompetas, los batidores y, en otra fila, el capellán, cirujano, picador y mariscal mayor.
El ataque se concebía como una marcha más viva e impetuosa, en la cual el enemigo era la dirección y su derrota el término. Las voces, repetidas por los trompetas y los subordinados eran:
- En la posición de partida: Escuadrones, para atacar… ¡Afiancen lanzas! (o ¡Saquen sables!). Se iniciaba el avance al paso.
- A 350 m del enemigo: En batalla… de frente… guía a la derecha (o a la izquierda). Al trote ¡Marchen! A esta voz se enristraba la lanza o se presentaba el sable, movimiento que intimidaba al enemigo más sereno.
- A 250 m: Alarguen el trote… ¡Marchen!
- A 150 m: Al galope… ¡Marchen!
- A 50 m: ¡¡¡Ataquen!!! Los trompetas tocaban A degüello, los soldados se elevaban sobre los estribos, los lanceros alargaban el brazo derecho, los cazadores y húsares de la primera fila bajaban el sable hasta que su punta quedase tendida hacia delante, mientras los de la segunda lo situaban en Protejan la cabeza.
- Terminado el combate y estando el enemigo derrotado, se tocaba Llamada y todos hacían alto y se reunían sobre sus estandartes. Para completar la destrucción del enemigo se destacaba normalmente medio escuadrón.
En el citado reglamento se incluían tres aires de marcha:
- La tropa podía aflojarse de cintura para abajo y no exigía de su montura ninguna precisión ni alineación, al objeto de marchar con naturalidad y sosiego.
- Se marchaba con exactitud y unión.
- Se alternaba el paso y el trote, observando que se ejecutasen las variaciones de velocidad con orden y precisión.
Referencias
Notas
Bibliografía
- Lión Valderrábano, Raúl y Juan Silvela Miláns del Bosch. La caballería en la historia militar. Academia de Caballería. 1979.
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