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La caballería en la Hispania antigua

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Los celtas
''montañeses habituados al bandidaje, sobrios, de cabellos largos que se ciñen con diademas para combatir, se bañan en el agua fría de ríos y lagos que navegan con sus esquifes de cuero, beben cerveza y se alimentan de carne de cabrito''.
Sus [[arma]]s más características serían el [[hacha]] de talón y una [[espada]] de hierro, de unos 40 cm, con empuñadura en forma de antena. A partir de [[750 AC]] son sustituidas por las largas [[espada]]s de tipo La Téne, fabricadas con una técnica tan perfeccionada que los legionarios romanos las copiarían para sus ''gladius hispaniensis''. Los [[cuchillo]]s tienen dorso afalcatado. El [[escudo]] típico era cóncavo de cuero y nervios trenzados, de forma circular y con un umbo convexo metálico en el centro, anillas y abrazaderas. Según Estrabón, usaban [[casco]] de tres cimeras pero, al final, se impuso el capacete puntiagudo europeo.
Los celtas trajeron con ellos sus [[carro]]s tirados por [[poni]]s, de menor alzada pero muy resistentes a la fatiga. Eran [[caballo]]s elipométricos (1,25 m de alzada), de cabeza pequeña y chata, orejas cortas, grupa fuerte, pelo abundante, crines largas, capa torda oscura y sin espejuelos en los cuartos traseros (como los [[asno]]s). Sus más genuinos descendientes son la [[jaca]] vasco-navarra y el asturcón. Se extendieron por la cornisa cantábrica y todo el litoral atlántico hasta la desembocadura del Betis (Guadalquivir). Las estelas extremeñas y portuguesas reproducen [[carro]]s celtas, generalmente de cuatro [[rueda]]s, abiertos por detrás y con lanza para dos [[caballo]]s. Al igual que en Escandinavia y Europa oriental, se reserva la [[rueda]] de radios para el [[carro de guerra]], mientras que la carreta de transporte conserva las macizas.

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