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Campaña de Alejandro Farnesio

No hay cambio en el tamaño, 11:35 16 sep 2018
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Texto reemplazado: «Leyva» por «Leiva»
Isabel llamó de nuevo a Leicester y le obligó a dimitir para intentar parar el golpe que advertía contra ella, pero fue inútil, pues Farnesio había decidido cortar con el problema inglés de raíz y decidió invadir Inglaterra. Sin embargo, desoyendo sus consejos de tomar el puerto de Flesinga para facilitar un fondeo seguro a la armada española en caso de necesidad, Felipe II optó por atacar directamente. El duque de Parma, disciplinado, ordenó construir 130 barcos de quilla plana y otros 40 de hasta 200 Tm y los hizo navegar hasta la costa por un canal que construyó al efecto. Además reunió un formidable ejército de 30.000 hombres, de los que 7.000 eran españoles.
La armada Invencible, al mando del duque de Medina Sidonia, partió de Lisboa el 30 de mayo pero tuvo que refugiarse en La Coruña por un temporal hasta el 22 de julio, llegando a Calais el 7 de agosto. Al día siguiente llegaron las tropas a Dunkerque y embarcaron inmediatamente. Tras el desastre naval, Farnesio regresó a Amberes con los 8.000 supervivientes. Tras un breve descanso, envió al conde de Mansfeld a tomar Wachtendonck y él con el resto se dirigió contra Bergen op Zoom, donde el traidor inglés Graveston había prometido entregar la plaza. Sin embargo, los españoles cayeron en una celada, que se saldó con numerosas bajas. Mejor suerte tuvieron en Bona y Gertrudisberg, no así en Heusd, que se salvó por la ineficacia de Mansfeld. Este poco después tuvo la culpa del motín del tercio de LeyvaLeiva, el más veterano de Flandes. Pese a ello, Alejandro no dudó en disolverlo, repartiendo a sus hombres entre los de Manrique, Bobadilla y el recién fundado de Idiáquez, como castigo por su sedición.
Tampoco tuvo mejor suerte el marqués de Barambón, enviado a socorrer Colonia, pues fue derrotado fácilmente por Schenck. Envalentonado, este inmediatamente se lanzó sobre Nimega, que pudo resistir gracias al esfuerzo de su reducida guarnición. Su ejército quedó destrozado y él mismo murió en la batalla, adornando sus restos troceados las murallas de la ciudad. Rehechas de su anterior derrota, las tropas de Barambón consiguieron tomar Rimberg, con lo que finalizaba esta nueva campaña alemana.

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