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Logística de Alfonso XIII

4 bytes añadidos, 12:52 6 nov 2017
Regencia de María Cristina
Los sistemas rayados de retrocarga demuestran pronto que una tropa con fusiles de avancarga no puede responderles eficazmente, Ello supone una auténtica revolución técnica en el campo del armamento portátil individual. Las primeras armas de retrocarga que se adoptan por nuestro Ejército son el fusil de infantería, la tercerola de caballería y el mosquetón de ingenieros, todos ellos con sistema Remington modelo 1871 y 1874, de 11 mm de calibre y en los que la carga era manual, cartucho a cartucho, pues en asta época aún no hay ninguna corriente táctica que se oriente hacia el aumento del volumen de fuego.<br />
Terminada la Tercera Guerra [[tercera guerra Carlista]], se hace patente que las armas de un solo tiro no son ya suficientes para imponerse a un enemigo atrincherado que utilice fusiles de repetición y se hace necesaria la redefinición de las características de los fusiles de nueva generación. No obstante, los problemas de Cuba privan al Ejército de los medios económicos para modernizar su armamento básico.<br />
La aparición de las armas de repetición permite reducir las operaciones a dar un cuarto de vuelta a una palanca, la posibilidad de manejarlas con una sola mano y la multiplicación de la potencia de fuego. Ello se debe al concurso de la retrocarga, el cartucho metálico y a la reducción del calibre, que permite disminuir el peso y volumen y mejora las cualidades balísticas en cuanto al alcance y la precisión. El primer fusil de repetición es el Winchester, que es adoptado por todos los Ejércitos hasta que hacia 1898 es sustituido por el Máuser, que con su almacén de vaivén es el antecesor de todas las armas del siglo XX. Su sistema de funcionamiento, ciertamente complejo, puede resumirse diciendo que al girar hacia abajo una palanca que también sirve de guardamonte, se hace retroceder el bloque de cierre en el que va integrado el percutor. Este movimiento monta el martillo y eleva la teja que presenta un cartucho ante la recámara. Al deshacer el movimiento de la palanca, desciende la teja y avanza el cierre que empuja el cartucho a la recámara, mientras que el muelle del sistema de alimentación ha desplazado a otro cartucho hasta la teja. La cola del disparador, al ser apretada, zafa el martillo que golpea el percutor y produce el disparo.<br />

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