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Desde la creación del Ejército español por [[Fernando V de Trastámara]] con ocasión de la guerra de Granada (1482), la denominación de las unidades incluía únicamente su [[entidad]] y un nombre diferencial. Este coincidía bien con el de su jefe o bien con el de la plaza que guarnecía. El reemplazo de [[unidad]]es en un mismo territorio y la sucesión de mando de un mismo oficial en unidades diferentes complicaba la tarea de identificarlas al existir unidades homónimas sin relación entre ellas, lo que dio lugar a numerosas confusiones por parte de los historiadores clásicos. Para evitarlo, [[Felipe V de Borbón]] promulgó la Real Ordenanza de 10 de febrero de [[1718]] por la que concedía a cada [[unidad]] un nombre perpetuo, con independencia de su [[jefe]] o de su [[guarnición]]. Las reformas de Godoy de [[1803]] introdujeron, además, dos novedades: la adscripción de las [[unidad]]es a un [[instituto]] determinado en función de su forma de combatir y su equipamiento, y la asignación a cada una de ellas de un número de orden. En los reinados siguientes, una veces se numeraba a las [[unidad]]es en una escala única y otras por instituto, de ahí los numerosos cambios en su nomenclatura. A partir del plan NORTE ([[1994]]) comenzaron a emplearse las comillas para delimitar la denominación histórica de la [[unidad]] pero, a mi juicio, esto constituyó un craso error por cuanto aquella no deja de ser un nombre propio que no precisa comillas como tampoco las llevan los apellidos de las personas o los topónimos.
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