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La caballería europea del siglo XIX

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* En desbandada.
El [[fuego]] para Jomini solo era conveniente cuando se pretendía debilitar a la [[infantería]] antes de una [[carga]] al [[arma]] blanca. En cambio, De Presle aseguraba que el [[fuego]] era el único modo de detener la [[carga]] [[enemigo|enemiga]] cuando había sorprendido a la propia y no le permitía retirarse. Así lo hicieron con éxito el [[general]] Lafarrier y los [[dragones]] de la División Saint Croix cerca de Pombal en [[1811]]. Warnery también recomendaba utilizar las [[armasarma]] s de [[fuego]] en [[maniobra]]s de [[retirada]] en presencia de fuerzas irregulares del [[enemigo]]. Con todo, los autores que dieron más importancia a las [[armasarma]] s de [[fuego]] fueron Bismarck y Okonef.
Aunque la opinión general era que una [[carga]] de [[caballería]] no resultaba efectiva contra un [[batallón]] de [[infantería]] formado en [[cuadro]], a no ser que se acompañara de una notable concentración de [[artillería]], Jomini recordaba los casos de Eylau y Dresde, en los que una fuerte ventisca azotaba de tal forma a la [[infantería]] que le impedía concentrarse. En el caso del [[choque]] entre dos [[unidades]] de [[caballería]], era partidario de la [[carga]] al [[trote]], con algunos [[escuadrón|escuadrones]] de [[caballería ligera]] o irregular lanzados a la desbandada contra los [[flanco]]s contrarios. Rocquancourt reconocía que la velocidad no era lo más importante de una [[carga]], sino mantener una formación cerrada y bien alineada, por lo que recomendaba no pasar al [[galope]] tendido hasta llegar a unos 60 metros del [[enemigo]]. Por el contrario, el duque de Ragusa prefería el ímpetu al orden. Todos ellos fueron partidarios de [[carga]]r en dos [[fila]]s con intervalos entre [[escuadrón|escuadrones]] y preferiblemente por escalones sucesivos. Los austriacos, en cambio, solo dejaban intervalos entre las [[división|divisiones]] lo que equivalía, según su orgánica, a cada dos [[escuadrón|escuadrones]].
* Las [[reserva]]s.
Los primeros informaban del número y posiciones del [[enemigo]], interceptaban la correspondencia y hacían prisioneros. Envolvían al contrario en una red que tanto descubría sus movimientos como enmascaraba los propios. Comenzado el [[combate]], la [[caballería]] se replegaba a las [[ala]]s para reorganizarse, cayendo sobre el [[enemigo]] vigorosamente cuando se encontraba suficientemente quebrantado. Al atacar siempre por los [[flanco]]s, no entorpecía el [[fuego]] de las otras [[armasarma]]s. Terminada la [[batalla]], perseguía y cortaba la [[retirada]] del vencido. En la práctica, estas últimas acciones no se prodigaron, pues predominó la cautela. De hecho, las [[unidades]] de [[coraceros]] prusianos volvieron casi intactas a sus cuarteles al acabar la [[campaña]]. Para unos el mérito estribó en la [[táctica]], para otros en la eficacia de sus [[coraza]]s. Probablemente se debiera a la combinación de ambas.
El propio príncipe Hohenlohe confesaba tras la [[campaña]] que no habría obtenido tan brillantes resultados si el [[enemigo]] hubiera empleado su [[caballería]] de la misma forma. En lugar de eso, fiel a la tradición, la mantuvo en [[reserva]] para dar un golpe decisivo que nunca tuvo lugar. Pese a que la proporción de [[caballería]] en el [[ejército]] prusiano era de 1:4, Hohenlohe se quejaba de su escasez. En el francés no llegaba a 1:6.

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