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Logística de Carlos IV

2086 bytes eliminados, 20:50 24 mar 2017
Fernando VII
A 36 pies de las tiendas de los subalternos se situaban las cocinas, una especie de hornillas excavadas en el suelo para que los soldados pudieran cocinar sus ranchos. A 60 pies de éstas, las de los capitanes, a otros 60 pies de ellos la plana mayor del escuadrón y a la misma distancia las tiendas de los vivanderos.<br />
 
==Fernando VII==
Los soldados disponen en sus cuarteles de una cama compuesta por<br />
<ul>
<li>Dos arquillos de hierro sobre los que se montaban tres tablas</li>
<li>Una colchoneta de paja</li>
<li>Un cabezal de lo mismo con su funda</li>
<li>Dos mantas</li>
</ul>
Sobre ella, en la pared, disponen de unos estantes donde guardar sus pertenencias, y que se cubre con una bandera de percha de 60 por 80 cm, con las armas reales o las del regimiento. Esta se lleva en la mochila durante las campañas para identificar a las unidades y sirve finalmente como mortaja.<br />
 
Los rancheros disponen de escaso menaje, del que destaca unas grandes ollas que son un prodigio para la técnica de la época. Fabricadas en hierro batido, tienen figura cilíndrica con un fogón concéntrico y una parrilla en el fondo. En la tapa hay una chimenea para que tire por ella el fuego. Con este sistema el calor se reparte uniformemente a toda la comida. En su interior caben otras tres más pequeñas para cuando hay que cocinar para menos plazas y que sirven también para llevar comida caliente a guardias y destacamentos. El resto del menaje lo componen dos cazos, una sartén, un trinchante y un ollero de madera para empacar y transportar el conjunto. El fuego se hace en el suelo bajo techado.<br />
 
La ración diaria de comida aporta una dieta adecuada desde el punto de vista calórico y proteínico, pero excedente en carbohidratos y defectuosa en lípidos, fruta y lácteos que pueden adquirirse en la cantina junto a escabeches y frituras. La comida y la cena son prácticamente iguales y algo monótonas, aunque esto es habitual también en la vida civil:<br />
<ul>
<li>400 g de pan suministrado por la administración militar</li>
<li>230 g de carne (bacalao en Cuaresma)</li>
<li>500 g de patatas</li>
<li>175 g de garbanzos</li>
<li>100 g de habichuelas</li>
<li>50 g de arroz</li>
<li>50 g de tocino (pescado seco en Cuaresma)</li>
<li>25 g de café</li>
<li>25 g de sal</li>
<li>250 cl. de vino</li>
<li>Aceite, ajos, pimientos, laurel y otras verduras</li>
</ul>
El 17 de diciembre de 1789 ordena S.M. que todas las llaves fuesen ya a la española, de las denominadas "de miguelete". Dicha disposición supuso la transformación de las armas existentes, tanto del fusil de infantería y dragones, como de las carabinas de caballería y Guardia Real y sus pistolas correspondientes, incluidas las de Marina. Se utilizaron dos versiones de la nueva llave, una con el muelle del rastrillo cubierto por la brida de la cazoleta, y otra con dicho muelle a la vista. Esta última versión incorporó, ocasionalmente, una pieza giratoria con base en el tornillo del rastrillo, que servía de guardavientos para proteger la cazoleta.<br />

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