Campaña de Juan de Austria

De Caballipedia
Saltar a: navegación, buscar

1576

En 1577, Felipe II se encuentra ya restablecido de la quiebra y en paz con el sultán, por lo que puede acometer de nuevo la guerra en Flandes. Para ello, recurrió a la persona de mayor confianza, su hermanastro Juan de Austria, que había salido triunfante de la rebelión de los moriscos (1570), la batalla de Lepanto (1571), la toma de Túnez (1573) y la revuelta de Génova (1574). Aunque recibió la noticia en Milán, don Juan se trasladó primero al Escorial para parlamentar con su hermano y, tras teñirse su cabello para pasar por un criado de su amigo Octavio Gonzaga y poder atravesar Francia sin peligro, partió de San Lorenzo el 22 de septiembre en dirección a Luxemburgo, la única provincia que seguía fiel a la corona.

Inmediatamente ordenó a sus tropas el cese de hostilidades contra los rebeldes y envió cartas al Consejo de Estado, proponiendo una tregua y la retirada de los tercios a cambio de que mantuvieran la fidelidad a la corona y la salvaguarda de la fe católica. Los nobles enviaron con la respuesta a un asesino llamado Ische, al que finalmente le faltaron redaños para cometer el magnicidio.

1577

Por consejo de Gonzaga, el 17 de febrero de 1577 don Juan aceptó firmar el Edicto Perpetuo que confirmaba la Pacificación de Gante, para no desobedecer las instrucciones de su hermanastro y aparecer como deseoso de poder y gloria a los ojos de la corte española. Como muestra de buena voluntad, comienza por despedir a su guardia española y toma otra valona mandada por el duque de Aarschot.

Ante la orden de cese de hostilidades, la exigua guarnición del castillo de Gante, que por las circunstancias se encontraba mandada por la mujer del coronel Mondragón, y que había soportado valerosamente dos asaltos protagonizados por 6.000 rebeldes, tuvieron que rendirse. Fue tal su valor, que los rebeldes le presentaron honores militares a su salida. Algo similar pasó en Utrecht, donde Francisco Hernández se negó a rendirse por desconfiar de la autenticidad de la firma del nuevo gobernador, por lo que los rebeldes optaron por conceder un salvoconducto a un mensajero español para que se entrevistase personalmente con él y garantizara la orden. El de Amberes fue el último castillo en entregarse, haciéndolo Martín del Hoyo, teniente de Sancho Dávila, al duque de Aarschot, quien juró retenerlo en nombre de Felipe II o de sus sucesores. La guarnición se une al tercio de Francisco de Valdés y con la caballería para ir hasta Maastricht, donde se deben juntar las tropas para partir juntas a Italia. La tropa tiene un conato de rebelión cuando los pagadores le comunican que no recibirán sus atrasos hasta llegar a su destino. Ante las disputas entre Vargas, Dávila, Romero y Valdés sobre quién debe mandar la columna, don Juan nombra a Mansfeld.

Tras esto, las tropas españolas parten hacia Milán el 27 de abril de 1577, no sin que Dávila pronosticara a D. Juan que pronto los llamaría de vuelta y de que este cometiera la injustificable torpeza de negarse a despedirles personalmente. Era ingenuo pensar que Orange cumpliese honestamente la paz de Gante, máxime cuando no tenía autoridad ni moral ni política sobre el resto de nobles para que retornaran a la fe católica. Siguiendo su costumbre de desacreditar a los españoles, comenzó a difundir pasquines en los que afirmaba que D. Juan no cumplía el tratado y que las tropas se hallaban escondidas en las proximidades de Flandes. La fortaleza de Amberes, símbolo de la dominación española fue capturada con engaños y derruida[1].

Entretanto, el ejército llega a Italia, donde es recibido por el marqués de Ayamonte y repartido por la ribera de Génova para disuadir a las facciones rebeldes y evitar el contacto con la epidemia de peste que asola Milán. Mansfeld regresa a Flandes y la tropa tiene problemas para cobrar sus atrasos porque los mercaderes no aceptan las letras de cambio. Romero, Dávila y el auditor Jerónimo Roda convence a los banqueros genoveses para que las acepten.

Alertado por Aarschot de la conjura que pretende asesinarle, don Juan se refugia en Namur, cuyo inexpugnable castillo convierte en su nueva residencia oficial. Le acompañan el consejo de Estado y el de Hacienda, el duque de Aarschot, el marqués de Havre, Roeulx, Hierges, Floyon, Meghem, Fauckemberghe, Haultpenne, Licques, Tassis y Berlaimont. Por su parte, Orange conspira con Hierges, Aldegonde, Egmont, Lalaing y Hesse la captura de don Juan y su elección como gobernador. Su ejército entra en Gembloux, a tres millas de Namur, para interceptar los suministros que puedan llegarle. En otras plazas resisten las coronelías alemanas de Frondsberg, Fugger, Polwiller y del difunto Herberstein, que habían retrasado su partida hasta recibir sus pagas. A Namur llegan Manderscheid con un regimiento levado en Luxemburgo y Chevreaux con otro borgoñón.

El 26 de julio don Juan escribe al marqués de Ayamonte en Milán y a Juan de Idiáquez en Génova para comunicarles que los protestantes no han cumplido los términos de Gante, que le tienen preso en Namur y que están derribando las fortalezas. Les insta a no embarcar la infantería sino pagarla y aprestarla para su regreso. Ayamonte convoca a los maestres de campo y estos se muestran dispuestos a regresa aunque vuelven a disputarse el mando de la expedición. Por su parte, la tropa exige sus pagas. El rey escribe a Farnesio y le ordena partir hacia Flandes como lugarteniente de don Juan. Escribe también a los virreyes de Nápoles y Sicilia para que embarquen sus tercios hacia Génova.

Los 6.000 españoles reunidos en Lombardía inician la marcha pero en Cremona Julián Romero cae fulminado del caballo por un ataque de apoplejía. A finales de 1577 llega el ejército a Luxemburgo al mando de Farnesio. Los rebeldes se apresuran a pedir ayuda a Francia, Inglaterra y Alemania. El 13 de noviembre, el duque de Alençon se compromete a defender la independencia de los estados, pero estos nombran gobernador títeres al joven archiduque Matías de Austria, hermano del emperador Rodolfo.

El 20 de noviembre los capitanes españoles se reúnen en Luxemburgo con don Juan, quien este proclama un bando prometiendo el indulto a quienes vuelvan al servicio del rey en un plazo de 15 días. En un postrer intento, los rebeldes asaltan Ámsterdam, pero su reducida guarnición alemana y los propios ciudadanos consiguen repelerlos. Se presenta también Francisco, duque de Leuvemburg, con 3.000 herreruelos.

1578

Los rebeldes ocupan varias fortalezas del ducado de Namur y ponen cerco a su capital. El 31 de enero llegan a sus inmediaciones Juan de Austria y Alejandro Farnesio, acompañados de la siguiente fuerza:

  • Compañía de la guarda del gobernador, al mando de su teniente García de Aldana.
  • Compañías de caballos ligeros de Bernardino Mendoza, Hernando Toledo, Alonso Vargas, Juan Baptista del Monte, Nicolao Basta, Curcio Martinengo y Aurelio Palermo.
  • Compañías de arcabuceros a caballo de Antonio Olivera, Juan de Alconeta, Antonio Dávalos.
  • Compañía borgoñona de Moussey.
  • 1.000 arcabuceros y 200 piqueros españoles.

El resto del ejército permanece a una distancia entre 2 y 4 leguas. Los rebeldes levantan el campo y se marchan en dirección a Gembloux, hostigados por la caballería de Ottavio Gonzaga y una partida de arcabuceros al mando del barón de Chevreaux. Sin esperar órdenes, Farnesio carga a la caballería y, pese a su superioridad numérica, esta huye precipitadamente, chocando con su propia retaguardia formada por escoceses y franceses. Alejandro continúa la carga con tanta determinación que consigue desbaratarla en menos de una hora. Al ver la debilidad de los rebeldes, el resto de la fuerza se lanza al ataque contra el grueso, compuesto por valones y neerlandeses. La vanguardia valona se da directamente a la fuga, refugiándose la mitad en Gembloux y siguiendo el resto hasta Bruselas. Gonzaga emprende la persecución, matando a más de 7.000 a costa de solo 2 bajas. Se capturan 4 estandartes de caballería, 34 banderas de infantería, toda la artillería y cantidad de bagajes y munición, que permitiría a los tercios combatir durante varios meses. El general Goignies es capturado y llevado ante don Juan, quien se niega a concederle clemencia por haberse levantado contra su rey legítimo.

Los tres tercios españoles se ven reforzados por el de Lope de Figueroa, que aporta 4.000 veteranos fogueados. Los rebeldes se retiraron precipitadamente a Amberes mientras los tercios avanzaban por Brabante. Gonzaga reconquistó Boubignes, Tillemont, Lovaina y Aarschot, mientras Farnesio tomó al asalto Sichen, ejecutando a todos cuantos habían faltado a su palabra de rendición en ocasiones anteriores. Cuando Diestem y Lieden se le rindieron sin lucha, perdonó la vida de todos sus habitantes para que sirvieran de ejemplo. Reunidos ambos ejércitos para la toma de Nivelles, los alemanes se amotinaron pero, dando muestras de compasión, don Juan solo ajustició a uno de los líderes.

Como los franceses causan muchos desórdenes, don Juan los licencia, partiendo con ellos la mayoría de los loreneses. No obstante, muchos franceses faltaron a su palabra y se alistaron en el bando protestante para socorrer Philippeville. Farnesio envió contra la plaza a Gonzaga con infantería y caballería suficiente para rendirla, tras lo cual ejecutó a todos los traidores. Tras esto, se rindieron también Malbodio, Sabis, Roeulx, Bellomont, Soingniac, Berlaimont y Chimay. Con ello se habían recuperado las provincias de Henao y Namur, cuando cayó enfermo de tifus y tuvo que delegar el mando en Farnesio.

En primer lugar, este sometió la provincia de Limburgo, aunque para tomar su capital tuvo que levantar una colina artificial que le permitiera emplazar la artillería a la misma altura que los muros de la fortaleza. De esta forma quedaba cerrada una de las rutas de los refuerzos alemanes. Mientras tanto Guillermo, en lugar de coger personalmente las armas, seguía su política de publicar panfletos difamando a los españoles y ejecutar a cuantos sacerdotes católicos se negaban a abjurar. Entre los éxitos de su guerra sucia se cuenta el asesinato de Juan Escobedo, secretario de don Juan cuando fue a la corte a informar, gracias a las intrigas de Antonio Pérez y la expansión del rumor de que aquel pretendía casarse bien con la reina de Inglaterra o con la de Escocia y convertirse en soberano independiente de los Países Bajos. De sus aliados obtuvo además 12.000 soldados alemanes, mandados por el duque Casimiro y financiados con oro inglés. Ante el temor de que saqueen Borgoña o Luxemburgo, Farnesio envía a la primera a un tercio bisoño que venía por el camino, y a la segunda a Verdugo, Manderscheid y Altemps, además de nuevos contingentes de reiters: 1.000 de Polwiller, 1.500 de Francisco de Sajonia, 600 de Willies y otros tantos de Ville. Los alemanes rehúyen el combate y se establecen en Nimega. Otro contingente francés mandado por el propio duque de Alençon se dirige a Mons.

Una epidemia de peste se ceba en ambos ejércitos. Por entonces los españoles recibieron valiosos refuerzos, entre los que se contaban numerosos miembros de la nobleza, ansiosos por combatir, como Diego Hurtado de Mendoza o Sancho de Navarra. Con ellos se formó formidable un ejército que se dirigió a Malinas, donde les esperaban fuerzas superiores: 12.000 infantes y 7.000 caballos. Los rebeldes consiguieron tender una trampa a los españoles, que cayeron en ella por su propio arrojo. Al final del día, gracias a la astucia de Farnesio y al sacrificio de parte de su caballería, pudieron los tercios retirarse en orden, sufriendo bajas similares a las del otro bando. Cuando, recuperada la formación volvieron a plantear batalla, los rebeldes prefirieron retirarse. Simultáneamente, en el sur, los franceses eran derrotados.

El dinero volvía a escasear y Felipe II contestaba con evasivas a su hermanastro. Isabel I envió a don Juan a dos altos miembros de su corte para tratar la paz, pero gracias a una misiva de Bernardino de Mendoza, a la sazón embajador en Londres, pudo descubrirse a un asesino que se escondía entre la comitiva. Poco después volvía a enfermar don Juan y viendo próxima su muerte nombró a su sobrino general en jefe del ejército y gobernador de Flandes en presencia de todo el consejo. Tras una corta agonía, murió el 1 de octubre de 1578 a los 33 años, siendo su cuerpo embalsamado y llevado a la catedral de Namur. Al recibir la noticia, Felipe confirma a Farnesio como gobernador.

En junio de este año había muerto también Sebastián de Portugal, cuando combatía a los moros en la batalla de Alcazarquivir. La reclamación de sus derechos al trono por parte de Felipe II, hijo de Isabel de Portugal, abría un nuevo frente en el que emplear los fondos y las tropas que tanta falta hacían en los Países Bajos.

Referencias

Notas

  1. Ocho años más tarde, Alejandro Farnesio ordenó que se reconstruyera, corriendo los habitantes con los gastos.

Bibliografía

  • Giménez Martín, Juan. Tercios de Flandes. 1999.
  • Strada, Famiano: Guerras de Flandes. Colonia. 1632/1681.