Batalla de Lepanto

De Caballipedia
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1567

El 2 de junio de 1567 Felipe II nombra a su hermanastro Juan de Austria capitán general de la mar, y le encomienda una flota con la que limpiar el Mediterráneo de corsarios otomanos. Se embarcan en sus 33 galeras las compañías profesionales de Melgarejo y Diego Osorio. Además, escribe a los marqueses de Mondéjar (Málaga) y los Vélez (Cartagena), así como al conde de Monteaguro (Gibraltar) para que cada uno le envíe 200 milicianos. Una vez a bordo, comienza a patrullar el estrecho desde Cádiz hasta Orán. Durante la travesía captura algunas galeras otomanas y libera sus esclavos. Una vez limpiada esta zona, se dirige a Baleares, donde repite la operación y, finalmente, a Barcelona.

1569

Don Juan deja la flota temporalmente para hacerse cargo de las operaciones en las Alpujarras.

1570

Una gran flota otomana desembarca en Chipre y toma Nicosia. España, Roma y Venecia envían sus flotas a intentar socorrer Famagusta pero una epidemia de peste, las disidencias de los capitanes y la llegada del mal tiempo les obliga a regresar.

1571

Visto el poco efecto de la campaña del año anterior, el papa reúne en Roma al legado español, Juan de Zúñiga, y al veneciano, Miguel Soriano, a fin de proclamar una Liga Santa contra el islam. Se acuerda que entre todos aporten 200 galeras, 100 naves, 50.000 infantes, 4.500 caballos y 600.000 escudos al mes. España asumiría la mitad del gasto y el resto se dividiría entre Venecia y Roma. Se nombran como generales Juan de Austria, Marco Antonio Colonna y Jerónimo Zane. Inicialmente, todos ellos con la misma autoridad, debiendo tomarse las decisiones por mayoría.

Pío se compromete a pagar 3.200 infantes y 70 caballos. Felipe reúne 8.000 españoles, 10.000 alemanes y 8.000 italianos y amenaza a los otros con que, ante la más mínima disputa, emplearía sus fuerzas en recuperar Argel, por lo que, finalmente se acepta entregar el mando conjunto a su hermanastro.

Este se embarca en Barcelona junto a los tercios de Lope de Figueroa y Miguel de Moncada, recién llegados de las Alpujarras. El 26 de junio llega a Génova, desde donde envía a Moncada como embajador a Venecia y a Hernando Carrillo de Mendoza, conde de Priego, a Roma. Ordena a Juan de Cardona y a Gian Andrea Doria que embarquen en la Spezia al regimiento alemán del conde de Lodron y al italiano de Segismundo Gonzaga. A primero de agosto parte hacia Nápoles, llevando consigo a los príncipes de Urbino y Parma, Alejandro Farnesio. En San Francisco, el cardenal Granvela le entrega un estandarte enviado por el papa, en azul, con la imagen de Jesucristo crucificado; las armas del pontífice, de Venecia y de España ligadas con una cadena; y las de Juan al pie.

El marqués de Santa Cruz embarca en Nápoles las coronelías de Paolo Sforza y del conde de Sarno, así como los tercios españoles una vez rehechos tras la campaña de Granada. Juan de Austria llega a Mesina el 24 de agosto con 80 galeras, 22 naves y 21.000 infantes de las tres naciones, gran cantidad de artillería y muchas máquinas de guerra. Un bajel otomano divisa la armada y parte a Chipre a rendir cuentas. Uluch Alí pretende retirarse a Argel, pero Alí Bajá le disuade y envía a Carafoxa a espiar los movimientos cristianos. A contrario sensu, Juan de Austria envía a Gil de Andrade, caballero de la religión, a hacer lo propio con los otomanos.

A fin de garantizarse la lealtad de la flota veneciana, Juan les ordena embarcar 2.500 españoles y 1.500 italianos a sueldo del rey. Nombra maestre de campo general a Ascanio della Corgna, general de los italianos al conde de Santa Fiora y de la artillería a Gabrio Serbellon. El 15 de septiembre parte de Mesina la flota, compuesta por 181 galeras, 25 naos, 6 galeazas y 40 fragatas y desplegada con este orden:

  • Descubierta: Juan de Cardona con 8 galeras
    • 4 sicilianas;
    • 2 venecianas;
    • 2 genovesas.
  • Vanguardia: Gian Andrea Doria con la capitana de Génova y otras 53 galeras
    • 12 genovesas;
    • 26 venecianas;
    • 7 napolitanas;
    • 4 sicilianas;
    • 2 romanas;
    • 2 saboyanas.
  • Capitana: Juan de Austria con la capitana de España y el estandarte de la liga
  • Batalla derecha: Colonna con la capitana de Roma y otras 27 galeras
    • 3 romanas;
    • 13 venecianas;
    • 3 genovesas;
    • 3 españolas;
    • 2 napolitanas;
    • 3 maltesas.
  • Batalla izquierda: Veniero con la capitana de Venecia y otras 26 galeras
    • 13 venecianas;
    • 1 saboyana;
    • 3 españolas;
    • 5 genovesas;
    • 3 romanas;
    • 1 napolitana;
  • Retaguardia izquierda: Agustín Barbarico con 55 galeras
    • 34 venecianas;
    • 8 napolitanas;
    • 8 españolas;
    • 1 maltesa;
    • 1 romana;
    • 2 genovesas.
  • Retaguardia y cuerno derecho: marqués de Santa Cruz con 30 galeras
    • 12 venecianas;
    • 12 napolitanas.
    • 4 españolas;
    • 2 romanas;

Al llegar a la costa de Nápoles embarcaron otros 1.000 españoles de su tercio y la coronelía de Mucio Brancaccio. En Corfú se tiene aviso de que Alí está en Préveza, por lo que se envía a Gil de Andrade a espiarle con 4 galeras. A la vista de la flota cristiana, aquel decide retirarse a Lepanto y reúne a su consejo para decidir la vía de acción. Los más soberbios desprecian a los cristianos y apuestan por el combate, los más prudentes argumentan que una flota tan grande debía de ir bien provista de hombres y artillería, por lo que es preferible rehuir el combate a arriesgar toda la flota.

El 1 de octubre la Liga fondea en la rada albanesa de Gumenice para protegerse de una tormenta. Allí los ánimos se caldean contra los venecianos, al ahorcar Veniero a un capitán español enviado a pasar muestra. Cuando el tiempo mejora se dirigen a Paxos donde los espías informan que Alí está en Lepanto embarcando infantería de los sanjacos locales. El 7 de octubre se dirige la flota al golfo de Corinto al tiempo que la turca sale de Patrás. Juan deja en retaguardia al marqués de Santa Cruz para evitar ser acometidos por sorpresa, y dispone al resto de la armada tal y como estaba previsto aprovechando que cuentan con tiempo suficiente. La real queda en el centro, flanqueada por las capitanas de Colonna y Veniero, con Doria en el cuerno derecho y Barbarigo en el izquierdo. Alí tiene a Sirocco en la derecha y a Uluch en la izquierda, y un total de 286 galeras.

Una milla antes de embestir, Alí disparó una salva para pedir combate y Juan contestó con otras dos, aceptándolo. Inmediatamente, las galeazas cristianas abren fuego y desordenan las filas otomanas, mas pronto quedaron alejadas del combate y su tropa no pudo intervenir. Sirocco consigue introducirse entre la costa y Barbarigo, atacándolo por la popa e hiriéndole en un ojo. Le llega socorro y consiguen hundir varias galeras turcas al estorbarse unas a otras en los bajíos. 15 galeras turcas huyen a Lepanto llevándose como presa una veneciana que no es socorrida.

En la batalla, la galera de Alí embiste por la proa a la real, que tiene cortado el espolón como todas las cristianas para favorecer a la artillería. Esto hace que la turca se incline y los arcabuceros españoles puedan dar buena cuenta de su puente, lleno de jenízaros. Atento a este combate, Álvaro de Bazán refuerza la real con otros 200 españoles y deja algunas de sus naves en resguardo para resguardarla de la escolta turca. Esta traspasa sus jenízaros a la galera de Alí, lo que impide que los españoles consigan apoderarse de ella.

Cardona impide que las galeras turcas consigan rebasar a la batalla cristiana y cogerla por la popa, aunque a costa de 450 bajas. Los turcos no consiguen abordar ninguna de las 14 galeras de España, gracias a la efectividad de sus arcabuceros y mosqueteros. A estas alturas, la batalla es ya un caos, pues las galeras se traban entre ellas por la propa, por la popa o por los costados según van llegando. El mar está rojo por los muchos cadáveres que en él flotan. Alejandro Farnesio, que combate en la capitana de Génova, encabeza un abordaje. Bernardino de Cárdenas recibe el disparo de un falconete que iba dedicado a don Juan, defendido en todo momento por Figueroa y Moncada.

Un arcabuzazo mata a Alí, lo que desconcierta a los jenízaros el tiempo suficiente para que sean definitivamente rebasados por los españoles, que se hacen con la galera capitana derriban el sanjac y levantan en su lugar el estandarte del crucificado. La cabeza fue clavada en una pica para enardecer a los cristianos y sembrar el terror en los otomanos. La galera donde navegan sus hijos es tomada por el comendador mayor. Uluch se da a la fuga por el hueco que ha dejado Doria, abordando de paso la capitana de Malta y masacrando a casi todos sus caballeros.

Santa Cruz acude en ayuda de Juan de Cardona, acosado por 8 galeras y con un arcabuzazo en el pecho, aunque bien escoltado por el maestre de campo Diego Enríquez y sus capitanes. En estas galeras de Sicilia solo 100 soldados quedan ilesos. Aunque vencidos, los turcos siguen batallando todo el día, a pesar de que sus propios galeotes se unen a los soldados cristianos en cuanto son abordados. En cambio, los forzados turcos compran su libertad a cambio de abordar sus propias galeras. Las que no se van a pique, son amarradas y remolcadas.

Se ganan 175 galeras y son liberados 15.000 cristianos, pero mueren Barbarigo, Francisco de Saboya, Juan de Miranda, Tommaso de Medici, Juan Ponce de León (con 14 heridas) y 10.000 soldados. Por el bando turco, mueren 200 nobles, 30 gobernadores, 160 beys y 30.000 soldados, apresándose otros 10.000 de los que solo sobreviven 3.500. Juan de Austria envía a Lope de Figuroa con 10 galeras a dar la buena noticia al rey, el conde de Priego a Roma y Pedro Zapata a Venecia.

El consejo se reúne para decidir si la armada debe retirarse a invernar y sanar a los heridos, o intentar alguna conquista aprovechando que la otomana ha desaparecido y aún se cuenta con la escuadra de reserva llena de soldados alemanes indemnes. Además, se confía en que al difundirse la noticia, los griegos se levanten en masa. Pero los generales cristianos no se deciden a darle el golpe de gracia a la Sublime Puerta y cada uno retorna a su estado. Enterado Felipe de la victoria, ordena conmemorarla todos los años y depositar el sanjac otomano en El Escorial, donde sería pasto de las llamas justo un siglo después.

Referencias

Notas

Bibliografía

  • Cabrera de Córdoba, Luis. Filipe Segundo, rey de España. Aribau. 1619/1876.