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Diferencia entre revisiones de «Logística de Fernando VII»

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Revisión del 18:23 24 mar 2017

José I

Durante esta centuria se registra un progreso mucho mayor en las armas de fuego que en las anteriores. Aparecen el fusil de percusión, el revólver, las armas de repetición, el cartucho de vaina metálica, el obús, la pólvora de combustión sin humo y la retrocarga, mientras que se extiende el uso del ánima rayada. Aunque la adopción militar de todos estos inventos fue lenta, una vez impuestos, su influencia en el arte de la guerra fue revolucionaria.

En 1801 se adoptó en España la denominada llave mixta, que era una combinación de la llave francesa y española. Sin embargo, el 13 de abril de 1807, Godoy aprobó otro nuevo modelo de llave de doble nuez, muy similar a la llave francesa, así como una nueva bayoneta con media pulgada más de longitud que la anterior.

En la época napoleónica los ejércitos utilizaban el fusil de pedernal, sólido y potente que venía perfeccionándose desde mediados del siglo XVIII. Eran de avancarga, de cañón liso y 17 mm de calibre. Los cartuchos constaban de una bala maciza y un estuche de papel. Aunque el alcance eficaz era de 600 metros, carecían de precisión y herir a un hombre a 100 metros era más cuestión de suerte que de puntería. La lenta cadencia obligaba a concentrar a muchos hombres en las líneas de tiro, ofreciendo un blanco perfecto para la artillería enemiga.

En 1812 el suizo J. S. Pauly presentó a Napoleón un fusil de retrocarga con cartucho semi-metálico, pero el emperador lo rechazó. Su uso no se impuso hasta que a mediados de siglo no se inventaron la vaina metálica y la llave de percusión. Esta aprovechaba la capacidad de explosionar del fulminato de mercurio, que se colocaba en forma de píldoras sobre el oído del fusil, tapándose posteriormente con una plaqueta sobre la que incidía el martillo. Este invento de Alexandre Forsyth en 1807, fue perfeccionado por el inglés Eggs, introduciendo el fulminato en una cápsula que se introducía sobre una pieza en forma de dedal, llamada pistón. Este se colocaba sobre una chimenea de aristas vivas que comunicaba con la recámara, por lo que cuando el martillo descendía sobre la chimenea, aplastaba el pistón y provocaba la explosión del fulminato. En 1820 la llave de chimenea se había extendido a ambos lados del Atlántico, gracias sobre todo a que era inmune a la humedad. Evitaba el tener que cambiar la piedra de sílice de la llave de chispa cada 20 disparos, pero sobre todo facilitaba abrir la recámara con sistemas mecánicos sencillos, para poder cargar desde atrás.

La artillería siguió una evolución paralela a las armas portátiles. En 1807 los ingleses adoptaron la cureña de mástil y transformaron todo su material para permitir montar a todos los sirvientes. Los franceses les imitaron 20 años después. En 1832 Cavali inventó la primera pieza de retrocarga, que fue adoptada por el ejército sueco en 1843. Estaba construida con hierro colado y acero, con un ánima surcada por una profunda incisión helicoidal y la culata cerrada por una cuña apoyada en un anillo de cobre que impedía la salida de gases. El proyectil era cilíndrico y de punta cónica y tenía dos aletas que encajaban en el rayado del ánima.

Durante la guerra, el ejército tuvo que surtirse de armamento y uniformes ingleses, ante la imposibilidad de conseguirlo en territorio nacional en las cantidades requeridas.

La fábrica de Ripoll fue nuevamente saqueada en tres ocasiones durante la Guerra de Independencia, obligando a sus artesanos a refugiarse en Berga. El destrozo de sus instalaciones marcó el comienzo de su definitiva decadencia, que culminaría en 1839 cuando toda la ciudad fue arrasada durante la guerra carlista.

Fernando VII

Muchas de las armas que trajeron a España ingleses y franceses permanecieron en activo durante los años posteriores al conflicto, sin perjuicio de que fuesen además imitadas por las reales fábricas.

Según el Reglamento para ejercicios y maniobras de la caballería de 1815 las armas ofensivas son la espada o sable, la carabina, las pistolas y la lanza; las defensivas son la coraza y el casco. Las características de estas armas son las siguientes:

 

ARMA CUERPO MODELO LLAVE LONGITUD (MM) CALIBRE (MM)
Pistola RRGGCC 1815 Española 350 18
Pistola Caballería 1815 Francesa 382 18
Pistola Carabineros 1812 Francesa 373 18
Carabina RRGGCC 1812 Española 1.100 17
Fusil Dragones 1815 Francesa 1.305 18
Bayoneta Dragones 1815   420 21

 

A diferencia de lo que ocurría en el siglo XVIII, los dragones llevan unos fusiles diferentes de la infantería, más cortos y livianos para facilitar su manejo y no recargar al caballo. Las lanzas son de tres varas de alto, incluyendo el regatón y la moharra.

La coraza se compone de dos piezas de hierro colado, que se llaman peto y espaldar, las cuales se suspenden por dos correas anchas cubiertas de escamas de metal que se llaman hombreras. Por la cintura se sujeta la coraza con una correa que tiene la hebilla correspondiente. Las corazas francesas con las que se dotó a un escuadrón del Numancia en 1810 pesaban de 15 a 16 libras, frente a las 22 de las fabricadas posteriormente en España. Unas y otras eran capaces de detener balas de fusil hasta una distancia de 179 varas y de pistola hasta 43. A partir de 1826 las corazas eran capaces de detener balas disparadas desde 40 metros, distancia a la que se consideraba ya impelida a fondo la carga.

El casco es de hierro colado para los coraceros, con una cimera de metal dorado y una cola de caballo que cae hacia la espalda. Para el resto de la caballería de línea es de suela con una cimera de piel de oso. Ambos tienen carrilleras de metal dorado.

Durante este reinado, las fábricas de armas más importantes están en Plasencia y Oviedo. Ripoll intentó recuperarse de los destrozos sufridos durante la Guerra de Independencia y de la huida de sus artesanos a Berga. En 1839 los carlistas arrasaron la ciudad y acabaron definitivamente con la magnífica producción de armas de esta población gerundense.

El 24 de diciembre de 1820 el gobierno constitucional publicó una R.O. por la que se comunicaba a los intendentes y diputaciones provinciales de Vascongadas y Navarra la necesidad de fomentar las fábricas de armas para proveer a la Milicia Nacional., para lo que se consignan 3 millones de reales además de otras medidas.

Por una R.O. de 10 de mayo de 1826 se autoriza a los cuerpos del ejército y a las milicias provinciales a contratar armamento a particulares. Sin embargo el 15 de septiembre de ese año se revocó tal decisión, aludiendo al grave daño que se había infringido a las fábricas reales y el descenso de la calidad.

Isabel II

El primer país que adoptó un arma de retrocarga fue Austria en 1841. El fusil elegido había sido inventado por von Dreyse tres años antes y disponía de un cerrojo corredizo y giratorio. Disparaba un cartucho especial que llevaba una cápsula de fulminato en la base del proyectil. La aguja percutora de acero, golpeada por el martillo, atravesaba la vaina de papel e incidía sobre el estopín, provocando el incendio de la pólvora negra. La importante pérdida de gas que se perdía por la recámara fue solventada con la aparición de la vaina metálica. Al año siguiente Suecia adoptó el fusil Bergton, de mecanismo similar y en 1852 se desarrollaba en –Francia la carabina de retrocarga de Treville Beaulieu. El fuego de estas armas seguía siendo, no obstante, lento. Había que abrir la recámara, montar el percutor, introducir el cartucho y cerrar la recámara antes de hacer fuego, con puntería casi imposible, pero significaron un paso decisivo hacia delante.

En 1844 se descubrió la pólvora sin humo, mediante la gelatinización del algodón pólvora con una mezcla de acetona, éter y alcohol. Pensada en un principio para evitar las nubes delatadoras de la pólvora negra, pronto reveló su eficacia, pues permitía reducir las dimensiones del cartucho pese al aumento de potencia.

Un paso decisivo hacia el fusil moderno se dio con la invención del disparo completo, que incluía el proyectil, la carga de proyección y el cebo, más una vaina de cobre que al dilatarse durante el disparo, obturaba la recámara impidiendo la fuga de gases. Con su empleo no solo aumentó alcance hasta los 2.000 m. sino que se podía agrupar todos los disparos en un cuadrado de 12 cm de lado a una distancia de 100 m.

La llave de percusión se siguió perfeccionando y Huiler adoptó en las vainas metálicas el sistema inventado por Lefaucheux en 1836 para cartuchos de caza, consistente en una varilla perpendicular a la base del proyectil (sujeta a él por medio de una pequeña carga de fulminato), sobre la que incidía el martillo. En 1845 Flobert ideó el sistema de percusión anular, colocando el fulminato sobre uno o dos puntos de la corona de la vaina y haciendo incidir directamente sobre ellos el martillo. Finalmente se llegó al sistema de percusión central, haciendo incidir la aguja percutora sobre una cápsula de fulminato emplazada en el centro de la base de la vaina.

Aunque en la Guerra de Secesión americana se emplearon la carabina Spencer de 7 tiros y el fusil Henry de 12, el preferido por su precisión era el Sharp, de uno solo tiro. En este conflicto se empleó también por primera vez la artillería pesada, transportada por ferrocarril. El soldado tuvo que aprender rápidamente a cavar trincheras para protegerse.

A partir de 1839 se comienza a trabajar formalmente para dotar al armamento militar de las nuevas llaves de percusión, que habían de sustituir a las antiguas de chispa. Los primeros modelos se adoptan en 1846, aunque desde 1839 la caballería experimentaba con una tercerola. Pese a todo, aún se fabricarían algunos modelos de chispa, como las pistolas de los modelos 1839 y 1843.

En 1851 se adopta la espada de ceñir para jefes y oficiales de caballería, que se mantendría en vigor hasta 1931. Su uso estaba restringido para actos fuera de formación. Tenía hoja recta con lomos cuadrados en el primer tercio y filos corridos en los restantes; guarnición de alpaca, puño de madera y alambrado entre virolas doradas; pomo con dos caras de guerreros y dos cabezas de león, cruz de gavilanes rectos con caras de guerreros en los extremos, adornos vegetales en los cuatro laterales y un trofeo de guerra rectangular en el centro de cada lado.

En 1855 se dispuso que todos los oficiales de los batallones de cazadores destinados en Cuba utilizasen el revólver Colt. Por extensión todos los oficiales de servicio en la isla comenzaron a utilizarlo. Simultáneamente en la Península se dio una orden similar, pero sin especificar el modelo, salvo que había de ser de cinco tiros y adquirido en las fábricas más acreditadas del extranjero. Se optó por el modelo Beaumont Adams, producido en Bélgica con licencia de la empresa inglesa Deane.

En 1858 fue sustituido por el Lefaucheux, copiado en Trubia y en Guipúzcoa por Orbea. En 1863 se fabricó en Oviedo un revólver algo distinto, pues en lugar de culata redondeada la tenía en forma de pata de cabra. Con ello se pretendía abaratar su coste para poder dotar con él a la tropa, que ya comenzaba a precisar un arma corta. Entre 1863 y 1874 se fabricaron unas 9.000 unidades.

Por una R.O. de 6 de mayo de 1858 conocemos la vida de las armas de fuego de esta época:

 

ARMA VIDA
Fusil liso y pavonado de infantería, modelo 1854 24
Carabina raya de infantería, modelo 1854 18
Mosquetón rayado de artillería, modelo 1857 40
Tercerola rayada de caballería, modelo 1857 25
Pistola revólver 15
Pistola lisa 40

 

Por R.O. de 16 de noviembre de 1860 se adopta en España un sable que sería denominado prusiano. El modelo de oficiales tenía hoja ligeramente curva, lomo cuadrado hasta la pala al interior y filo corrido a la punta al exterior, vacíos de media caña muy anchos y poco profundos en ambas caras y en la pala dos filos a dos mesas. La guarnición es de hierro con cazoleta completa, virola y monterilla corrida con el pomo redondo y dos orejetas hacia la mitad con un pasador que atravesaba la espiga y el puño, que iba forrado de cuero y alambre. En la vaina dos abrazaderas cada una con una anilla. Su tamaño es menor, el acabado más fino, está niquelado y el forro del puño es de piel de lija. Los de tropa son algo mayores.

A continuación podemos comparar las características técnicas de los modelos reglamentarios de armas de fuego en las unidades de caballería durante el reinado de Isabel II:

 

ARMA MODELO MODELO MODELO
Tercerola 1839 1856  
Sistema Pistón Pistón  
Ánima Lisa Rayada  
Longitud total 985 mm 941 mm  
Longitud cañón 630 mm 575 mm  
Calibre 19 mm 14,8 mm  
Llave Mod. 1828 Mod. 1854  
Pistola 1839 1852 1859
Sistema Chispa Pistón Pistón
Ánima Lisa Lisa Rayada
Longitud total 347 mm 345 mm 345 mm
Longitud cañón 194 mm 194 mm 169 mm
Calibre 19 mm 18,32 mm 14,4 mm
Llave Mod. 1828 Mod. 1846 Mod. 1857
Revólver Adams 1857 Lefaucheux 1858 Oviedo 1863
Sistema Doble acción Simple acción Simple acción
Ánima Rayada Rayada Rayada
Longitud total 280 mm 288 mm 277 mm
Longitud cañón 156 mm 154 mm 154 mm
Calibre 10,5 mm 11 mm 11 mm
Cartuchos 5 6 6

 

 En 1834, el desbordamiento de río Deva se llevó por delante muchas fraguas y edificios artesanos que estaban instalados cerca de su cauce, con lo que desaparecieron talleres y herramientas. En la primavera del año siguiente, durante la Primera Guerra Carlista, Zumalacárregui ocupó las instalaciones y, lógicamente, las aprovechó para surtirse de armas. Finalmente, en 1865 las fábricas y enseres pasaron al Ayuntamiento de Plasencia, dando fin al gremio de armeros.

Tras la ocupación carlista de Plasencia en 1835 y el pase al Ayuntamiento de todas las herramientas y edificios en 1865, desapareció definitivamente el sistema gremial en Guipúzcoa, con lo que las dos fábricas importantes que quedaron fueron las de Oviedo y Trubia. Por su parte, la fabricación de armas blancas en Toledo se mantuvo constante durante todo los siglos XIX y XX.

Alfonso XII

Los prusianos emplean en 1870 los cañones de acero y retrocarga de la casa Krupp contra Francia. A finales de siglo, la artillería cuenta ya con sistemas de amortiguación de retroceso y recuperación automática, capaces de disparar grandes proyectiles a larga distancia. La artillería se convierte así en la reina de las batallas.

A ello contribuye sin duda un  nuevo invento que obliga a la caballería a dejar de cargar, la ametralladora que, combinada con la alambrada, acaba con las guerras ofensivas hasta el desarrollo del carro de combate. Las primeras ametralladoras son las Gatling, inventadas en 1861 y empleadas en la Guerra de Secesión. Los franceses utilizan la De Reffye durante la Guerra Franco Prusiana, pero con escasa efectividad. En 1884 Hiram Maxim inventa la primera arma automática moderna. Con una cadencia de 300 disparos por minuto, aprovecha la fuerza de retroceso para realizar el automatismo. Es el antecedente directo de la Browning, que se empieza a fabricar en 1895. La Hotchkis por su parte emplea los gases de la combustión para conseguir el automatismo.

Por R.O.C. de 24 de febrero de 1871 se declaró reglamentario el sistema Remington, que consistía, en síntesis, en que el cierre de la recámara y la percusión del cartucho se hacían por medio de dos bloques giratorios. Introducido manualmente el cartucho en la recámara el bloque más adelantado que llevaba la aguja percutora y arrastraba la varilla expulsora, la cerraba. El bloque posterior, del que formaba parte el martillo percutor, al ser liberado por la cola del disparador, golpeaba en la parte posterior de la aguja y producía el disparo. Para abrir la recámara se giraba el bloque posterior, que así quedaba montado para un nuevo disparo. Al mover el anterior la varilla extraía y expulsaba la vaina. Estas operaciones consumían un cierto tiempo, pero, en todo caso, inferior al de un arma de avancarga y, por supuesto, sin necesidad de soltar el arma de la mano izquierda. Este sistema estuvo en servicio hasta 1885.

La proporción de armas de fuego en las unidades de caballería, que en 1844 apenas llegaba al 33%, alcanza en 1875 el 60 %. Por R.O. de 11 de julio de 1883 los regimientos de lanceros cuentan con 280 lanzas y 120 tercerolas, con lo que la proporción de armas de fuego en toda la caballería aumenta hasta el 73%.

La lanza reglamentaria al comienzo del reinado de Alfonso XII es la aprobada por R.O. de 15 de agosto de 1861, que viene a sustituir, a su vez, al modelo de 1842. En 1874 es ligeramente modificada para que el asta llegue a tener una longitud de 2.780 mm, si bien se contempla la posibilidad de combinar hierros de 1842 con astas de 1874. La banderola tiene 770 mm de largo por 230 mm de alto, con unas farpas de 440 mm. Ostenta ya los colores nacionales pero distribuyendo la altura en tercios iguales.

El Escuadrón de Escolta Real cuenta desde su formación con una espada particular en dos versiones, oficiales y tropa. Su hoja es recta, con 2 filos y 3 mesas desde la bigotera a la punta, y en la cara derecha lleva el escudo de España de tal forma tal que cuando está desenvainada la corona queda hacia arriba. El guardamano tienea aro y 3 gavilanes en forma de cintas paralelas, monterilla corrida de cabeza ovalada y virola, todo de hierro niquelado. A la mitad del aro lleva superpuesto con 2 clavillos, el escudo de las cifras reales AXII coronadas. La vaina tiene 2 abrazaderas y dos anillas.

El 13 de marzo de 1878 se declara reglamentario un nuevo tipo de sable para oficial de caballería.

Por R.O. de 8 de noviembre de 1880 se declara reglamentario para la tropa de caballería el nuevo sable modelo 1880, que es una variación del modelo prusiano de 1860. Tiene el lomo redondo, contrafilo corto sin vaceos. Es más pequeño, más ligero y a la vez más resistente. No se varía su centro de gravedad y las pequeñas diferencias con el anterior estriban en la empuñadura de acero, en vez de hierro, el contrafilo recto y la carencia de vaceos. Dadas las grandes existencias del modelo anterior en las unidades y en los parques, se dispone que, hasta que no se fuesen agotando, no se faciliten armas del nuevo modelo.

La R.O. de 21 de abril de 1882 declara reglamentaria una nueva lanza de 280 cm, con moharra y regatón copiados de los empleados por los ingleses en la India, pero añadiéndole un tope a 19 cm de la punta. El asta es normalmente de majagua, pero se emplean también las de bambú y otras maderas.

Dos años después se decide que las astas deben ser de majagua, avellano, castaño y fresno por partes iguales y se suspende el estudio de las de bambú hasta que el capitán general de Filipinas pudiese informar sobre las posibilidades de disponer de varales de 270 cm de largo con diámetros de 39 mm en su parte inferior, 30 en la media y 23 en la superior. De inmediato se encargan 520 lanzas con un presupuesto total de 13.000 pesetas de entonces (unos 12.480 €) y se comienzan a armar a los regimientos de la Reina y Farnesio.

El 16 de noviembre de 1885 se adopta oficialmente para toda la caballería la tercerola Winchester modelo 1876, usada por el Escuadrón de Escolta Real desde su fundación en 1875. La capacidad del depósito es de 9 cartuchos más otro en la recámara, pudiendo recargarse mientras está amartillada. En 1891 la fábrica de armas de Oviedo fabrica un nuevo modelo de este sistema, en el que hace desaparecer la parte delantera de la caña.

En 1888 se ordenó devolver a los parques las lanzas modelos 1884 y al año siguiente se fabricaron otros modelos más cortos y de hierros diferentes.

En la siguiente tabla podemos comparar los datos técnicos de las armas de fuego en servicio durante el reinado de Alfonso XII:

 

MODELO REMINGTON 1871 WINCHESTER 1873
Longitud total 963 mm 985 mm
Longitud cañón 588 mm 510 mm
Calibre 11 mm 10,75 mm
Peso 3.280 gr 3.460 gr

 

En esta las características de las diferentes armas blancas reglamentarias durante el sexenio revolucionario y el reinado de Alfonso XII:

 

MODELO LN. HOJA (MM) LN. TOTAL (MM) PS. ARMA (GR) PS. TOTAL (GR) PRECIO (PTAS.) VALOR ACTUAL (€)
Sable 1860 oficial 835 975 780 1.285 26 63
Sable 1860 tropa 860 1.005 1.190 2.050 21 54
Sable 1878 oficial 840 980 789 1.310 21 54
Sable 1880 tropa 862 1.104 912 1.686 45 120
Espada 1851 ceñir 780 920 780 910    
Espada 1875 oficial 875 1.30 875 1.450    
Espada 1875 tropa 945 1.110 935 1.675    

 

Y finalmente tenemos las lanzas reglamentarias durante este periodo:

 

MOHARRA 1842 1861
Longitud total (mm) 2.780 2.780
Longitud de la cuchilla (mm) 185 170
Longitud regatón (mm) 122 165
Diámetro en la cuchilla (mm) 26 26
Diámetro en el centro (mm) 32 32
Diámetro en el regatón (mm) 26 26
Precio sin asta (reales/ptas.) 24 12
Valor actual (€) 18 36

 

Regencia de María Cristina

Los sistemas rayados de retrocarga demuestran pronto que una tropa con fusiles de avancarga no puede responderles eficazmente, Ello supone una auténtica revolución técnica en el campo del armamento portátil individual. Las primeras armas de retrocarga que se adoptan por nuestro Ejército son el fusil de infantería, la tercerola de caballería y el mosquetón de ingenieros, todos ellos con sistema Remington modelo 1871 y 1874, de 11 mm de calibre y en los que la carga era manual, cartucho a cartucho, pues en asta época aún no hay ninguna corriente táctica que se oriente hacia el aumento del volumen de fuego.

Terminada la Tercera Guerra Carlista, se hace patente que las armas de un solo tiro no son ya suficientes para imponerse a un enemigo atrincherado que utilice fusiles de repetición y se hace necesaria la redefinición de las características de los fusiles de nueva generación. No obstante, los problemas de Cuba privan al Ejército de los medios económicos para modernizar su armamento básico.

La aparición de las armas de repetición permite reducir las operaciones a dar un cuarto de vuelta a una palanca, la posibilidad de manejarlas con una sola mano y la multiplicación de la potencia de fuego. Ello se debe al concurso de la retrocarga, el cartucho metálico y a la reducción del calibre, que permite disminuir el peso y volumen y mejora las cualidades balísticas en cuanto al alcance y la precisión. El primer fusil de repetición es el Winchester, que es adoptado por todos los Ejércitos hasta que hacia 1898 es sustituido por el Máuser, que con su almacén de vaivén es el antecesor de todas las armas del siglo XX. Su sistema de funcionamiento, ciertamente complejo, puede resumirse diciendo que al girar hacia abajo una palanca que también sirve de guardamonte, se hace retroceder el bloque de cierre en el que va integrado el percutor. Este movimiento monta el martillo y eleva la teja que presenta un cartucho ante la recámara. Al deshacer el movimiento de la palanca, desciende la teja y avanza el cierre que empuja el cartucho a la recámara, mientras que el muelle del sistema de alimentación ha desplazado a otro cartucho hasta la teja. La cola del disparador, al ser apretada, zafa el martillo que golpea el percutor y produce el disparo.

La relativa calidad, potencia y fiabilidad del fuego trae consigo una importantísima consecuencia en las otras formas de la acción: el combate se plantea casi exclusivamente a distancia, lo que incrementa el movimiento y reduce el choque a una acción secundaria. A un segundo nivel disminuye la importancia de la lanza como arma resolutiva y condena al ostracismo a las pistolas de pistón que llevan los lanceros en el arzón de sus sillas como último recurso.

En 1893 aparece un nuevo modelo de fusil de la marca Máuser. Su sistema de repetición es por la traslación longitudinal del cerrojo, que se asegura por medio de un cuarto de vuelta del mango. Tiene capacidad para 5 disparos más otro en la recámara. Dos años después se fabrica una carabina con el mismo sistema de cierre. Las únicas diferencias, aparte de su menor tamaño residen en un cerrojo de mango curvo y una anilla para engarzarla a la bandolera, situada debajo de la garganta de la culata.

Referencias