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Con cuarenta años, el teniente coronel D. Manuel Fernández Huertas del Regimiento Montesa me introdujo en el apasionante mundo de la historia militar, al prestarme ''Los regimientos de caballería en la guerra de Sucesión''. Desde entonces su autor, D. Juan Luis Sánchez Martín, guía pacientemente mis investigaciones sobre los siglos más brillantes de nuestro Ejército, pero más oscuros de nuestra historiografía.
 
Con cuarenta años, el teniente coronel D. Manuel Fernández Huertas del Regimiento Montesa me introdujo en el apasionante mundo de la historia militar, al prestarme ''Los regimientos de caballería en la guerra de Sucesión''. Desde entonces su autor, D. Juan Luis Sánchez Martín, guía pacientemente mis investigaciones sobre los siglos más brillantes de nuestro Ejército, pero más oscuros de nuestra historiografía.
  
Con cincuenta años, y tras mi paso por la Brigada Acorazada y la Legión, tuve la fortuna de conocer en el MADOC al teniente D. Alejandro Ruiz Carrasco, un genio informático que me enseñó a transformar mi aburrido proyecto de tesis doctoral que, probablemente, nunca vea la luz, en esta enciclopedia multimedia e interactiva de la caballería española: la Caballipedia.
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Con cincuenta años, y tras mi paso por la Brigada Acorazada y la Legión, tuve la fortuna de conocer en el MADOC al teniente D. Alejandro Ruiz Carrasco, un genio informático que me enseñó a transformar mi aburrido proyecto de tesis doctoral (que, probablemente, nunca vea la luz) en esta enciclopedia multimedia e interactiva de la caballería española: la Caballipedia.
  
 
A todas estas personas que acabo de mencionar quiero expresarles públicamente mi más sincero agradecimiento, pues sin ellas nunca habría consumado este sueño. Pero a lo largo de este proceso hay otras dos personas que han sufrido en silencio esas horas que el Ejército, la Historia o la Informática les han robado:<br /><br />
 
A todas estas personas que acabo de mencionar quiero expresarles públicamente mi más sincero agradecimiento, pues sin ellas nunca habría consumado este sueño. Pero a lo largo de este proceso hay otras dos personas que han sufrido en silencio esas horas que el Ejército, la Historia o la Informática les han robado:<br /><br />

Revisión del 10:20 21 ene 2017

Con diez años ya era un consumado lector gracias a mi abuelo Cándido, quien cada semana me regalaba un tebeo con puntualidad británica porque estaba convencido de que cuando me hiciera mayor leería libros con la misma avidez. No se equivocó.

Con veinte años mis padres me empujaron a ingresar en la Academia de Caballería, lo que me permitió emular al mayor Vickers en La carga de la Brigada Ligera desde mi caballo "Indio", y al general Patton en Cambrai desde mi carro "Cerveró", el 126º del Regimiento Lusitania.

Con treinta años y en un Regimiento Sagunto a punto de disolverse, mi mujer Mª. Ángeles me sugirió aprovechar mi tiempo libre matriculándome en la UNED donde, cinco años más tarde y ya destinado en la Unidad de Inteligencia de Melilla, me licencié cum laude en Geografía e Historia. No podía hacer menos para no defraudarla.

Con cuarenta años, el teniente coronel D. Manuel Fernández Huertas del Regimiento Montesa me introdujo en el apasionante mundo de la historia militar, al prestarme Los regimientos de caballería en la guerra de Sucesión. Desde entonces su autor, D. Juan Luis Sánchez Martín, guía pacientemente mis investigaciones sobre los siglos más brillantes de nuestro Ejército, pero más oscuros de nuestra historiografía.

Con cincuenta años, y tras mi paso por la Brigada Acorazada y la Legión, tuve la fortuna de conocer en el MADOC al teniente D. Alejandro Ruiz Carrasco, un genio informático que me enseñó a transformar mi aburrido proyecto de tesis doctoral (que, probablemente, nunca vea la luz) en esta enciclopedia multimedia e interactiva de la caballería española: la Caballipedia.

A todas estas personas que acabo de mencionar quiero expresarles públicamente mi más sincero agradecimiento, pues sin ellas nunca habría consumado este sueño. Pero a lo largo de este proceso hay otras dos personas que han sufrido en silencio esas horas que el Ejército, la Historia o la Informática les han robado:

A mis hijas Saray y Patricia,
por su apoyo, comprensión y, sobre todo,
por su paciencia.


Málaga, 20 de enero de 2017
Fernando Mogaburo López
Suboficial Mayor de Caballería