Tercera campaña de Picardía

De Caballipedia
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1557

Felipe II convence a su esposa María para que Inglaterra declare la guerra a Francia, abriendo así un segundo frente. Unas semanas después, la armada inglesa hostiga a la francesa de las costas de Normandía y Bretaña, facilitando así el desembarco en Calais del conde de Pembroke con 12.000 infantes y 2.000 caballos. Desde Londres envía sus instrucciones a los duques de Parma y Florencia y a Sande que proteja Parma con las de Siena. Después ordena al ejército concentrarse en Saint Omer (Artois) y nombra a su plana mayor:

  • Manuel Filiberto de Saboya: capitán general;
  • Conde de Egmont: general de la caballería;
  • Conde de Aremberg: maestre de campo general.
  • Mos. de Glajon: general de la artillería;
  • Mos. de la Cresionera: teniente del anterior;
  • Mos. de Berlaymont: comisario general;
  • Octavio Curciano: comisario general de la caballería ligera;
  • Lope de Acuña: teniente del anterior.

Componen el ejército 45.000 infantes, 13.000 caballos y 8.000 gastadores, destacando:

  • Duque de Brunswick: 2.000 reiters de la banda negra;
  • Conde de Horn: 1.000 lanzas de Cleves;
  • Conde de Velinzon: 1.000 lanzas;
  • Noircarmes y Berlaymont: 3.000 bandas de ordenanza flamencas;
  • Conde de Meghen: 3.000 infantes valones;
  • Tercio español de Navarrete (Sicilia II);
  • Tercio español de Cáceres (Hungría);
  • Lázaro Zuendo: alemanes.

El 3 de julio Felipe se reúne en Cambrai con su ejército. Inmediatamente, el duque de Saboya parte hacia Champaña, dando a entender que su intención es atacar a Nevers para arrebatarle Luxemburgo. Sin embargo, Saboya gira rápidamente hacia Picardía y amaga con sitiar Guisa, obligando a los franceses a concentrar allí parte de sus fuerzas. En un movimiento sorprendente, el 3 de agosto llega a San Quintín, plaza fuerte en la ribera del Somme que guarnece el camino hacia París desde Flandes. Allí divide el campo en tres núcleos:

  • Derecha: Cáceres y Zuendo;
  • Izquierda: Navarrete y Meghen;
  • Centro: el capitán Julián Romero con 3 compañías de Navarrete, los borgoñones y los ingleses.
  • Trincheras: a cargo de Bernardino de Mendoza.

Sorprendido porque el ataque se produzca en Picardía y no en Champaña, el rey de Francia envía apresuradamente al condestable Montmorency a San Quintín con 20.000 infantes y 6.000 caballos, incluyendo una coronelía escocesa, 9.000 alemanes y 1.000 herreruelos del Rhingrave. Le acompañan el duque de Nevers, el príncipe de Condé, el almirante Coligny, el mariscal de Saint André el barón de Corton y el señor de Maine.

El hermano de Coligny, Andelot, realiza una marcha rápida para intentar entrar en la ciudad lo antes posible, para intentar borrar sus errores en Parma. Le acompañan 10 banderas de infantería, el mariscal con 400 hombres de armas y el príncipe Condé con otros tantos jinetes. Les sale al paso el tercio de Navarrete, que les mata 400 infantes y les apresa 4 banderas. Se destacan en esta acción los capitanes Diego de Valenzuela, Julián Romero, Diego Pérez de Arnalte, Antonio de Quiñones y Nofre Sandin. Desgraciadamente, los herreruelos no acudieron a tiempo y el malherido Andelot pudo entrar en la plaza con algunos supervivientes.

El 8 de agosto el condestable efectúa un reconocimiento y decide socorrer la plaza cruzando el río por un puente, aprovechando que un espía informa que la mayor parte de la caballería iba a regresar a Cambrai con el regimiento de Lord Pembroke para escoltar a Felipe II, que pretendía dirigir la campaña en persona. A las 9 de la mañana del 10 de agosto, día de San Lorenzo llega con todo su ejército junto a San Quintín y se dispone a cruzar el río, pero lo estorban 400 arcabuceros de Navarrete. Egmont envía 7.000 caballos borgoñones, alemanes y españoles a atacarles por la retaguardia, entre los que cabalgan Horn, Brunswick, Noircarmes y García Manrique. Tras un primer choque, la caballería francesa emprende la retirada para intentar guarnecerse tras su infantería, pero esta ya ha sido violentamente acometida por la española, que ha conseguido cruzar el río a toda velocidad. Cuatro horas después, la batalla ya está decidida.

Los franceses han perdido 6.000 hombres por apenas 80 españoles. Entre los prisioneros se encuentran 4 príncipes de sangre, 2.000 nobles, 1.200 gendarmes, 4.000 infantes, todos los capitanes y la mayor parte de los oficiales, incluyendo al condestable, los duques de Montpensier, Enghien y Longueville, el mariscal Saint André, el vizconde de Turena, los condes de Villars y Hernani, los señores de Maine y Montmoranci, Luis de Borbón y el Rhingrave. Se capturan 52 banderas de infantería, 18 estandartes de gendarmes, 20 cornetas de jinetes, toda la artillería y 300 carros de munición. Los mercenarios alemanes son apresados tras jurar que no volverían a servir a Francia durante seis meses.

Enterado el rey, escribe al emperador disculpándose por no haber estado presente. Pero, en lugar de atacar inmediatamente París, ordena a Saboya que continúe cercando San Quintín hasta su rendición, lo que concede tiempo a Nevers para reagrupar a los supervivientes y repartirlos entre todas las fortalezas que custodian el camino a la capital. Enrique ordena sacar las guarniciones de Metz, Toul y Verdún y reunirlas en Laon con otros 4.000 suizos que ya estaban preparados para reforzar a Guisa en Nápoles. Este emprende la retirada a marchas forzadas hacia Francia.

San Quintín resiste hasta el 20 de agosto, cuando los españoles encabezan el asalto final. Muchos nobles y capitanes famosos participan en el evento, para señalarse en presencia de su rey, que asiste al espectáculo desde su tienda. Allí se encuentran Manrique de Lara, Juan de Zúñiga, Álvaro de Sande, Juan de Acuña, Francés de Álava, Íñigo Mendoza y Luis Quijada, entre otros. Entre los primeros que entran en la plaza y encuentran allí su muerte, se encuentra el capitán Luis Cabrera de Córdoba, a quien sucede su hijo y alférez Juan[1]. Ambos servían en el tercio de Cáceres. El de Navarrete entra por otra parte de la muralla, no así las compañías de Romero, al estar su sector mejor defendido por el señor de san Remy, que solo se rindió al ser acometido por las espaldas.

Los soldados se dan presto al saqueo, aunque los capitanes Pedro Padilla y Juan de Mendoza intentan moderarlo. El propio monarca hubo de entrar en la ciudad para poner a salvo los lugares sagrados, las mujeres y los niños. Allí le llegan noticiasde que el Consejo de Estado le envía a Pedro Meléndez en una flota con 800.000 escudos y 2.500 bisoños a cargo de Diego de Acebedo. Otros 1.500 se embarcan en una segunda flota que transporta 650.000 escudos.

Cumplido el tiempo de servicio pactado, Felipe licencia a alemanes e ingleses. Estos se encaminan a Calais, saqueando algunas plazas por el camino. Con el resto, el rey toma fácilmente Ham el 12 de septiembre, falleciendo allí el príncipe de AScoli. La caballería recorre la campiña, capturando ganado, saqueando aldeas y presidiando Noyon y Chauny. Los franceses fortifican Soissons y Compiègne, mientras Enrique consigue reunir 40.000 hombres para la defensa de París. Pero llegado el mes de octubre y comenzada la temporada de lluvias, Felipe decide replegarse a Bruselas, sin amortizar el inmenso gasto que había hecho en tan cuantioso ejército.

El 15 de noviembre fallece Ferrante Gonzaga, debido a las heridas sufridas en la batalla. Muere también Bernardino de Mendoza, ambos con gran pesar del rey.

Cuando Guisa llega a Picardía, Enrique le nombra capitán general y a Nevers general de la caballería. Se hace una nueva leva y se alista al resto de la nobleza que no había sido apresada. Unos apuestan por recuperar San Quintín y Ham, otros por invadir Flandes. Pedro Strozzi propone tomar Calais, aprovechando que los ingleses no son duchos en la guerra de sitio y que se hallaban divididos por el cisma religioso. El rey apuesta por esta opción, pero envía a Nevers contra Luxemburgo con 10.000 infantes y 1.500 caballos a modo de distracción, mientras Guisa avanza hacia Calais con 30.000 y 6.000 respectivamente.

El capitán Salinas, que custodiaba la frontera flamenca, se percata de este movimiento y advierte a lord Dumfort, gobernador de Calais, ofreciéndole su compañía y la de Mondragón, alojado en las proximidades. El inglés la rechaza pues considera inexpugnable su plaza. Guisa envía un tercio de su ejército por la costa desde Bologne con la orden de tomar el castillo de Risban que señorea el puerto de Calais, a fin de evitar socorros navales. Otro tercio se infiltró entre la villa y el mar, detrás de las esclusas para impedir el socorro desde Flandes. El resto, al mando de Aumâle, lo hizo frente a las puertas de la ciudad que daban al camino de Guines.

1558

Cuando comienza el bombardeo el 4 de enero, los defensores de la vecina Gravelinas avisan a Felipe, quien envía al conde de Egmont con las tropas acuarteladas en la frontera. Dos días después comienzan los asaltos por los tres sectores simultáneamente. La artillería de la fortaleza causa muchas bajas, así como la mosquetería en el sector de Strozzi. Esa noche, Guisa ordena que los caballeros desmonten y crucen los vados a la cabeza de la infantería, para protegerla con sus armaduras. Los ingleses se retiran al castillo, cuyos cañones causan gran mortandad entre los asaltantes, pero no impide el asalto. Viendo la plaza perdida, el gobernador decide rendirse el 8 de enero. Guisa entrega la ciudad al saco, obteniéndose un gran botín de los mercaderes allí alojados. Queda allí Termes como nuevo gobernador.

Enrique ordena celebrar grandes fiestas para conmemorar la recuperación de la plaza, 211 años después de su pérdida. Solo entonces comprende María que los consejeros que habían desoído las recomendaciones de Felipe y del duque de Feria de introducir tropas españolas, habían conspirado con los franceses y, probablemente, con su hermanastra Isabel. El 20 de enero Guisa arrebata también la plaza de Guines a Lord Grey, pese a estar defendida por 80 españoles de Mondragón, que fueron muertos o apresados.

Guisa se traslada a Lorena con 12.000 infantes y 4.000 caballos. Refuerza la guarnición de Metz y sitia Thionville, defendida por 1.000 valones y los 400 españoles del capitán Juan Gaitán. Aunque la primera batería derriba una parte de la muralla, los sitiados consiguen rechazar el primer asalto, en el que muere Strozzi. En el segundo, solo sobreviven 500 valones y 60 españoles. Desde allí envía 2.000 caballos a Luxemburgo, pero son interceptados por los condes de Horn y Mansfeld.

A finales de junio Enrique ordena a Guisa sitiar Cambrai para distraer la atención española de una segunda columna que, al mando de Termes intenta entrar en Flandes con 12.000 infantes y 2.000 caballos. Toma primero Dunkerque y Nieuwpoort, en las que hay poca guarnición, saqueando e incendiando cuanto encuentran a su paso. Felipe ordena al conde de Egmont, gobernador de Flandes, que salga a su encuentro. Este reúne a toda la caballería de la provincia, siendo teniente general de la española Enrique Enríquez y de la flamenca el marqués de Renti. Cuenta, además, con los 1.000 españoles que guarnecen Gravelinas al mando de Luis de Carvajal y el regimiento alemán de Lázaro Zuendo. Reuniendo todas las compañías dispersas por los presidios consigue formar un segundo regimiento. Como auxiliares cuenta con un número indeterminado de villanos valones y frisones que han perdido sus tierras a manos francesas.

Enfermo de gota y falto de vituallas, Termes decide replegarse por la costa, encomendando el mando del ejército a Villabron y Sernapont. Egmont envía 3.000 caballos a cortarle el paso a la altura de Gravelinas. Al llevar el mar a la izquierda, el bagaje a la derecha y el río Aa a sus espaldas, Termes no puede rehuir el combate, que se da el 13 de julio. Egmont emplaza a su derecha dos escuadrones de jinetes valones al mando del conde de Pontebaus; a la izquierda otros dos españoles y en el centro las bandas de ordenanza de Flandes y los herreruelos alemanes, dejando 300 como reserva. La infantería alemana está al mando de Zuendo y de Hernan Munich, la borgoñona de Benincourt y la española de Carvajal.

Una de las primeras descargas francesas desordena a la caballería borgoñona y mata al caballo de Egmont, pero este se levanta indemne, toma otro y continúa el combate imperturbable. Los franceses creen que aquella se retira y comienzan a perseguirla pasando por delante de su artillería, pero rápidamente se revuelve y carga contra las filas francesas, ahora desorganizadas. Simultáneamente las naves de Guipúzcoa que se encontraban en el canal comienzan a disparar sobre los mercenarios alemanes, sembrando aún más confusión. Esto lo aprovechan los arcabuceros españoles para dar el golpe de gracia, apostándose tras los carros de bagaje. Las mujeres flamencas dan buena cuenta de los escasos despojos de este ejército, en represalia por las atrocidades cometidas.

Por parte francesa mueren Villabon, gobernador de Bologne, muchos capitanes y 2.000 soldados, siendo apresados 3.000 entre los cuales se encuentran Termes, Monvillers y Sernapont. Los españoles pierden 400 hombres, pero ganan toda la artillería, banderas y bagajes, además de recuperar el cuantioso botín que los franceses habían hecho durante su incursión.

El ejército de Guisa abandona Champaña y parte a marchas forzadas hacia Calais para evitar que los españoles la recuperen, pero Egmont no tiene intención de arriesgar sus fuerzas en un largo sitio y a comienzos de agosto se retira a Mariamburg y Marole.

Indignados los ingleses por la pérdida de Calais, organizan una armada de 180 navíos y 20 urcas flamencas y 10.000 soldados a cargo del almirante Chinto y el vicealmirante Wach. Desembarcan en Le Conquet, una aldea en el extremo occidental de Bretaña y la someten a saco. El gobernador Chersimonte junta 8.000 hombres y 1.000 caballos, con los que protege la cercana Brest y obliga a los ingleses a reembarcar.

Simultáneamente, el duque de Aburquerque, virrey de Navarra, envía 5.000 infantes y 300 lanzas de las Guardas a tomar San Juan de Luz.

Al haber fallecido el emperador el 21 de septiembre, Felipe tiene la necesidad de acudir a España, por lo que le urge dejar resuelta la guerra en ambos frentes. El príncipe de Orange libera bajo juramento al mariscal Saint André para que pueda ir a Francia a por su rescate y, de paso, intente convencer a Enrique de la necesidad de una paz duradera. La mediación tiene éxito y l 15 de octubre los dos monarcas acuerdan una tregua de 20 días que luego sería prorrogada mientras durasen las conversaciones. No obstante, algunos prisioneros de San Omer intentan escapar y acaban muertos por los guardias.

El 19 de noviembre fallece también María, lo que agiliza las conversaciones de paz al poder prescindirse de las reclamaciones inglesas. El 28 de noviembre se traslada Felipe a Bruselas para celebrar las exequias por el emperador. En Inglaterra, Isabel es proclamada reina pero el papa la declara inhábil y nombra en su lugar a María Estuardo, lo que empuja a Isabel al bando protestante.

1559

El 7 de enero se reúnen en Cateau-Cambresis la duquesa Cristina de Lorena, el duque de Alba, el condestable de Francia, el obispo inglés Thomas y el conde Estropiano en representación de Saboya. El resultado de las negociaciones se publica el 3 de abril. Francia recupera San Quintín y conserva Calais y los tres obispados de Lorena. A cambio, renuncia para siempre a Italia y devuelve Luxemburgo, Saboya, Córcega y Montferrato. España retiene el Franco Condado y recupera diversas plazas flamencas. El papa debe restituir Paliano a Marco Antonio Colonna, lo que no se lleva a efecto hasta el fallecimiento de aquel este mismo año, una vez caídos en desgracia los Caraffa. Para consolidar la paz, se realiza un doble matrimonio: Felipe II con Isabel de Valois, hija de Enrique II, y de Manuel Filiberto de Saboya con Margarita, hermana de aquel. Durante los festejos siguientes, el escocés conde de Montgomery atraviesa con una lanza el ojo del rey, que fallece poco después.

Los franceses abandonan Saboya y Juan de Guevara entrega Siena al duque de Florencia. Italia queda así en paz definitivamente, aunque la mayoría de sus principados ha perdido definitivamente la importancia que alcanzaron durante el Renacimiento. Pocos años después, Francia se ve inmersa en las guerras de Religión y España queda como única gran potencia del continente.

Referencias

Notas

  1. Padre del cronista.

Bibliografía

  • Cabrera de Córdoba, Luis. Filipe Segundo, rey de España. Aribau. 1619/1876.
  • Strada, Famiano: Guerras de Flandes. Colonia. 1632/1681.