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Regimiento de Caballería Alcántara

10 bytes añadidos, 12:00 17 may 2017
Desastre de Annual
Durante estos hechos, el Alcántara tuvo la ocasión de demostrar su valía, capacidad y espíritu de sacrificio, reconocida en innumerables documentos y textos literarios, como las novelas ''El alquimista impaciente'' de Lorenzo Silva, o ''La hija del caníbal'' de Rosa Montero, de la que se reproduce el siguiente fragmento:
: "''Por supuesto que en medio de este horror hubo también innumerables casos de increíble heroísmo. Como los 690 jinetes del regimiento de Alcántara, por ejemplo, que cargaron una y otra vez contra el enemigo para proteger la retirada de las tropas. La última carga la hicieron al paso, porque ya ni caballos ni jinetes tenían fuerzas para nada más. Cayó el 90% del regimiento, el mayor porcentaje de bajas que jamás ha tenido una unidad de caballería europea. Cuando el ejército español reconquistó el Rif encontraron los cadáveres del regimiento de Alcántara tal y como murieron, aún en formación de combate."''
Gaya Nuño, en su obra ''Historia del cautivo'' comenta:
: "''La desbandada es protegida por las cargas de los escuadrones de caballería de Alcántara, las únicas unidades que conservaron conciencia de su deber y contaron con jefes conscientes de su responsabilidad."''
Indalecio Prieto, diputado socialista, en octubre de ese mismo año y en el Congreso de los Diputados, dijo:
:"''La retaguardia (en la cual, y quiero salvar una omisión que indeliberadamente cometí), se distinguió, cumpliendo con su deber, la fuerza de caballería de Alcántara".''
Después de los acuerdos hispano-franceses de [[1912]], se había establecido nominalmente el protectorado español sobre parte del territorio marroquí, pero desde el primer momento, varias cabilas no estaban dispuestas a tolerar la injerencia extranjera en sus territorios. Se sucedieron numerosos ataques por parte de los rebeldes rifeños que lograron intranquilizar a toda la población española. En [[1920]] el general [[Manuel Fernández Silvestre]] comenzó una campaña consistente en la conquista y pacificación de los territorios y cabilas hostiles. Todas estas acciones, exitosas a primera vista, no lograron sino incrementar la hostilidad de los rifeños, lo que llevó a las tropas españolas a un peligroso punto agravado por su excesiva dispersión, dado lo extenso del terreno a dominar. Fueron numerosas las advertencias que recibió Silvestre, pero de nada sirvieron. Tras varios ataques a las desguarnecidas posiciones españolas, los rifeños, comandados por Abd El Krim, se dieron cuenta de que su momento había llegado. Conocían de sobra lo precario de la situación. El material estaba obsoleto, el personal era escaso y estaba falto de motivación e instrucción.
Dada la gravedad de la situación, el 20 de julio se concentró el Regimiento Cazadores de Alcántara en el campamento de Dar Drius. El 21 de julio participó sin éxito en el intento de auxilio a la posición de Igueriben. El 22 de julio se encontraba el general Silvestre, al mando de unos 3.000 hombres, en la posición de Annual que era duramente hostigada hasta el extremo de que, finalmente se decidió a abandonarla. El Regimiento Alcántara tuvo una actitud ejemplar, intentando poner orden en la desbandada con los poco medios de que disponía, cubriendo los flancos y la retaguardia de la columna, hasta su llegada a Dar Drius. El 23 de julio la desorganización era ya total, muchos [[oficial]]es habían abandonado sus puestos y huido a Melilla en los escasos vehículos disponibles. El pánico se había adueñado de las [[tropa]]s, convirtiendo la retirada en un "sálvese quien pueda". El Alcántara apoyó el abandono de algunas posiciones, llegando a combatir al [[arma blanca]]. Nada más alcanzar Dar Drius, el general Navarro ordenó la evacuación de la posición y continuar la retirada hacia la de Batel. Una vez recibida la orden, el [[teniente coronel]] [[Fernando Primo de Rivera]] se reunió con sus oficiales y les dijo:
:''La situación, como ustedes verán, es crítica. Ha llegado el momento de sacrificarse por la patria, cumpliendo la sagradísima misión de nuestra arma. Que cada uno ocupe su puesto y cumpla con su deber.''.
El Alcántara protegió los flancos y la retaguardia de la columna en retirada con constantes cargas sobre el enemigo. Cuando estaba a punto de cruzar el río Igan, la columna sufrió un fuerte ataque de las fuerzas rifeñas allí emboscadas. Al producirse los primeros disparos, el general Navarro ordenó a Primo de Rivera que cargara con sus [[escuadrón|escuadrones]] sobre el flanco izquierdo, para conseguir que la columna vadease el río. Primo de Rivera, sabiendo a lo que se enfrentaba arengó a sus [[jinete]]s con estas palabras:
:''¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos.''.
Con estas frases, pronunciadas, pistola en mano por Primo de Rivera, comenzó una de las más épicas actuaciones de la [[caballería]] española. Los [[cazadores]] de Alcántara cargaron hasta cuatro veces contra el enemigo atrincherado, mientras el resto de la columna conseguía atravesar el río. Ante el agotamiento de los [[caballo]]s, se llego a combatir, primero al paso y después pie a tierra. Ante lo menguado de las fuerzas, hasta los [[oficiale]]s veterinarios y los jóvenes educandos de banda cargaron y cayeron junto a sus compañeros. De los casi 700 hombres que formaban el [[regimiento]] al comenzar el día, solo sobrevivieron el [[teniente coronel]] [[Fernando Primo de Rivera]], dos [[comandante]]s, algunos [[oficial]]es y unos setenta de [[tropa]].
[[Archivo:Imposición Laureada Alcántara (2012).jpg|right|300px|thumb|<center>El rey Juan Carlos I impone la Laureada al Regimiento Alcántara (2012)</center>]]
Tras la proclamación de la II República se reinició el juicio contradictorio para la concesión de la [[Laureada de San Fernando]], con el siguiente dictamen del juez instructor:
:"''En virtud de estas situaciones donde resplandece de forma brillante la conducta de este regimiento de la que el clamor público y muy especialmente de los residentes en esta plaza que vivieron y sufrieron aquellos días de angustia y que son los más fieles juzgadores de la actuación de este cuerpo hizo ya sus galas juzgándolas sin pasiones como heroicas y definitivas en aquellos sucesos pasándolas a la historia para enaltecer y perdurar las glorias de España y su Ejército y el arma de caballería; el juez que tiene el honor de informar es del parecer que en pocos casos como el presente está tan claro el derecho a tan apreciada recompensa como el del Regimiento de Alcántara, comprendido en el artículo 55 del vigente reglamento. Melilla a 8 de febrero de 1933."''
No obstante, el estallido de la Guerra Civil condenaría nuevamente los hechos al olvido, quedando como una deuda pendiente de España a esos heroicos jinetes que lo habían dado todo para defenderla. Resulta especialmente incomprensible que el juicio contradictorio no se reanudase a partir de [[1944]], cuando el historial del Alcántara fue recuperado por los escuadrones de Regulares que habían quedado de guarnición en Melilla.

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