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Campaña del duque de Alba

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La plaza de Targoes, defendida por 400 españoles y valones al mando de Isidro Pacheco, llevaba sitiada desde el 26 de agosto por un contingente 20 veces superior de holandeses e ingleses que, pese a su superioridad numérica y artillera, no conseguía doblegarla. Sancho Dávila y Cristóbal de Mondragón recibieron la orden de socorrerla, lo que realizaron tras vadear el canal con el agua al pecho durante la marea baja. Sorprendidos al verlos llegar por el mar, los protestantes huyeron el 21 de octubre, lo que Pacheco aprovechó para salir en su persecución y hacerles 700 bajas.
Medinaceli regresa a España e informa al rey de que la segunda rebelión ha sido motivada por el rigor de Alba, y le propone relevarlo por un diplomático menos agresivo. Orange se refugia en Holanda, por lo que Alba despide su caballería alemana, muy costosa e inútil en los pólderes. Tras socorrer Ámsterdam, que había permanecido fiel Alba asienta su campo en Nimega y envía a la corona, Fadrique se lanzó contra Haarlem, obteniendo los avituallamientos necesarios de los propios refuerzos rebeldes, mandados por Limay, a los que masacró. Sin embargo, el sitio se prolongó durante 6 meses, sufriendo los españoles por la falta de víveres someter Zutphen y por el crudo frío holandésNaerden, mientras que los sitiados recibían constantes refuerzos desde Leiden. Para colmo de males, los sitiados no se cansaban de provocar niegan a los españoles arrojándoles las cabezas rendirse antes de los caídos en los asaltos ser plantada la batería por lo que son tomadas y representando escenas blasfemas en las murallassaqueadas.
AfortunadamenteTras socorrer Ámsterdam, cuando que había permanecido fiel a la corona, Fadrique se lanzó contra Haarlem, obteniendo los avituallamientos necesarios de los propios refuerzos rebeldes, mandados por Limay, a los que masacró. Los villanos cortan los diques para inundar la campiña, pero los tercios de Julián Romero y Hernando de Toledo consiguen llegar hasta el castillo de Spaardam y degüellan a sus 300 defensores. Sin embargo, el sitio de la plaza se prolongó durante 9 meses, sufriendo los españoles por la falta de víveres y por el crudo frío holandés, mientras que los sitiados recibían constantes refuerzos por mar desde Leiden. Los sitiados no se cansaban de provocar a los españoles arrojándoles las cabezas de los caídos en los asaltos y representando escenas blasfemas en las murallas. ==1573==Los españoles se impacientan y exigen a Fadrique que les dejen intentar un asalto frontal. Para ello, el ingeniero Bartolomeo Campi construye un puente sobre barcas que permite a los infantes cruzar el canal, pero es tan estrecho que la carga se convierte en un desastre, resultando herido durante la retirada el propio Romero en un ojo. Otros 150 de sus hombres murieron para nada. Otro asalto, protagonizado esta vez por el tercio de Toledo, es también rechazado con graves pérdidas, incluyendo 40 que volaron al dársele fuego a una mina. El propio Toledo recibió varias heridas, así como sus capitanes Perea, Rodrigo Pérez, Esteban de Illanes y Alonso Muñoz. A la vista de las bajas, del frío y del agotamiento de la tropa, los capitanes aconsejan a Fadrique que posponga la toma de la plaza hasta la primavera, pero este no quiere defraudar a su padre. Además de solicitarle las cuatro banderas del tercio de Sicilia que le servían de escolta en Nimega, otras cuatro de Mondragón y los arcabuceros de Billy, hizo levar una coronelía de 1.000 borgoñones a Enrique de Vienne, barón de Chererau. Al conde de Boussu le ordena armar todas las embarcaciones disponibles en Ámsterdam para cortar los suministros que llegan por los canales. Por su parte, Montgomery apresta 1.000 hugonotes en la isla de Wight, y la reina Isabel hace levas en Inglaterra y Escocia en favor de los holandeses. Cuando la situación parecía insostenible, un soldado capturó una paloma mensajera por la que supieron de la llegada de Guillermo con refuerzos. Inmediatamente, los tercios cargaron contra ellos, causándole 3.000 bajas y apoderándose de la artillería y los suministros. Tres días después, la ciudad se rindió y otros 2.500 rebeldes y mercenarios fueron ejecutados, con lo que la suma de bajas alcanzó los 13.000, frente a los 4.000 españoles, entre cuyos heridos se encontraban D. Fadrique y la mayoría de sus oficiales. Quince días después de tomar la ciudad, los tercios se amotinaron para exigir sus pagas atrasadas, costumbre inveterada que les diferenciaba de las tropas de otras nacionalidades, que lo hacían antes de entrar en combate. La situación pudo salvarse gracias al empréstito concedido por varios banqueros flamencos.
Tras el fallido asalto a Alkmaar, que se convirtió así en una leyenda para los holandeses, y la derrota naval de Flesinga, Fadrique concedió un descanso a sus hombres. Simultáneamente, Felipe II decidió darle relevo a su padre el duque, gravemente enfermo y nombró gobernador a D. Luis de Requeséns, que hasta entonces ejercía dicho cargo en Milán.

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