La Guerra Fría

De Caballipedia
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La carrera nuclear

Tras la Segunda Guerra Mundial, comienza una especie de carrera vertiginosa en todo el mundo por cambiar lo anterior y dar paso a un mundo nuevo. Se producen numerosos y significativos acontecimientos y cambios sociales, políticos y militares, tanto en el contexto nacional como en el internacional. En apenas cincuenta años se pasó sucesivamente del descubrimiento de la energía atómica a la crisis energética, de la guerra Fría a la desmembración de la URSS, de los primeros vuelos espaciales a la estación espacial internacional, y de las primeras supercomputadoras a la informática de bolsillo.

Las enseñanzas de la Segunda Guerra Mundial no cayeron en el vacío y todos los ejércitos del mundo pasaron a considerar insustituibles a las unidades acorazadas. La doctrina francesa definía a las fuerzas blindadas como el arma terrestre de la maniobra rápida, flexible y potente que interviene en todas las fases de la batalla y, generalmente, de manera decisiva". El reglamento norteamericano para las grandes unidades acorazadas consideraba fundamentales principios que siempre habían sido propios de la caballería: "movilidad, empleo en masa, flexibilidad, etc." y exigía a sus soldados "iniciativa, gran espíritu ofensivo con clara idea sobre la importancia de la velocidad, la violencia y la acometividad; audacia que neutralice la preocupación por combatir, en muchas ocasiones, con el enemigo al frente, flancos y retaguardia". En Italia se creó la Divisione Celere, con una brigada a caballo, un regimiento de bersaglieri y escuadrones de carros (López Muñiz 1954). En Rusia las divisiones de caballería se transformaron en otras mecanizadas, aunque en su terminología se tradujesen como Motor Rifle Division (Valderrábano, 1947).

Terminada la guerra de Corea (1950-1953), Kruschev sería nombrado secretario general del PCUS y daría comienzo una desestalinización en la que curiosamente conviviría su teoría de la coexistencia pacífica con la creación del Pacto de Varsovia el 14 de mayo de 1955. En abril de 1960 se produciría el fracasado desembarco americano en bahía Cochinos y en octubre la crisis de los misiles cubana. Nunca estuvo el mundo tan cerca del holocausto nuclear, pero finalmente la situación se resolvió gracias a la renuncia de la URSS a reforzar militarmente la isla. Ello significó, no obstante, la caída de Kruschev y el comienzo de una nueva carrera armamentística. La tensión entre los dos bloques culminó con el levantamiento del muro de Berlín el 13 de agosto de 1961 y el nombramiento de Brezniev como nuevo presidente de la URSS en octubre.

La aparición de las armas atómicas parecía poner punto y final a la guerra tradicional, si bien algunos autores militares apuntaban que si en la guerra clásica los fuegos apoyaban a la maniobra terrestre, en la guerra nuclear la maniobra aeroterrestre explota los efectos del fuego (López Muñiz, 1954) y que, por tanto, la eficacia de los elementos de combate terrestre está en relación directa a su movilidad (Favtsky, 1967). Dada la amplitud y movilidad de los frentes modernos, la solución debía buscarse en las unidades acorazadas y en los helicópteros, estos últimos probados con gran éxito en Corea y Argelia. Esta solución aeroterrestre fue puesta en práctica por Estados Unidos en 1955, creando escuadrones de caballería aérea compuestos por 19 helicópteros, 10 aviones, 5 carros ligeros y jeeps. Los estudios preliminares cosecharon tanto éxito que cuando diez años después estalló la guerra de Vietnam (1965-1975) se creó la 1st Air Cavalry Division, reuniendo nada menos que 20 aviones, 484 helicópteros y 1.600 vehículos terrestres.

El 11 de junio de 1967 estalló la guerra de los Seis Días entre Israel y sus vecinos árabes. La rapidez de movimientos del Ejército hebreo fue paradigmática, tanto por aire como por tierra, destacando la acción de sus unidades acorazadas.

El 22 de marzo de 1968 dio comienzo la rebelión estudiantil en París y, casi simultáneamente (21 de agosto), las fuerzas acorazadas soviéticas aplastaron sin contemplaciones la "primavera de Praga". En noviembre dieron comienzo las conversaciones americano-soviéticas para limitar el armamento (SALT).

El 21 de junio de 1969 Armstrong y Aldrin se convertían en los primeros hombres en pisar la Luna a bordo del Apolo XI. Solo los más visionarios se atrevían a pronunciarse sobre el nuevo teatro de operaciones: el espacio. Lo que todos ignoraron es que las computadoras que hicieron posible esa hazaña serían las protagonistas de las guerras en el siglo siguiente.

Al finalizar la guerra Fría, la mayoría de las divisiones de la OTAN y del Pacto de Varsovia combinaban regimientos acorazados, mecanizados y/o motorizados. Solo permanecían independientes otras unidades “ultraligeras” de operaciones especiales o paracaidistas, como fuerzas de alta disponibilidad. Afortunadamente, la disuasión nuclear evitó el estallido de una tercera guerra mundial, por lo que las últimas batallas convencionales se darían en conflictos muy localizados regionalmente, como las guerras Árabe-Israelíes, la guerra Irán-Irak o la operación “Desert Storm” (1991).

Las guerras asimétricas

Tras la creación de la ONU en 1945, la descolonización del Tercer Mundo había derivado en la desintegración violenta de algunos estados fallidos (Corea, Indochina, Congo, Angola, Etiopía). Simultáneamente, grupos terroristas como las Brigadas Rojas, el IRA, las FARC o la OLP habían puesto en jaque a sus respectivos gobiernos, obligándoles a emplear al ejército en tareas policiales. Estas guerras de cuarta generación (4GW) suponían la pérdida del monopolio bélico de las naciones por primera vez desde Westfalia. En adelante, las unidades convencionales se enfrentarían a otras irregulares que compensaban su inferioridad tecnológica con una superioridad moral basada en un exhaustivo conocimiento del terreno, el dominio del tiempo, la propaganda, el terror y la confusión. Aunque las guerrillas ya se habían empleado con éxito durante la guerra de Independencia Española, el paradigma de las 4GW sería Vietnam. Para derrotar tanto al Ejército regular norvietnamita como a los guerrilleros del Vietcong, la 1st (US) Cavalry Division alcanzó la máxima polivalencia al combinar sus carros con helicópteros. El esfuerzo resultó infructuoso: aunque consiguió dominar la tercera dimensión, perdió la guerra psicológica frente al pacifismo de su propia retaguardia, demostrando que ni especialización ni polivalencia podían suplir a la voluntad de vencer. El Ejército estadounidense aprendió la lección: se transformó en una fuerza completamente profesional como ya lo era el británico desde 1960 y creó el Training and Doctrine Command (Rostker 2006).

1st Cavalry Division Vietnam.jpg

Por su parte, la Unión Soviética propició en secreto muchas 4GW, hasta que su traumática retirada de Afganistán aceleró la descomposición del régimen. Su propio Jefe de Estado Mayor, Nicholai Ogarkov, reconoció que los avances en telecomunicaciones, inteligencia y armas de precisión constituían una auténtica revolución tecnológica militar en la que llevaban dos generaciones de retraso respecto a Estados Unidos. Declaraciones por las que fue cesado poco antes de la glásnost . La desaparición del Pacto de Varsovia (1991) casi acabó también con la Alianza Atlántica, ya que la sociedad civil reclamó una reducción drástica de los gastos militares. Tras la firma de los tratados de desarme (FACE), la mayoría de ejércitos occidentales siguió el ejemplo anglosajón y volvió a profesionalizarse como los del Antiguo Régimen: Holanda en 1997, España y Francia en 2001, Portugal en 2004, Italia en 2005, Alemania en 2011. Los países escandinavos mantuvieron la conscripción como servicio social; Israel por motivos defensivos; Grecia por su contencioso con Turquía en Tracia y Chipre. Sin ninguna guerra convencional a la vista, muchos ejércitos occidentales se reorientaron hacia las nuevas operaciones multinacionales patrocinadas por la ONU en países que habían sufrido algún tipo de catástrofe :

  • Naturales:
    • Sísmicas: terremoto de Haití, maremoto de Indonesia.
    • Climatológicas: inundaciones de Mozambique y Luisiana.
  • Humanitarias:
    • Premeditadas: genocidios de Bosnia o Ruanda.
    • Sobrevenidas: fugas radiactivas de Chernóbil o Fukushima.

La reducción de efectivos implicó el cambio del modelo división/regimiento por otro más flexible brigada/batallón. Para favorecer el adiestramiento del personal, el mantenimiento del material y la construcción de infraestructuras, algunos países especializaron sus brigadas en tres tipos, en función de que se orientasen a la intervención en uno u otro espectro del conflicto.

Las fuerzas ligeras se benefician de una elevada movilidad estratégica, pudiendo ser proyectadas a cualquier escenario en un brevísimo plazo de tiempo. Su movilidad operacional es también muy alta, al poder trasladarse por el interior del teatro de operaciones en helicópteros (hasta 12 tm). En cambio, su movilidad táctica es reducida, pues suelen motorizarse sobre vehículos 4x4 salvo en alta montaña, donde es preceptivo el empleo de la cadena. Su escasa protección frente a explosivos improvisados (IED) y su limitada potencia de fuego (ametralladoras, lanzagranadas, morteros), las imposibilita para el combate contra amenazas organizadas, de ahí que se orienten a la:

  • Colaboración con autoridades civiles en casos de emergencia.
  • Intervención limitada: entrada inicial, apoyo a operaciones especiales, extracción y rescate, evacuación de no combatientes.
  • Consolidación de la paz (peace making): apoyo a la reconstrucción, al retorno de refugiados y desplazados, protección del reparto de ayuda humanitaria por organizaciones estatales y/o no gubernamentales.

Las fuerzas pesadas, por el contrario, disponen de cañones de elevada letalidad (40 a 155 mm) y, en el caso de los carros, un blindaje capaz de resistir el impacto de armas equivalentes. Esto las hace idóneas para misiones de imposición de la paz (peace enforcement), bien ejerciendo la disuasión o recurriendo al combate generalizado. Todo ello a costa de incrementar su peso desde las 35 hasta las 70 tm, lo que reduce su movilidad estratégica a proyecciones por vía marítima, y determina el empleo generalizado de trenes de rodaje sobre cadenas. Aunque estos proporcionan a las unidades acorazadas una inigualable movilidad táctica en terrenos difíciles (arena, barro, nieve), su impacto sobre las infraestructuras reduce su movilidad operacional, debiendo ser transportadas sobre góndolas o ferrocarril. Cierta artillería, tanto remolcada como autopropulsada sobre ruedas, también se considera pesada debido al volumen combinado de la pieza, de su vehículo tractor y/o del municionador.

Entre ambas se sitúan las fuerzas medias, capaces de ser aerotransportadas en aviones del tipo A400-M, y que conjugan una adecuada protección frente a minas y emboscadas (MRAP) con una aceptable potencia de fuego (cañones de 20 a 40 mm). La experiencia ha demostrado que cuando se combinan ruedas y cadenas se obtiene una mejor relación coste-efecto para participar en operaciones de mantenimiento de la paz (peace keeping). Gracias a su propulsión 8x8 o 6x6, los vehículos mecanizados de combate sobre ruedas (VCR) cuentan con una mayor movilidad operacional, al poder desplazarse hasta el frente de forma autónoma desde los puntos de desembarco aéreos o marítimos. Por su parte, los vehículos mecanizados de transporte (TOA) o de combate sobre cadenas (VCC) disfrutan de la misma movilidad táctica que los carros, y pueden adaptarse al grado de amenaza incrementando su blindaje con placas adicionales.

Full spectrum operations.jpg

Referencias

Notas


Bibliografía

  • Favtski, Coronel. "Aeromovilidad ¿de qué se trata?" Revista Ejército n.º 324. Ministerio de Defensa. 1967.
  • Lión Valderrábano, Raúl y Juan Silvela Miláns del Bosch. La caballería en la historia militar. Academia de Caballería. 1979.
  • López Muñiz, Gregorio. Diccionario enciclopédico de la guerra. Gloria. 1954.

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