Jornada de Argel

De Caballipedia
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1541

Ante la negativa del emperador a entregarle Milán, Francisco I decide aliarse con Solimán el Magnífico. Para ello envía a su embajador Rincón con cartas secretas. Este se hace acompañar del genovés Fregoso, pero ambos son emboscados cuando surcaban el Po en unas barcas y asesinados. Francisco acusa al marqués del Vasto de haber pagado a los asesinos, lo que este rechaza.

Acabada la dieta de Ratisbona, el emperador entra en Italia por Trento, acompañado por 12.000 infantes y 1.000 lanzas que su hermano había levantado en Alemania para someter Gante. En Verona le recibe el marqués del Vasto con la infantería española. El 22 de agosto de 1541 entran en Milán.

Allí le llegan noticias del rey Fernando de que Solimán había arrebatado Buda a Wilhem von Rogendorf y preparaba un nuevo asalto a Viena, por lo que le ruega que mantenga a su ejército dispuesto en Lombardía. En cambio, Carlos decide tomarse la revancha en Argel, para lo cual ordena a los virreyes Pedro Toledo (Nápoles) y Hernando Gonzaga (Sicilia) que reúnan todas sus naves y fuerzas. Al maestre de campo Luis de Vargas le ordena que destruya la alcazaba de Bona, que entregue la plaza al rey de Túnez, y que se integre en el ejército de Italia. Finalmente, convoca a la flota genovesa de Doria y ordena armar otra en España.

Hecho esto, se reúne en Lucca con el papa, quien le suplica que entregue a Francisco el ducado de Milán para evitar otra guerra, y que se abstenga de atacar Argel por lo avanzada de la estación. También eran de este parecer Felipe, landgrave de Hesse y el duque de Sajonia, quienes le instaban a proteger las fronteras austriacas del Imperio antes que emprender nuevas aventuras en África

Carlos los rechaza a todos y se embarca en la Specia hacia Mallorca, acompañado de 6.000 alemanes (Jorge de Ratisbona), 5.000 italianos (Spinola y Colonna) y 500 caballos. El maestre Alonso Vives[1] reúne sus 12 banderas, antes dispersas por diversas guarniciones del reino, y las embarca en Nápoles hacia Cerdeña. Las 12 banderas de Sicilia se embarcan al mando de Álvaro de Sande. También llegan al puerto de Caller las 9 banderas de Luis Pérez de Vargas, una vez abandonada Bona. Desde Cerdeña parten a Mallorca, donde se reúnen con el emperador.

En España, el príncipe Felipe aporta los 800 guardas de Castilla que guarnecen la frontera de Navarra. No recluta infantería, pero les acompañan 4.000 aventureros sin sueldo. Asume el mando del ejército el duque de Alba, auxiliado por el de Sesa; los marqueses de Oaxaca (Hernán Cortés), Sarria y del Valle; y los condes de Feria, Alcaudete, Chinchón, Oñate y Teba, entre otros caballeros.

La flota es dispersada por el temporal, retrasando el desembarco en las playas de Argel hasta el 23 de octubre. El emperador ofrece la rendición a su defensor, Azan Aga, cristiano renegado, pero este la rechaza. El ejército imperial avanza con la caballería en vanguardia, los italianos en la marina, los alemanes en el centro, los españoles hacia el interior y el bagaje a retaguardia. La artillería española está mandada por Pedro de la Cueva y la italiana por Luis Pizaño. La primera escaramuza enfrenta a la vanguardia árabe con las banderas de Sande que, tras desalojarla de la loma que ocupaba, llegan a los pies de la fortaleza.

Dos días después comenzó a llover y granizar con tanta fuerza que se hizo imposible el ataque, ateridos como estaba la tropa de frío. Los árabes aprovechan para salir de la plaza y cargan con ballestas contra los italianos de Colonna, que tienen que retirarse ante la ineficacia de los arcabuces. Los de Spinola y los caballeros de San Juan contraatacan y llegan hasta las puertas de la plaza. El emperador encabeza otra carga con la infantería alemana, que se mostraba indecisa. La acción se saldó con 300 bajas imperiales, entre ellas, algunos capitanes y 8 caballeros de Malta.

Al día siguiente se levanta una gran tempestad que hunde la mitad de la flota que llegaba de España y muchos barcos italianos fondeados. Los árabes matan de forma inmisericorde a cuantos marinos consiguen llegar a tierra. Ante la pérdida de vituallas y municiones, el emperador decide replegarse a cierta distancia de la ciudad, siendo perseguido por los moros. La arcabucería de Sande se encarga de proteger la retirada hasta un río que viene bien crecido, y que los árabes no se atreven a cruzar.

Amaina el temporal y los restos de la flota pueden acercarse a la playa para abastecer al ejército. La mitad del consejo de guerra es del parecer de acabar de desembarcar los bastimentos y municiones y acometer Argel. Carlos reúne a sus capitanes y les ruega que transmitan a sus soldados que había perdido todo el oro destinado a pagarles, pero que serían resarcidos a su regreso. La tropa responde que lucharán gustosos por su emperador. El 8 de noviembre se reembarcan las fuerzas, siendo los últimos los españoles que tienen que combatir hasta que el último hombre sale de la playa.

Una vez a bordo, el emperador ordena que cada tercio aporte 3 banderas al maestre Vargas para pasar al Piamonte, una de las cuales será enviada por Vasto a Siena. Las banderas de Monastir se embarcan hacia Córcega, y el resto regresa a Nápoles y La Goleta. Los restos de la flota de España tienen que dirigirse hacia Bujía hasta que los vientos son propicios para regresar a Cartagena. Debido al temporal, algunas de estas naves acaban en Italia y de las italianas en España. Algunas naves que transportan soldados españoles naufragan frente a las cortas argelinas. A sabiendas de que los árabes no iban a capturarlos, los supervivientes forman un escuadrón y avanzan tierra adentro hasta que les sale al encuentro un grupo de jenízaros, a los que se rinden para salvar la vida. Las naves del emperador tuvieron que hacer escala en Bujía y vivir de la tierra hasta que se levantó viento propicio para pasar a Mallorca y desde allí a Cartagena.

El rey de Argel arma una flota y, tras recorrer la costa de Berbería, se dirige a España. Al pasar delante de Orán, Alonso de Córdoba envía alerta a Francisco Verdugo, proveedor de las fronteras de España para que esté prevenido. Los moros capturados en Argel aprovechan un descuido en la guardia para tomar una galera con la que se dirigen a Gibraltar, que saquean.

Desde allí se van a Alborán, donde el 1 de octubre son atacados por Bernardino de Mendoza. En la batalla mueren los capitanes Sancho de Asnaga, Sancho de Baza y Alonso de Armenta, además de 100 soldados cristianos. Por parte berberisca, mueren Caramani, Daliamete y otros 5 capitanes, además de 500 soldados. Se liberan numerosos galeotes cristianos y se aprehenden muchos turcos y árabes.

Referencias

Notas

  1. Mencionado por Cereceda como Ribas.

Bibliografía

  • García Cereceda, Martín. Tratado de las campañas y otros acontecimientos de los ejércitos del emperador Carlos V. Sociedad de Bibliófilos Españoles. 1546/1873.
  • Sandoval, Prudencio. Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V. Geronymo Verdussen. 1632/1681.