Empleos del siglo XVIII
Sumario
Felipe V
Generales
Por las ordenanzas de Flandes de 1702 se suprimen los tres empleos inferiores del generalato y se crea en su lugar el empleo de brigadier, a elegir por el rey de entre los maestres de campo y coroneles que más se hubieren distinguido durante su servicio de armas. Su titular no mandaba de forma automática una brigada, como ocurre hoy día, sino que seguía mandando un tercio hasta que con ocasión de una campaña podía desempeñar el mando simultáneo de varios de ellos, pero siempre dentro de la misma arma. Los brigadieres más destacados ascienden a su vez a mariscal de campo, que por aquella época se consideraba el primer grado del generalato, es decir, el primer empleo que mandaba indistintamente unidades de varias armas (Infantería, caballería y dragones). Por último se establece el grado de teniente general, la máxima autoridad militar profesional, por decirlo así, ya que por encima solo se sitúan los virreyes, cargo de carácter meramente político. Hasta estas ordenanzas, el cargo de capitán general no se consideraba como un empleo estrictamente militar, pero a partir de aquí se establece el sueldo que deben percibir y se establece que poseen mando sobre todas las tropas de su demarcación, con independencia del Ejército al que pertenezcan (Tierra o Armada). A partir de 1715 o 1720 aparecen retratos tanto, de militares como de soberanos, con una serie de entorchados en las bocamangas de sus casacas, que inducen a pensar que éstos eran también una especie de divisa, complicándose tanto en trazado como en número de filas según se ascendía en la escala. Como no existe constancia de ninguna ordenanza que los regulase, se puede inferir que simplemente fueron adoptados por influencia francesa. En este sentido, Gómez Ruiz y Alonso Juanola aventuran incluso su posible distribución:
Oficiales
Las segundas ordenanzas de Flandes de 1702 establecen nuevos empleos, agrupados en dos categorías:
Tropa
Las ordenanzas de Flandes también modifican los empleos de la escala de tropa que quedan como sigue:
Personal Civil
Desde muy antiguo todos los Ejércitos contaban con personas que, sin tener categoría militar, desempeñaban puestos importantes y necesarios en los mismos. La mayoría ocupaban funciones administrativas, sanitarias o espirituales. Unos se encontraban en la plantilla orgánica de cada regimiento y otros eran contratados directamente por el Ejército, si bien su ámbito de trabajo incidía directamente en todas las unidades de caballería. En las ordenanzas de Flandes se confirma que haya un cirujano en cada trozo de caballería o tercio de dragones y desde 1704 se incluye uno en la plantilla de cada regimiento. Era nombrado por el coronel, pero con el visto bueno del inspector general del arma, para evitar la contratación de personal que no conociese el oficio. El servicio religioso corría a cargo de un capellán por cada regimiento, prefiriéndose los clérigos a los frailes, tal y como había dispuesto Felipe IV en las ordenanzas de 1632. Las ordenanzas de 28 de septiembre de 1704 prohíben a los capellanes casar a la tropa y oficiales sin consentimiento del coronel respectivo. Además de oficiar la Santa Misa, debían visitar a los enfermos y heridos. Como curiosidad puede apuntarse que era el único cargo civil que ostentaba un bastón de mando[1]. El cargo de comisario de guerra aparece por primera vez en las ordenanzas de Flandes de 1701, aunque anteriormente había existido un cargo equivalente llamado contador mayor. Su función principal era la de revistar las tropas para comprobar su policía y que todas las plazas que se devengaban estaban cubiertas efectivamente y que no había fraude. Diversos artículos posteriores explicitan más sus funciones, pero la mayoría se encuentran recogidos en la real ordenanza de 12 de julio de 1728. Aquí se establece ya que las revistas debían de ser mensuales, cualquiera que fuere su destino. Suponen pues el primer antecedente de las actuales revistas de comisario que las unidades realizan puntualmente cada mes. El intendente era el responsable de librar el dinero para abonar el prest de las tropas (cada diez o quince días) y la paga a los oficiales (mensualmente). Además debían supervisar las contratas de los asentistas encargados de proveer los víveres, así como su almacenaje y distribución. Finalmente eran los responsables de contratar los transportes adecuados. El tesorero era el encargado de pagar a los sargentos mayores la cuantía resultante de la revista de comisario mensual. El preboste era el encargado de impartir justicia, prender a los desertores y realizar rondas para comprobar la disciplina, es decir ejercían por un lado como jueces y por otro como policía militar. Para auxiliarlo en sus funciones, durante un tiempo gozaron de compañía de caballería propia. Tras su disolución, se hacían acompañar de varios ministros, encontrándose todos ellos protegidos, bajo pena de muerte, de injurias y agresiones. Su trabajo era supervisado por el auditor general del Ejército. Finalmente, todas las unidades de caballería contaban además con otros oficios no menos importantes, algunos en plantilla, como los silleros y herradores, y otros fuera de ella: vivanderos, cantineros, carpinteros, etc.
Carlos III
Planas Mayores
El Tratado VIII de las Ordenanzas de 1768, que trata del Servicio en Campaña, se establece la composición de la plana mayor de un ejército en tiempos de guerra. La función de cada uno de estos cargos se verá en detalle en el tema dedicado a los empleos:
Para la guardia de los generales y escoltar los convoyes de equipajes, se formaban dos cuerpos, uno a pie y otro montado, llamados cuerpos del general, que dependían directamente del Cuartel Maestre. El de a pie estaba constituido por 18 compañías de infantería (2 de gastadores y 16 de fusiles) y el montado por un escuadrón de dragones a cuatro compañías, con la siguiente plantilla:
Mientras las compañías de gastadores eran las encargadas de reconocer los lugares donde habían de establecerse los campamentos y reparar los caminos que llevaban hasta ellos, los fusileros tenían como misión principal proporcionar las guardias para los oficiales generales, el cuartel general y ciertas dependencias como contaduría, tesorería, víveres, etc. Los dragones patrullaban por los lugares vecinos a los campamentos y en las marchas daban escolta a las columnas de víveres y equipajes y a los trenes de artillería. Como puede verse en el reglamento, aparecen una serie de empleos, que si bien existían en su mayoría con anterioridad, no se tenía noticia de sus funciones hasta ahora. Todos los individuos designados para ocupar estos puestos, lo hacían con independencia del empleo militar que ostentasen. El Cuartel Maestre era una especie de Jefe de estado mayor designado por el rey, que obtenía por sus servicios un sobresueldo de 500 reales y otras doce raciones además de las que les correspondiera por su grado. Era responsable de una amplia serie de misiones, comparables a las actuales secciones de un cuartel general:
Generales
En la página 173 de la ordenanza de 1768 se establecen las siguientes divisas para los mandos superiores del Ejército:
Oficiales
El coronel pierde en 1786 el mando de su compañía, pero mantiene el del primer escuadrón. Es el responsable de la instrucción, armamento, disciplina y policía de su regimiento. Tiene facultades para arrestar o suspender en sus funciones a los oficiales así como para proponer a los más idóneos para cubrir las vacantes de abanderados, ayudantes mayores, capitanes, sargento mayor y teniente coronel. Lleva un bastón de madera o metal y tres galones de oro o plata en las vueltas de las casacas. Los coroneles reformados o graduados no llevan bastón. El teniente coronel es el segundo jefe del regimiento y manda el segundo escuadrón, perdiendo el de su compañía también en 1786. Usa bastón y dos galones en las vueltas. El comandante manda el tercer o cuarto escuadrón de cada regimiento, sucediendo en el mando al teniente coronel. El sargento mayor adquiere desde 1786 la categoría de cuarto o quinto jefe del regimiento y tiene potestad sobre todos los capitanes y sobre los jefes agregados. Es el responsable de todos los asuntos económicos, policía, instrucción, etc. Lleva un galón en la vuelta y bastón. El capitán es el responsable de la disciplina y gobierno de su compañía, propone a los más idóneos para el ascenso a cabo y sargento, debiendo en este caso elevarse propuesta al Inspector. Propone una terna de elegidos para el ascenso a teniente, que tras ser informada por el coronel e inspector se eleva al rey. Llevan en los hombros sendos alamares de oro o plata según el color del botón pero no bastón, sino la misma arma que su compañía. El teniente es segundo jefe de la compañía, llevando un alamar en el hombro derecho de oro o plata. El alférez vigila directamente el comportamiento de la tropa y los sargentos, informando al capitán de cuantas faltas observare y no pudiere remediar. Lleva un alamar en el hombro izquierdo. Los ayudantes son subordinados del sargento mayor, alternando en el servicio de plaza y cuerpo. Su nombramiento se hace a propuesta del coronel entre los tenientes más idóneos.
Tropa
Al contrario que en la infantería, no existen dos clases diferentes de sargentos y cabos, sino una sola de cada empleo. Los sargentos hacen su rancho por separado de la tropa, pero tienen la obligación de dormir con ella y no salir del cuartel después del toque de retreta. El de servicio tiene que ir a tomar la orden del capitán y dirigir el rosario, que se reza diariamente entre la lista de la tarde y la retreta. Como divisa lleva un galón en las vueltas y un bastón flexible y desde 1787 dos alamares de estambre del color de la divisa o uno, dependiendo del grado. Los cabos mandan cada una de las escuadras que componen la compañía. Llevan una vara flexible sin labrar del grueso de un dedo, con la que pueden castigar la indisciplina de la tropa, pero sin herirles gravemente. En cada regimiento de caballería hay una plaza de cadete desde 1722, siendo básicamente un aspirante a ser designado oficial. Tienen que ser católicos e hidalgos con edad superior a 16 años o bien hijos de oficiales superiores a capitán mayores de 12. Hacen servicios de armas pero están dispensados de los mecánicos. Llevaan un cordón de oro o plata pendiente del hombro derecho. El puesto de abanderado puede ser desempeñado por cadetes o sargentos distinguidos.
Facultativos
En cada regimiento hay un cirujano, que es elegido por el coronel de una terna propuesta por el cirujano mayor del Ejército, previamente a su aprobación por el inspector. Tienen que haber cursado sus estudios en uno de los dos reales colegios de cirugía de Barcelona o Cádiz. El capellán es también elegido por el coronel entre los clérigos de "acreditada conducta, prudencia, literatura, honrado nacimiento y demás buenas circunstancias que convienen a la dirección espiritual". Los frailes solo pueden ejercer de capellán en regimientos extranjeros. El mariscal es el encargado del cuidado del ganado, haciendo también las veces de herrador. Aparece por primera vez en el reglamento de 19 de febrero de 1762, aunque hay referencias anteriores. Sustituye a los albeitadores y herradores civiles, a los que se recurre solo en caso de necesidad.
Monte Pío Militar
Cuando fallece un militar, la familia quedaba en situación de miseria si no tenían recursos propios. Para solucionarlo en lo posible, en 1761 se crea el Monte Pío Militar como socorro de viudas y huérfanos. Al frente del mismo figura un director que era al mismo tiempo el decano del Consejo Supremo de Guerra. El oficial mayor de esta institución ejerce de secretario y el rey nombra a un tesorero y un contador. En su reglamento de creación, además de la pensión correspondiente, se conservan los beneficios de las dos "pagas de tocas" que desde tiempo inmemorial recibían viudas y huérfanos, y además la paga anual por vía de limosna, establecida por RO de 7 de febrero de 1748. Los ingresos del Monte Pío procedían de un descuento mensual de 8 maravedíes por escudo de sueldo de todos los oficiales y de los auxilios concedidos por el rey. Para reclamar la pensión, las viudas debían acreditar ser mujeres legítimas, presentar un certificado de defunción firmado por el capellán del regimiento, una copia de la patente del último empleo obtenido y un memorial del último sueldo percibido. Toda esta documentación se remitía al Secretario de Estado y Despacho de Guerra, quien una vez comprobada, señalaba la pensión correspondiente de acuerdo con una escala establecida en función del empleo del fallecido. La pensión era la misma, independientemente del número de hijos, y pasaba a éstos en caso de que la viuda contrajera nuevas nupcias. Los huérfanos varones tenían derecho a pensión hasta los 18 años y las hembras hasta que se casaban o entraban en una comunidad religiosa. Si el fallecido no tenía hijos ni esposa, la pensión pasaba a la madre, salvo que esta ya tuviese otra por viudedad.
Carlos IV
El 20 de marzo de 1792[2] se establece el uso de la faja de tafetán encarnado para todos los generales del Ejército. El motivo argumentado por el rey es el de distinguirlos aún cuando no vistiesen el uniforme reglamentario. Cada empleo llevaría en la faja las divisas correspondientes al grado correspondiente: tres órdenes de entorchados paralelos para el capitán general, dos para el teniente general y uno para el mariscal. Como el brigadier no era considerado general, no llevaba faja. Con algunas variaciones, esta es la misma faja que siguen llevando actualmente los generales en el uniforme de gala. Entre 1795, cuando se crea el Regimiento de Húsares Españoles aparecen en sus plantillas dos nuevos empleos, primer y segundo teniente, sin que existan hasta la fecha referencias documentales a la orden de su creación. Parecen exclusivos de las unidades de caballería y no de dragones, pero en cualquier caso desaparecieron con el reglamento de 1803. Aunque el uso del bastón entre los oficiales había sido derogado en las ordenanzas de 1768, un RO de 22 de octubre de 1807 parece indicar que era frecuente su incumplimiento, y advierte de la aplicación de severos castigos contra quien la contravenga. Durante este reinado los alamares que habían establecido las ordenanzas de 1768 como divisas para los oficiales, se convierten en charreteras metálicas. En el caso de aquellos empleos que solo llevan divisas en un hombro, desde ahora portarán en el otro lo que se conoce como capona, y que viene a ser una charretera sin flecos. Los sargentos llevaban las charreteras de lana o estambre del color de la divisa, y en el caso del sargento segundo también caponas. Los cabos primeros llevaban dos galones de estambre amarillo o blanco (según el botón) y los cabos segundos uno solo. Ante algunas protestas surgidas por el procedimiento de ascenso a sargentos primeros de cada compañía, la ordenanza de 3 de junio de 1795[3] estipula que deben escogerse siempre entre los sargentos segundos más antiguos de todo el regimiento, siempre que no tuviesen defectos que los inhabilitasen. Como complemento de ésta, el 8 de diciembre de 1804[4] dispone el generalísimo Godoy que se aplique lo mismo para el ascenso de cabos primeros a sargentos segundos y de cabos segundos a cabos primeros. Hasta 1794 continuó en vigor el RD de 4 de octubre de 1766 según el cual se abonaba a los oficiales una cantidad mensual para el sostenimiento de los criados que a cada uno correspondía. Por RO de 30 de abril, se cambia este sistema y se establecen en todos los regimientos los trabantes, criados de los oficiales "vivos" que figuran dentro de las plazas de prest, de forma similar a como se venía haciendo en los regimientos suizos al servicio de la corona. Se elegían para ello a mozos de estatura inferior a los cinco pies, que no podían por tanto enrolarse en el Ejército y se distribuían de la siguiente forma: