Diferencia entre revisiones de «Campaña del duque de Alba»

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(Duque de Alba)
(1567)
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La guerra de los Ochenta Años o guerra de Flandes fue un conflicto que enfrentó a las Diecisiete Provincias de los Países Bajos contra su soberano, el rey de España. El coste económico de una guerra tan prolongada provocó sucesivas bancarrotas de la corona española durante los siglos XVI y XVII. Las Provincias Unidas, actual reino de los Países Bajos se convirtieron en una potencia mundial gracias a su poderosa flota, y experimentaron un importante auge económico y cultural.  
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==1567==
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El 6 de enero de 1567 el rey escribe al duque de Alburquerque que el de Alba partiría inmediatamente desde Cartagena, y que tuviese preparada en Milán la infantería y la caballería que debía pasar a Flandes. Felipe le expone su intención de hacer el viaje en la armada que estaba aprestada en la Coruña. A los virreyes les ordena poner a disposición de Alba sus tercios veteranos cualquier otro castellano o capitán que este les pida.
  
==Antecedentes==
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El 12 de febrero escribe al duque de Florencia para que envíe a Génova a Chìappino Vitelli, marqués de Cetona, a fin de que le sirva también en Flandes. Envía a Juan de la Anguisola a los cantones suizos a explicar el motivo de la expedición para que no se sientan atacados ni le pongan trabas en su tránsito. Ordena que se embarquen dos tercios de bisoños<ref>Cabrera I, 521.</ref>: uno que debe llevar su maestre de campo Pedro Padilla a Nápoles en sustitución del veterano, y otro que acompañará a Alba a Milán, donde este decidiría de su destino final. Antes de partir, el duque tuvo un enfrentamiento con el joven príncipe Carlos, quien debido a su perturbación pretendía ser quien mandara la expedición y llegó a amenazar a Fernando con un cuchillo.
La historia de la Guerra de los Países Bajos no resulta fácil de contar, pues tropieza con numerosos prejuicios, tanto por parte de los holandeses, lo que parece lógico, como también de muchos españoles, que se muestran reticentes a la hora de glorificar las indudables hazañas de nuestros propios ejércitos.<br />
 
  
La mayoría de los autores prefieres reinterpretar deliberadamente la leyenda negra con fines claramente comerciales, que bucear en busca de la verdad. Una verdad que los holandeses continúan evitando de forma mezquina, pues prefieren culpar a los crueles españoles de lo que no fue más que una guerra civil por motivos religiosos, similar a la que vivieron por aquellas fechas otras potencias europeas como Alemania, Inglaterra o Francia. Lo cierto es que, superada hace siglos la dominación española, la división de los Países Bajos en tres estados, dos confesiones y tres o cuatro lenguas, persiste en la actualidad. De ser cierto lo que pregonan sus historiadores, que todo se debió a la inquina de los españoles, qué fácil hubiera resultado volver a reunirlos.<br />
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La partida de las tropas se retrasó hasta la primavera por motivos logísticos, lo que aprovecharon los rebeldes para provocar nuevos enfrentamientos con la excusa de la revocación del edicto de libertad religiosa, debido a que no habían depuesto las armas. El levantamiento se generalizó en Valenciennes, Tournai, Amberes, Maastricht, Bois-le-Duc, Utrecht, Rotterdam y Groninga. Mientras Guillermo de Orange se mostraba abiertamente partidario de la insurrección, otros nobles flamencos permanecieron en el bando real: Cressonniere, Beavoir, Noirquermes, Berlaymont, Meghem, Arschot, Arembergh y Mansfeld. Egmont por su parte, permaneció fiel a la gobernadora, pidiéndole el perdón general de los sublevados.
  
Pero la realidad fue bien distinta. Mientras España se había convertido bajo el férreo imperio del César Carlos en el paladín de la cristiandad, toda Europa venía agitándose en una guerra religiosa sin precedentes desde las cruzadas, debido al avance imparable tanto de los protestantes como de los otomanos. No es de extrañar, por tanto, que la religión constituyera el centro de la vida europea, con toda la cadena de atrocidades que cometieron los tres bandos. Curiosamente, fue la Inquisición la que se instaló en la memoria colectiva como la gran asesina, cuando fue con diferencia la que menos crímenes cometió, especialmente en España.<br />
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El 13 de abril el rey escribe a Chiappino Vitelli, Sancho Dávila (castellano de Pavía), Jerónimo de Salinas (gobernador de Porto Ercole), Juan de Salazar (castellano de Palermo) y Juan de Espuche (gobernador de Piombino) que le sirvan en esta jornada. El 10 de mayo de 1567, Alba se embarcó en Cartagena en la flota de Gian Andrea Doria pero debe detenerse en Génova algunos días porque la gota le impide cabalgar. El 2 de junio de 1567 parte hacia los Países Bajos por la ruta de Saboya, al haberle negado Carlos IX su permiso para atravesar Francia para evitar enfrentamientos con los hugonotes. La muestra que se pasa en san Ambrosio, arroja las siguientes fuerzas:
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* Infantería española (Chiappino Vitelli): 8.680 hombres, divididos en 4 tercios
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** Nápoles IV: Alonso de Ulloa (3.230 en 9 compañías veteranas y 10 bisoñas).
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** Lombardía II: Sancho de Londoño (2.200 en 4 compañías veteranas, 1 de Cerdeña y 5 bisoñas);
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** Sicilia III: Julián Romero (1.620 en 5 compañías veteranas y 5 de Cerdeña);
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** Cerdeña: Gonzalo Bracamonte (1.628 en 6 compañía veteranas y 4 bisoñas);
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* Caballería (Fernando de Toledo y Lope de Acuña): 1.250 hombres divididos en 12 compañías de 100 lanzas.
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** Sancho Dávila: incluye 50 arcabuceros;
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** Lope Zapata;
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** Rafael Manrique;
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** Nicolau Basta;
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** Ruy López Dávalos;
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** Curcio Martinengo;
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** Juan Vélez de Guevara;
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** César Dávalos;
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** Conde de San Segundo;
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** Conde de Novelara;
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** Conde de Monlero;
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** Pedro Montañés;
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* Artillería: Gabriel Cerbelloni.
  
Una de las causas que tradicionalmente se han esgrimido para justificar la guerra, es la propia idiosincrasia de Felipe II. A los ojos de los flamencos, acostumbrados a las lujosas cortes europeas, el monarca español se les antojaba bastante antipático. Hombre de pocas palabras, sobrio y ascético, rodeado de una corte pobre de solemnidad o cuando menos nada ostentosa, no siguió el ejemplo de su padre de ser español en España, italiano en Italia y alemán en Alemania. Al contrario que el emperador, nunca aprendió a hablar flamenco ni se rodeó de consejeros de esa nacionalidad. Además, Felipe se mostró siempre muy reacio a abandonar España, lo que quizás hubiera sido ventajoso a la hora de gobernar tan vasto imperio.<br />
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Por orden de Alba, cada compañía es reforzada con 15 mosquetes, un arma que hasta entonces solo se había empleado en asedios debido a su elevado peso. En Flandes se les unieron posteriormente 14 bandas de ordenanza borgoñonas (3.000 caballos) y 1.500 herreruelos alemanes.
  
Su política de abolir fueros seculares le granjeó también numerosos enemigos entre los naturales, más atentos a protestar por su pérdida que a comprender realmente su significado. La creación de 14 nuevos obispados molestó a los neerlandeses, no solo por cuanto disminuía la influencia de los 4 abades preexistentes, sino porque reducía el poder relativo de la [[nobleza]] en los estados generales.<br />
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El 10 de julio el duque de Saboya recibe al ejército en San Juan de Moriana, entregándole a Alba cuanto le había solicitado el rey. El orden de marcha es el siguiente:
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* Vanguardia: Alba con el tercio de Nápoles y 300 caballos;
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* Batalla: Hernando de Toledo con el tercio de Lombardía, 400 lanzas y el tren de municiones;
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* Retaguardia: Chiappino Vitelli con los tercios de Sicilia y Cerdeña, 200 lanzas y 200 arcabuceros a caballo.
  
La renovación de los edictos anti heréticos y la intención de Felipe II de establecer en Flandes la Inquisición española, no pudo tener la importancia que se le atribuye, por cuanto los primeros no surtieron efecto bajo su padre y la segunda no llegó a convertirse en realidad.<br />
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14 días después entran en Borgoña, donde reciben otras 4 compañías de caballos. Tras 12 días se internan en Lorena y en otros 12 llegan a Thionville, plaza fronteriza de Luxemburgo. Allí les alcanza el conde de Lodrone con su regimiento alemán y son recibidos por Noircarmes y Berlaymont quienes, por orden de Margarita, le requieren la autorización para entrar con su ejército en los Países Bajos. Alba les muestra su patente de capitán general.
  
Todo lo contrario puede decirse de la manifiesta animadversión que mostraban los flamencos hacia el cardenal Granvela, Mientras la gobernadora Margarita de Parma gozaba del respeto de sus súbditos por su conocida rectitud, su consejero contaba con la oposición sistemática de la [[nobleza]], por su astucia y lealtad al rey.<br />
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El duque llegó a Lovaina el 22 de agosto, siendo recibido con frialdad por Margarita, que sospechaba acertadamente que venía investido de amplísimos poderes que limitarían su autoridad, por lo que solicitó al rey que la relevara del cargo. El 28 Alba se traslada a Bruselas y distribuye a sus tropas de la siguiente forma:
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* Bruselas (Flandes): tercio de Sicilia;
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* Gante (Flandes): tercio de Nápoles;
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* Enghien (Henao): tercio de Cerdeña;
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* Lieja y Diest (Brabante): tercio de Lombardía;
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* Amberes (Flandes): regimiento de Lodrone;
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* Tournai: caballería.
  
La fortuna de estos nobles provenía en muchos casos de las tierras y ciudades con las que habían sido recompensados por su apoyo durante las guerras entre Carlos I y Francisco I. Uno de ellos, Guillermo, apodado el Taciturno, había sido consejero y general del emperador y en tiempos de su sucesor, había participado en el tratado de paz. Como pago por sus servicios había sido nombrado estatúder o gobernador de Holanda, Zelanda y Utrecht y había engrandecido sus posesiones dinásticas en Nassau (Alemania), con el título de príncipe de Orange, dominio del SE francés en la comarca pre alpina de Venaissin. Su ambición le llevó a traicionar las lealtades que antes había defendido con sus armas, se rebeló contra la Corona, casó con una hija luterana de Mauricio de Sajonia, combatió a los extranjeros cuando él también lo era y descuidó sus posesiones para conseguir el cargo de gobernador general de los Países Bajos, que le fue negado reiteradamente.<br />
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El 14 de septiembre reúne a todos los grandes y diputados de las provincias para mostrarles la comisión real. Allí, Andrés de Salazar y Juan Despuche prenden a Backerzeel; Londoño y Lodrone a Strale; Dávila a Egmont y Jerónimo Salinas a Horne. Todos ellos son enviados al castillo de Gante, bajo la guarda de Ulloa, a quien refuerza con dos banderas. Como aún no sabe en quién puede confiar y en quién no, decide reformar todos los regimientos reclutados por Margarita. Algunos días después, envía una nutrida guarnición a Zelanda para asegurar sus puertos, a la espera de la visita real. Durante una visita a Amberes, acompañado de Vitelli, de Gabrio Servellon y del ingeniero Pachote, ordena levantar una gran fortaleza pentagonal rodeada de un gran foso alimentado por el Escalda, capaz de resistir cualquier asedio.
  
Otra de las posibles causas fue la controversia que mantuvieron Orange y Granvela a cuento de la permanencia en Flandes de los tercios viejos, tras la paz con Francia. Mientras que el primero era partidario de su retirada, por obstaculizar sus intereses, el segundo aconsejó al rey sobre la conveniencia de mantenerlos para sofocar posibles rebeliones. Para evitar indisponerse con la [[nobleza]] local, Margarita ordenó finalmente una precipitada retirada en medio del invierno de 1560.<br />
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A continuación, nombró un tribunal de doce personas llamado Consejo de los Tumultos, que fue conocido por el pueblo como tribunal de la sangre. Alba es su presidente y entre sus fiscales se encuentran Berlaymont y Noircarmes. Egmont, Horn y otros nobles fueron juzgados, encontrados culpables de traición y encerrados. Orange, Nassau, Hoostrate y Breberode fueron citados en todas las plazas a redoble de tambor y, al no comparecer, fueron declararon igualmente condenados en rebeldía, poniéndose precio a su cabeza. Desde Alemania, Orange tuvo noticia de que Alba había apresado a su hijo, el conde de Buren. Le ofrecieron su apoyo la reina de Inglaterra, el rey de Dinamarca, los duques de Sajonia y Wittemberg, el conde Palatino, el landgrave de Hesse, otras 17 ciudades imperiales y los hugonotes franceses. Entre todos juntaron 13.000 infantes y 6.000 caballos.
  
Con objeto de mantener a su leal consejero en Flandes, Felipe II consiguió la dispensa papal necesaria para que el recién nombrado cardenal no asistiera al concilio de Trento. En respuesta, Guillermo y Egmont presentaron su dimisión del consejo de estado y consiguieron que los nobles flamencos rechazaran formar parte de un contingente de caballería que Felipe II había ofrecido a los católicos franceses, argumentando que eso les indispondría con los protestantes alemanes. Para salvar la situación, Margarita de Parma envió una fuerte suma de dinero a la reina de Francia para que ella misma reclutara los soldados.<br />
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Cuando estalla una nueva guerra de Religión en Francia, Alba ofrece su ejército al rey Carlos consciente de que acabando con la herejía en el país vecino reduciría los apoyos de los rebeldes flamencos y su esperanza de victoria. Pero este declinó la oferta para no reforzar la imagen hispana y mostrar su debilidad, aunque aceptó el envío de las bandas de ordenanza al mando del conde de Arenberg. En la batalla de Saint Denis se enfrentaron católicos y protestantes, resultando muerto el condestable.
  
Llegados a este punto, el señor de Montigny llegó a España para exponer personalmente ante el rey las quejas de los flamencos y a exigir que no se aplicara la pena de muerte a los rebeldes por motivos religiosos. Evidentemente no manifestó su repulsa porque en Inglaterra y otros países se le aplicase a los católicos<ref>De hecho en Suecia ha estado en vigor hasta entrado el siglo XX.</ref>. Desde Flandes, Orange, Egmont y Horns exigían al rey la sustitución de Granvela. Felipe se demoró tres meses en contestar por encontrarse inmerso en una campaña contra los otomanos y cuando lo hizo se limitó a invitarles a acudir a Madrid para exponerle personalmente sus quejas. Ellos por supuesto lo rechazaron, exasperando al duque de Alba que de buena gana se ofrece al monarca para ir a Flandes a por ellos.<br />
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Alba licencia los 11.000 caballos alemanes que se habían aprestado en Wargelt con vista a la campaña de Flandes al no considerarlos necesarios y muchos de ellos se pasan al bando hugonote.
  
La propia Margarita escribió a su hermano pidiéndole que interviniera para atajar la grave situación, pero Felipe de nuevo se retrasó para limitarse a pedirle paciencia y mano izquierda con los nobles. Pero la presión era ya tan alta, que Granvela decidió escapar con miedo ante el grave riesgo para su vida. Al final, y de forma demasiado tardía, la gobernadora decidió ejecutar a los rebeldes de Valenciennes y Tournai, pero algunos se salvaron por la oposición popular. Egmont accedió finalmente a venir a España, pero de poco sirvió, pues a su regreso, Felipe II ordenaba a su hermana que forzara la observación del Concilio de Trento y de los antiguos edictos imperiales.<br />
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==1568==
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Guillermo de Orange, junto al resto de nobles partidarios, planeó invadir Flandes por tres puntos, Artois, Güeldres y Frisia, apoyados por los protestantes franceses y alemanes. Los que entraron por Artois, fueron rápidamente derrotados en Dalen por Sancho Dávila, Londoño, Herberstain y el albanés Nicolao Basta. Los que lo hicieron por Frisia, al mando de Luis y Adolfo de Nassau, fueron combatidos por Bracamonte, Meghem y Arenberg el 24 de mayo de 1568. Sin esperar a este último, el tercio de Cerdeña se precipitó contra los hugonotes en Heiligerlee, planteando batalla en un terreno pantanoso. Al ver inmovilizado a los piqueros con el fango por la cintura, los protestantes cerraron con determinación y les causaron 450 bajas, incluidos los capitanes Álvaro Osorio, Juan Páez de Sotomayor y Periche de Cabrera. El conde de Arenberg acudió en su ayuda pero, tras haber matado él mismo a Adolfo, resultó muerto cuando combatía espada en mano tras perder el caballo. Durante la retirada los villanos aprovecharon para asaltar y desvalijar a los supervivientes, que perdieron también los 6 cañones que el tercio tenía asignados. Por su parte, los 700 alemanes se rindieron vergonzosamente, prometiendo no servir al rey durante seis meses a cambio de la vida. De los hugonotes murieron 500 y el resto huyó al oír las trompetas de la compañía de jinetes de Andrés de Salazar, creyendo que era el regimiento de Meghem.
  
==Margarita de Parma==
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En respuesta, el 3 de junio Alba ordenó decapitar a Horn y Egmont, pese a que este había prestado tan grandes servicios a la corona durante las guerras contra Francia. Antes de partir de Bruselas, encarga a Noircarmes levar 1.000 caballos ligeros borgoñones, a Lope de Acuña una compañía de caballos españoles, a Gian Battista del Monte, Jorge Machuca y Aurelio Palermo, tres de italianos llegadas de la guerra de Francia; al conde de Roeulx y a Blandeau (¿Beauvoir?), sendas coronelías de valones. A continuación, ordena a Vitelli tomar Groninga con:
El 2 de abril de 1566 entraron en Bruselas 350 jinetes al mando de varios nobles flamencos. Tras alojarse en casa de Guillermo de Orange, fueron recibidos por la gobernadora, quien ante esta demostración de fuerza decidió relajar el rigor de los edictos y conceder un perdón general. Los rebeldes enviaron entonces al marqués de Berghes y al barón de Montigny a la corte, pero el rey los entretuvo durante meses, mientras negociaba con la gobernadora nuevas ofertas e intentaba ganar tiempo para hacer frente a la amenaza turca.<br />
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* 6 banderas valonas de Meghem;
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* 4 alemanas de Schauenburg;
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* 10 de Hierges;
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* 5 de Billy;
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* 1.500 herreruelos de Brunswick.
  
Los rebeldes tomaron el gesto como un signo de debilidad y aumentaron sus demandas, pues lejos de buscar el bien del pueblo y su libertad de conciencia, lo que pretendían era obtener el poder absoluto en Flandes y la independencia de España. Con pocos días de diferencia se produjeron asaltos a iglesias, profanación de imágenes, biblias y ornamentos sagrados en lugares tan alejados como Saint Omer, Yprés, Amberes y Gante, lo que demuestra que no fue un levantamiento espontáneo. Como las autoridades no ofrecieron ninguna respuesta, fueron los propios habitantes católicos, hartos de sacrilegios, quienes se enfrentaron a los rebeldes. Los encabezaron los líderes del bando realista, los condes de Mansfeld, Arembergh, Noircarmes y Berlaymont.<br />
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El 28 de junio Alba salde de Bruselas y en Bolduque tiene noticia de que el conde de Bandeberg, cuñado de Orange ha tomado Berchem, por lo que envía a Londoño y Basta para impedir que corte el tránsito logístico hacia Frisia. A Toledo e Ibarra los envía a Deventer para preparar las vituallas y municiones. A esa plaza llega una compañía de 400 herreruelos de Hans Bernia. Vitelli sale a recibir a Alba a 12 leguas de Groninga y le avisa de que Hoogstraten se aproxima con 1.500 mercenarios de todas las naciones y 600 herreruelos en socorro de Nassau. Alba envía a 400 mosqueteros de los capitanes Montes de Oca, Diego Bracamonte y Lorenzo Pérez a hostigar las murallas de la plaza. A Dávalos y Basta les ordena que escaramucee con el enemigo. El coronel Robles (Billy) con 200 arcabuceros gana una casa a los rebeldes que se aprestan a huir. Para evitarlo, Alba envía 200 arcabuceros de Cerdeña con Francés de Beaumont y a Ulloa con 400 arcabuceros de Nápoles con los capitanes Enríquez, Medinilla, Añasco y los castellanos Salazar y Puch. Algunos jinetes se echan al agua y cruzan el río asidos a las colas de sus caballos, persiguiendo al enemigo toda la noche hasta que el duque les manda regresar. Mueren 300 rebeldes por 8 valones y 2 españoles y se ganan 3 piezas de artillería y 1 bandera. Alba deja en Groninga al regimiento de Schauenburg y parte hacia Frisia en pos de los rebeldes, llevando en la vanguardia a Vitelli con los españoles; a los valones de Hiergues y Billy en batalla; y a los alemanes de Meghem y la caballería de Bernia en retaguardia.
  
Margarita de Parma concedió un nuevo perdón general, a cambio de que los protestantes respetaran las propiedades y el culto de los católicos. Felipe II se limitó a excusarse de acudir a Flandes por enfermedad y a aconsejarle que nombrase gobernadores católicos para las provincias en las que éstos eran mayoritarios. Sin embargo, los disturbios volvieron a producirse, forzando a los propios ciudadanos católicos a enfrentarse a los rebeldes que recibieron apoyo de Inglaterra, Suiza y los protestantes alemanes y franceses. En cambio, el apoyo del emperador Maximiliano a los católicos no pasó del nivel diplomático.<br />
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El 21 de julio Vitelli descubre en Jemmingen un ejército rebelde de 12.000 hombres. Llega Alba y realiza un reconocimiento junto a Vitelli, Noircarmes y Dávila. En un puente deja al capitán Carvajal y a Dávalos con 200 arcabuceros de Lombardía. A Dávila lo envía en vanguardia, seguido por Romero y Londoño, cada uno de ellos con 500 arcabuceros y 300 mosqueteros. Luis de Nassau se aprestó a inundar los campos para evitar el avance español, pero la caballería de Marcos de Toledo, Enríquez y Añasco se lo impidió sosteniendo la esclusa frente a 4.000 enemigos hasta que consiguieron llegar los arcabuceros. Asegurada esta posición, Romero y Londoño inician el combate. Los enemigos, al ver que no llevan piqueros ni caballos, les dan una carga pero son desbaratados por una descarga cerrada de los mosqueteros. Lope de Figueroa apresa la artillería, lo que empuja a los rebeldes a la huida tras cuatro horas de lucha.
  
Cuando los nobles sediciosos se confederaron en Termonde, solo le quedó al monarca el recurso de la fuerza, por lo que decidió enviar al ejército, al mando de don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, a pacificar los Países Bajos. La partida de las tropas se retrasó hasta la primavera por motivos logísticos, lo que aprovecharon los rebeldes para provocar nuevos enfrentamientos con la excusa de la revocación del edicto de libertad religiosa, debido a que no habían depuesto las armas. El levantamiento se generalizó en Valenciennes, Tournai, Amberes, Maastricht, Bois-le-Duc, Utrecht, Rotterdam y Groninga. Mientras Guillermo de Orange se mostraba abiertamente partidario de la insurrección, otros nobles flamencos permanecieron en el bando real: Cressonniere, Beavoir, Noirquermes, Berlaymont, Meghem, Arschot, Arembergh y Mansfeld. Egmont por su parte, permaneció fiel a la gobernadora, pidiéndole el perdón general de los sublevados.<br />
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César Dávalos sale en su persecución con dos compañías de caballos durante más de cuatro leguas, dejando el campo sembrado de armas y cadáveres. Nassau consigue escapar en una barca y comunica a Orange la derrota. Sus herreruelos consiguieron huir a una isleta, pero fueron allí capturados y degollados por los españoles. La masacre se prolonga durante un día y medio, muriendo 10.000 rebeldes. Se ganan 20 banderas, los 6 cañones capturados a Cerdeña y otros 10, todo el bagaje, caballos, armas y mucho dinero, pues los rebeldes habían salido de sus hogares con todo cuanto tenían para afrontar un ignoto exilio.
  
Ésta decidió no esperar a Alba y levantó un pequeño ejército que puso bajo las órdenes de sus aliados. Noirquermes, al mando de 8 banderas de infantería valona y 300 hombres de armas, asaltó Tournai en marzo, degollando de paso a 2.000 calvinistas que se dirigían a defender Valenciennes. Tras dos días de intenso bombardeo, esta ciudad también se rindió, así como las de Maastricht y Bois-le Duc. Sus privilegios fueron abolidos, sus rebeldes desarmados y sus cabecillas ejecutados. Simultáneamente, los civiles católicos expulsaban a los rebeldes de Amberes, el feudo de Guillermo de Orange, y aunque buscaron refugio en Ousterweel, fueron derrotados por Berghes. A continuación llegó el turno de Ámsterdam, donde Noirquermes y Meghem con solo 13 compañías derrotaron a los 14.000 sublevados del caudillo Breberode. Finalmente, Groninga se sometió al conde de Arembergh. Margarita ordenó ejecutar a los profanadores de imágenes y a los cabecillas rebeldes, reconstruir los templos católicos y derruir los protestantes. A sabiendas de que la llegada del duque de Alba no conseguiría mejorar la situación, escribió al rey, aconsejándole que detuviera la marcha de los tercios y que en su lugar, acudiera personalmente a confirmar la sumisión de las provincias, mostrando clemencia. Por su parte, temiendo la llegada del duque de Alba, Guillermo vendió todas sus posesiones en los Países Bajos y huyó a Alemania junto a sus hermanos. Sin embargo, no pudo convencer a Egmont y a Horn, que valientemente prefirieron quedarse a defender la causa protestante.<br />
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Durante el repliegue a Groninga, los supervivientes del tercio de Cerdeña mataron más de 6.000 villanos hugonotes e incendiaron todas las granjas donde habían sido ultrajados tras su derrota anterior. Furioso por su nefasto comportamiento en ambas ocasiones, Alba ordenó reformar el tercio entre los otros tres y ahorcar a los principales culpables. Solo siguió viva la compañía de 400 arcabuceros de Martín Díaz de Armendáriz, ya que no se había encontrado en la derrota ni podía culpársele de la muerte de Arenberg.
<br />
 
  
==Duque de Alba==
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Mientras tanto, el tercio de Ulloa ha salido de su nueva guarnición en Bolduque y se encuentra a dos leguas de Cleves junto a dos compañías de caballos de Vélez de Guevara y Aurelio Palermo y a 14 piezas de artillería sacadas de Arnhem. Tiene como objetivo cortar una vía de suministros y de fuga de los rebeldes desde Alemania. El rey envía tropas desde España y escribe a Anguisola para que los suizos no los hostiguen y levanten 4.000 hombres con los que proteger el condado de Borgoña, en virtud de su liga ancestral. A su gobernador, François de Bergy le previene de que no deje entrar a Orange, a quien se le han confiscado muchos feudos allí.
El 10 de mayo de 1567, Alba se embarcó en Cartagena, para dirigirse a los Países Bajos por la ruta de Italia, al haberle negado Carlos IX su permiso para atravesar Francia para evitar enfrentamientos con los hugonotes. Componían su ejército las siguientes fuerzas:<br />
 
<ul>
 
<li>Infantería (Chiapino Vitelli): 8.800 hombres, divididos en 4 tercios</li>
 
<ul>
 
<li>Lombardía: Sancho de Londoño</li>
 
<li>Sicilia: Julián Romero</li>
 
<li>Cerdeña: Gonzalo Bracamonte</li>
 
<li>Nápoles: Alonso de Ulloa</li>
 
</ul>
 
<li>Caballería (Fernando de Toledo<ref>Hijo natural del duque de Alba, combatiría valerosamente contra los araucanos.</ref>): 1.250 hombres divididos en 12 compañías de 100 lanzas, incluyendo además la primera 50 arcabuceros</li>
 
<ul>
 
<li>Sancho Dávila</li>
 
<li>Lope Zapata</li>
 
<li>Rafael Manrique</li>
 
<li>Nicolau Basta</li>
 
<li>Ruy López Dávalos</li>
 
<li>Curcio Martinengo</li>
 
<li>Juan Vélez de Guevara</li>
 
<li>César Dávalos</li>
 
<li>Conde de San Segundo</li>
 
<li>Conde de Novelara</li>
 
<li>Conde de Monlero</li>
 
<li>Pedro Montañés</li>
 
</ul>
 
<li>Artillería (Gabriel Cerbelloni)</li>
 
</ul>
 
  
Se les unieron posteriormente 14 [[bandas de ordenanza]] borgoñonas (3.000 [[caballo]]s) y 1.500 [[herreruelo]]s alemanes.
+
En Utrecht el duque recibió noticias de que un nuevo ejército rebelde de 8.000 caballos y 30 banderas de alemanes se aproximaba desde Maastricht al mando del duque de Sajonia, el conde Palatino y el landgrave de Hesse. Llega de España un nuevo tercio (Flandes) con 2.500 hombres, cuyo mando se entrega a Bracamonte. Con él llega el primogénito de Alba, Fadrique, a quien el rey había conmutado una pena de 6 años de exilio por el servicio en Flandes<ref>Pena impuesta por renunciado a su boda pactada con Magdalena de Guzmán, dama de la reina, al haberse casado en secreto con su prima María de Toledo.</ref>. Alba le nombró general de la infantería.
  
El duque llegó a Bruselas el 22 de agosto, siendo recibido con frialdad por Margarita, que sospechaba acertadamente que venía investido de amplísimos poderes que limitarían su autoridad, por lo que solicitó al rey que la relevara del cargo. Alba, sin inmutarse, nombró un tribunal de doce personas llamado Consejo de los Tumultos, que fue conocido por el pueblo como tribunal de la sangre. Tras encarcelar en Gante a Egmont, Horn y otros nobles, juzgó en rebeldía a Orange, Luis de Nassau y Breberode. El duque ordenó ejecutar a medio millar del casi medio millón de sublevados, lo que le valió convertirse en el equivalente flamenco al "hombre del saco", pese a que los crímenes cometidos tanto por los rebeldes como por los católicos habían sido muy superiores. En cualquier caso, el gobierno español pidió en 1998 perdón al holandés por aquellas "atrocidades".<br />
+
Trasladado a Bolduque en agosto, Alba pasa muestra a la caballería borgoñona de Noircarmes y a la coronelía de Roeulx. Ordena a Cristóbal de Mondragón, gobernador de Monviliers, que levante 6 banderas de valones. Refuerza Ruremunda con el regimiento de Robles, y Luneburg con 50 hombres de la compañía de Diego de Carvajal al mando de su alférez Antonio Berrio. Convierte Maastricht en una importante plaza fuerte, para impedir la entrada de suministros desde Alemania. De allí pasa a Hernen, en Güeldres, donde pasa muestra:
 +
* 2.000 jinetes en 22 compañías españolas, italianas, albanesas y borgoñonas;
 +
* 1.500 herreruelos;
 +
* 2.000 lanzas de las bandas de ordenanza, a cargo de Berlaymont, Meguen y Lalaing;
 +
* 16.000 infantes españoles en 4 tercios y 40 banderas, incluidas las 12 bisoñas;
 +
* 16 banderas borgoñonas de Lannoy, Largilla, Bryas, Hierges, Mondragón y Billy;
 +
* 20 banderas alemanas de Lodrone y Herberstein.
  
Guillermo de Orange, junto al resto de nobles partidarios, planeó invadir Flandes por tres puntos, apoyados por los protestantes franceses y alemanes. Los que entraron por Artois y el Mosa, fueron rápidamente derrotados por Sancho Dávila. Los que lo hicieron por Frisia, al mando de Luis y Adolfo de Nassau, hermanos de Guillermo, derrotaron en las cercanías de Groninga al tercio de Cerdeña que había planteado batalla en un terreno desfavorable (24 de mayo de 1568). En la acción murió el conde de Arembergh tras matar él mismo a Adolfo, así como 450 soldados españoles, perdiéndose también los 6 cañones que el tercio tenía asignados. Los supervivientes fueron cazados por los habitantes de los pueblos vecinos en busca de recompensa. Por su parte, los 700 auxiliares alemanes se rindieron vergonzosamente. <br />
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Los rebeldes están mandados por Nassau, Hoogstraten y Brederoda:
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* 9.000 caballos, incluidos los reiters del conde Palatino Casimiro, despedidos de Francia;
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* 30 banderas de alemanes en 2 regimientos;
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* 8.000 gascones, valones y loreneses.
  
En respuesta, Alba ordenó decapitar pocos días después a Horn y Egmont, pese a que este había prestado grandes servicios a la corona durante las guerras contra Francia. Inmediatamente después, partió de Bruselas para ponerse al frente de las tropas, tomando Groninga y enfrentando en Gemmingen un ejército rebelde de 12.000 hombres. Luis de Nassau se aprestó a inundar los campos para evitar el avance español, pero una sección de caballería se lo impidió sosteniendo la esclusa frente a 4.000 enemigos hasta que consiguieron llegar los arcabuceros. Asegurada esta posición, la victoria resultó fácil y fue seguida por una persecución que duró un día y medio. Solo los supervivientes del tercio de Cerdeña sumaron más de 6.000 cadáveres enemigos e incendiaron todas las villas y granjas donde habían sido ultrajados tras su derrota anterior. Además de los 6 cañones perdidos, se apresaron otros 10, además de 20 banderas rebeldes. Pese a ello, el duque, furioso por su comportamiento, ordenó reformar el tercio entre los otros tres y ahorcar a los principales culpables. <br />
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El rey de Francia ofrece a Felipe 2.000 gendarmes pero pide que Alba envíe a alguien a recogerlos. Alba envía  Carlos Philippe de Croy, señor de Abré pero, viendo que el duque de Aumâle se demora en cumplir lo prometido, aquel regresa a Flandes convencido de que se trata de un nuevo engaño francés.
  
Cuando se encontraba acantonado en Utrecht, el duque recibió noticias de que un nuevo ejército rebelde de 28.000 hombres, mandados por el propio Guillermo se aproximaba desde Maastricht. Tras constituir el nuevo tercio de Flandes con 2.500 hombres traídos de España por su hijo mayor Fadrique, y reunir varias banderas italianas, borgoñonas, flamencas y alemanas, se dedicó Alba a desgastar al de Orange, impidiéndole que tomara ninguna ciudad a la espera de que sus tropas alemanas se amotinaran por falta de paga. Su estrategia dio sus frutos, pese a que sus propios capitanes le tacharon de cobardía y finalmente el ejército rebelde se amotinó, salvando Guillermo su vida milagrosamente. Tras una nueva derrota, tuvo que volver a retirarse a Alemania con los restos de su ejército, viendo como todas las ciudades de Brabante le cerraban sus puertas y le recibían a cañonazos. La estrategia de Alba había funcionado a la perfección y tras 9 meses de campaña, solo había perdido un centenar de hombres frente a los 5.000 del enemigo.<br />
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El 7 de octubre Alba cruza el Mosa con su ejército para interceptar el paso en Bramburg, caserío cercano a Mastricht a Orange, quien viene de Alemania con refuerzos y mucha caballería. El duque organiza cuatro escuadrones:
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* Españoles;
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* Alemanes de Lodrone;
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* Alemanes de Herberstein;
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* Valones.
  
De vuelta a Bruselas, el duque creó nuevos impuestos que, aunque le granjearon la enemistad de los flamencos, supusieron un desahogo para la maltrecha economía española, especialmente cuando la flotilla de Indias que llevaba las pagas para los tercios, atracó debido a una tormenta en Inglaterra, cuya reina se negó a devolver el dinero. Mientras duraba esta paz efímera, tuvo Alba que acudir en defensa del rey de Francia con 3.000 infantes y 2.000 caballos, venciendo a los hugonotes en Moncontour. Una vez pacificado el país, en el verano de 1571 publicó el duque un perdón general, tras lo que pidió al rey su relevo, que no le fue concedido.<br />
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El ingeniero Pachoto ha inventado unos caballetes de madera con cuerdas cruzadas que impiden que los jinetes carguen hasta el escuadrón, pues quedan desmontados al chocar contra el ingenio. Fadrique se lleva al capitán Juan Osorio de Ulloa con 400 arcabuceros para tomar posición ventajosa en un cerro situado frente a Maastricht. Las compañías de Lorenzo Pérez y Rodrigo Pérez, del tercio de Nápoles cavan las trincheras. El capitán Juan Marcos de Toledo ocupa una aldea cercana. El prior carga con la vanguardia de caballería y 500 arcabuceros de Londoño sobre el tren de bagajes, matando 600 protestantes. Su caballería carga contra la española, ocupada en el saqueo, y le hace algunos prisioneros.
  
La gran campaña protestante de 1572 aprovechó el agotamiento de la Corona tras la batalla de Lepanto, la reconquista de Chipre y la rebelión de los moriscos. En abril, el conde Guillermo de Limay tomó el importante puerto holandés de Brielle con una flota de 26 navíos, en su mayoría corsarios. Pocos días después fue recuperado por don Rodrigo Zapata, pero inmediatamente se sublevaron varias ciudades de Holanda, Zelanda, Güeldres, Zutphen y Frisia, expulsando a sus guarniciones. Desde Francia e Inglaterra se les enviaron refuerzos, llegando a juntar una poderosa armada de 150 naves en Flesinga. Desde allí lanzaron un ataque contra Middleburg, que pudo salvarse gracias al socorro prestado por Sancho Dávila. Por el sur, Luis de Nassau conquistaba Mons y Valenciennes, probablemente con ayuda del rey católico de Francia. Ante el riesgo de ver su honor mancillado por una retirada, el duque de Alba se negó a ser revelado cuando se presentó en Bruselas el duque de Medinaceli con 2.000 hombres de refuerzo.<br />
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Romero marcha con algunas compañías de arcabuceros sobre Tongeren (Limburgo), cuyos habitanes se niegan a franquearle el paso hasta que son compelidos por el propio duque. Desde allí, sus capitanes Juan Osorio de Ulloa, Pedro González de Mendoza y Marcos de Toledo realizan una encamisada sobre el campo rebelde, pero reciben la carga de 500 caballos y 1.000 arcabuceros. Cuano ya había perdido 20 hombres, llega Fadrique con 1.000 arcabuceros de Ulloa y 500 valones, retirándose los herejes.
  
Valenciennes fue recuperada sin necesidad de lucha, ya que en cuanto divisaron a los españoles, los defensores franceses sintieron tal pavor que huyeron abandonando sus banderas. Los rebeldes, apoyados por 4.000 mercenarios ingleses atacaron la provincia de Flandes, tomando Oistburg, Ecloy y Ardemburgh, pero tras fracasar ante Brujas y Gante, regresaron a Flesinga y pusieron de nuevo sitio a Middleburg. Pocos días después, al amanecer, los defensores españoles hicieron una salida y los degollaron a todos.<br />
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Orange se retira hacia Lovaina pero Alba da un rodeo para interceptarle antes de que entre en Brabante. Vitelli, que lleva la vanguardia, plantea batalla de la siguiente forma:
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* Fadrique de Toledo con 600 arcabuceros de Lombardía (Rodrigo Zapata, Diego de Carvajal, Francisco de Valdés);
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* Andrés de Mesa con 400 arcabuceros de Sicilia (Hernando de Toledo, Pedro González de Mendoza, Juan Osorio de Ulloa);
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* Gaspar de Robles con 500 arcabuceros valones;
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* 6 cornetas de herreruelos y los hombres de armas.
  
La situación comenzaba, no obstante a ser desesperada para los españoles, pues en Holanda solo Ámsterdam permanecían fieles a la corona. Para evitar la entrada de refuerzos desde Francia, decidió Alba recobrar Mons, tarea que encargó a sus hijos Fadrique y Rodrigo. Este último resultó herido junto a Vitelli en la primera refriega, pero cuando las tropas que envió Coligny a defender la plaza se tropezaron con los españoles, sufrieron una derrota aplastante, muriendo más de 1.000 franceses y siendo capturado su propio comandante, Genlís. El duque de Alba se dirigió entonces a Mons para dirigir personalmente el asedio. Al conocer la noticia, Guillermo cruzó la frontera con 11.000 infantes alemanes y 6.000 caballos, pero se estrelló contra los muros de la fortaleza de Weert, defendida por una treintena de españoles mandados por el capitán Zayas. Cuando reanudaron la marcha un mes después, el cerco de Mons se había cerrado.<br />
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Cuando llega Alba con el resto del ejército ya han trabado combate. Lope de Acuña solicita permiso para cargar con sus jinetes, pero Alba se lo niega porque el enemigo es superior en arcabucería y se guarnece en un bosque. Pero los españoles han entrado ya en este y, ante la imposibilidad de emplear las picas, usan la espada contra los herejes. Reciben dos cargas de los reiters protestantes, pero los arcabuceros consiguen ponerlos en fuga. Mueren 3.000 rebeldes, incluyendo 2 coroneles, sin contar los que se quemaron en la aldea o los que se ahogaron durante la huida. Fue apresado el coronel alemán Overual, quien sería decapitado en Bruselas por haber servido antes al rey. El conde de Hoogstraten recibió un arcabuzazo del que perdería la vida poco después.
  
Poco después se recibió la noticia de la matanza de hugonotes franceses en la noche de San Bartolomé (24 de agosto). Como uno de los caídos fue precisamente Gaspar de Coligny, uno de los líderes que apoyaban la causa holandesa, Guillermo optó por retirarse a Malinas y abandonar a su suerte a su hermano Luis, sitiado en Mons. La caballería española le persiguió, causándole medio millar de bajas y estando a punto de capturarle. Al conocer la deserción, Nassau entregó la plaza y se retiró a Alemania. El duque de Alba puso entonces cerco a Malinas, que Orange abandonó a su suerte, huyendo a Alemania. Desde allí se dedicó a enviar embajadas al sultán Solimán el Magnífico para que lanzase nuevas campañas contra el Imperio a fin de que se relajase la presión española sobre Flandes (Parker 1986).<br />
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Orange se retira a Sanjagay, donde recibe los refuerzos franceses de Genlis: 1.800 caballos y 4.000 infantes, que habían conseguido entrar en Brabante atravesando las Árdenas. Aunque quiere tomar alguna plaza importante antes de la Navidad, su gente anda hambrienta, cansada y desanimada por los éxitos de Alba. Este deja al prior con toda la caballería en retaguardia y marcha a Lovaina con Mondragón y Xauvoir, mientras que Hiergues va Tilemont, Roeulx a Bruselas y Languilla a Diest.
  
Entretanto, la plaza de Ter-Gves, defendida por 400 españoles y valones al mando de Isidro Pacheco, llevaba dos meses sitiada por un contingente 20 veces superior de holandeses e ingleses, que pese a su superioridad numérica y de artillería no conseguía doblegarla. Sancho Dávila y Cristóbal de Mondragón recibieron la orden de socorrerla, lo que realizaron gracias a una complicada maniobra de vadeo por los pólderes.<br />
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Los protestantes deciden regresar a Alemania pero, como el Mosa está ya muy crecido y solo pueden cruzarlo por Lieja, se alojan en Engelvisen, cerca de Tilemont, donde los propios villanos les causan 500 bajas y les saquean el bagaje. El obispo pide ayuda a Alba, quien en vía a Hierges y Mondragón. Orange acude a combatirlos creyéndoles aislados. Alba reclama al rey Carlos los 2.000 caballos prometidos para impedir que los protestantes consigan huir, al estar la caballería española muy fatigada. Mientras llega, el teniente general Lope de Acuña sigue hostigando la retaguardia enemiga. En uno de los alcances, es herido Sancho Dávila y muerto Ruy López Dávalos.
  
Desde Mons, Alba se dirigió contra Malinas, que aunque se rindió, no pudo evitar el saqueo, en parte por estar el duque furioso por su colaboracionismo y en parte por no tener dinero para pagar a sus tropas. Desde allí envió a su hijo Fadrique a tomar Naerden, que sufrió la furia española por el asesinato de los embajadores que les enviaron con la propuesta de rendición. El impacto de ambos sacos empujó a Groninga, Overijssel y Utrecht a rendirse sin lucha.<br />
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Al final, los gendarmes franceses nunca llegan y los protestantes consiguen entrar en Alemania. Acabada la campaña tras haberles hecho a los protestantes 25.000 bajas, Alba licencia a las tropas sobrantes y reparte el resto para invernar:
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* Ulloa en Maastricht, Bolduque, Wers y Grave;
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* Romero en Bruselas y Malinas;
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* Londoño en Utrecht, Bommel y Warcen;
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* Billy en Groninga;
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* Mondragón en Deventer;
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* Lodrone en Valenciannes y Amberes.
  
Tras socorrer Ámsterdam, que había permanecido fiel a la corona pese a no contar con guarnición española, Fadrique se lanzó contra Haarlem, obteniendo los avituallamientos necesarios de los propios refuerzos rebeldes, mandados por Limay, a los que masacró. Sin embargo, el sitio se prolongó durante 6 meses, sufriendo los españoles por la falta de víveres y por el crudo frío holandés, mientras que los sitiados recibían constantes refuerzos desde Leiden. Para colmo de males, los sitiados no se cansaban de provocar a los españoles arrojándoles las cabezas de los caídos en los asaltos y representando escenas blasfemas en las murallas. Afortunadamente, cuando la situación parecía insostenible, un soldado capturó una paloma mensajera por la que supieron de la llegada de Guillermo con refuerzos. Inmediatamente, los tercios cargaron contra ellos, causándole 3.000 bajas y apoderándose de la artillería y los suministros. Tres días después, la ciudad se rindió y otros 2.500 rebeldes y mercenarios fueron ejecutados, con lo que la suma de bajas alcanzó los 13.000, frente a los 4.000 españoles, entre cuyos heridos se encontraban D. Fadrique y la mayoría de sus oficiales. Quince días después de tomar la ciudad, los tercios se amotinaron para exigir sus pagas atrasadas, costumbre inveterada que les diferenciaba de las tropas de otras nacionalidades, que lo hacían antes de entrar en combate. La situación pudo salvarse gracias al empréstito concedido por varios banqueros flamencos.<br />
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De vuelta a Bruselas, el duque creó nuevos impuestos que, aunque le granjearon la enemistad de los flamencos, supusieron un desahogo para la maltrecha economía española, especialmente cuando la flotilla de Indias que llevaba las pagas para los tercios, fueron apresados por corsarios de Inglaterra, cuya reina se negó a devolver el dinero. Muy al contrario, dio patente de corso a John Hawkins, quien el 15 de septiembre intentó atacar Cartagena de Indias. Un temporal lo desvió hasta Veracruz, y fue derrotado por la armada de la guarda de Indias en San Juan de Ulúa. Su primo Drake consiguió escapar con parte del oro capturado, pero cuando llegó a Inglaterra en diciembre fue arrestado por la reina.
  
Tras el fallido asalto a Alkmaar, que se convirtió así en una leyenda para los holandeses, y la derrota naval de Flesinga, D. Fadrique concedió un descanso a sus hombres. Simultáneamente, Felipe II decidió darle relevo a su padre el duque, gravemente enfermo y nombró gobernador a D. Luis de Requeséns, que hasta entonces ejercía dicho cargo en [[Milán]].<br />
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Mientras duraba esta paz efímera, tuvo Alba que acudir en defensa del rey de Francia con 3.000 infantes valones y 1.500 herreruelos al mando del conde Pedro Ernesto de Mansfeld, reservándose los españoles para sí. El duque de Florencia aportó 1.000 infantes y 100 caballos al mando de Mario Sforza, y el papa 4.000 infantes y 1.000 caballos a cargo del conde de Santafiora. El ejército católico venció a los hugonotes en Moncontour, donde algunos caballeros franceses mataron a Luis de Borbón, príncipe de Condé, a pesar del generoso rescate que este les ofreció.
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==Luis de Requeséns ==
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==1571==
A finales de noviembre de 1573 se produjo el relevo y la primera medida de Requeséns fue ofrecer un perdón general a los rebeldes que quisieran volver al servicio del rey. Como no tuvo éxito, se lanzó a socorrer los puertos de Zelanda, que llevaban varios meses sitiados. En su ayuda acudió Julián Romero con 62 navíos de guerra y numerosas barcazas fluviales con las provisiones, pero fue derrotado frente a Bergen-op-Zoom por una flota mucho mejor armada y mandada por marinos, no por infantes. Como consecuencia, toda Zelanda pasó a manos rebeldes, excepto la isla de Ter-Gves.<br />
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En el verano de 1571 Alba publicó un perdón general, tras lo que pidió al rey su relevo por un diplomático, que no le fue concedido.
  
Luis de Nassau aprovechó la situación para atacar Brabante con 6.000 infantes y 3.000 jinetes. Comenzó poniendo sitio a Maastricht, guarnecida solo por 300 alemanes. La compañía de caballería de Bernardino de Mendoza fue la primera en acudir en su socorro, hostigando continuamente a los sitiadores hasta la llegada de refuerzos, 25 banderas de los tercios viejos mandadas por Bracamonte. Simultáneamente, Guillermo avanzó con otro ejército para socorrer a su hermano. El choque se produjo el 14 de abril de 1574 en Mock, resultando muertos 3.000 rebeldes frente a los escasos 30 infantes y 20 jinetes españoles y valones, lo que da idea de la diferencia de preparación militar de ambos bandos. Como era habitual, los tercios volvieron a amotinarse tras ganar la batalla y se dirigieron a Amberes para exigir sus pagas al gobernador. Esta vez, fueron los ciudadanos los que reunieron el dinero para evitar el saqueo.<br />
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==1572==
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La gran campaña protestante de 1572 aprovechó el agotamiento de la Corona tras la batalla de Lepanto, la rebelión de los moriscos y la paz momentánea en Francia. Orange pacta con Coligny y en abril, el conde Guillermo de Limay tomó el importante puerto holandés de Brielle con una flota de 26 navíos, en su mayoría corsarios. Matan a los católicos, incendian las iglesias y comienza a fortificar la tierra. El conde de Bossu solicita ayuda y el 4 de abril llega a Rotterdam Hernando de Toledo con el tercio de Lombardía. Alba envía 3 compañías de Sicilia a sostener el puerto de Flesinga, pero los rebeldes las derrotan, decapitan al capitán Pacheco y cuelgan su cabeza de las murallas.
  
En octubre, el grueso del ejército se dirigió de vuelta a Holanda, liberando de paso La Haya, cuya población era mayoritariamente católica. Para poder tomar Leiden se comenzó asaltando tres fortalezas que defendían sus alrededores y pasando a cuchillo a sus defensores, todos ingleses, pese a que Isabel I negaba su apoyo a los rebeldes. Para facilitar la llegada de refuerzos por mar, los sitiados rompieron los diques y anegaron toda la comarca. De esta forma consiguieron levantar el cerco, pero a costa de sufrir una prolongada hambruna, al perder todas las cosechas. La derrota se saldó con 1.500 bajas españolas, pero nuestras tropas consiguieron su revancha en Buren, Scoonhoven y Oudewater, siendo tomada esta última al asalto por los propios soldados, sin esperar órdenes de sus jefes.<br />
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Inmediatamente se sublevaron varias ciudades de Holanda, Zelanda, Güeldres, Zutphen y Frisia, expulsando a sus guarniciones. Solo Ámsterdam permanece fiel a la corona, defendida por el tercio de Hernando de Toledo. Francia e Inglaterra les enviaron refuerzos, llegando a juntar una poderosa armada de 150 naves. Desde Flesinga lanzaron un ataque contra Middleburg, que pudo salvarse gracias al socorro prestado por una flotilla de 30 naves mandadas por Sancho Dávila, con 500 arcabuceros españoles de los capitanes Osorio, Angulo, Ovalle, Añasco y Medinilla, y otros 600 valones de Bryas. Como no pueden desembarcar en los polders, lo hacen en las dunas y caminan con el agua por la cintura hasta llegar a la plaza, donde rápidamente ponen en fuga a los rebeldes. Dávila captura el puerto y lo fortifica, para asegurar la llegada de barcos españoles.
  
Requeséns decidió entonces conquistar algún puerto de Zelanda para permitir la llegada de una armada española, eligiéndose los de la isla de Zierickzee. El asalto tuvo que ser realizado bajo el fuego los barcos holandeses y con el agua hasta la cintura, pese a lo que los escasos supervivientes, dirigidos de nuevo por Sancho Dávila, consiguieron tomar el fuerte de Bommenze. Cuando el ejército llegó a la capital los holandeses volvieron a inundar los campos, permitiendo la entrada de la flota holandesa con refuerzos. Sin embargo, los españoles consiguieron bloquear el acceso al puerto y finalmente la ciudad hubo de rendirse. Aunque los sitiados ofrecieron 200.000 florines a cambio de su libertad, los tercios volvieron a amotinarse y se encaminaron hacia Bruselas, haciéndose fuertes en la plaza de Alost.<br />
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Alba ordena que las tres coronelías de valones que se están reclutando se incrementen hasta las 10 banderas y levanta otra para Cristóbal Mondragón, gobernador de Dembillers. Envía a Bergen dos compañías de Sicilia que estaban en Dixmuda (Flandes) y el tercio de Nápoles, que es relevado en Bolduque por 8 compañías del tercio de Flandes de Bracamonte que estaban en Iperon (¿Yprés?).
  
El 5 de marzo de 1575, Luis de Requeséns moría de peste en Bruselas. Como no tenía previsto relevo, el gobierno recayó en el Consejo de Estado y el mando militar en el conde de Mansfeld. Felipe II confirmó al primero, confiando en que al estar compuesto por naturales, supieran acabar pronto el conflicto, pero no contaba con la presencia de traidores y otros miembros guiados solo por su propio interés. Orange aprovechó para ordenar un nuevo levantamiento, pero sus despachos fueron interceptados por los arcabuceros a caballo de Juan de Alconeta, descubriéndose sus contactos con los traidores en el consejo, Heese y Climes, así como con el duque de Alençon, hermano del rey de Francia y con la reina Isabel.<br />
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El 24 de mayo se rebeló Enkhuizen, uno de los tres puertos principales de los Países Bajos, así como todo el Waterland, apoderándose los rebeldes de los navíos del rey. Por el sur, Luis de Nassau conquistaba Mons y Valenciennes con ayuda de tropas francesas. Alba escribe a Alemania para que se levanten 3 regimientos de infantería de alemanes alto, otros 3 de bajos, y la siguiente caballería:
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* Arzobispo de Colonia: 2.000 caballos;
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* Duque Enrique de Brunswick: 3.000;
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* Duque Adolf de Holstein: 2.000;
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* Duque de Sajonia: 1.200;
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* Conde Pedro Ernst de Mansfeld: 1.000;
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* Anton de Helk: 1.000;
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* Barón de Santembourg: 1.000;
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* Hanz Walter: 1.000;
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* Ambstenrode: 300;
  
El cambio de bando de los nobles neerlandeses fue generalizado y solo la provincia de Luxemburgo, de las 17 que componían los Países Bajos, permaneció fiel a la corona. Los 6.000 soldados españoles se encontraban desperdigados por toda la geografía de la región y solo permanecían en su poder las fortalezas de Amberes, Liere, Maastricht, Utrecht, Viennen, Gante y Valenciennes. Pese a todo, los españoles no les ponían las cosas fáciles a los rebeldes y una compañía de caballería mandada por Bernardino de Mendoza, se bastó para desbaratar el saqueo de Lovaina. En Maastricht, los insurrectos consiguieron comprar a las tropas alemanas, pero las españolas se hicieron fuertes en dos torreones del castillo y lo mantuvieron hasta la llegada de D. Fernando de Toledo, quien pudo así recuperar la plaza. En otro encuentro en uno de los caminos que conducían a Brabante, una compañía de bisoños al mando de Hurtado de Mendoza consiguió frenar a un enemigo muy superior, pese a que era la primera vez que entraban en combate.<br />
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Valenciennes fue recuperada sin necesidad de lucha, ya que en cuanto divisaron a los escasos jinetes españoles que Alba envió a reconocerla al mando de Juan de Mendoza, los defensores franceses huyeron abandonando sus banderas. Mendoza degolló alguna gente y tomó 9 banderas pero no pudo perseguir a los huidos porque sus jinetes se dedicaron al saqueo. En Walkeren, Beauvouir toma el castillo sin lucha pero, al verse sitiado, prefiere abandonarlo pues carecía de importancia en ese momento y era fácilmente recuperable.
  
El 3 de octubre las tropas rebeldes entraron en Amberes y asediaron su castillo, defendido por apenas 400 españoles al mando del propio Sancho Dávila. Al percatarse de su delicada situación por el incesante cañoneo, los amotinados de Alost, que no habían conseguido sus reclamaciones, se lanzaron a socorrerles sin pensar, uniéndoseles un contingente de 600 compatriotas mandados por Julián Romero. Juntos consiguieron entrar en el castillo, desde donde se lanzaron sin descanso, con 500 jinetes a la cabeza, contra los 20.000 sitiadores, que pusieron pies en polvorosa. El ayuntamiento, desde donde fueron hostigados por los rebeldes, fue pasto de las llamas, cayendo 2.500 de éstos por solo 14 de los nuestros, gracias a su combatividad y disciplina.<br />
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Los rebeldes, apoyados por 4.000 mercenarios ingleses atacaron la provincia de Flandes, tomando Oistburg, Ecloy y Ardemburgh, pero tras fracasar ante Brujas y Gante, regresaron a Flesinga y pusieron de nuevo sitio a Middleburg. Pocos días después, al amanecer, los defensores españoles hicieron una salida y los degollaron a todos. El 11 de junio llega a Ostende una flota española de 54 navíos, con 6 banderas y 1.263 hombres de un tercio bisoño mandado por Julián Romero, el cual había marchado a España con licencia en 1569. Ante el riesgo de ver su honor mancillado por una retirada, el duque de Alba se negó a ser relevado cuando se presentó en Bruselas el duque de Medinaceli. Pero cometió el error estratégico de concentrarse en recuperar las plazas sublevadas en la frontera francesa, muy débiles debido a las guerras de Religión, que en sofocar el incendio que se extendía por las provincias septentrionales.
  
La doble campaña contra flamencos y otomanos había dejado las arcas exhaustas, por lo que en 1575 la corona se declaraba en bancarrota, al adeudar las rentas de 7 años. El rey de Francia en cambio no dudaba en entablar conversaciones con el sultán, proponiéndole el envío a Orange de 100.000 coronas mensuales durante año y medio. En 1577, Felipe II se encuentra ya restablecido de la quiebra y en paz con el sultán, por lo que puede acometer de nuevo la guerra en Flandes.<br />
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Comienza por reforzar a Juan de Mendoza con las 10 banderas que Rodrigo de Toledo había metido en Amberes, y las sustituye por 10 de valones de Mondragón. A las primeras las refuerza con 11 de Caprés, 3 de Molain, 3 de Roeulx y 3 de caballos. Toda esta gente queda al mando de Fadrique, quien se dirige a Mons el 23 de junio para impedir la entrada de hugonotes. Toledo resultó herido junto a Vitelli en la primera refriega. Justo después llegan el tercio de Julián Romero y la coronelía de Licques. Las tropas que envió Coligny a defender la plaza sufrieron una derrota aplastante, muriendo más de 1.000 franceses y siendo capturado su propio comandante, Genlís, quien murió en Amberes. Se ganaron 32 banderas y se hicieron 4.000 prisioneros. Participaron en la refriega las compañías de caballos de Lope Zapata, Bernardino de Mendoza, Hernando de Toledo y Antonio Toledo. La de Juan de Mendoza se mantuvo en reserva.
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==Juan de Austria==
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El duque de Alba llama a su hijo para ponderar el plan a seguir, dejando al conde de Lalaing al mando de su campo, que es reforzado por otros 4.500 infantes valones en 13 banderas, 5 de españoles que estaban en Maastricht, y las compañías de caballos italianos de Aurelio Palermo, Nicolao Basta y Jorge Machuca. Alba se dirigió después a Mons para dirigir personalmente el asedio. Al conocer la noticia, Guillermo cruzó la frontera con 11.000 infantes alemanes y 6.000 caballos, pero se estrelló contra los muros de la fortaleza de Weert, defendida por una treintena de españoles mandados por el capitán Zayas. Cuando reanudaron la marcha un mes después, el cerco de Mons se había cerrado.
Ante la grave situación en la que se encontraban las provincias, Felipe II recurrió a la persona de mayor confianza, su hermano D. Juan de Austria, que había salido triunfante de la rebelión de los moriscos (1570), la batalla de Lepanto (1571), la toma de Túnez (1573) y la revuelta de Génova (1574). Aunque recibió la noticia en [[Milán]], D. Juan se trasladó primero a Valladolid para parlamentar con su hermano y tras teñirse su cabello para pasar por un criado de su amigo Octavio Gonzaga y poder atravesar Francia (el camino más corto) sin peligro, llegó a Luxemburgo.<br />
 
  
Inmediatamente ordenó a sus tropas el cese de hostilidades contra los rebeldes y envió cartas al Consejo de Estado, proponiendo una tregua y la retirada de los tercios a cambio de que mantuvieran la fidelidad a la corona y la salvaguarda de la fe católica. Los nobles enviaron con la respuesta a un asesino llamado Yskio, al que finalmente le faltaron redaños para cometer el magnicidio. Sin embargo, por consejo de Gonzaga, D. Juan, en lugar de responder con las armas, aceptó firmar el Edicto Perpetuo que confirmaba la Pacificación de Gante, para no desobedecer las instrucciones de su hermanastro y aparecer como deseoso de poder y gloria a los ojos de la corte española.<br />
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Entretanto, Rodrigo Zapata repele una incursión de los corsarios de Brielle (luego conocidos como los mendigos del mar), cuando intentaban saquear Reinsbourg y un monasterio de damas principales a tres leguas de su guarnición en La Haya. Como luego necesitan municiones, deja una guarnición en la plaza y otra en los puentes que cruzan el canal y se dirige a Ámsterdam. Por el camino es asaltado en varias ocasiones por cientos de herejes, a los que causa una gran mortandad.
  
Ante la orden de cese de hostilidades, la exigua guarnición del castillo de Gante, que por las circunstancias se encontraba mandada por la mujer del coronel Mondragón, y que había soportado valerosamente dos asaltos protagonizados por 6.000 rebeldes, tuvieron que rendirse. Fue tal su valor, que los rebeldes le presentaron honores militares a su salida. Algo similar pasó en Utrecht, donde Francisco Hernández se negó a rendirse por desconfiar de la autenticidad de la firma del nuevo gobernador, por lo que los rebeldes optaron por conceder un salvoconducto a un mensajero español para que se entrevistase personalmente con él y garantizara la orden. El de Amberes fue el último castillo en entregarse, haciéndolo Sancho Dávila a un noble flamenco que juró retenerlo en nombre de Felipe II o de sus sucesores.<br />
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Decidido a cobrar Mons a toda costa, Alba reúne allí todas sus tropas, dejando libre a Holanda. De camino hacia Brabante, Hernando de Toledo intenta someter Haarlem con las 10 compañías de su tercio, pero debe conformarse con tomar un fuerte y degollar 800 protestantes. Tras esto parte hacia Mons acompañado de las 7 banderas del conde de Herberstein. Con estos refuerzos se gana la abadía de Espiuliu, llevando la vanguardia Rodrigo Zapata y Alonso de Sotomayor.
  
Tras esto, las tropas españolas partieron hacia [[Milán]] el 27 de abril de 1577, no sin que Dávila pronosticara a D. Juan que pronto los llamaría de vuelta y de que este cometiera la injustificable torpeza de negarse a despedirles personalmente. Era ingenuo pensar que Orange cumpliese honestamente la Paz de Gante, máxime cuando no tenía autoridad ni moral ni política sobre el resto de nobles para que retornaran a la fe católica. Siguiendo su costumbre de desacreditar a los españoles, comenzó a difundir pasquines en los que afirmaba que D. Juan no cumplía el tratado y que las tropas se hallaban escondidas en las proximidades de Flandes.<br />
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Alba deja en Amberes a Sancho Dávila y a Mondragón. Ámsterdam queda abandonada a su suerte y es atacada por los protestantes que, una vez rendida, la saquean a placer. El conde van der Berghe, cuñado de Orange, se apodera de Zutphen con 6.000 infantes y 500 caballos. El 10 de agosto sitia algunas plazas de Overijsel, que se rinden rápidamente al carecer de guarnición.
  
D. Juan decidió pasar a la acción y se dirigió a Namur, cuyo inexpugnable castillo convirtió en su nueva residencia oficial. Pese a que envió pruebas de las traiciones de Orange a los nobles flamencos, éstos le recibieron en Bruselas como nuevo gobernador de Brabante y entregaron Flandes al archiduque Matías de Austria, hermano del emperador Rodolfo. La fortaleza de Amberes, símbolo de la dominación española fue derruida<ref>Ocho años más tarde, Alejandro Farnesio ordenó que se reconstruyera, corriendo los habitantes con los gastos.</ref>.<br />
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El 24 de agosto se produjo la matanza de hugonotes franceses en la noche de San Bartolomé, incluido el almirante Gaspar de Coligny, uno de los líderes que apoyaban la causa holandesa, lo que causa un gran impacto en ambos bandos. El 8 de septiembre llega Orange con su ejército a los alrededores de Mons y al día siguiente se plantea batalla. Orange envía su vanguardia a tomar Jumape, pero Alba había previsto esa maniobra y había enviado allí a Fadrique, al regimiento de Caprés y a 600 arcabuceros españoles. Una vez confirmada su sospecha, envía también a Hernando de Toledo y a Sancho Dávila. Al verlos avanzar sin caballería, Orange ordena cargarlos, pero son socorridos por 200 arcabuceros de Romero y 60 lanzas de Roeulx. Dos escuadrones de caballería protestante con 1.300 caballos contraatacan al unísono y causan grandes bajas a los católicos.
  
Ante la inminencia de la guerra, D. Juan escribió a los capitanes y soldados de los tercios que de tan fea manera había despedido, exhortándoles a volver. A finales de 1577 llegaban a Luxemburgo los tercios viejos al mando del tercer duque de Parma y Plasencia, Alejandro de Farnesio, hijo de la infanta Margarita. Los rebeldes, asustados, se apresuraron a pedir ayuda a Francia, Inglaterra y Alemania.<br />
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Visto que el socorro es imposible por aquella parte, Orange decide retirarse y al día siguiente lo plantea por San Simphorien, plaza guarnecida por el regimiento alemán de Polwiller. Alba lo refuerza con 4 compañías de lanzas, otra de arcabuceros a caballo y 5 de infantería española. Esa noche organiza una encamisada con los arcabuceros de Julián Romero y Noircarmes al mando de Fadrique. Los regimientos de Caprés y Licques cubren sus espaldas. A la hora prevista, degüellan los centinelas y entran en el campo protestante poniendo fuego a las barracas, desjarretando caballos y matando 300 rebeldes durante una hora, con pérdida de 30 encamisados por desobedecer la orden de retirarse por donde habían entrado.
  
Un mes más tarde, ambos ejércitos se enfrentaban en Gembloux, siendo de nuevo la ventaja para los rebeldes: 25.000 frente a 17.000. La caballería, mandada por el propio Farnesio, se lanzó a la carga sin esperar la orden de su tío. Los jinetes rebeldes huyeron tan precipitadamente que se estrellaron contra su propia infantería, desordenándola y volviéndola presa fácil de los españoles, que los persiguieron hasta Bruselas, realizando una gran degollina. Se les arrebataron 34 banderas, toda la artillería y cantidad de bagajes y munición, que permitió a los tercios combatir durante varios meses. Aunque D. Juan reprendió severamente a Alejandro por arriesgar su vida como un simple soldado, no dudó en atribuirle la victoria en las cartas que dirigió a Felipe II, si bien el otro hizo lo recíproco, tal era la estrecha amistad que les unía desde pequeños.<br />
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Comprendiendo que nunca superaría a Alba, Guillermo opta por retirarse a Malinas y abandonar a su suerte a su hermano Luis. La caballería española le persiguió, causándole medio millar de bajas y estando a punto de capturarle. Al conocer la retirada de Orange, Nassau entregó Mons tras tres meses de cerco y se retiró a Alemania. Alba envió al conde de Roeulx a Oudenaarde y Mondragon a Ruremunda, rindiéndose ambas plazas sin resistencia. El resto del campo se traslada a Bruselas, de donde saca las 4 banderas del tercio de Sicilia. Como no podía emplear la caballería contra Malinas, envía a los herreruelos a Lovaina y los jinetes a Lier. Llegados a Malinas, los protestantes salen huyendo y los españoles la saquean a placer para compensar las muchas pagas que se le debían. Desde allí, Alba envió a Fadrique a tomar Naerden, que sufrió la furia española por el asesinato de los embajadores que les enviaron con la propuesta de rendición. El impacto de ambos sacos empujó a Groninga, Overijssel y Utrecht a rendirse sin lucha.
  
Los rebeldes se retiraron precipitadamente a Amberes mientras los tercios avanzaban por Brabante. Gonzaga reconquistó Boubignes, Tillemont, Lovaina y Arschot, mientras Farnesio tomó al asalto Sitchen, ejecutando a todos cuantos habían faltado a su palabra de rendición en ocasiones anteriores. Cuando Diestem y Leyva se le rindieron sin lucha, perdonó la vida de todos sus habitantes para que sirvieran de ejemplo. Reunidos ambos ejércitos para la toma de Nivelles, los alemanes se amotinaron, pero dando muestras de compasión, D. Juan solo ajustició a uno de los líderes. Tras esto, se rindieron también Malbodio, Sabis, Reulx, Bellomont, Soingniac, Barlamont, Cimay y Philippesville, donde tuvieron que emplearse las palas en lugar de las baterías. Con ello se habían recuperado las provincias de Henao y Namur, pero D. Juan cayó enfermo del estómago y tuvo que delegar el mando en Farnesio.<br />
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La plaza de Targoes, defendida por 400 españoles y valones al mando de Isidro Pacheco, llevaba sitiada desde el 26 de agosto por un contingente 20 veces superior de holandeses e ingleses que, pese a su superioridad numérica y artillera, no conseguía doblegarla. Sancho Dávila y Cristóbal de Mondragón recibieron la orden de socorrerla, lo que realizaron tras vadear el canal con el agua al pecho durante la marea baja. Sorprendidos al verlos llegar por el mar, los protestantes huyeron el 21 de octubre, lo que Pacheco aprovechó para salir en su persecución y hacerles 700 bajas.
  
En primer lugar, este sometió la provincia de Limburgo, aunque para tomar su capital tuvo que levantar una colina artificial que le permitiera emplazar la artillería a la misma altura que los muros de la fortaleza. De esta forma quedaba cerrada una de las rutas de los refuerzos alemanes. Mientras tanto Guillermo, en lugar de coger personalmente las armas, seguía su política de publicar panfletos difamando a los españoles y ejecutar a cuantos sacerdotes católicos se negaban a abjurar. Entre los éxitos de su guerra sucia se cuenta el asesinato de Juan Escobedo, secretario de D. Juan cuando fue a la corte a informar, gracias a las intrigas de Antonio Pérez y la expansión del rumor de que aquel pretendía casarse bien con la reina de Inglaterra o con la de Escocia y convertirse en soberano independiente de los Países Bajos. De sus aliados obtuvo además 12.000 soldados alemanes, financiados con oro inglés, que se establecieron en Nimega y un contingente francés mandado por el propio duque de Alençon que se dirigió a Mons.<br />
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Medinaceli regresa a España e informa al rey de que la segunda rebelión ha sido motivada por el rigor de Alba, y le propone relevarlo por un diplomático menos agresivo. Orange se refugia en Holanda, por lo que Alba despide su caballería alemana, muy costosa e inútil en los pólderes. Alba asienta su campo en Nimega y envía a Fadrique a someter Zutphen y Naerden, que se niegan a rendirse antes de ser plantada la batería por lo que son tomadas y saqueadas.
  
Por entonces los españoles recibieron valiosos refuerzos, entre los que se contaban numerosos miembros de la [[nobleza]], ansiosos por combatir, como Diego Hurtado de Mendoza o Sancho de Navarra. Con ellos se formó formidable un ejército que se dirigió a Malinas, donde les esperaban, como era habitual fuerzas superiores: 12.000 infantes y 7.000 caballos. Los rebeldes consiguieron tender una trampa a los valerosos soldados españoles, que cayeron en ella por su propio arrojo. Al final del día, gracias a la astucia de Farnesio y al sacrificio de parte de su caballería, pudieron los tercios retirarse en orden, sufriendo bajas similares a las del otro bando. Cuando, recuperada la formación volvieron a plantear batalla, los rebeldes prefirieron retirarse. Simultáneamente, en el sur, los franceses eran derrotados.<br />
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Tras socorrer Ámsterdam, que había permanecido fiel a la corona, Fadrique se lanzó contra Haarlem, obteniendo los avituallamientos necesarios de los propios refuerzos rebeldes, mandados por Limay, a los que masacró. Los villanos cortan los diques para inundar la campiña, pero los tercios de Julián Romero y Hernando de Toledo consiguen llegar hasta el castillo de Spaardam y degüellan a sus 300 defensores. Sin embargo, el sitio de la plaza se prolongó durante 9 meses, sufriendo los españoles por la falta de víveres y por el crudo frío holandés, mientras que los sitiados recibían constantes refuerzos por mar desde Leiden. Los sitiados no se cansaban de provocar a los españoles arrojándoles las cabezas de los caídos en los asaltos y representando escenas blasfemas en las murallas.
  
El dinero volvía a escasear y Felipe II contestaba con evasivas a su hermano. Isabel I envió a D. Juan a dos altos miembros de su corte para tratar la paz, pero gracias a una misiva de Bernardino de Mendoza, a la sazón embajador en Londres, pudo descubrirse a un asesino que se escondía entre la comitiva. Poco después volvía a enfermar D. Juan y viendo próxima su muerte nombró a su sobrino general en jefe del ejército y gobernador de Flandes. Tras una corta agonía, murió el 1 de octubre de 1578 a los 33 años. En junio de ese año había muerto también Sebastián de Portugal, cuando combatía a los moros en la batalla de Alcazarquivir. La reclamación de sus derechos al trono por parte de Felipe II, hijo de Isabel de Portugal, abría un nuevo frente en el que emplear los fondos y las tropas que tanta falta hacían en los Países Bajos.<br />
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==1573==
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Los españoles se impacientan y exigen a Fadrique que les dejen intentar un asalto frontal. Para ello, el ingeniero Bartolomeo Campi construye un puente sobre barcas que permite a los infantes cruzar el canal, pero es tan estrecho que la carga se convierte en un desastre, resultando herido durante la retirada el propio Romero en un ojo. Otros 150 de sus hombres murieron para nada. Otro asalto, protagonizado esta vez por el tercio de Rodrigo de Toledo, es también rechazado con graves pérdidas, incluyendo 40 que volaron al dársele fuego a una mina. El propio Toledo recibió varias heridas, así como sus capitanes Perea, Rodrigo Pérez, Esteban de Illanes y Alonso Muñoz.
  
==Alejandro Farnesio==
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A la vista de las bajas, del frío y del agotamiento de la tropa, los capitanes aconsejan a Fadrique que posponga la toma de la plaza hasta la primavera, pero este no quiere defraudar a su padre. Además de solicitarle las cuatro banderas del tercio de Sicilia que le servían de escolta en Nimega, otras cuatro de Mondragón y los arcabuceros de Billy, hizo levar una coronelía de 1.000 borgoñones a Enrique de Vienne, barón de Chevreaux. Al conde de Boussu le ordena armar todas las embarcaciones disponibles en Ámsterdam para cortar los suministros que llegan por los canales. Por su parte, Montgomery apresta 1.000 hugonotes en la isla de Wight, y la reina Isabel hace levas en Inglaterra y Escocia en favor de los holandeses. Con estos refuerzos, la guarnición se permite hacer algunas salidas, causando muchas bajas a los sitiadores y capturándoles 9 banderas.
A finales de 1578 solo cuatro provincias eran leales a la corona, mientras que el resto contaban con el apoyo de la reina de Inglaterra y otros tres príncipes extranjeros: el archiduque Matías de Austria, el duque de Alençon y Juan Casimiro del Palatinado. Sin embargo, los líderes rebeldes comenzaban a luchar entre ellos por el poder. Mientras Orange arrestaba a Arschot por abolir los fueros de Gante, Borneville y Horn formaron su propio ejército en Henao, los "malcontentos", para enfrentarse tanto a sus rivales como a los españoles.<br />
 
  
Este grupo convenció al duque de Alençon para que sitiara Namur con el mayor ejército visto en Flandes desde el comienzo de la rebelión: 40.000 infantes y 17.000 caballos. Pero el esfuerzo estaba condenado al fracaso por dos razones: el esfuerzo que suponía mantener a tantas tropas y las diferencias religiosas entre valones y franceses de un lado y flamencos y alemanes de otro. Al final, las tropas extranjeras se retiraron y los flamencos tuvieron que levantar el asedio.<br />
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Alba envía a Bernardino de Mendoza a dar cuenta al rey de lo dificultoso de la campaña y la necesidad de hombres y dinero. El monarca le entrega una gran suma en letras de cambio y ordena al gobernador de Milán que envíe a Lope de Acuña con 25 banderas extraídas del tercio ordinario y del de Lope de Figueroa, conocido como el de la liga que, a la sazón, se encontraba en el ducado. Nada más llegar, el duque envía al sargento mayor Francisco Valdés con algunas banderas de alemanes, valones e italianas a proteger la ruta de suministros desde Utrecht a Haarlem. El resto marcha directamente a esta plaza.
  
Alejandro pasó inmediatamente a la ofensiva y, con 15.000 infantes y 4.000 jinetes, se internó en Brabante. Juan Bautista, marqués del Monte, que iba en descubierta con 50 hombres de armas y 25 arcabuceros, tropezó con una columna enemiga y pese a su inferioridad cargó con tal ímpetu que los puso en fuga, haciéndoles 600 bajas, apresando 100 infantes y 200 caballos y capturando 5 banderas.<br />
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Cuando la situación parecía insostenible, un soldado capturó una paloma mensajera por la que supieron de la llegada de refuerzos: 3.000 holandeses y zelandeses, 1.000 ingleses, franceses, valones y flamencos, una corneta de herreruelos y 6 cañones. Consiguen atravesar una primera línea de vigías alemanes pero cuando llegaron a la de los españoles, estos dieron la alarma. Lope de Acuña salió inmediatamente con los tercios de Santiago y San Felipe, reforzados por las compañías de arcabuceros a caballo de Montero y Valdés. Les causaron 1.500 bajas y se apoderaron de 14 banderas, toda la artillería y los suministros. Tres días después, la ciudad se rindió y Fadrique ordenó ejecutar 1.000 mercenarios que habían sido perdonados en el sitio de Mons bajo promesa de no volver a empuñar las armas contra España. La suma total de bajas alcanzó los 13.000, frente a los 4.000 sitiadores, incluyendo Lope de Acuña, los capitanes Diego de Carvajal, Lorenzo Perea, Juan de Ayala, Esteban de Quesada, Toribio Cimbrón, Marcos de Toledo, Lucas de Espila y otros 800 españoles. Entre los heridos se encontraban Fadrique y todos los oficiales de su consejo, ya que solían andar en las situaciones de mayor peligro.
  
Tras tomar Kerpen y Erclens para asegurar sus vías da abastecimiento y cruzar el Mosa con todo su ejército en solo 3 días, Alejandro sorprendió al bando rebelde, que se dispersó para proteger sus fortalezas. Llegado a este punto, despidió a sus soldados alemanes pagándoles de su propio sueldo como gobernador, pues confiaba más en los españoles para esta empresa. Los 17.000 alemanes de Juan Casimiro, a los que se les adeudaba la paga desde hacía tiempo le ofrecieron retirarse a cambio de recibirla ellos también. Farnesio les despachó diciendo que antes bien deberían pagarles a él para dejarles con vida en el combate que se avecinaba. Al final decidieron volver a Sajonia con un simple salvoconducto.<br />
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A continuación, Alba ordena tomar Alkmaar, una pequeña villa por la que llegaban los socorros al Waterland. Esta tarea se encomienda a los tercios de san Felipe y Santiago, 9 de alemanes, 2 de valones y alguna caballería. Una de las condiciones de la rendición de Haarlem había sido la entrega de 240.000 florines para pagar a la tropa pero como quince días después no se había satisfecho, el tercio de Rodrigo de Toledo se amotinó. La situación pudo salvarse gracias al empréstito concedido por varios banqueros flamencos a Chiappino Vitelli, quien repartió 4 pagas y 14 escudos de socorro. Por desgracia, estos dos meses de retraso impidieron tomar Alkmaar durante el verano.
  
Los tercios se dirigieron entonces a Amberes, defendida por 3.000 hombres escogidos. Les acometieron con tal ímpetu que muchos perecieron ahogados en el foso. Al final de la batalla habían muerto 1.000 rebeldes y solo 8 españoles. Desde allí marchó Farnesio contra Maastricht, guarnecida por 14.000 hombres. En tan solo dos días los españoles construyeron dos puentes a cada lado del Mosa, que dividía la ciudad en dos, para facilitar el paso de las tropas y los suministros y al mismo tiempo cortar el paso a los posibles refuerzos rebeldes. A continuación los ingenieros se dedicaron a cavar un túnel que llegara hasta la puerta de la ciudad, que luego fue volada, mientras la artillería batía sin descanso las murallas y los caballos ligeros se ocupaban de llevar paja, ramas, lana y estopa para levantar un terraplén que sirviese para salvar el foso, una vez derruidos los muros. Tras darle fuego al horno, reventaron buena parte del lienzo, permitiendo a los tercios entrar en la ciudad, aunque fueron detenidos por la lluvia de todo tipo de proyectiles con los que le obsequiaron los defensores. La defensa resultó tan enconada, que tuvieron que retirarse tras dejar 300 muertos.<br />
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Los españoles salen de Haarlem, donde queda Fadrique como gobernador con la coronelía de Licques. Simultáneamente, el conde de Boussu ataca Amstelredan con su coronelía, la valona de Francisco Verdugo y 6 compañías de españoles. Boussu ataca a la flota holandesa en Flesinga, pero es derrotado y capturado junto a la mayoría de sus hombres. Alba nombra en su lugar a Noircarmes como gobernador de Holanda y escribe al rey en demanda de una flota, pues sin ella no puede ganarse la guerra en tierra. Felipe accede a lo solicitado y ordena a Pedro Meléndez, adelantado de la Florida, que apreste en Santander 30 navíos y al conde de Olivares que aliste 8.000 infantes.
  
Alejandro decidió usar desde entonces más zapadores en sus asedios, para evitar esta sangría. Ordenó traer otros 3.000 hombres desde Lieja y construir 16 fortines unidos por una muralla continua para evitar la llegada a la ciudad de un socorro de 20.000 hombres encabezados por el propio Orange. A continuación, los españoles tomaron la puerta de Bruselas y desde allí forzaron a los sitiados a retirarse hasta su última defensa. Justo entonces Farnesio cayó enfermo de peste, decayendo el ímpetu del ataque. Milagrosamente salvó su vida y nada más recuperarse reprendió a sus generales por el retraso. Finalmente consiguieron las tropas entrar en la ciudad y no dieron cuartel en recuerdo de los caídos. Los soldados defensores huyeron con todas las riquezas que pudieron acumular hasta el segundo recinto, pero cuando se encontraron a salvo, levantaron el puente levadizo sobre el Mosa, provocando que miles de civiles que pugnaban por imitarles, cayeran al río al empujarles los que venían detrás. De todas formas, esta parte de la ciudad también fue tomada pocos días después, y sufrió un violento saqueo que duró varios días y sirvió para compensar a los soldados españoles de la falta de paga. En total murieron en Maastricht 8.000 defensores y 2.500 sitiadores.<br />
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Los tercios de Sicilia, Santiago y San Felipe lanzan un asalto general contra Alkmaart, pero su falta de coordinación permite a los defensores concentrarse en un único punto de la muralla, condenándolo al fracaso con 150 bajas y 700 heridos, entre ellos, Francisco de Bobadilla. Francisco Valdés marcha a Leiden con los 2 tercios italianos, 2 regimientos tudescos, 2 de valones, 6 compañías de caballos ligero y 1 corneta de herreruelos. Romero marcha por las dunas con los tercios de Hernando Toledo y Bracamonte, rindiendo muchas plazas protestantes.  
  
En enero de 1579, los protestantes proclamaron la Unión de Utrecht, por la que se creaban las Provincias Unidas de Holanda, Zelanda, Utrecht, Güeldres, Frisia, Groninga y Overijssel. Pocos días antes, las provincias valonas de Artois y Hainaut, mayoritariamente católicas y descontentas con la política de Orange, habían proclamado en Arrás su fidelidad a la corona. Tras algunas conversaciones, Felipe II firmó en mayo el Tratado de Arrás, por el que comprometía a retirar a los tercios de las provincias leales, a cambio del compromiso de profesar y defender la religión católica levantando para ello un ejército de naturales. Pronto se adhirieron, además de las anteriores, las provincias de Namur, Lieja, Limburgo, Luxemburgo y parte de Flandes y Brabante. De esta forma, los Países Bajos españoles quedaban divididos, salvo por algunas modificaciones posteriores, en lo que hoy son los dos reinos de Holanda y Bélgica, respectivamente.<br />
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Ante las perspectivas de repetir un segundo invierno tan aciago como el anterior y la posibilidad de que los protestantes rompan los diques, Alba decidió levantar el cerco el 10 de octubre, que se convirtió así en una leyenda para los holandeses. Simultáneamente, Felipe II decidió darle relevo a Alba, inmovilizado en Flandes por la gota y nombró gobernador a D. Luis de Requeséns, que hasta entonces ejercía dicho cargo en Milán. Hizo el camino a través de Saboya, Borgoña y Lorena, entrando en Bruselas el 17 de noviembre acompañado de 2 compañías bisoñas de caballos italianos, lanzas y arcabuceros.
  
Inmediatamente, unos 6.000 soldados católicos desertaron del ejército de Orange y numerosas guarniciones como las de Bois-le-Duc, Malinas y Villebrock, se pasaron al bando real. Un ejército protestante de 5.000 hombres intentó recuperarlas, pero en esta última fueron detenidos y masacrados por varias compañías de caballería mandadas por García de Oliveira. Por su parte, en Frisia y Overijssel el conde de Renneberg conseguía apoderarse de algunas villas, que cuando más tarde cambió de bando, puso bajo la soberanía española.<br />
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Justo antes de transferir el mando, el duque de Alba remite a Felipe II de Habsburgo un informe sobre el estado de los tercios a fecha de 18 de diciembre de 1573<ref>Quatrefages, 501-510.</ref>:
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* Infantería española: 7.900
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** Rodrigo de Toledo (Nápoles): 19 banderas;
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** Hernando de Toledo (Lombardía viejo): 10;
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** Julián Romero (Sicilia): 15;
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** Gonzalo Bracamonte (Flandes): 10;
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** A cargo del SGM Francisco Valdés (Lombardía nuevo y Figueroa): 25.
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* Infantería alemana alta: 16.200
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** Conde de Herberstein: 16
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** Barón del Polwiller: 13;
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** Barón Jorge de Fundsberge: 13;
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** Carlos Fucar: 10;
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** Chambur: 1;
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** Francisco Montes de Oca: 1.
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* Infantería alemana baja: 9.600
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** Conde de Boussu: 16;
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** Conde de Meghen: 10;
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** Barón de Hiergues: 6.
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* Infantería valona: 20.800
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** Gaspar de Robles: 10;
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** Barón de Hiergues: 4;
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** Cristóbal de Mondragón: 15;
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** Conde de Rus: 15;
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** Laitre: 5;
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** Alonso López Gallo: 6;
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** Francisco Verdugo: 7;
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** Bebues: 11;
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** Caprès: 15;
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** Licques: 15;
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** Barón de Chevreaux: 1.
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** Presidios: 3.000.
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* Caballería: 4.780
 +
** 1 corneta de herreruelos (barón de Jenque): 300;
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** 15 bandas de ordenanza: 3.000;
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** 14 compañías de lanzas ligeras españolas, italianas y albanesas: 980;
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** 5 compañías de arcabuceros españoles y borgoñones: 500.
  
Alejandro de Farnesio intentó en vano retirarse con sus tropas, pero Felipe II le obligó a permanecer en los Países Bajos como gobernador y capitán general del nuevo ejército. Sin embargo, el estallido de la Guerra de Independencia de Portugal, le dejaba en una difícil situación por la falta de fondos no solo para levantar el ejército de naturales y emprender nuevas campañas, sino sobre todo para poder replegar a unas tropas faltas de paga desde hacía meses. Para conseguir esto último, tuvo que poner de su propio erario el dinero que faltaba.<br />
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El reparto territorial por banderas es el siguiente:
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* Infantería española: 79
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** Holanda: 59;
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** Brabante: 13;
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** Zelanda: 7<ref>Alba incluye a Gante y Valenciennes en Zelanda</ref>.
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* Infantería alemana alta: 54
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** Holanda: 42<ref>Incluye Amberes, Breda, Bruselas y otras plazas flamencas</ref>;
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** Overijsel: 5;
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** Henao: 1;
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** Güeldres: 3;
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** Luxemburgo: 2.
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* Infantería alemana baja: 32
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** Holanda: 15;
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** Overijsel: 8;
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** Zutphen: 2;
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** Güeldres: 4;
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** Perdidas en Flesinga: 3.
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* Infantería valona: 104
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** Mondragón y parte de Beauvois en Zelanda;
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** Gallo y resto de Beauvois en la Armada;
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** Roeulx en Flandes;
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** Buitre en Holanda;
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** Hiergues en Güeldres;
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** Verdugo en los diques de Waterland;
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** Chevraux en el castillo de Egmont.
  
Los ingleses aprovecharon la coyuntura para tomar Ninove y Malinas, donde se dedicaron durante un mes a un pillaje tan exhaustivo que se llevaron hasta las lápidas de las tumbas para venderlas en su país. La situación se equilibraría pronto, pues finalmente los extranjeros abandonaron a los rebeldes, con lo que ambos ejércitos neerlandeses se vieron igual de disminuidos. Algunos nobles valones y partidarios del duque de Alençon, planearon el asesinato de Alejandro, que afortunadamente acabó siendo frustrado. Por su parte, Orange intentó tomar Groninga, defendida por Renneberg, pero una leva de 3.000 hombres pudo socorrerle a tiempo, y le permitió posteriormente recuperar algunas ciudades como Delft y Oldenzaal.<br />
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Hecho lo cual, parte hacia Génova por el camino español acompañado por su hijo Fadrique y 5 compañías de caballos.
 
 
El gobierno de las Provincias Unidas acordó poner el territorio bajo la soberanía de un príncipe extranjero, de tal forma que Felipe II no pudiera reclamarlos una vez zanjada la guerra con Portugal. Guillermo escogió al duque de Alençon y Anjou, Francisco de Valois, hermano del rey de Francia, por cuanto sus territorios dinásticos se encontraban en Francia. Ello provocó la dimisión del archiduque Matías como gobernador de Flandes, al verse marginado del poder. La proclama fue sucedida de un saqueo general de templos, destrozo de imágenes sagradas y otros desmanes, a lo que Felipe contestó poniendo precio a la cabeza de Orange. Gracias al apoyo francés, los rebeldes se apoderaron de Cambrai y Tournai y amenazaron Valenciennes, que pudo salvarse gracias a la llegada de Farnesio con refuerzos.<br />
 
 
 
En febrero de 1582 Alençon llegó con su ejército y un numeroso contingente de mercenarios ingleses a Amberes, donde se le ofreció el título de soberano de las Provincias Unidas. Un mes después, el vizcaíno Juan de Jáuregui estuvo a punto de acabar con la vida de Guillermo de Orange, que salvó la vida porque el exceso de pólvora que aquel había usado, hizo reventar la pistola. Cuando el Taciturno se recuperó de las heridas, consiguió que Alençon incorporase las provincias de Holanda y Zelanda al patrimonio de la casa de Orange.<br />
 
 
 
Las tropas valonas consiguieron, tras muchos sacrificios, recuperar Tournai, no así Cambrai que permaneció en manos francesas. Esto les convenció de la necesidad de solicitar la vuelta de los tercios, pese a lo establecido en el acuerdo de Arrás, que ellos mismos habían impuesto. Antes de su llegada, los tercios alemanes y valones habrían de jugarle algunas malas pasadas a Farnesio, tanto por su ineficacia como por los repetidos motines por falta de paga. Al mando ya de sus tercios españoles e italianos, Alejandro consiguió recuperar con rapidez varias ciudades aunque el coronel Verdugo, fracasó en Lochum por la gran cantidad de refuerzos que Orange y Alençon consiguieron introducir en la ciudad.<br />
 
 
 
En enero de 1583 estos dos personajes se enfrentaron, cuando, molesto por verse el último reducido a mera comparsa del primero, decidió conquistar toda Brabante. Las tropas francesas saquearon Amberes, donde tan bien recibidas habían sido un año antes, pero finalmente los propios ciudadanos consiguieron expulsarlos tras hacerles 2.000 muertos. Como Farnesio no consintió en pactar con él, no tuvo más remedio Alençon que hacer las paces con Guillermo. Mientras tanto, los españoles aprovechaban estas disidencias para tomar Terramunda, Dunkerque, Nieuport, Uvinociberg, Turna y Dixmunda y amenazaban Brujas y Gante. Cuando los franceses conocieron la victoria definitiva de las armas españolas contra las de don Antonio de Portugal y la inminente afluencia de hombres y dinero, decidieron abandonar Flandes. Poco después, separadas apenas un mes, se produjeron las muertes del duque de Alençon y de Guillermo de Orange, este último a manos del borgoñón Baltasar Gerard. Las Provincias Unidas ofrecieron la soberanía al rey de Francia, pero este convencido por Bernardino de Mendoza optó por declinar. Quedó como gobernador y Gran Almirante de la Confederación, el hijo del Taciturno, Mauricio de Nassau, de apenas 19 años de edad.<br />
 
 
 
Tras someter Brujas e Yprés, en mayo de 1584 resolvió Farnesio acabar con la obstinada resistencia de Amberes, para lo que levantó uno de los cercos más importantes de toda la Guerra con un ejército de 10.000 infantes y 1.700 caballos, todos ellos españoles, de los tercios viejos. Tras tomar Terramunda y Gante, dos plazas fuertes que podrían socorrer a la anterior, construyeron en 7 meses un impresionante puente de 2.400 pies de largo sobre las turbulentas aguas del Escalda, cerrando la parte central con 32 barcos que capturaron en Gante y Dunkerque. De esta forma, nuestras tropas podían pasar de Flandes a Brabante con entera libertad, mientras que Amberes se veía imposibilitado de recibir refuerzos por mar. No solo fracasaron también los refuerzos terrestres, sino que por esta época se rindieron Nimega y Bruselas.<br />
 
 
 
Recurrieron entonces los rebeldes a Federico Giambelli, un ingeniero que había sido desairado en España y militaba ahora en el bando flamenco. Construyó este 4 gigantescos barcos-mina cargados de metralla, que lanzó río abajo contra el puente en la noche del 4 de abril de 1585. Tres de ellos perdieron el rumbo o se hundieron por el peso, pero el cuarto consiguió estrellarse contra el puente y abrió una gran brecha, matando a 800 soldados. Farnesio salvó su vida de milagro, aunque resultó conmocionado por la tremenda explosión. Sin embargo, aprovechando la noche y la humareda los españoles consiguieron remendar parte del puente y disimular el resto como si no hubiera sufrido daños, de tal suerte que los rebeldes pensaron que habían fracasado.<br />
 
 
 
Giambelli no se rindió y construyó una nueva serie de barcos-mina, mejorados para que no se desviasen, pero los españoles idearon un sistema de anclaje que permitía separar los barcos que formaban el centro del puente para dejarles pasar, por lo que hacían explosión demasiado lejos. Diseñó entonces el italiano un monstruoso navío que bautizó como "El fin de la guerra", tan gigantesco que en su castillo podía albergar varios cañones y 1.000 mosqueteros. Su peso resultó desproporcionado y encalló en la campiña inundada. Un último intento de socorrer Amberes congregó a 160 navíos que en lugar de atacar el puente se dirigieron directamente a los diques, protegidos por pequeñas guarniciones de españoles e italianos. Tras una dura lucha, triunfaron éstos, consiguiendo arrebatar al enemigo 28 naves, 65 cañones y numerosas vituallas, a costa de perder 700 hombres frente a los 3.000 muertos rebeldes, que sirvieron para taponar los destrozos.<br />
 
 
 
Cuando en agosto se recibió la noticia de la toma de Malinas, los ciudadanos de Amberes exigieron a sus dirigentes la rendición. Farnesio fue generoso con las condiciones, excepto con la libertad de culto, para la que se mostraba intransigente el monarca. Para las celebraciones se montaron mesas de orilla a orilla sobre el puente del Escalda, que fue desmantelado inmediatamente después.<br />
 
 
 
Mientras el coronel Verdugo obtenía nuevos éxitos en Frisia, el tercio de Bobadilla se vio cercado en la isla de Bommel, por una flota de 100 navíos. Cuando la situación parecía desesperada, un soldado que cavaba un túnel encontró una tabla flamenca con una imagen de la Virgen a la que rezaron todos los supervivientes. A la mañana siguiente el río amaneció helado y los barcos tuvieron que retirarse, si bien poco después la isla acabó siendo capturada.<br />
 
 
 
Tras la caída de Amberes, los rebeldes ofrecieron la soberanía de los Países Bajos a la reina Isabel, que aunque la rechazó, accedió a mantener una fuerza permanente de 7.000 hombres en Flandes, cuyos gastos le serían reembolsados al acabar la contienda. A cambio, los rebeldes le entregarían algunos puertos cercanos a Inglaterra, como el de Flesinga y se comprometían a no firmar la paz con España sin su consentimiento. La expedición sería mandada por el conde de Leicester, pese a que la reina había ordenado ejecutar a su hermano años atrás.<br />
 
 
 
Su primera acción de guerra se saldó sin embargo con una victoria española: el cerco de Grave, al que acudió Farnesio para enfrentarse personalmente con su nuevo rival. Le siguieron las de Mega, Battemburg y Venloo. Mientras se encontraba apoyando al elector de Colonia al que los protestantes habían arrebatado varias ciudades, Leicester cercó Zutphen, pero la heroica resistencia de su guarnición permitió ganar el tiempo suficiente para que los españoles pudieran introducir en la ciudad hombres y vituallas suficientes para hacer inviable el asedio.<br />
 
 
 
Además de estas derrotas que le mostraban como un mal general, Leicester demostró ser peor gobernante, pues derrochaba el dinero, perjudicaba al comercio, violaba los privilegios, despreciaba a la [[nobleza]] y oprimía al pueblo. En cuanto tuvo que regresar a Inglaterra para informar a su reina y amante, los flamencos lo depusieron como gobernador y nombraron en su lugar a Mauricio de Nassau.<br />
 
 
 
Para entonces quedaban todavía en manos rebeldes las importantes plazas de Ostende y La Esclusa, llamada así por albergar la de los 5 puertos de la provincia. Este sitio, iniciado en mayo de 1587 sería el que más esfuerzos costó a los españoles. Dos meses después, Leicester y Nassau acudieron en su socorro, pero el primero se retiró vergonzosamente frente a Farnesio, pese a que sus 10.000 hombres duplicaban a las fuerzas españolas, que además no contaban con apoyo naval. Pese a los nuevos intentos de socorro desde Flesinga, Ostende e Inglaterra, la plaza tuvo que capitular, sorprendiendo a propios y extraños.<br />
 
 
 
Isabel llamó de nuevo a Leicester y le obligó a dimitir para intentar parar el golpe que advertía contra ella, pero fue inútil, pues Farnesio había decidido cortar con el problema inglés de raíz y decidió invadir Inglaterra. Sin embargo, desoyendo sus consejos de tomar el puerto de Flesinga para facilitar un fondeo seguro a la armada española en caso de necesidad, Felipe II optó por atacar directamente. El duque de Parma, disciplinado, ordenó construir 130 barcos de quilla plana y otros 40 de hasta 200 Tm y los hizo navegar hasta la costa por un canal que construyó al efecto. Además reunió un formidable ejército de 30.000 hombres, de los que 7.000 eran españoles.<br />
 
 
 
La armada Invencible, al mando del duque de Medina Sidonia, partió de Lisboa el 30 de mayo pero tuvo que refugiarse en La Coruña por un temporal hasta el 22 de julio, llegando a Calais el 7 de agosto. Al día siguiente llegaron las tropas a Dunkerque y embarcaron inmediatamente. Tras el desastre naval, Farnesio regresó a Amberes con los 8.000 supervivientes. Tras un breve descanso, envió al conde de Mansfeld a tomar Wachtendonck y él con el resto se dirigió contra Bergen op Zoom, donde el traidor inglés Graveston había prometido entregar la plaza. Sin embargo, los españoles cayeron en una celada, que se saldó con numerosas bajas. Mejor suerte tuvieron en Bona y Gertrudisberg, no así en Heusd, que se salvó por la ineficacia de Mansfeld. Este poco después tuvo la culpa del motín del tercio de Leyva, el más veterano de Flandes. Pese a ello, Alejandro no dudó en disolverlo, repartiendo a sus hombres entre los de Manrique, Bobadilla y el recién fundado de Idiáquez, como castigo por su sedición.<br />
 
 
 
Tampoco tuvo mejor suerte el marqués de Barambón, enviado a socorrer Colonia, pues fue derrotado fácilmente por Schenck. Envalentonado, este inmediatamente se lanzó sobre Nimega, que pudo resistir gracias al esfuerzo de su reducida guarnición. Su ejército quedó destrozado y él mismo murió en la batalla, adornando sus restos troceados las murallas de la ciudad. Rehechas de su anterior derrota, las tropas de Barambón consiguieron tomar Rimberg, con lo que finalizaba esta nueva campaña alemana.<br />
 
 
 
En enero de 1590 Mauricio de Nassau consiguió tomar Breda, que fue pésimamente defendida por los normalmente aguerridos italianos. A continuación el estatúder sitió Nimega, pero cuando Farnesio se encaminó a defenderla, recibió órdenes de Felipe II de acudir personalmente a defender París frente a las tropas de Enrique de Borbón. De nuevo el apoyo a los católicos franceses debilitaba el frente flamenco cuando ya solo dos provincias (Holanda y Zelanda) permanecían en rebeldía.<br />
 
 
 
El duque de Parma partió hacia Francia a primeros de agosto de 1590 con 14.000 infantes y 3.000 caballos, entre españoles, italianos y valones, dejando por tanto los Países Bajos muy debilitados, bajo el gobierno interino del conde de Mansfeld. Dos semanas después se reunió con los 12.000 hombres del duque de Umena. Enrique de Borbón, que contaba con 20.000 infantes y 6.000 jinetes, abandonó el cerco de París para plantear batalla en la llanura de Celes. Alejandro pretendía rehuir el combate para conseguir tiempo y poder socorrer la capital, por lo que desoyendo los mensajes de Borbón, se lanzó a tomar Lagny, en la ribera contraria del río. Tras emplazar una batería, levantaron un puente que inmediatamente cruzó la caballería de Jorge Basta y algunos tercios, los cuales se bastaron para rendir y saquear Lagny. Los franceses intentaron recuperarla, pero fueron repelidos desde los fuertes construidos a tal efecto y posteriormente desde las murallas de París. Desanimado, Enrique disolvió parte de su ejército y se retiró a Saint Denis. Farnesio decidió volver a Flandes, contrariando a sus aliados de la Liga Católica, que querían que se quedase en Francia para acabar con los hugonotes. Finalmente accedió a dejar allí 5.000 hombres como refuerzo.<br />
 
 
 
Alejandro regresó a Bruselas y enfermó al poco, no solo de salud, sino también de espíritu, pues no comprendía como Felipe II, tras el fracaso de la Invencible, volvía a malgastar en Francia fondos que le eran preciosos para asegurar la pacificación de los Países Bajos. Los rebeldes aprovecharon la oportunidad y tomaron Blanchemberg, Vesterloo y Tournai. A mediados de mayo, Mauricio de Nassau, con 10.000 infantes, 2.000 caballos y una potente artillería, cercó Zutphen, que se rindió tres días después, seguida de Deventer y Delsziel. Cuando por fin pudo Farnesio cercarlo en Schinche, recibió órdenes de partir de nuevo hacia Francia, lo que le permitió tomar Hulst y Nimega.<br />
 
 
 
Las tropas coaligadas hispano-francesas se dispusieron a liberar Rouen, cercada por Borbón, que tenía una caballería muy superior en número a la española. Por ello decidió dejar al grueso de su infantería en el sitio y cargar con parte de sus jinetes a la vanguardia española, mandada por el albanés Jorge Basta. Los galos fueron repelidos y Enrique perseguido sin tregua y herido de un arcabuzazo en los riñones. Sin embargo, Farnesio receló de tan fácil victoria y ordenó volver grupas a su caballería, impidiéndoles conseguir su objetivo y cambiar para siempre la historia de Francia. Cuando llegó a Rouen, volvió a desaprovechar, esta vez por seguir a sus consejeros franceses, la oportunidad de derrotar definitivamente a los hugonotes.<br />
 
 
 
Desanimado y herido en un brazo por un arcabuz, volvió a Flandes y solicitó el relevo de sus cargos, a lo que su tío se negó. Cuando, por orden del monarca, se encontraba preparando su nueva campaña francesa, murió de hidropesía.<br />
 
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==Ínterim==
 
Como Mansfeld se había ocupado en dos ocasiones del gobierno de Flandes en ausencia de Farnesio, Felipe II le designó gobernador, obviando las limitadas cualidades que había mostrado como general. Las campañas francesas habían debilitado la posición de España en los Países Bajos, justo cuando más cerca se encontraba la victoria final. Las cosas no cambiaron y el propio hijo de Mansfeld tuvo que partir inmediatamente hacia Francia con 6.000 infantes y 1.000 jinetes. En la plaza de Fera se les unieron otros 9.000 infantes y 2.000 jinetes franceses mandados por el duque de Umena, y juntos se lanzaron contra Noyon, plaza partidaria del de Borbón, que tomaron rápidamente.<br />
 
 
 
Poco después, Umena pactó por su cuenta un alto el fuego con los hugonotes, mientras Felipe II se dedicaba a apoyar los derechos de la hija tenida con Isabel de Valois, Isabel Clara Eugenia, como sucesora a la corona francesa. Tras algún tiempo de inactividad, las tropas españolas se amotinaron por falta de paga. La situación fue aprovechada por Nassau, que rindió la plaza de Santa Gertrudisberg, aprovechando la lentitud con la que reaccionaron las tropas de Mansfeld. Felipe decidió cesarlo inmediatamente y a comienzos de 1594 entregó el gobierno al archiduque Ernesto de Austria, hermano del emperador Rodolfo II.<br />
 
 
 
En Francia la situación se había relajado debido a que Enrique de Borbón se había vuelto católico, argumentando que "París bien valía una misa", lo que hizo que toda la población le aceptase inmediatamente como rey. Hastiado del conflicto flamenco, Felipe II accedió a que Ernesto iniciase unas rondas de negociaciones con los rebeldes, pero sabedores de la debilidad por la que atravesaba la corona, éstos rechazaron la propuesta y se aprestaron a continuar la guerra con fuerzas renovadas.<br />
 
 
 
Su primera acción fue el sitio de Groninga, que consiguieron tomar por coincidir con un nuevo motín de los tercios italianos. Su caída precipitó la de toda la provincia de Brabante, que decidió incorporarse a las Provincias Unidas, tras garantizárseles a sus habitantes la libertad para profesar la religión católica, siempre que no lo manifestaran públicamente.<br />
 
 
 
Por su parte, las provincias de Holanda y Zelanda se hallaban tan desembarazadas del esfuerzo de guerra, que se lanzaron a combatir la fuente de ingresos de la corona, el comercio de las Indias occidentales. Ernesto murió poco después, dejando el gobierno al conde de Fuentes, mucho más experimentado que él. Su primera acción fue la toma de Huy en el obispado de Lieja, que se hallaba en manos de los rebeldes. A continuación envió al eficaz coronel Verdugo a expulsar a los franceses de Luxemburgo. Lamentablemente, este veterano militar moría poco después, tras 40 años ininterrumpidos de servicio en Flandes.<br />
 
 
 
En la primavera de 1595 Fuentes intentó recuperar la ciudad de Cambrai, situada tras la frontera francesa. Para ello tomó primero las dos plazas fuertes que la protegían, Chatelet y Dorlan. Cuando cercaban esta última, los tercios fueron acometidos por la caballería del duque de Nevers, compuesta por lo más florido de la [[nobleza]] francesa, pero los jinetes españoles, mandados por Carlos Coloma les atacaron por su flanco y realizaron una masacre. Despejado el camino, el cerco de Cambrai se inició a mediados de agosto con 12.000 infantes, 3.000 jinetes y 4.000 zapadores. Cuando la artillería se emplazó a tiro de las murallas y los sitiados vieron los movimientos preparatorios para el asalto, se rindieron sin luchar.<br />
 
 
 
Simultáneamente, Mauricio de Nassau cercaba Grol, la única plaza española en Güeldres, pero los refuerzos mandados por Mondragón consiguieron poner en fuga a los sitiadores. La casualidad quiso que los campos de ambos generales se acercaran lo suficiente para que el rebelde preparase una celada a los jinetes españoles cuando éstos se dirigían a forrajear a las orillas del Lieppa. Frustrada la sorpresa, se produjo un violento combate de caballería en el que perecieron 70 españoles y 300 rebeldes. Poco después, ambos ejércitos levantaron el campo, regresando Mondragón a Amberes donde murió a los 92 años, tras 50 de servicio en Flandes.<br />
 
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==Alberto de Austria==
 
A primeros de febrero de 1596 llegaba a Luxemburgo el archiduque Alberto de Austria, hermano del fallecido Ernesto, recién nombrado por su cuñado Felipe II nuevo gobernador de los Países Bajos. Hermano de la reina Ana, había gobernado Portugal con firmeza y eficacia entre 1580 y 1590, siendo uno de los personajes de confianza del monarca. Inmediatamente se dirigió a Namur, donde completó los maltrechos tercios locales con los refuerzos que traía desde España, 5.500 de infantería española, 3.000 italianos y valones y 600 jinetes.<br />
 
 
 
Desde allí partió hacia Bruselas, donde llegó tras casi 6 meses desde su partida de Madrid. Su primer acto de gobierno fue escribir al Gobierno de La Haya para tratar de llegar a un entendimiento. Antes de que contestasen, partió en socorro de La Fera, plaza fuerte española tras la frontera francesa que llevaba 5 meses sitiada por Enrique de Borbón. Para despistar a los posibles traidores del Consejo de Estado de sus verdaderos planes, ordenó tomar Calais mientras Jorge Basta conseguía introducir 700 jinetes, 500 infantes y avituallamientos en La Fera. En la otra plaza, tras fracasar un asalto por parte de una mezcla de las diferentes nacionalidades que componían su ejército, solicitaron los maestres de campo realizarlo únicamente con tres compañías de españoles, que habían sido acusados de retirarse como el resto y querían lavar su honor. Lo realizaron con tanto arrojo que poco después la ciudad era víctima del saqueo.<br />
 
 
 
Desde allí, Alberto se dirigió contra Ardres, plaza tan bien guarnecida que nunca antes había sido tomada, por lo que se la conocía como "la doncella de Francia". Tras solo 15 días de asedio, la plaza se rindió antes de que pudieran llegar en su ayuda las fuerzas de Borbón, que habían conseguido finalmente rendir La Fera. Los sitiados, al mando de D. Álvaro de Osorio salieron de la plaza con todo su armamento, mientras que las fuerzas francesas les presentaban armas en reconocimiento al valor demostrado durante los 8 meses del asedio.<br />
 
 
 
El 18 de junio de 1596 Enrique de Borbón decidió volver a Francia ya que las grandes lluvias habían enlodado toda la región e imposibilitaban las campañas. Alberto puso sitio a Hulst, aunque para despistar a los traidores del consejo, envió el grueso de su ejército contra Breda. Cuando acudieron allí las fuerzas rebeldes, los españoles volvieron grupas y atacaron su objetivo, que cayó a comienzos de agosto tras la rendición de la guarnición francesa del fuerte Mauricio, aunque a costa de 2.000 muertos y 3.000 heridos.<br />
 
 
 
Replegado Alberto a Bruselas, recibió la noticia de una nueva incursión de 5.000 franceses en Artois. Una primera fuerza enviada a detenerlos, al mando del marqués de Barambón, salió derrotada, pero la segunda, comandada por el duque de Arschot, no solo consiguió frenarlos, sino que les persiguió hasta Francia.<br />
 
 
 
En enero de 1597 Mauricio de Nassau derrotó cerca de Tournai, al ejército del conde de Varas, compuesto por dos tercios de valones, uno de italianos y otro de tudescos, aprovechando que las tropas "del pays" se encontraban dispersas buscando sustento, por falta de pagas. Las tres únicas compañías de caballería italianas, mandadas por Nicolau Basta, cargaron repetidamente contra las vanguardias rebeldes, pero no pudieron impedir la masacre, que pudo evitarse de dispuesto mejor sus tropas el general borgoñón, que murió peleando bravamente. Lo peor fue la pérdida de 38 banderas, lo que mermó considerablemente el prestigio de los tercios, que hasta la fecha nunca habían cosechado una derrota semejante. <br />
 
 
 
Un mes más tarde, los españoles devolvieron el golpe tomando Amiens, en terreno francés. Para asegurarse la maniobra, el general español, Hernán de Tello se hizo acompañar de 450 jinetes y 800 infantes españoles. Para entrar en la fortaleza, se envió a una vanguardia de caballería, que impidió la bajada del rastrillo principal atravesando un carro. Una vez tomada la plaza, se descubrieron en sus arsenales 28 cañones y numerosa impedimenta con la que en primavera pensaba Enrique de Borbón invadir Valonia. Inmediatamente, el maestre de campo Manuel de Vega, propuso al archiduque enviar a Amiens a 20.000 hombres que se sustentarían con el botín de la ciudad y que tras saquear toda la comarca, podrían emplearse en atacar París. El archiduque desoyó sus sabios consejos, lo que facilitó no solo la recuperación de la ciudad por parte de los franceses, sino la pérdida de 9 compañías de caballería, mandadas por Martín López, que fueron masacradas por no retirarse a tiempo tras atacar el campamento enemigo.<br />
 
 
 
El archiduque no aprendió la lección y se obstinó en volver a tomar Amiens, pese a la opinión de Vega, que pedía tomar primero los fuertes que la defendían para recuperar municiones y vituallas. En este punto contraatacó el de Borbón con lo más florido de la caballería francesa y un nutrido contingente de artillería, obligando a los españoles a replegarse. Enrique mantuvo después la iniciativa y asedió Dorlan, pero hubo de desistir ante la llegada de refuerzos. Llegado el invierno, el archiduque se retiró a Brujas y comenzó a planear la toma de Ostende, lo que a primera vista parecía imposible por las formidables defensas de la plaza. Para colmo de males, Enrique de Borbón penetró por Luxemburgo obligándole a levantar el cerco y los rebeldes tomaban varias plazas en Frisia: Bekrin, Grol, Murs y Lingen.<br />
 
 
 
Todo esto provocó duras críticas hacia el archiduque por parte de las tropas, que veían con qué facilidad se perdían plazas que costaba tanto ganar y le reprochaban que hubiera sido educado para el arzobispado y no para la guerra. Ajeno a esta situación, Felipe II le concedió la mano de su hija mayor, la infanta Isabel Clara Eugenia y las 17 provincias neerlandesas como dote. Por su parte, Enrique de Borbón había iniciado conversaciones de paz con la mediación del papa Clemente VIII. Los comisionados de ambos bandos se reunieron en Vervins en febrero de 1598, junto a emisarios holandeses e ingleses que intentaron obstaculizar el tratado, que se firmó finalmente en mayo de ese año. Los españoles veían reconocida su soberanía sobre las 17 provincias, así como sobre el condado de Borgoña. A cambio debían devolver a Francia todas las ciudades tomadas desde 1559.<br />
 
 
 
El 12 de julio de 1598 Alberto fue investido como soberano de los Países Bajos tras respetar sus fueros. Inmediatamente después se trasladó a España para contraer nupcias con la infanta Isabel, pasando por Alemania para recoger y escoltar a Margarita de Austria, que debía hacerlo con el príncipe Felipe. Quedaba como regente de Flandes su primo el cardenal Andrés de Austria. Lejos de esperar pacientemente, las tropas españolas, dirigidas por el almirante de Aragón, D. Francisco de Mendoza, tomaron las villas frisias de Zelckenrin, Ductechon, Esculembruk y Disburgk. En estos asedios participó como maestre de campo Carlos Coloma, que había llegado a Flandes como soldado a los 19 años y ya ostentaba 26. Durante ese invierno, el elector de Colonia al que tantas veces habían socorrido anteriormente, se negó a alojar a los tercios, por lo que hubo de convencerlo a cañonazos.<br />
 
 
 
Los tercios ociosos se amotinaron en Gante, Amberes y Lieja, obligando a Andrés a conseguir dinero para pagarles. En marzo, tres compañías de caballería de servicio en Güeldres se toparon con el doble de enemigos y consiguieron repelerlas, pese a que la mayor parte de nuestros jinetes murieron en el empeño. Para atajar nuevos desastres, Andrés decidió emprender una campaña por Frisia, para lo que requirió al almirante, que se negó por tener órdenes de Alberto de permanecer en Alemania. El cardenal le acusó de traición y envió dos compañías de caballería a prenderle. Como no lo consiguió, intentó entregar el mando del ejército a su hermano, el marqués de Burgart, lo que tampoco logró. Desesperado, puso sitio a Bommel, pero lo acabó levantando cuando tuvo noticias del regreso de su hermano.<br />
 
 
 
Sólo el amor fraternal le salvó tras conocer el nuevo soberano de Flandes los desastres ocurridos durante sus 10 meses de ausencia. Andrés regresó a Alemania, mientras el emperador Rodolfo II exigía la retirada de las tropas españolas de sus dominios. Alberto accedió, pero la falta de paga provocó un nuevo motín general de los tercios, que padecían además las inclemencias de un durísimo invierno. Nassau sacó partido y las tropas alemanas y valonas que custodiaban el fuerte destinado a sitiar Bommel, se pasaron a su bando.<br />
 
 
 
Por aquellos tiempos llegó a Flandes el genovés Federico Espínola, que movido tanto por el afán de gloria como por el deseo de servir a España, dilapidó su fortuna personal armando flotas con las que atacaba a las rebeldes. Causó tanto daño a los rebeldes que éstos decidieron embarcar un ejército de 18.000 infantes y 2.500 caballos para sitiar Gante. Agustín de Herrera defendió la plaza con tanta bravura que les obligó a retirarse hacia las dunas de Nieuport. Allí les acometieron las fuerzas del almirante Mendoza, que seguían amotinadas por falta de pagas. Ello no impidió para que, desoyendo a sus jefes, masacraran a los rebeldes de todos los fuertes que se encontraron por el camino, hasta que se estrellaron contra el grueso de Nassau. Aprovechando que nuestra caballería se encontraba exhausta por la falta de descanso, la enemiga consiguió derrotarles, quedando en el campo 2.500 españoles y 5.000 rebeldes. Pese a todo, su valeroso esfuerzo desarticuló el ejército de Mauricio, que tuvo que reembarcarse hacia Holanda hostigado por Espínola, mientras que Alberto reforzaba Nieuport con los restos de sus tropas.<br />
 
 
 
En esta situación quedaron ambos ejércitos cuando en España fallecía Felipe II, dejando un heredero de 20 años más interesado en el despilfarro cortesano que en las guerras de Flandes. No obstante, las provincias rebeldes también pasaban por apuros, ya que, confiadas en el pillaje que esperaban de la campaña de Mauricio, sufrieron una gran decepción al verle volver con las manos vacías.<br />
 
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==El final de la guerra==
 
La situación a la muerte de Felipe II se mantuvo estable hasta que en julio de 1601 Mauricio de Nassau al mando de 20.000 hombres conseguía rendir Remberch, plaza desde la que los españoles bloqueaban la navegación por el Rin. En respuesta, el archiduque accedió a las presiones de los nobles valones y puso cerco a la plaza fuerte de Ostende, defendida por 4.000 hombres. Para dividir las fuerzas sitiadoras, Mauricio intentó tomar Bois-le-Duc, que resistió el envite gracias al empeño de sus defensores. Los de Ostende, adivinando su pronto final, se mostraron partidarios de rendir la plaza, pero solo como una estratagema para ganar tiempo y permitir la llegada de refuerzos. Al conocer la verdad, los tercios se lanzaron al asalto, pero fueron repelidos tras perder 800 hombres.<br />
 
 
 
En junio llegó a Flandes Ambrosio Espínola, que como su hermano prestaría grandes servicios a España. Con los refuerzos que trajo de Italia, el almirante Mendoza marchó al encuentro de Nassau, pero no pudo impedir que tomara Grave, por lo que fue llamado a España y puesto en prisión. El archiduque asumió el mando directamente y consiguió hacer retroceder a Mauricio hasta Holanda, lo que le permitió concentrarse de nuevo en el sitio de Ostende.<br />
 
 
 
En 1602 Federico Espínola viajó a España para solicitar al rey 12 galeras, de las que, tras un largo retraso, solo se le concedieron 8. De estas, entre los temporales y los ataques de holandeses e ingleses, solo 3 llegaron a Flandes y en un pésimo estado. Este mismo año menudearon los motines, destacando el de Hostrat, que implicó a 3.000 soldados.<br />
 
 
 
A comienzos de 1603 Ambrosio regresó a Italia para conseguir refuerzos, pero tuvo que interrumpir las levas al tener noticias de la muerte de su hermano en un enfrentamiento contra galeras holandesas. Mauricio seguía intentando distraer tropas del sitio de Ostende, que ahora estaba bajo el mando de Espínola, para lo que atacó con éxito La Esclusa, que inexplicablemente no fue socorrida pese a su proximidad al ejército sitiador. Este tuvo por fin éxito un mes más tarde, pero las 50.000 vidas que costaron sus tres años de asedio difícilmente se podían compensar con el botín obtenido.<br />
 
 
 
Ese mismo año, muerta Isabel I, subió al trono inglés Jacobo I, que en agosto de 1604 se avino a firmar la paz con España, desamparando así a los rebeldes. Inexplicablemente, el duque de Lerma aceptó un tratado humillante, en lugar de intentar devolver a los ingleses tantos años de interferencias. Una de las vergonzantes condiciones obligaba a los ingleses a devolver a España las plazas ocupadas solo si no eran reclamadas antes por los rebeldes.<br />
 
 
 
Estos respondieron al tratado atacando Amberes con dos ejércitos, mandados por Mauricio y Ernesto de Nassau, pero no consiguieron rendirla. Mientras el conde de Bergh sitiaba La Esclusa, Espínola avanzó por Frisia, recuperando varias plazas importantes como Lingen y Rimberg, y derrotando a Mauricio en Grol, durante el invierno de 1606.<br />
 
 
 
Al año siguiente, una flota holandesa de 30 navíos atacó Gibraltar, causando graves destrozos en los bajeles allí fondeados. Impaciente por conseguir la paz, Alberto devolvió a Mauricio parte de sus posesiones dinásticas, consiguiendo así una tregua de 8 meses. Felipe III acabó desentendiéndose de las conversaciones de paz, delegando por completo en el archiduque, que acabó firmando el 9 de abril de 1609 en Amberes una tregua que habría de durar doce años. Se reconocía la independencia de las Provincias Unidas, se devolvían todos los territorios que pudieran corresponder por herencia a la casa de Nassau y todos los bienes confiscados por el duque de Alba a Guillermo de Orange. Sin embargo, de todos los bienes eclesiásticos situados en zona rebelde, solo se devolverían aquellos que no hubieran sido enajenados en la fecha del tratado. Simultáneamente se condenaba a muerte a todos los soldados reales que se hubieran amotinado justamente por falta de paga, durante los 10 años del gobierno del archiduque, concediéndoles un plazo tan corto para abandonar Flandes, que muchos fueron capturados por los naturales en busca de recompensa.<br />
 
 
 
Tras 40 años de guerra, se hacían recaer las penas precisamente en aquellos que habían dedicado su vida al servicio de la corona y no en los que la habían provocado.<br />
 
  
 
==Referencias==
 
==Referencias==
 +
===Notas===
 
<references />
 
<references />
 +
===Bibliografía===
 +
* Cabrera de Córdoba, Luis. ''Filipe Segundo, rey de España''. Aribau. 1619/1876.
 +
* Strada, Famiano: ''Guerras de Flandes''. Colonia. 1632/1681.
 +
* Giménez Martín, Juan. ''Tercios de Flandes''. Falcata Ibérica. 1999.
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* Quatrefages, René. ''Los tercios. Ministerio de Defensa. 2015.
  
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Revisión del 17:04 13 sep 2020

1567

El 6 de enero de 1567 el rey escribe al duque de Alburquerque que el de Alba partiría inmediatamente desde Cartagena, y que tuviese preparada en Milán la infantería y la caballería que debía pasar a Flandes. Felipe le expone su intención de hacer el viaje en la armada que estaba aprestada en la Coruña. A los virreyes les ordena poner a disposición de Alba sus tercios veteranos cualquier otro castellano o capitán que este les pida.

El 12 de febrero escribe al duque de Florencia para que envíe a Génova a Chìappino Vitelli, marqués de Cetona, a fin de que le sirva también en Flandes. Envía a Juan de la Anguisola a los cantones suizos a explicar el motivo de la expedición para que no se sientan atacados ni le pongan trabas en su tránsito. Ordena que se embarquen dos tercios de bisoños[1]: uno que debe llevar su maestre de campo Pedro Padilla a Nápoles en sustitución del veterano, y otro que acompañará a Alba a Milán, donde este decidiría de su destino final. Antes de partir, el duque tuvo un enfrentamiento con el joven príncipe Carlos, quien debido a su perturbación pretendía ser quien mandara la expedición y llegó a amenazar a Fernando con un cuchillo.

La partida de las tropas se retrasó hasta la primavera por motivos logísticos, lo que aprovecharon los rebeldes para provocar nuevos enfrentamientos con la excusa de la revocación del edicto de libertad religiosa, debido a que no habían depuesto las armas. El levantamiento se generalizó en Valenciennes, Tournai, Amberes, Maastricht, Bois-le-Duc, Utrecht, Rotterdam y Groninga. Mientras Guillermo de Orange se mostraba abiertamente partidario de la insurrección, otros nobles flamencos permanecieron en el bando real: Cressonniere, Beavoir, Noirquermes, Berlaymont, Meghem, Arschot, Arembergh y Mansfeld. Egmont por su parte, permaneció fiel a la gobernadora, pidiéndole el perdón general de los sublevados.

El 13 de abril el rey escribe a Chiappino Vitelli, Sancho Dávila (castellano de Pavía), Jerónimo de Salinas (gobernador de Porto Ercole), Juan de Salazar (castellano de Palermo) y Juan de Espuche (gobernador de Piombino) que le sirvan en esta jornada. El 10 de mayo de 1567, Alba se embarcó en Cartagena en la flota de Gian Andrea Doria pero debe detenerse en Génova algunos días porque la gota le impide cabalgar. El 2 de junio de 1567 parte hacia los Países Bajos por la ruta de Saboya, al haberle negado Carlos IX su permiso para atravesar Francia para evitar enfrentamientos con los hugonotes. La muestra que se pasa en san Ambrosio, arroja las siguientes fuerzas:

  • Infantería española (Chiappino Vitelli): 8.680 hombres, divididos en 4 tercios
    • Nápoles IV: Alonso de Ulloa (3.230 en 9 compañías veteranas y 10 bisoñas).
    • Lombardía II: Sancho de Londoño (2.200 en 4 compañías veteranas, 1 de Cerdeña y 5 bisoñas);
    • Sicilia III: Julián Romero (1.620 en 5 compañías veteranas y 5 de Cerdeña);
    • Cerdeña: Gonzalo Bracamonte (1.628 en 6 compañía veteranas y 4 bisoñas);
  • Caballería (Fernando de Toledo y Lope de Acuña): 1.250 hombres divididos en 12 compañías de 100 lanzas.
    • Sancho Dávila: incluye 50 arcabuceros;
    • Lope Zapata;
    • Rafael Manrique;
    • Nicolau Basta;
    • Ruy López Dávalos;
    • Curcio Martinengo;
    • Juan Vélez de Guevara;
    • César Dávalos;
    • Conde de San Segundo;
    • Conde de Novelara;
    • Conde de Monlero;
    • Pedro Montañés;
  • Artillería: Gabriel Cerbelloni.

Por orden de Alba, cada compañía es reforzada con 15 mosquetes, un arma que hasta entonces solo se había empleado en asedios debido a su elevado peso. En Flandes se les unieron posteriormente 14 bandas de ordenanza borgoñonas (3.000 caballos) y 1.500 herreruelos alemanes.

El 10 de julio el duque de Saboya recibe al ejército en San Juan de Moriana, entregándole a Alba cuanto le había solicitado el rey. El orden de marcha es el siguiente:

  • Vanguardia: Alba con el tercio de Nápoles y 300 caballos;
  • Batalla: Hernando de Toledo con el tercio de Lombardía, 400 lanzas y el tren de municiones;
  • Retaguardia: Chiappino Vitelli con los tercios de Sicilia y Cerdeña, 200 lanzas y 200 arcabuceros a caballo.

14 días después entran en Borgoña, donde reciben otras 4 compañías de caballos. Tras 12 días se internan en Lorena y en otros 12 llegan a Thionville, plaza fronteriza de Luxemburgo. Allí les alcanza el conde de Lodrone con su regimiento alemán y son recibidos por Noircarmes y Berlaymont quienes, por orden de Margarita, le requieren la autorización para entrar con su ejército en los Países Bajos. Alba les muestra su patente de capitán general.

El duque llegó a Lovaina el 22 de agosto, siendo recibido con frialdad por Margarita, que sospechaba acertadamente que venía investido de amplísimos poderes que limitarían su autoridad, por lo que solicitó al rey que la relevara del cargo. El 28 Alba se traslada a Bruselas y distribuye a sus tropas de la siguiente forma:

  • Bruselas (Flandes): tercio de Sicilia;
  • Gante (Flandes): tercio de Nápoles;
  • Enghien (Henao): tercio de Cerdeña;
  • Lieja y Diest (Brabante): tercio de Lombardía;
  • Amberes (Flandes): regimiento de Lodrone;
  • Tournai: caballería.

El 14 de septiembre reúne a todos los grandes y diputados de las provincias para mostrarles la comisión real. Allí, Andrés de Salazar y Juan Despuche prenden a Backerzeel; Londoño y Lodrone a Strale; Dávila a Egmont y Jerónimo Salinas a Horne. Todos ellos son enviados al castillo de Gante, bajo la guarda de Ulloa, a quien refuerza con dos banderas. Como aún no sabe en quién puede confiar y en quién no, decide reformar todos los regimientos reclutados por Margarita. Algunos días después, envía una nutrida guarnición a Zelanda para asegurar sus puertos, a la espera de la visita real. Durante una visita a Amberes, acompañado de Vitelli, de Gabrio Servellon y del ingeniero Pachote, ordena levantar una gran fortaleza pentagonal rodeada de un gran foso alimentado por el Escalda, capaz de resistir cualquier asedio.

A continuación, nombró un tribunal de doce personas llamado Consejo de los Tumultos, que fue conocido por el pueblo como tribunal de la sangre. Alba es su presidente y entre sus fiscales se encuentran Berlaymont y Noircarmes. Egmont, Horn y otros nobles fueron juzgados, encontrados culpables de traición y encerrados. Orange, Nassau, Hoostrate y Breberode fueron citados en todas las plazas a redoble de tambor y, al no comparecer, fueron declararon igualmente condenados en rebeldía, poniéndose precio a su cabeza. Desde Alemania, Orange tuvo noticia de que Alba había apresado a su hijo, el conde de Buren. Le ofrecieron su apoyo la reina de Inglaterra, el rey de Dinamarca, los duques de Sajonia y Wittemberg, el conde Palatino, el landgrave de Hesse, otras 17 ciudades imperiales y los hugonotes franceses. Entre todos juntaron 13.000 infantes y 6.000 caballos.

Cuando estalla una nueva guerra de Religión en Francia, Alba ofrece su ejército al rey Carlos consciente de que acabando con la herejía en el país vecino reduciría los apoyos de los rebeldes flamencos y su esperanza de victoria. Pero este declinó la oferta para no reforzar la imagen hispana y mostrar su debilidad, aunque aceptó el envío de las bandas de ordenanza al mando del conde de Arenberg. En la batalla de Saint Denis se enfrentaron católicos y protestantes, resultando muerto el condestable.

Alba licencia los 11.000 caballos alemanes que se habían aprestado en Wargelt con vista a la campaña de Flandes al no considerarlos necesarios y muchos de ellos se pasan al bando hugonote.

1568

Guillermo de Orange, junto al resto de nobles partidarios, planeó invadir Flandes por tres puntos, Artois, Güeldres y Frisia, apoyados por los protestantes franceses y alemanes. Los que entraron por Artois, fueron rápidamente derrotados en Dalen por Sancho Dávila, Londoño, Herberstain y el albanés Nicolao Basta. Los que lo hicieron por Frisia, al mando de Luis y Adolfo de Nassau, fueron combatidos por Bracamonte, Meghem y Arenberg el 24 de mayo de 1568. Sin esperar a este último, el tercio de Cerdeña se precipitó contra los hugonotes en Heiligerlee, planteando batalla en un terreno pantanoso. Al ver inmovilizado a los piqueros con el fango por la cintura, los protestantes cerraron con determinación y les causaron 450 bajas, incluidos los capitanes Álvaro Osorio, Juan Páez de Sotomayor y Periche de Cabrera. El conde de Arenberg acudió en su ayuda pero, tras haber matado él mismo a Adolfo, resultó muerto cuando combatía espada en mano tras perder el caballo. Durante la retirada los villanos aprovecharon para asaltar y desvalijar a los supervivientes, que perdieron también los 6 cañones que el tercio tenía asignados. Por su parte, los 700 alemanes se rindieron vergonzosamente, prometiendo no servir al rey durante seis meses a cambio de la vida. De los hugonotes murieron 500 y el resto huyó al oír las trompetas de la compañía de jinetes de Andrés de Salazar, creyendo que era el regimiento de Meghem.

En respuesta, el 3 de junio Alba ordenó decapitar a Horn y Egmont, pese a que este había prestado tan grandes servicios a la corona durante las guerras contra Francia. Antes de partir de Bruselas, encarga a Noircarmes levar 1.000 caballos ligeros borgoñones, a Lope de Acuña una compañía de caballos españoles, a Gian Battista del Monte, Jorge Machuca y Aurelio Palermo, tres de italianos llegadas de la guerra de Francia; al conde de Roeulx y a Blandeau (¿Beauvoir?), sendas coronelías de valones. A continuación, ordena a Vitelli tomar Groninga con:

  • 6 banderas valonas de Meghem;
  • 4 alemanas de Schauenburg;
  • 10 de Hierges;
  • 5 de Billy;
  • 1.500 herreruelos de Brunswick.

El 28 de junio Alba salde de Bruselas y en Bolduque tiene noticia de que el conde de Bandeberg, cuñado de Orange ha tomado Berchem, por lo que envía a Londoño y Basta para impedir que corte el tránsito logístico hacia Frisia. A Toledo e Ibarra los envía a Deventer para preparar las vituallas y municiones. A esa plaza llega una compañía de 400 herreruelos de Hans Bernia. Vitelli sale a recibir a Alba a 12 leguas de Groninga y le avisa de que Hoogstraten se aproxima con 1.500 mercenarios de todas las naciones y 600 herreruelos en socorro de Nassau. Alba envía a 400 mosqueteros de los capitanes Montes de Oca, Diego Bracamonte y Lorenzo Pérez a hostigar las murallas de la plaza. A Dávalos y Basta les ordena que escaramucee con el enemigo. El coronel Robles (Billy) con 200 arcabuceros gana una casa a los rebeldes que se aprestan a huir. Para evitarlo, Alba envía 200 arcabuceros de Cerdeña con Francés de Beaumont y a Ulloa con 400 arcabuceros de Nápoles con los capitanes Enríquez, Medinilla, Añasco y los castellanos Salazar y Puch. Algunos jinetes se echan al agua y cruzan el río asidos a las colas de sus caballos, persiguiendo al enemigo toda la noche hasta que el duque les manda regresar. Mueren 300 rebeldes por 8 valones y 2 españoles y se ganan 3 piezas de artillería y 1 bandera. Alba deja en Groninga al regimiento de Schauenburg y parte hacia Frisia en pos de los rebeldes, llevando en la vanguardia a Vitelli con los españoles; a los valones de Hiergues y Billy en batalla; y a los alemanes de Meghem y la caballería de Bernia en retaguardia.

El 21 de julio Vitelli descubre en Jemmingen un ejército rebelde de 12.000 hombres. Llega Alba y realiza un reconocimiento junto a Vitelli, Noircarmes y Dávila. En un puente deja al capitán Carvajal y a Dávalos con 200 arcabuceros de Lombardía. A Dávila lo envía en vanguardia, seguido por Romero y Londoño, cada uno de ellos con 500 arcabuceros y 300 mosqueteros. Luis de Nassau se aprestó a inundar los campos para evitar el avance español, pero la caballería de Marcos de Toledo, Enríquez y Añasco se lo impidió sosteniendo la esclusa frente a 4.000 enemigos hasta que consiguieron llegar los arcabuceros. Asegurada esta posición, Romero y Londoño inician el combate. Los enemigos, al ver que no llevan piqueros ni caballos, les dan una carga pero son desbaratados por una descarga cerrada de los mosqueteros. Lope de Figueroa apresa la artillería, lo que empuja a los rebeldes a la huida tras cuatro horas de lucha.

César Dávalos sale en su persecución con dos compañías de caballos durante más de cuatro leguas, dejando el campo sembrado de armas y cadáveres. Nassau consigue escapar en una barca y comunica a Orange la derrota. Sus herreruelos consiguieron huir a una isleta, pero fueron allí capturados y degollados por los españoles. La masacre se prolonga durante un día y medio, muriendo 10.000 rebeldes. Se ganan 20 banderas, los 6 cañones capturados a Cerdeña y otros 10, todo el bagaje, caballos, armas y mucho dinero, pues los rebeldes habían salido de sus hogares con todo cuanto tenían para afrontar un ignoto exilio.

Durante el repliegue a Groninga, los supervivientes del tercio de Cerdeña mataron más de 6.000 villanos hugonotes e incendiaron todas las granjas donde habían sido ultrajados tras su derrota anterior. Furioso por su nefasto comportamiento en ambas ocasiones, Alba ordenó reformar el tercio entre los otros tres y ahorcar a los principales culpables. Solo siguió viva la compañía de 400 arcabuceros de Martín Díaz de Armendáriz, ya que no se había encontrado en la derrota ni podía culpársele de la muerte de Arenberg.

Mientras tanto, el tercio de Ulloa ha salido de su nueva guarnición en Bolduque y se encuentra a dos leguas de Cleves junto a dos compañías de caballos de Vélez de Guevara y Aurelio Palermo y a 14 piezas de artillería sacadas de Arnhem. Tiene como objetivo cortar una vía de suministros y de fuga de los rebeldes desde Alemania. El rey envía tropas desde España y escribe a Anguisola para que los suizos no los hostiguen y levanten 4.000 hombres con los que proteger el condado de Borgoña, en virtud de su liga ancestral. A su gobernador, François de Bergy le previene de que no deje entrar a Orange, a quien se le han confiscado muchos feudos allí.

En Utrecht el duque recibió noticias de que un nuevo ejército rebelde de 8.000 caballos y 30 banderas de alemanes se aproximaba desde Maastricht al mando del duque de Sajonia, el conde Palatino y el landgrave de Hesse. Llega de España un nuevo tercio (Flandes) con 2.500 hombres, cuyo mando se entrega a Bracamonte. Con él llega el primogénito de Alba, Fadrique, a quien el rey había conmutado una pena de 6 años de exilio por el servicio en Flandes[2]. Alba le nombró general de la infantería.

Trasladado a Bolduque en agosto, Alba pasa muestra a la caballería borgoñona de Noircarmes y a la coronelía de Roeulx. Ordena a Cristóbal de Mondragón, gobernador de Monviliers, que levante 6 banderas de valones. Refuerza Ruremunda con el regimiento de Robles, y Luneburg con 50 hombres de la compañía de Diego de Carvajal al mando de su alférez Antonio Berrio. Convierte Maastricht en una importante plaza fuerte, para impedir la entrada de suministros desde Alemania. De allí pasa a Hernen, en Güeldres, donde pasa muestra:

  • 2.000 jinetes en 22 compañías españolas, italianas, albanesas y borgoñonas;
  • 1.500 herreruelos;
  • 2.000 lanzas de las bandas de ordenanza, a cargo de Berlaymont, Meguen y Lalaing;
  • 16.000 infantes españoles en 4 tercios y 40 banderas, incluidas las 12 bisoñas;
  • 16 banderas borgoñonas de Lannoy, Largilla, Bryas, Hierges, Mondragón y Billy;
  • 20 banderas alemanas de Lodrone y Herberstein.

Los rebeldes están mandados por Nassau, Hoogstraten y Brederoda:

  • 9.000 caballos, incluidos los reiters del conde Palatino Casimiro, despedidos de Francia;
  • 30 banderas de alemanes en 2 regimientos;
  • 8.000 gascones, valones y loreneses.

El rey de Francia ofrece a Felipe 2.000 gendarmes pero pide que Alba envíe a alguien a recogerlos. Alba envía Carlos Philippe de Croy, señor de Abré pero, viendo que el duque de Aumâle se demora en cumplir lo prometido, aquel regresa a Flandes convencido de que se trata de un nuevo engaño francés.

El 7 de octubre Alba cruza el Mosa con su ejército para interceptar el paso en Bramburg, caserío cercano a Mastricht a Orange, quien viene de Alemania con refuerzos y mucha caballería. El duque organiza cuatro escuadrones:

  • Españoles;
  • Alemanes de Lodrone;
  • Alemanes de Herberstein;
  • Valones.

El ingeniero Pachoto ha inventado unos caballetes de madera con cuerdas cruzadas que impiden que los jinetes carguen hasta el escuadrón, pues quedan desmontados al chocar contra el ingenio. Fadrique se lleva al capitán Juan Osorio de Ulloa con 400 arcabuceros para tomar posición ventajosa en un cerro situado frente a Maastricht. Las compañías de Lorenzo Pérez y Rodrigo Pérez, del tercio de Nápoles cavan las trincheras. El capitán Juan Marcos de Toledo ocupa una aldea cercana. El prior carga con la vanguardia de caballería y 500 arcabuceros de Londoño sobre el tren de bagajes, matando 600 protestantes. Su caballería carga contra la española, ocupada en el saqueo, y le hace algunos prisioneros.

Romero marcha con algunas compañías de arcabuceros sobre Tongeren (Limburgo), cuyos habitanes se niegan a franquearle el paso hasta que son compelidos por el propio duque. Desde allí, sus capitanes Juan Osorio de Ulloa, Pedro González de Mendoza y Marcos de Toledo realizan una encamisada sobre el campo rebelde, pero reciben la carga de 500 caballos y 1.000 arcabuceros. Cuano ya había perdido 20 hombres, llega Fadrique con 1.000 arcabuceros de Ulloa y 500 valones, retirándose los herejes.

Orange se retira hacia Lovaina pero Alba da un rodeo para interceptarle antes de que entre en Brabante. Vitelli, que lleva la vanguardia, plantea batalla de la siguiente forma:

  • Fadrique de Toledo con 600 arcabuceros de Lombardía (Rodrigo Zapata, Diego de Carvajal, Francisco de Valdés);
  • Andrés de Mesa con 400 arcabuceros de Sicilia (Hernando de Toledo, Pedro González de Mendoza, Juan Osorio de Ulloa);
  • Gaspar de Robles con 500 arcabuceros valones;
  • 6 cornetas de herreruelos y los hombres de armas.

Cuando llega Alba con el resto del ejército ya han trabado combate. Lope de Acuña solicita permiso para cargar con sus jinetes, pero Alba se lo niega porque el enemigo es superior en arcabucería y se guarnece en un bosque. Pero los españoles han entrado ya en este y, ante la imposibilidad de emplear las picas, usan la espada contra los herejes. Reciben dos cargas de los reiters protestantes, pero los arcabuceros consiguen ponerlos en fuga. Mueren 3.000 rebeldes, incluyendo 2 coroneles, sin contar los que se quemaron en la aldea o los que se ahogaron durante la huida. Fue apresado el coronel alemán Overual, quien sería decapitado en Bruselas por haber servido antes al rey. El conde de Hoogstraten recibió un arcabuzazo del que perdería la vida poco después.

Orange se retira a Sanjagay, donde recibe los refuerzos franceses de Genlis: 1.800 caballos y 4.000 infantes, que habían conseguido entrar en Brabante atravesando las Árdenas. Aunque quiere tomar alguna plaza importante antes de la Navidad, su gente anda hambrienta, cansada y desanimada por los éxitos de Alba. Este deja al prior con toda la caballería en retaguardia y marcha a Lovaina con Mondragón y Xauvoir, mientras que Hiergues va Tilemont, Roeulx a Bruselas y Languilla a Diest.

Los protestantes deciden regresar a Alemania pero, como el Mosa está ya muy crecido y solo pueden cruzarlo por Lieja, se alojan en Engelvisen, cerca de Tilemont, donde los propios villanos les causan 500 bajas y les saquean el bagaje. El obispo pide ayuda a Alba, quien en vía a Hierges y Mondragón. Orange acude a combatirlos creyéndoles aislados. Alba reclama al rey Carlos los 2.000 caballos prometidos para impedir que los protestantes consigan huir, al estar la caballería española muy fatigada. Mientras llega, el teniente general Lope de Acuña sigue hostigando la retaguardia enemiga. En uno de los alcances, es herido Sancho Dávila y muerto Ruy López Dávalos.

Al final, los gendarmes franceses nunca llegan y los protestantes consiguen entrar en Alemania. Acabada la campaña tras haberles hecho a los protestantes 25.000 bajas, Alba licencia a las tropas sobrantes y reparte el resto para invernar:

  • Ulloa en Maastricht, Bolduque, Wers y Grave;
  • Romero en Bruselas y Malinas;
  • Londoño en Utrecht, Bommel y Warcen;
  • Billy en Groninga;
  • Mondragón en Deventer;
  • Lodrone en Valenciannes y Amberes.

De vuelta a Bruselas, el duque creó nuevos impuestos que, aunque le granjearon la enemistad de los flamencos, supusieron un desahogo para la maltrecha economía española, especialmente cuando la flotilla de Indias que llevaba las pagas para los tercios, fueron apresados por corsarios de Inglaterra, cuya reina se negó a devolver el dinero. Muy al contrario, dio patente de corso a John Hawkins, quien el 15 de septiembre intentó atacar Cartagena de Indias. Un temporal lo desvió hasta Veracruz, y fue derrotado por la armada de la guarda de Indias en San Juan de Ulúa. Su primo Drake consiguió escapar con parte del oro capturado, pero cuando llegó a Inglaterra en diciembre fue arrestado por la reina.

Mientras duraba esta paz efímera, tuvo Alba que acudir en defensa del rey de Francia con 3.000 infantes valones y 1.500 herreruelos al mando del conde Pedro Ernesto de Mansfeld, reservándose los españoles para sí. El duque de Florencia aportó 1.000 infantes y 100 caballos al mando de Mario Sforza, y el papa 4.000 infantes y 1.000 caballos a cargo del conde de Santafiora. El ejército católico venció a los hugonotes en Moncontour, donde algunos caballeros franceses mataron a Luis de Borbón, príncipe de Condé, a pesar del generoso rescate que este les ofreció.

1571

En el verano de 1571 Alba publicó un perdón general, tras lo que pidió al rey su relevo por un diplomático, que no le fue concedido.

1572

La gran campaña protestante de 1572 aprovechó el agotamiento de la Corona tras la batalla de Lepanto, la rebelión de los moriscos y la paz momentánea en Francia. Orange pacta con Coligny y en abril, el conde Guillermo de Limay tomó el importante puerto holandés de Brielle con una flota de 26 navíos, en su mayoría corsarios. Matan a los católicos, incendian las iglesias y comienza a fortificar la tierra. El conde de Bossu solicita ayuda y el 4 de abril llega a Rotterdam Hernando de Toledo con el tercio de Lombardía. Alba envía 3 compañías de Sicilia a sostener el puerto de Flesinga, pero los rebeldes las derrotan, decapitan al capitán Pacheco y cuelgan su cabeza de las murallas.

Inmediatamente se sublevaron varias ciudades de Holanda, Zelanda, Güeldres, Zutphen y Frisia, expulsando a sus guarniciones. Solo Ámsterdam permanece fiel a la corona, defendida por el tercio de Hernando de Toledo. Francia e Inglaterra les enviaron refuerzos, llegando a juntar una poderosa armada de 150 naves. Desde Flesinga lanzaron un ataque contra Middleburg, que pudo salvarse gracias al socorro prestado por una flotilla de 30 naves mandadas por Sancho Dávila, con 500 arcabuceros españoles de los capitanes Osorio, Angulo, Ovalle, Añasco y Medinilla, y otros 600 valones de Bryas. Como no pueden desembarcar en los polders, lo hacen en las dunas y caminan con el agua por la cintura hasta llegar a la plaza, donde rápidamente ponen en fuga a los rebeldes. Dávila captura el puerto y lo fortifica, para asegurar la llegada de barcos españoles.

Alba ordena que las tres coronelías de valones que se están reclutando se incrementen hasta las 10 banderas y levanta otra para Cristóbal Mondragón, gobernador de Dembillers. Envía a Bergen dos compañías de Sicilia que estaban en Dixmuda (Flandes) y el tercio de Nápoles, que es relevado en Bolduque por 8 compañías del tercio de Flandes de Bracamonte que estaban en Iperon (¿Yprés?).

El 24 de mayo se rebeló Enkhuizen, uno de los tres puertos principales de los Países Bajos, así como todo el Waterland, apoderándose los rebeldes de los navíos del rey. Por el sur, Luis de Nassau conquistaba Mons y Valenciennes con ayuda de tropas francesas. Alba escribe a Alemania para que se levanten 3 regimientos de infantería de alemanes alto, otros 3 de bajos, y la siguiente caballería:

  • Arzobispo de Colonia: 2.000 caballos;
  • Duque Enrique de Brunswick: 3.000;
  • Duque Adolf de Holstein: 2.000;
  • Duque de Sajonia: 1.200;
  • Conde Pedro Ernst de Mansfeld: 1.000;
  • Anton de Helk: 1.000;
  • Barón de Santembourg: 1.000;
  • Hanz Walter: 1.000;
  • Ambstenrode: 300;

Valenciennes fue recuperada sin necesidad de lucha, ya que en cuanto divisaron a los escasos jinetes españoles que Alba envió a reconocerla al mando de Juan de Mendoza, los defensores franceses huyeron abandonando sus banderas. Mendoza degolló alguna gente y tomó 9 banderas pero no pudo perseguir a los huidos porque sus jinetes se dedicaron al saqueo. En Walkeren, Beauvouir toma el castillo sin lucha pero, al verse sitiado, prefiere abandonarlo pues carecía de importancia en ese momento y era fácilmente recuperable.

Los rebeldes, apoyados por 4.000 mercenarios ingleses atacaron la provincia de Flandes, tomando Oistburg, Ecloy y Ardemburgh, pero tras fracasar ante Brujas y Gante, regresaron a Flesinga y pusieron de nuevo sitio a Middleburg. Pocos días después, al amanecer, los defensores españoles hicieron una salida y los degollaron a todos. El 11 de junio llega a Ostende una flota española de 54 navíos, con 6 banderas y 1.263 hombres de un tercio bisoño mandado por Julián Romero, el cual había marchado a España con licencia en 1569. Ante el riesgo de ver su honor mancillado por una retirada, el duque de Alba se negó a ser relevado cuando se presentó en Bruselas el duque de Medinaceli. Pero cometió el error estratégico de concentrarse en recuperar las plazas sublevadas en la frontera francesa, muy débiles debido a las guerras de Religión, que en sofocar el incendio que se extendía por las provincias septentrionales.

Comienza por reforzar a Juan de Mendoza con las 10 banderas que Rodrigo de Toledo había metido en Amberes, y las sustituye por 10 de valones de Mondragón. A las primeras las refuerza con 11 de Caprés, 3 de Molain, 3 de Roeulx y 3 de caballos. Toda esta gente queda al mando de Fadrique, quien se dirige a Mons el 23 de junio para impedir la entrada de hugonotes. Toledo resultó herido junto a Vitelli en la primera refriega. Justo después llegan el tercio de Julián Romero y la coronelía de Licques. Las tropas que envió Coligny a defender la plaza sufrieron una derrota aplastante, muriendo más de 1.000 franceses y siendo capturado su propio comandante, Genlís, quien murió en Amberes. Se ganaron 32 banderas y se hicieron 4.000 prisioneros. Participaron en la refriega las compañías de caballos de Lope Zapata, Bernardino de Mendoza, Hernando de Toledo y Antonio Toledo. La de Juan de Mendoza se mantuvo en reserva.

El duque de Alba llama a su hijo para ponderar el plan a seguir, dejando al conde de Lalaing al mando de su campo, que es reforzado por otros 4.500 infantes valones en 13 banderas, 5 de españoles que estaban en Maastricht, y las compañías de caballos italianos de Aurelio Palermo, Nicolao Basta y Jorge Machuca. Alba se dirigió después a Mons para dirigir personalmente el asedio. Al conocer la noticia, Guillermo cruzó la frontera con 11.000 infantes alemanes y 6.000 caballos, pero se estrelló contra los muros de la fortaleza de Weert, defendida por una treintena de españoles mandados por el capitán Zayas. Cuando reanudaron la marcha un mes después, el cerco de Mons se había cerrado.

Entretanto, Rodrigo Zapata repele una incursión de los corsarios de Brielle (luego conocidos como los mendigos del mar), cuando intentaban saquear Reinsbourg y un monasterio de damas principales a tres leguas de su guarnición en La Haya. Como luego necesitan municiones, deja una guarnición en la plaza y otra en los puentes que cruzan el canal y se dirige a Ámsterdam. Por el camino es asaltado en varias ocasiones por cientos de herejes, a los que causa una gran mortandad.

Decidido a cobrar Mons a toda costa, Alba reúne allí todas sus tropas, dejando libre a Holanda. De camino hacia Brabante, Hernando de Toledo intenta someter Haarlem con las 10 compañías de su tercio, pero debe conformarse con tomar un fuerte y degollar 800 protestantes. Tras esto parte hacia Mons acompañado de las 7 banderas del conde de Herberstein. Con estos refuerzos se gana la abadía de Espiuliu, llevando la vanguardia Rodrigo Zapata y Alonso de Sotomayor.

Alba deja en Amberes a Sancho Dávila y a Mondragón. Ámsterdam queda abandonada a su suerte y es atacada por los protestantes que, una vez rendida, la saquean a placer. El conde van der Berghe, cuñado de Orange, se apodera de Zutphen con 6.000 infantes y 500 caballos. El 10 de agosto sitia algunas plazas de Overijsel, que se rinden rápidamente al carecer de guarnición.

El 24 de agosto se produjo la matanza de hugonotes franceses en la noche de San Bartolomé, incluido el almirante Gaspar de Coligny, uno de los líderes que apoyaban la causa holandesa, lo que causa un gran impacto en ambos bandos. El 8 de septiembre llega Orange con su ejército a los alrededores de Mons y al día siguiente se plantea batalla. Orange envía su vanguardia a tomar Jumape, pero Alba había previsto esa maniobra y había enviado allí a Fadrique, al regimiento de Caprés y a 600 arcabuceros españoles. Una vez confirmada su sospecha, envía también a Hernando de Toledo y a Sancho Dávila. Al verlos avanzar sin caballería, Orange ordena cargarlos, pero son socorridos por 200 arcabuceros de Romero y 60 lanzas de Roeulx. Dos escuadrones de caballería protestante con 1.300 caballos contraatacan al unísono y causan grandes bajas a los católicos.

Visto que el socorro es imposible por aquella parte, Orange decide retirarse y al día siguiente lo plantea por San Simphorien, plaza guarnecida por el regimiento alemán de Polwiller. Alba lo refuerza con 4 compañías de lanzas, otra de arcabuceros a caballo y 5 de infantería española. Esa noche organiza una encamisada con los arcabuceros de Julián Romero y Noircarmes al mando de Fadrique. Los regimientos de Caprés y Licques cubren sus espaldas. A la hora prevista, degüellan los centinelas y entran en el campo protestante poniendo fuego a las barracas, desjarretando caballos y matando 300 rebeldes durante una hora, con pérdida de 30 encamisados por desobedecer la orden de retirarse por donde habían entrado.

Comprendiendo que nunca superaría a Alba, Guillermo opta por retirarse a Malinas y abandonar a su suerte a su hermano Luis. La caballería española le persiguió, causándole medio millar de bajas y estando a punto de capturarle. Al conocer la retirada de Orange, Nassau entregó Mons tras tres meses de cerco y se retiró a Alemania. Alba envió al conde de Roeulx a Oudenaarde y Mondragon a Ruremunda, rindiéndose ambas plazas sin resistencia. El resto del campo se traslada a Bruselas, de donde saca las 4 banderas del tercio de Sicilia. Como no podía emplear la caballería contra Malinas, envía a los herreruelos a Lovaina y los jinetes a Lier. Llegados a Malinas, los protestantes salen huyendo y los españoles la saquean a placer para compensar las muchas pagas que se le debían. Desde allí, Alba envió a Fadrique a tomar Naerden, que sufrió la furia española por el asesinato de los embajadores que les enviaron con la propuesta de rendición. El impacto de ambos sacos empujó a Groninga, Overijssel y Utrecht a rendirse sin lucha.

La plaza de Targoes, defendida por 400 españoles y valones al mando de Isidro Pacheco, llevaba sitiada desde el 26 de agosto por un contingente 20 veces superior de holandeses e ingleses que, pese a su superioridad numérica y artillera, no conseguía doblegarla. Sancho Dávila y Cristóbal de Mondragón recibieron la orden de socorrerla, lo que realizaron tras vadear el canal con el agua al pecho durante la marea baja. Sorprendidos al verlos llegar por el mar, los protestantes huyeron el 21 de octubre, lo que Pacheco aprovechó para salir en su persecución y hacerles 700 bajas.

Medinaceli regresa a España e informa al rey de que la segunda rebelión ha sido motivada por el rigor de Alba, y le propone relevarlo por un diplomático menos agresivo. Orange se refugia en Holanda, por lo que Alba despide su caballería alemana, muy costosa e inútil en los pólderes. Alba asienta su campo en Nimega y envía a Fadrique a someter Zutphen y Naerden, que se niegan a rendirse antes de ser plantada la batería por lo que son tomadas y saqueadas.

Tras socorrer Ámsterdam, que había permanecido fiel a la corona, Fadrique se lanzó contra Haarlem, obteniendo los avituallamientos necesarios de los propios refuerzos rebeldes, mandados por Limay, a los que masacró. Los villanos cortan los diques para inundar la campiña, pero los tercios de Julián Romero y Hernando de Toledo consiguen llegar hasta el castillo de Spaardam y degüellan a sus 300 defensores. Sin embargo, el sitio de la plaza se prolongó durante 9 meses, sufriendo los españoles por la falta de víveres y por el crudo frío holandés, mientras que los sitiados recibían constantes refuerzos por mar desde Leiden. Los sitiados no se cansaban de provocar a los españoles arrojándoles las cabezas de los caídos en los asaltos y representando escenas blasfemas en las murallas.

1573

Los españoles se impacientan y exigen a Fadrique que les dejen intentar un asalto frontal. Para ello, el ingeniero Bartolomeo Campi construye un puente sobre barcas que permite a los infantes cruzar el canal, pero es tan estrecho que la carga se convierte en un desastre, resultando herido durante la retirada el propio Romero en un ojo. Otros 150 de sus hombres murieron para nada. Otro asalto, protagonizado esta vez por el tercio de Rodrigo de Toledo, es también rechazado con graves pérdidas, incluyendo 40 que volaron al dársele fuego a una mina. El propio Toledo recibió varias heridas, así como sus capitanes Perea, Rodrigo Pérez, Esteban de Illanes y Alonso Muñoz.

A la vista de las bajas, del frío y del agotamiento de la tropa, los capitanes aconsejan a Fadrique que posponga la toma de la plaza hasta la primavera, pero este no quiere defraudar a su padre. Además de solicitarle las cuatro banderas del tercio de Sicilia que le servían de escolta en Nimega, otras cuatro de Mondragón y los arcabuceros de Billy, hizo levar una coronelía de 1.000 borgoñones a Enrique de Vienne, barón de Chevreaux. Al conde de Boussu le ordena armar todas las embarcaciones disponibles en Ámsterdam para cortar los suministros que llegan por los canales. Por su parte, Montgomery apresta 1.000 hugonotes en la isla de Wight, y la reina Isabel hace levas en Inglaterra y Escocia en favor de los holandeses. Con estos refuerzos, la guarnición se permite hacer algunas salidas, causando muchas bajas a los sitiadores y capturándoles 9 banderas.

Alba envía a Bernardino de Mendoza a dar cuenta al rey de lo dificultoso de la campaña y la necesidad de hombres y dinero. El monarca le entrega una gran suma en letras de cambio y ordena al gobernador de Milán que envíe a Lope de Acuña con 25 banderas extraídas del tercio ordinario y del de Lope de Figueroa, conocido como el de la liga que, a la sazón, se encontraba en el ducado. Nada más llegar, el duque envía al sargento mayor Francisco Valdés con algunas banderas de alemanes, valones e italianas a proteger la ruta de suministros desde Utrecht a Haarlem. El resto marcha directamente a esta plaza.

Cuando la situación parecía insostenible, un soldado capturó una paloma mensajera por la que supieron de la llegada de refuerzos: 3.000 holandeses y zelandeses, 1.000 ingleses, franceses, valones y flamencos, una corneta de herreruelos y 6 cañones. Consiguen atravesar una primera línea de vigías alemanes pero cuando llegaron a la de los españoles, estos dieron la alarma. Lope de Acuña salió inmediatamente con los tercios de Santiago y San Felipe, reforzados por las compañías de arcabuceros a caballo de Montero y Valdés. Les causaron 1.500 bajas y se apoderaron de 14 banderas, toda la artillería y los suministros. Tres días después, la ciudad se rindió y Fadrique ordenó ejecutar 1.000 mercenarios que habían sido perdonados en el sitio de Mons bajo promesa de no volver a empuñar las armas contra España. La suma total de bajas alcanzó los 13.000, frente a los 4.000 sitiadores, incluyendo Lope de Acuña, los capitanes Diego de Carvajal, Lorenzo Perea, Juan de Ayala, Esteban de Quesada, Toribio Cimbrón, Marcos de Toledo, Lucas de Espila y otros 800 españoles. Entre los heridos se encontraban Fadrique y todos los oficiales de su consejo, ya que solían andar en las situaciones de mayor peligro.

A continuación, Alba ordena tomar Alkmaar, una pequeña villa por la que llegaban los socorros al Waterland. Esta tarea se encomienda a los tercios de san Felipe y Santiago, 9 de alemanes, 2 de valones y alguna caballería. Una de las condiciones de la rendición de Haarlem había sido la entrega de 240.000 florines para pagar a la tropa pero como quince días después no se había satisfecho, el tercio de Rodrigo de Toledo se amotinó. La situación pudo salvarse gracias al empréstito concedido por varios banqueros flamencos a Chiappino Vitelli, quien repartió 4 pagas y 14 escudos de socorro. Por desgracia, estos dos meses de retraso impidieron tomar Alkmaar durante el verano.

Los españoles salen de Haarlem, donde queda Fadrique como gobernador con la coronelía de Licques. Simultáneamente, el conde de Boussu ataca Amstelredan con su coronelía, la valona de Francisco Verdugo y 6 compañías de españoles. Boussu ataca a la flota holandesa en Flesinga, pero es derrotado y capturado junto a la mayoría de sus hombres. Alba nombra en su lugar a Noircarmes como gobernador de Holanda y escribe al rey en demanda de una flota, pues sin ella no puede ganarse la guerra en tierra. Felipe accede a lo solicitado y ordena a Pedro Meléndez, adelantado de la Florida, que apreste en Santander 30 navíos y al conde de Olivares que aliste 8.000 infantes.

Los tercios de Sicilia, Santiago y San Felipe lanzan un asalto general contra Alkmaart, pero su falta de coordinación permite a los defensores concentrarse en un único punto de la muralla, condenándolo al fracaso con 150 bajas y 700 heridos, entre ellos, Francisco de Bobadilla. Francisco Valdés marcha a Leiden con los 2 tercios italianos, 2 regimientos tudescos, 2 de valones, 6 compañías de caballos ligero y 1 corneta de herreruelos. Romero marcha por las dunas con los tercios de Hernando Toledo y Bracamonte, rindiendo muchas plazas protestantes.

Ante las perspectivas de repetir un segundo invierno tan aciago como el anterior y la posibilidad de que los protestantes rompan los diques, Alba decidió levantar el cerco el 10 de octubre, que se convirtió así en una leyenda para los holandeses. Simultáneamente, Felipe II decidió darle relevo a Alba, inmovilizado en Flandes por la gota y nombró gobernador a D. Luis de Requeséns, que hasta entonces ejercía dicho cargo en Milán. Hizo el camino a través de Saboya, Borgoña y Lorena, entrando en Bruselas el 17 de noviembre acompañado de 2 compañías bisoñas de caballos italianos, lanzas y arcabuceros.

Justo antes de transferir el mando, el duque de Alba remite a Felipe II de Habsburgo un informe sobre el estado de los tercios a fecha de 18 de diciembre de 1573[3]:

  • Infantería española: 7.900
    • Rodrigo de Toledo (Nápoles): 19 banderas;
    • Hernando de Toledo (Lombardía viejo): 10;
    • Julián Romero (Sicilia): 15;
    • Gonzalo Bracamonte (Flandes): 10;
    • A cargo del SGM Francisco Valdés (Lombardía nuevo y Figueroa): 25.
  • Infantería alemana alta: 16.200
    • Conde de Herberstein: 16
    • Barón del Polwiller: 13;
    • Barón Jorge de Fundsberge: 13;
    • Carlos Fucar: 10;
    • Chambur: 1;
    • Francisco Montes de Oca: 1.
  • Infantería alemana baja: 9.600
    • Conde de Boussu: 16;
    • Conde de Meghen: 10;
    • Barón de Hiergues: 6.
  • Infantería valona: 20.800
    • Gaspar de Robles: 10;
    • Barón de Hiergues: 4;
    • Cristóbal de Mondragón: 15;
    • Conde de Rus: 15;
    • Laitre: 5;
    • Alonso López Gallo: 6;
    • Francisco Verdugo: 7;
    • Bebues: 11;
    • Caprès: 15;
    • Licques: 15;
    • Barón de Chevreaux: 1.
    • Presidios: 3.000.
  • Caballería: 4.780
    • 1 corneta de herreruelos (barón de Jenque): 300;
    • 15 bandas de ordenanza: 3.000;
    • 14 compañías de lanzas ligeras españolas, italianas y albanesas: 980;
    • 5 compañías de arcabuceros españoles y borgoñones: 500.

El reparto territorial por banderas es el siguiente:

  • Infantería española: 79
    • Holanda: 59;
    • Brabante: 13;
    • Zelanda: 7[4].
  • Infantería alemana alta: 54
    • Holanda: 42[5];
    • Overijsel: 5;
    • Henao: 1;
    • Güeldres: 3;
    • Luxemburgo: 2.
  • Infantería alemana baja: 32
    • Holanda: 15;
    • Overijsel: 8;
    • Zutphen: 2;
    • Güeldres: 4;
    • Perdidas en Flesinga: 3.
  • Infantería valona: 104
    • Mondragón y parte de Beauvois en Zelanda;
    • Gallo y resto de Beauvois en la Armada;
    • Roeulx en Flandes;
    • Buitre en Holanda;
    • Hiergues en Güeldres;
    • Verdugo en los diques de Waterland;
    • Chevraux en el castillo de Egmont.

Hecho lo cual, parte hacia Génova por el camino español acompañado por su hijo Fadrique y 5 compañías de caballos.

Referencias

Notas

  1. Cabrera I, 521.
  2. Pena impuesta por renunciado a su boda pactada con Magdalena de Guzmán, dama de la reina, al haberse casado en secreto con su prima María de Toledo.
  3. Quatrefages, 501-510.
  4. Alba incluye a Gante y Valenciennes en Zelanda
  5. Incluye Amberes, Breda, Bruselas y otras plazas flamencas

Bibliografía

  • Cabrera de Córdoba, Luis. Filipe Segundo, rey de España. Aribau. 1619/1876.
  • Strada, Famiano: Guerras de Flandes. Colonia. 1632/1681.
  • Giménez Martín, Juan. Tercios de Flandes. Falcata Ibérica. 1999.
  • Quatrefages, René. Los tercios. Ministerio de Defensa. 2015.