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Campaña del duque de Alba

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1572
==1572==
La gran campaña protestante de 1572 aprovechó el agotamiento de la Corona tras la batalla de Lepanto, la reconquista pérdida de Chipre y la rebelión de los moriscos. En abril, el conde Guillermo de Limay tomó el importante puerto holandés de Brielle con una flota de 26 navíos, en su mayoría corsarios. Pocos días después fue recuperado por don Rodrigo ZapataMatan a los católicos, incendian las iglesias y comienza a fortificar la tierra. El conde de Bossu solicita ayuda y el 4 de abril llega a Rotterdam Hernando de Toledo con el tercio de Lombardía. Alba envía 3 compañías de Sicilia a sostener el puerto de Flesinga, pero inmediatamente los rebeldes las derrotan, decapitan al capitán Pacheco y cuelgan su cabeza de las murallas. Inmediatamente se sublevaron varias ciudades de Holanda, Zelanda, Güeldres, Zutphen y Frisia, expulsando a sus guarniciones. Desde Francia e Inglaterra se les enviaron refuerzos, llegando a juntar una poderosa armada de 150 naves en Flesinga. Desde allí Flesinga lanzaron un ataque contra Middleburg, que pudo salvarse gracias al socorro prestado por una flotilla de 30 naves mandadas por Sancho Dávila, con 500 arcabuceros españoles de los capitanes Osorio, Angulo, Ovalle, Añasco y Medinilla, y otros 600 valones de Bryas. Como no pueden desembarcar en los polders, lo hacen en las dunas y caminan con el agua por la cintura hasta llegar a la plaza, donde rápidamente ponen en fuga a los rebeldes. Dávila captura el puerto y lo fortifica, para asegurar la llegada de barcos españoles. Alba ordena que las tres coronelías de valones se incrementen hasta las 10 banderas y levanta otra para Cristóbal Mondragón, gobernador de Dembillers.  Por el sur, Luis de Nassau conquistaba Mons y Valenciennes, probablemente con ayuda del rey católico de Francia. Ante el riesgo de ver su honor mancillado por una retirada, el duque de Alba se negó a ser revelado cuando se presentó en Bruselas el duque de Medinaceli con 2.000 hombres de refuerzo.
Valenciennes fue recuperada sin necesidad de lucha, ya que en cuanto divisaron a los españoles, los defensores franceses sintieron tal pavor que huyeron abandonando sus banderas. Los rebeldes, apoyados por 4.000 mercenarios ingleses atacaron la provincia de Flandes, tomando Oistburg, Ecloy y Ardemburgh, pero tras fracasar ante Brujas y Gante, regresaron a Flesinga y pusieron de nuevo sitio a Middleburg. Pocos días después, al amanecer, los defensores españoles hicieron una salida y los degollaron a todos.
La situación comenzaba, no obstante a ser desesperada para los españoles, pues en Holanda solo Ámsterdam permanecían fieles permanecía fiel a la corona. Para evitar la entrada de refuerzos desde Francia, decidió Alba recobrar Mons, tarea que encargó a sus hijos Fadrique y Rodrigo. Este último resultó herido junto a Vitelli en la primera refriega, pero cuando las tropas que envió Coligny a defender la plaza se tropezaron con los españoles, sufrieron una derrota aplastante, muriendo más de 1.000 franceses y siendo capturado su propio comandante, Genlís. El duque de Alba se dirigió entonces a Mons para dirigir personalmente el asedio. Al conocer la noticia, Guillermo cruzó la frontera con 11.000 infantes alemanes y 6.000 caballos, pero se estrelló contra los muros de la fortaleza de Weert, defendida por una treintena de españoles mandados por el capitán Zayas. Cuando reanudaron la marcha un mes después, el cerco de Mons se había cerrado.
Poco después se recibió la noticia de la matanza de hugonotes franceses en la noche de San Bartolomé (24 de agosto). Como uno de los caídos fue precisamente Gaspar de Coligny, uno de los líderes que apoyaban la causa holandesa, Guillermo optó por retirarse a Malinas y abandonar a su suerte a su hermano Luis, sitiado en Mons. La caballería española le persiguió, causándole medio millar de bajas y estando a punto de capturarle. Al conocer la deserción, Nassau entregó la plaza y se retiró a Alemania. El duque de Alba puso entonces cerco a Malinas, por lo que Orange abandonó a su suerte, huyendo huyó a Alemania. Desde allí se dedicó a enviar embajadas al sultán Solimán el Magnífico para que lanzase nuevas campañas contra el Imperio a fin de que se relajase la presión española sobre Flandes (Parker 1986).
Entretanto, la plaza de Ter-Gves, defendida por 400 españoles y valones al mando de Isidro Pacheco, llevaba dos meses sitiada por un contingente 20 veces superior de holandeses e ingleses, que pese a su superioridad numérica y de artillería no conseguía doblegarla. Sancho Dávila y Cristóbal de Mondragón recibieron la orden de socorrerla, lo que realizaron gracias a una complicada maniobra de vadeo por los pólderes.
Tras socorrer Ámsterdam, que había permanecido fiel a la corona pese a no contar con guarnición española, Fadrique se lanzó contra Haarlem, obteniendo los avituallamientos necesarios de los propios refuerzos rebeldes, mandados por Limay, a los que masacró. Sin embargo, el sitio se prolongó durante 6 meses, sufriendo los españoles por la falta de víveres y por el crudo frío holandés, mientras que los sitiados recibían constantes refuerzos desde Leiden. Para colmo de males, los sitiados no se cansaban de provocar a los españoles arrojándoles las cabezas de los caídos en los asaltos y representando escenas blasfemas en las murallas. Afortunadamente, cuando la situación parecía insostenible, un soldado capturó una paloma mensajera por la que supieron de la llegada de Guillermo con refuerzos. Inmediatamente, los tercios cargaron contra ellos, causándole 3.000 bajas y apoderándose de la artillería y los suministros. Tres días después, la ciudad se rindió y otros 2.500 rebeldes y mercenarios fueron ejecutados, con lo que la suma de bajas alcanzó los 13.000, frente a los 4.000 españoles, entre cuyos heridos se encontraban D. Fadrique y la mayoría de sus oficiales. Quince días después de tomar la ciudad, los tercios se amotinaron para exigir sus pagas atrasadas, costumbre inveterada que les diferenciaba de las tropas de otras nacionalidades, que lo hacían antes de entrar en combate. La situación pudo salvarse gracias al empréstito concedido por varios banqueros flamencos.
Tras el fallido asalto a Alkmaar, que se convirtió así en una leyenda para los holandeses, y la derrota naval de Flesinga, D. Fadrique concedió un descanso a sus hombres. Simultáneamente, Felipe II decidió darle relevo a su padre el duque, gravemente enfermo y nombró gobernador a D. Luis de Requeséns, que hasta entonces ejercía dicho cargo en [[Milán]].
==1573==