Durante la III Guerra Carlista, las Las fuerzas de caballería aún son inferiores a las de los dos conflictos anteriores. Paradójicamente, apenas se organizan unidades de lanceros, pese a que en la caballería republicana siguen siendo mayoría.
La Guardia Real se limita a un escuadrón de escolta llamado Real Cuerpo de Guardias a Caballo, mandado por el coronel D. Manuel de la Cruz.