Marchas militares

De Caballipedia
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Al parecer, tras la Guerra de Independencia se habían puesto de moda las marchas francesas, porque el artículo 8º de la RO de 20 de febrero de 1815, prohíbe taxativamente tocarlas a los tambores y trompetas, para no herir la sensibilidad de la población civil que había sufrido durante la guerra la opresión de las fuerzas galas.

Al calor de la guerra carlista, y para homenajear a Espartero, se compusieron el anónimo Himno de Luchana y el Canto a los defensores y al ejército libertador de Bilbao, del compositor catalán Ramón Carnicer (1789-1855). Por el lado carlista destacó el Oriamendi, que aunque fue compuesto al parecer por los cristinos, su partitura cayó en manos del pretendiente en marzo de 1837, convirtiéndose desde entonces en el himno de la comunión tradicionalista.

El 22 de octubre de 1859 comienza la guerra con Marruecos y una profunda reacción patriótica sacude el país. Por todas partes se suceden homenajes a los combatientes, así como espectáculos para recaudar fondos para los mismos. El Ejército se convierte en fuente de inspiración para artistas de todas las ramas, en particular de la pintura y de la música.

La conquista de cierto reducto marroquí por las tropas del general Echagüe, dio lugar al nacimiento de una polka conocida con su nombre, El Serrallo. Le siguieron otras como El Himno Marcial o ¡Guerra, Guerra! de Juan de Castro, estrenada en una función patriótica que se celebró en el Teatro Real. Otro éxito del mismo autor sería Marcha triunfal del Ejército de África. Vinieron después El grito de la Patria, de José Gabaldá, La Marcha Guerrera, de Ignacio Cascante o La Guerra de África, de Hilarión Eslava y Ventura de la Vega. Fue también muy celebrada una página del pianista y compositor Dámaso Zabalza titulada La polka de Prim, basada en la música del Toque de ataque. Dedicada a este general, tuvo un gran éxito hasta el punto de haber llegado hasta nuestros días La batalla de los Castillejos de Higinio Marín.

Prim comandaría en 1861 la expedición a México, breve aventura bélica que daría pie al nacimiento de otros tres títulos musicales: ¡A México! De García Vilamala, La Escuadra Española, de Masferrer y La Entrada en Veracruz de Isidro García de Rosetti.


Referencias