Logística de Fernando V

De Caballipedia
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En la primera mitad del siglo XIII los árabes aprendieron a mezclar el salitre con azufre y carbón, con el fin de poder aprovechar su poder de combustión. A principios del siglo XIV empleaban ya el mefaa, tubo lanzador de flechas o balas del tamaño de una avellana. En las tomas de Tarifa y Algeciras (1340 y 1342 respectivamente) las tropas cristianas capturaron varias armas de fuego conocidas como buzacos, por lo que al contrario que en Aragón y el resto de Europa, los castellanos conocieron las piezas de artillería antes que las armas portátiles.

Los catalanes, al contrario, conocieron estas merced a su comercio con venecianos y genoveses, que las habían importado del Mediterráneo oriental. En Navarra se utilizaba el cagnon chico y hacia 1374 se fabricaban en Zaragoza las ballestas del trueno. Los ingleses también emplearon en Crêcy (1346) unas rudimentarias armas conocidas como truenos de mano, similares a las que emplearon los musulmanes en Egea en 1394.

A finales del siglo XIV se importaron los primeros arcabuces procedentes de Italia. Consistían en un tubo de bronce acoplado a una caja de madera, al que se aplicaba el fuego en el oído o polvorín, un agujero practicado en la recámara. El fuego se conseguía aplicándole primero una brasa de carbón, más tarde un hierro candente y finalmente una mecha de pólvora lenta[1]. Hacia 1420 (25 años antes que en Alemania) se fabricaba en Aragón pólvora empastada y graneada.

En España, al arcabuz de cañón largo que disparaba viratones se le llamó culebrina. Se le había añadido una cazoleta al polvorín para encender mejor la carga y disponía un gancho para apoyarlo sobre un parapeto. Fue empleada por primera vez en el sitio de Atienza (1446), aunque sin llegar a los niveles alcanzados en Morat (1476) donde los suizos emplearon cerca de 10.000 culebrinas.

En 1420 la caballería disponía ya de unos pistoletes, simples tubos de bronce acoplados sobre una caja de madera curva, de muy difícil utilización hasta la aparición de la llave de serpentín, que facilitaba el encendido de la mecha mientras se cabalgaba.

El perfeccionamiento de la culebrina dio lugar a la espingarda, que ya disponía de una verdadera culata que apoyar en el hombro. En 1481 se creó una tropa permanente de 20 espingarderos a caballo, al mando del Capitán Covarrubias, aunque según el cronista Maldonado, el maestre de Alcántara ya había utilizado escopeteros a caballo en su lucha contra los portugueses.

En 1490 Gaspar Zallner construyó cañones de ánima rayada para evitar la pérdida de calibre que provocaba la suciedad después de algunos disparos.


Referencias

  1. Obtenida al sustituir el carbón por aceite de linaza.

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