Las invasiones bárbaras

De Caballipedia
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Los germanos

En el siglo IV nuevos pueblos germánicos se habían asentado frente al limes: al norte los anglos, jutos y sajones; en el centro del Rin los francos, suevos y alamanes; al sur los burgundios, vándalos y gépidos; en la frontera balcánica los ostrogodos, visigodos y hérulos. Empujados por los hunos, algunos de estos pueblos atravesarían las fronteras del Imperio en sucesivas oleadas.

Los visigodos cruzaron el Danubio, derrotando y matando al emperador Valente en la batalla de Adrianópolis (378), acaecida Edirne (Tracia) y finalmente se asentaron en Aquitania en 418, estableciendo su capital en Tolosa. Desde allí contribuyeron decisivamente a la derrota de los hunos, aunque su propio rey Teodorico murió en la batalla de los Campos Cataláunicos (Chalons, 451).

En una segunda oleada, los vándalos, suevos y alanos cruzaron el Rin en la madrugada de Año Nuevo de 406 y, tras saquear la Galia, se instalaron en Hispania. Por la brecha penetraron después los burgundios, que se asentaron en Sabaudia y Helvecia. Para recuperar Hispania, el emperador de Occidente pactó con los visigodos la entrega de nuevos territorios allende los Pirineos. Tras una larga guerra en la que jugó un papel crucial la excelente caballería visigoda, consiguieron aniquilar a suevos y alanos y empujar a los vándalos hacia las islas del Mediterráneo y el Norte de África, donde instauraron un efímero reino sobre las ruinas de la antigua Cartago.

En 476, el hérulo Odoacro depuso al último emperador de Occidente y se nombró a sí mismo rey de Roma. Su reinado fue efímero, ya que diez años después Italia fue conquistada por los ostrogodos. Simultáneamente, los anglos, jutos y parte de los sajones cruzaron el canal de la Mancha e invadieron Britania, que había sido abandonada por su guarnición romana. Pese a su valiente resistencia muchos britanos tuvieron que refugiarse en Armórica (Bretaña). Finalmente entre 486 y 511 los francos conquistaron las Galias, empujando a los visigodos hacia Hispania. Su reino comprendía, además, la parte de occidental de Germania, mientras que el resto se lo repartían entre los alamanes y parte de las tribus sajonas y suevas. Al Imperio romano de Occidente le había sucedido un mosaico de reinos bárbaros, que daría lugar a las naciones modernas.

Durante el milenio siguiente, la caballería pesada germánica y bizantina sería la única arma capaz de hacer frente a las sucesivas oleadas de pueblos nómadas que intentaban conquistar Europa: hunos (siglo V), eslavos (VI), árabes (VII), búlgaros (VIII), pechenegos (IX), magiares (X), selyúcidas (XI), bereberes (XII), mongoles (XIII), timúridas (XIV), otomanos (XV).

Los hunos

Este pueblo comenzó a ser conocido desde que Pyotr Kozlov descubrió sus tumbas en las montañas de Noin Ula en 1924[1]. Vivían a caballo y del caballo, aprovechándolo absolutamente todo. Su golosina preferida era, precisamente, la grasa de caballo embutida en intestinos y ahumada, mientras su bebida predilecta era la leche de yegua batida y dejada agriar cuatro días en sacos de cuero que pendían de las monturas. Durante siglos evitaron vender a China yeguas o sementales, ya que eran conscientes de su ventaja táctica, comerciando únicamente con ejemplares castrados.

Cargaban con fiereza al son de sus cuernos de caza contra la infantería china, que se mostraba totalmente ineficaz frente a su velocidad. Vestían y calzaban completamente de cuero, con casco, coraza y escudo. Iban armados de un sable curvo y un arco de doble curvatura, muy potente gracias a sus extremos reforzados con hueso. Anualmente celebraban concursos de tiro y castigaban a los cobardes abriéndolos en canal. Solían dejar que la infantería china penetrase profundamente en sus territorios en expediciones punitivas, atacándoles solo cuando iniciaban la retirada una vez agotadas sus provisiones.

Hacia 433, los hiung-nu rechazados de China por la dinastía Han habían cruzado las estepas asiáticas y se encontraban a las puertas de Europa al mando de sus caudillos Bleda y Atila. Es probable que, de haber encontrado una férrea resistencia, hubiesen sido dispersados fácilmente, pues era mayor el temor que despertaba su proverbial ferocidad que su eficacia combativa.

En el 447 Atila emprendió una ofensiva contra Constantinopla, entrando en el Imperio a través de Moesia. El ejército romano, al mando del magister militum godo Arnegisclo, le hizo frente en el río Utus. Aunque resultó derrotado ocasionó graves pérdidas al enemigo que no se dirigió a la capital, sino que se dedicó al pillaje en los Balcanes. Constantinopla fue atacada, pero se salvó gracias a la intervención del prefecto Flavio Constantino, que organizó brigadas ciudadanas para reconstruir las murallas dañadas por unos seísmos previos.

Campos Cataláunicos

A comienzos de 451 Atila emprendió una nueva ofensiva, esta vez hacia las Galias, con un gran ejército de hunos, ostrogodos, burgundios, gépidos, esciros, rugios, turingios y francos ripuarios. Valeriano III envió al magister militum Flavio Aecio Aecio con las únicas tropas romanas que pudo conseguir: campesinos y artesanos mal equipados y sin formación militar. Al llegar a las Galias convenció a visigodos, alanos y francos salios para que le apoyasen frente al enemigo común. Los hunos arrasaron Metz, Reims y pusieron sitio a Orleáns, defendida por los alanos. Cuando llegó el ejército romano los hunos levantaron el sitio y se dirigieron a Chalons-sur-Marne, donde eligieron un terreno prácticamente llano para poder desplegar su caballería.

La batalla comenzó con una masiva lluvia de flechas por parte de los hunos, a la que siguió su carga contra los alanos, que se retiraron ordenadamente tras la infantería franca. Esta formó un muro de escudos y aguantó la embestida de la caballería huna. En el ala izquierda, ostrogodos y visigodos se entablaron un sangriento combate. Por su parte, hérulos y gépidos atacaron por la derecha a las legiones romanas, que consiguieron hacerles retroceder de la colina que defendían. Cuando los hunos recibieron el ataque de francos y alanos giraron hacia la izquierda y se revolvieron contra los visigodos, matando a su rey Teodorico. No obstante, el hijo de este, Turismundo, consiguió reorganizar las filas y contraatacó contra hunos y ostrogodos, atrapándolos en una tenaza contra los romanos. Viéndose rodeado, Atila ordenó la retirada a su campamento que fue sitiado al día siguiente por los vencedores. No obstante, estos no consiguieron tomarlo y finalmente optaron por replegarse a sus tierras respectivas, dejando sobre el terreno unas 20.000 bajas.

Al año siguiente, Atila invadió Italia y reclamó la mano de Honoria, hermana del emperador. Este envió una embajada encabezada por el papa León I, quien, contra todo pronóstico, consiguió que los hunos se retiraran. La amenaza de los hunos se desvaneció cuando Atila murió inesperadamente en 453 durante la celebración de su sexta boda con la goda Hilda. Su pueblo acabó asentándose en las llanuras de Panonia (Hungría).

Aunque Roma se libró del pillaje, fue saqueada por los vándalos de Genserico en 456. Dos décadas después sería el hérulo Odoacro, antiguo general del ejército romano quien depusiera al último emperador Rómulo Augusto y se proclamase, efímeramente, rey de Roma.

Referencias

Notas

  1. Hallazgo documentado por Grousset.

Bibliografía

  • Lión Valderrábano, Raúl:
    • El caballo y su origen. Institución cultural de Cantabria. 1970.
    • La caballería en la historia militar. Academia de Caballería. 1979.
  • Maier, Franz Georg. "Las transformaciones del mundo mediterráneo". Historia Universal, vol. 9. Siglo XXI. 1972.
  • Millar, Fergus. "El Imperio romano y sus pueblos limítrofes". Historia Universal, vol. 8. Siglo XXI. 1973.
  • Mommsen, Theodor. Historia de Roma. Turner. 1960.

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